Javier y compañía I
Esta historia comienza un verano, el día que me enteré de que mi amigo Javi, había tenido una bronca tremenda con un gilipollas, a cuenta de no se qué historia de su padre.
Le llamé por teléfono y estuvimos hablando un buen rato, para que se desahogara.
Por la noche quedamos y seguimos hablando del tema.
La verdad, el motivo de la bronca no tiene mucho interés, la cuestión es que estaban terminando de arreglar el empedrado de entrada a su chalet y se habían quedado sin mano de obra en pleno agosto, además el estaba estudiando unas oposiciones y no podía ayudar a su padre.
Como somos bastante amigos decidí echarle una mano, le propuse que aunque no tenía ni puta idea de albañilería, por lo menos iría a ver que podíamos solucionar.
El accedió, enseguida llamó a su padre por teléfono y le contó lo que habíamos hablado.
Al principio el padre puso unas cuantas pegas, que si el chalet está muy lejos de la ciudad, que si no molestes a tu amigo, que si el chalet está patas arriba, pero yo cogí el teléfono y le dije a Javier(el padre de javi):
– Javier, mañana a las 10 estoy ahí con la bici.
A la mañana siguiente como había acordado me presenté en el chalet, está en una urbanización de clase media a las afueras de mi ciudad.
El chalet es una virguería, con una piscina enorme y un césped de concurso, está plagado de árboles grandes, es una gozada estar allí por las noches.
Aparqué la bici y saludé. Javier salió a recibirme, es un hombre alto, con bigote, de unos 55 o 56 años, no estoy seguro.
Estaba sin camisa, enseguida me fijé en su pecho y en su graciosa panza, además de hacer una revisión de paquete. Pensé «que atractivo es», naturalmente NADIE sabía de mi condición de bisexual (lo cual es una enorme ventaja para según que cosas). Hasta entonces yo si bien había dejado que un buen amigo mío me la mamara un par de veces, nunca me había sentido atraído por ningún tío, sin embargo Javier supuso para mí un cambio de actitudes. Me estrechó su gruesa mano y me dió unas palmadas en el hombro.
Después entramos en la casa y saludé también a Marta, la madre de Javi (una señorona tradicional muy atractiva) y a Enrique, una amigo de la familia.
Enrique es también alto y grueso, como Javier, pero no tiene bigote, y tiene la piel blanca. Tras los típicos comentarios de padres (ya sabes, que mayor estás ya y todo ese rollo), y después de tomar un café con hielo salimos a trabajar. Mi trabajo era muy sencillo, cargar arena, tamizarla y hacer cemento y después llevarlo al camino para verterlo. El plan era no trabajar más de dos horas para no morir de insolación.
A las once y media el calor era ya insoportable asi es que me quité la camiseta y seguí trabajando, al llevar el cemento en la carrucha se oye: – Joder, estás cuadrado, mira Enrique el cabrón es to fibra.
Javier me acababa de tirar un piropo (pero para mí era un comentario normal), yo sonreí y ayudé a Enrique a verter el cemento, después comenzaron las típicas bromas, los chistes verdes y comentarios sobre tías que hacían enfadar a la madre de Javi.
Alrededor de las doce y cuarto terminamos de trabajar y fuimos entrando en las duchas, yo me metí en el más grande. Tras ducharme, cuando me estaba enrollando en la toalla sonó la puerta y apareció Javier:
– Tranquilo, tú haz como si yo no estuviera, que hay confianza.
Ante mis ojos atónitos se desprende del bañador y deja al aire una hermosa verga peluda. Se mete en la ducha y empieza a enjabonarse sin cerrar la mampara.
Ni que decir tiene que para mí el espectáculo estaba suponiendo un regalo, una bonita sorpresa. Javier acariciaba todo su cuerpo con la esponja mientras canturreaba.
Yo por mi parte me hacía el disimulado y ralentizaba mis movimientos para no salir del baño. Javier empezó a enjuagarse y fue en ese momento cuando por poco me lanzo sobre él, tenía una erección de caballo, su verga se balanceaba a un lado y a otro.
Por un momento nuestras miradas se cruzaron, bueno mejor dicho, él me miraba con descaro mientras movía la piel de su cipote adelante y atrás dejando al descubierto un sabroso capullo morado. Terminó de enjuagarse y sin dejar de mirarme me dijo con cara maliciosa:
– Oye, quédate a comer que vamos a asar algo en la parrilla.
– Bueno, no sé -contesté yo- es que en mi casa seguro que ya han hecho la comida y…
– Nada, nada, tu llamas ahora por teléfono a tus padres y ya está coño. Además así pruebas la carne que hago, porque te gusta la carne ¿verdad?
– Si, claro.
– Pues vas a probar una carne de primera.
Me quedé helado, no se si fue una indirecta o un comentario inocente, pero tener un tío delante con la verga empalmada diciéndote que vas a probar carne de primera… en fin.
Salimos al jardín y estuvimos bañándonos en la piscina los cuatro.
A las 3 de la tarde ya estaba lista la comida. Una comida gloriosa, luego empezaron las bromas y los eructos, la madre de Javi reñía a Javier entre risas diciéndole: – Javier no seas cerdo, por Dios que asco.
Más tarde tomamos café y cada uno fue a dormir un rato la siesta, yo me quedé en el salón en penumbra.
Por fín a las 5 o así, salió la madre de Javi arreglada, me sonrió y me dijo en voz baja:
– Me voy a la peluquería.
Yo también le sonreí y le dije: ¡Hasta Luego!
Intenté dormirme pero no podía, no dejaba de estar empalmado. No se cuanto tiempo había pasado cuando escuché una puerta abriéndose, el sonido de pies en el suelo y después otra vez la puerta.
«Alguien habrá entrado en el cuarto de baño» -Pensé
Mientras pensaba me acariciaba lentamente la verga por debajo del bañador, imaginando la verga de Javier y su cuerpo peludo. De repente me percaté de unos golpecitos muy ligeros que sonaban a través de la pared, sonaban fuerte y se apagaba, fuerte y se apagaban, también me pareció escuchar un gemido.
«No puede ser estos tíos están follando»
Me incorporé y con el corazón palpitando me acerqué a la habitación de los padres de Javi, de donde sin duda venían los ruiditos, me arrimé con cuidado a la puerta y escuché con atención, no había duda, se oían Jadeos, no podía ser verdad, aquellos dos estaban disfrutando de lo lindo mientras yo llevaba casi una hora empalmado.
Me hice el valiente, abrí muy despacio la puerta y miré, mi corazón latía como queriendo salírseme del pecho, incluso mi garganta palpitaba, miré por la pequeña rendija y vi la imagen más excitante que he visto nunca, Enrique le estaba clavando la verga a Javier, le tenía espaldas tumbado sobre una especie arcón acolchado con la cara apollada contra el armario, cada vez que embestía sonaba la puerta del armario, Javier se esforzaba en que no hiciera mucho ruido sujetándo el tirador como podía.
Sentí deseos de entrar, estaba como una perra en celo, me acariciaba el cipote, movía mis caderas, hacía ademán de abrir la puerta, pero se me venían a la mente imágenes terribles, sería bochornoso entrar y romper el clímax, o que ellos se sintieran ofendidos y me echaran. Me sentía desorientado, no tenía ni puta idea de que hacer, me movía nervioso, me acercaba a la puerta y me volvía a alejar. De repente me entró miedo y me marché al salón.
Estuve fumando intranquilo hasta que por fin salieron del cuarto los dos con aspecto de naturalidad, hablaban de cosas sin importancia, como si tal cosa, si supieran lo que había visto.
Tomamos unos refrescos y seguimos trabajando hasta las 8:30 más o menos.
Volví a ducharme, esta vez solo. Un rato después cuando iba a marcharme, Javier me dijo:
– ¿Dónde vas?
– Me marcho, ya es tarde.
– Prohibido, me ha dicho Marta que no puede venir, pero que ni se me ocurra dejarte marchar sin cenar, ya sabes como es, así es que te quedas.
Yo asentí sonriendo.
Enrique se despidió de nosotros y se marcho en su coche.
Javier y yo fuimos a la cocina y comenzamos a preparar la cena mientras tomábamos unas birras.
Yo no dejaba de mirar su cuerpo, el solo llevaba puesto un pequeño calzón que dejaba que se le notase el paquete. No podía sacar de mi cabeza la imagen de Enrique dándole por el culo, no podía dejar de pensar que allí delante de mí tenía una buena polla que llevarme a la boca, pero por otro lado era el padre de mi amigo, y además en cualquier momento podía venir su mujer.
Pero yo estaba muy caliente así es que tras dudar mucho empecé con él una conversación e hice a duras penas que llegáramos al tema del sexo.
La verdad es que creo que lo hice de forma muy torpe, porque enseguida Javier cambió de tema y me quede con cara de gilipollas.
Terminamos de cenar y yo estaba un poco contrariado, me jodía tener delante a aquel osito y no poder lamerlo, y dejar que me partiera en dos.
Pero ocurrió algo inesperado, me quité la camiseta para ayudar a Javier a fregar los pocos platos y en ese momento me mira y dice:
– Joooder niño.
Yo con un poco más de atrevimiento le pregunto:
– ¿Qué, que pasa?
– Nada, que estás como un queso, se te notan todos los músculos.
– Vaya piropo, gracias.
– Ja, ja, ja…No, hombre, si es que es verdad, si te comparas conmigo…
– ¿Qué? tu no estás mal, estás también fuerte.
– Si, pero he perdido mucha agilidad, además con esta tripa.
– Bueno, bueno, como muchos tíos. Además seguro que a tu mujer le gusta.
– Sii, bueno, la verdad es que marta y yo practicamos sexo «de mantenimiento».
– No te entiendo…
– Si hombre, la monotonía, el cansancio del trabajo, los años… Que todo se vuelve lo mismo, aburrido.
– Y no buscáis alternativas, no se, vídeos…
– Hombre si, pero da igual.
– Ya, y entonces, qué, que haces cuando quieres más.
– Pues mira me la machaco…
– Ja, ja, …Y nada más…
– Hombre si hay alguien cerca… se lo propongo.
– ¿el qué?
– Ya sabes…
– No, se
– Si, me refiero a que a veces, algunas veces en lugar de hacerte tú la paja te la puede hacer otro – y dijo textualmente otro
Yo me quedé callado un momento y le pregunté
– ¿Y Marta?
– ¿Marta qué?
– Que si no le molesta que te enrolles con otra gente.
– Bueno, mira, como decírtelo, marta tiene sus propias… ayudas.
– Vale, no quiero que te comprometas, lo he entendido.
– Mira lo que ocurre es que si te llevas bien y hay amor, pero falta pasión, la puedes encontrar de otra forma y no pasa nada.
En ese instante Javier se acercó a mi y me rodeó, puso sus manos en mis hombros y me hizo un masaje cariñoso. Después usando un tono de voz muy seguro me dijo.
– Yo he encontrado cosas muy buenas haciendo sexo de una forma que nunca pensé que haría.
– ¿De qué forma?
– Con hombres.
Javier no dejó de acariciarme los hombros, se acercó un poco más a mí, mi polla crecía por momentos.
– ¿Qué te parece? -dijo Javier
– Bi…Bien…-dijo yo tartamudeando
– No lo ves mal ¿no? pareces un chico liberal
– No, no lo veo mal, bueno si es lo que a ti te gusta me parece bien, yo no pienso decirle nada a nadie.
Javier se inclinó sobre mí y me rodeó con sus grandes y velludos brazos cogiéndome por debajo de las axilas.
– Eso me tranquiliza, así no tendré que mandar a que te peguen una paliza (dijo Javier Bromeando)
Sin despegarse de mi me empezó a acariciar el pecho y comentó:
– Que poco vello tienes, eres casi lampiño.
Mi boca se había quedado definitivamente muda, dejé caer mis brazos y me entregué a las caricias.
– Tienes la piel como un niño…-decía Javier mientras seguía acariciándome
Las caricias fueron haciéndose más atrevidas, en cuestión de segundos había hecho que me pusiera ardiendo. Comenzó a lamer mi cuello mientras sus manos descendían sobre mis muslos.
Por fín y sin dejar de lamerme ni un solo instante rodeo mi verga por dentro del bañador con su enorme mano mientras me susurró al oido:
– ¿Te han follado alguna vez?
– No, no…-suspiré yo mientras me contoneaba en la silla resistiéndome al placer.
– Hmmm, que bien, me voy a comer yo este culito.
Agarró mi verga con fuerza y empezó a masturbarme, yo miraba como lo hacía. Mi polla parecía un pequeño juguetito en su mano.
– Levántate. -ordenó
Caminamos hacia el sofá, me sentó en él y acabo de quitarme toda la ropa. Después el también se desprendió de toda la ropa menos de los bóxer, se acercó y comenzó a refregarse por mi cara.
No dudé ni un instante, le quité los bóxer y apareció delante de mis narices una hermosa verga gorda.
Mi corazón ardía cuando abrí la boca y Javier empezó a juguetear con la verga alrededor de mi boca. Refregaba el capullo alrededor de mis labios, la entraba y la sacaba gimiendo con cada movimiento.
Su polla es normal, pero es muy gorda, y con un capullo grande, además la tenía dura y caliente.
Que vicioso soy, he de confesar que no hay cosa que más me satisfaga que tener a un hombre así delante de mí obligándome a tragar, Javier es particularmente complaciente en ese aspecto, me sujetaba la cabeza y me decía:
– entera, entera
yo obedecía y me esforzaba por comérsela hasta la base. Cambiamos de postura, Javier se subió al sofá y se abrió de piernas para que se la chupara en esa posición. Yo miré hacia la puerta y él me dijo:- Tranquilo, ya no viene nadie.
Seguí mamándole la polla con placer, más tarde me dediqué a sus cojones, los cuales al igual que la verga eran gordos, yo diría que enormes. Javier se puso de espaldas apoyado en el brazo del sofá, separó las nalgas y me ordenó: – lame
Su agujero es feísimo, lleno de pelos, incluso pienso que estaba un poco sucio, pero no me importó, más aun empecé a sentir una sensación agradable cuando empecé a husmear con mi lengua en el agujero. Seguimos así durante un buen rato, yo alternaba las la midas con pequeños roces de mi verga contra sus nalgas.
Llegó mi turno, Javier me colocó panza arriba y estuvo lamiendo y succionando mi ojete dulcemente, lo hace genial, un cosquilleo muy placentero me recorría la espalda mientras él me chupaba, introducía la lengua con fuerza y seguía succionando.
Más tarde llegaron los dedos, estuvo estimulándome un buen rato con el dedo índice hasta que estuve preparado, en ese momento se colocó un condón, lubricó un poco un dedo y me embadurnó, puso la polla cerca de mi agujero y presionó con fuerza mientras sujetaba mis piernas.
Es indescriptible la sensación que se tiene cuando te la están metiendo, y más si es una persona que te gusta, miras hacia arriba y la ves ahí follándote, rompiéndote el culo, dominando la situación, Javier me follaba como un loco, me hacía daño pero yo me aguantaba porque el placer era superior, mientras me follaba me besaba como podía y acariciaba mi verga.
En menos de dos minutos me había corrido. Javier tardó bastante más, pero fue maravilloso, mi cuerpo estaba totalmente relajado, pero mi agujero se había contraído en el orgasmo apretándose contra la verga de Javier y proporcionándole más gusto.
Os digo que es indescriptible el placer que sentía estando así sujeto por los grandes y peludos brazos de Javier mientras me la clavaba con fuerza y veía como su tripa descansaba sobre mi vientre.
Al cabo de un rato noté que la cara de Javier empezaba a cambiar y le imploré: -encima, encima de mi.
Javier sacó su polla sin dejar de apretarla, retiró la goma y se masturbó con firmeza consiguiendo que su esperma denso y caliente resbalara por mi pecho y mi vientre, ese fue mi regalo especial.
Estuvimos un buen rato abrazados y después fumamos unos cigarrillos sin hablar.
Nos vestimos, monté la bicicleta en su coche y me llevó a casa. Cuando me iba a bajar del coche me agarró el brazo y me besó, me dió un beso muy apasionado, me gusta que lo haga. Después me dijo:
– Si eres un niño bueno tengo mucho para ti.
– Seré una niña muy buena contesté.
– Eres una guarra -me dijo él y me volvió a besar- pásate pasado mañana, te presentaré a unos amigos, es el cumpleaños de marta, he invitado a quien me ha dado la gana, ella no lo sabe pero tengo una fiesta preparada, quizás nos divirtamos, ¿qué dices?
– Vale, allí estaré.