Capítulo 2
- Inspiración vía e-mail I
- Inspiración vía e-mail II: Con Julián
Inspiración vía e-mail II: Con Julián
La primera vez que sucedió, Julián estaba completamente seguro que había sido un accidente.
Despertándose en medio de la noche, había sentido la dura pija de Ricardo contra su culo.
Pero positivamente había sido una casualidad, ¿verdad?
Estaban compartiendo una carpa, hacía demasiado calor para dormir en bolsas y seguramente que él habría tenido un sueño erótico, así que no había problema.
Pero al día siguiente, Julián no pudo dejar de pensar en la verga de Ricardo, cuan dura y caliente la había sentido al apretarse contra su culo.
Estaba deseando que hubiera regresado y poder tocársela, sólo para saber cómo se siente tenerla entre las manos.
Esa mañana estuvieron andando en bote, y luego, al mediodía tomaron una pequeña merienda como almuerzo.
Se pusieron las mallas, se metieron al agua para nadar y luego descansaron sobre las rocas, para secarse al sol.
Julián no podía hacer otra cosa que mirar el prominente bulto que se formaba bajo la malla de Ricardo.
«¿Querés mirarla más de cerca?» preguntó de repente Ricardo. Tenía un brazo sobre sus ojos, por lo que Julián no podía darse cuenta si lo estaba mirando.
«No, Yo solo…» titubeó Julián.
«Esta bien», dijo Ricardo. Se bajó el traje de baño. Su verga colgaba cuan larga y pesada era, descansando sobre un par de bolas, igualmente impresionantes. Tan pronto como Julián miró todo eso fijamente, la pija de Ricardo comenzó a crecer y ponerse dura, transformándose en un grueso monolito. Julián se lamió los labios inconscientemente. Ricardo se rió. «Sentite libre», dijo.
Julián se inclinó hacia delante y rodeó con su mano la gruesa verga de Ricardo.
Estaba tibia por el sol y su propio calor, y tan pronto como apretaba su puño sobre ella, unas gotas de caliente juguito se deslizaban de esa deliciosa pija sobre su mano. «Sigue», le dijo Ricardo.
Con mano vacilante, Julián comenzó a acariciar el rígido pedazo de Ricardo, estrujándolo, y viendo como la cabeza crecía en tamaño y color, con cada bombeada de su mano.
Las caderas de Ricardo comenzaron a girar, empujando su enorme salchicha en el puño de Julián, como dándole coraje para que lo pajeara más y más.
Cuando Julián sintió su mano cansada, empezó con la otra, arrodillándose al lado de Ricardo, mientras éste se relajaba bajo el sol.
Finalmente, Ricardo gimió y acabó, desparramando toda su caliente leche sobre la mano de Julián.
Sacando el brazo de su cara, Ricardo le sonrió y dijo:
«¿Disfrutaste de esto?’
Julián se rió e hizo un además hacia su propia pija, completamente tiesa, que presionaba bajo su malla.
Estaba tan al palo, que la cabeza de su verga se asomaba debajo del traje de baño.
«¿Querés que me ocupe de eso?» le preguntó Ricardo.
Julián negó con la cabeza. «Después», dijo.
No hablaron de lo que había pasado durante el resto del día, aunque la pija de Julián pareció estar todo el tiempo parada.
Cuando descansaban en la carpa esa noche, Ricardo se dio vuelta y buscó la pija de Julián, la que estaba empezando a ponerse dura.
Acarició suavemente su verga y las bolas, dejándolo a punto de acabar en repetidas ocasiones.
«¿Querés que probemos algo nuevo?» preguntó Ricardo. La pija de Julián se estiraba bajo sus palmas tan pronto como imaginaba el placer que vendría. «Estoy listo», dijo Julián.
«Ponete en cuatro patas» lo instruyó Ricardo. Julián obedeció, y Ricardo se colocó detrás de él, reflejándose sus sombras en las paredes de la carpa. Ricardo colocó su mano alrededor de la cintura de Julián y comenzó a bombear con su verga, como sondeando el agujero del culo de Julián con su propio tieso pedazo.
«Relajate», dijo Ricardo acariciando la pija de Julián, mientras trataba de meter su gruesa verga en el agujero de Julián.
Cuando la tuvo hundida hasta las bolas, empezó a sacarla y ponerla suavemente. «¿Cómo se siente?».
«Bárbaro» gimió Julián, y Ricardo comenzó a sacudírsela más rápido. El culo de Julián se ajustaba suavemente a la pija de Ricardo. «Esta bueno», dijo Julián, «Dale más duro».
Incrementando el ritmo, Ricardo comenzó a sacar y meter su verga en el culo de Julián, y a la vez que lo cogía, lo pajeaba con su mano derecha.
Julián finalmente no resistió más, desparramando toda su caliente leche encima de la mano de Ricardo.
Cuando él hubo terminado, Ricardo lo tomó de las caderas, y lo penetró profundamente, hasta que empezó a tiritar todo y acabó también, llenando de leche todo el orto de Julián.
«Esto es una buena cogida» gimió Ricardo, sacando su verga del culo de Julián y reclinándose sobre su espalda.
«Seguro», coincidió Julián. Se movió hacia Ricardo y tomó su propia pija, que estaba creciendo y poniéndose dura nuevamente. Tengo todavía leche como para descargar, déjame que te la de, si querés saborearla».
«Dámela», dijo Ricardo. Julián se arrodilló frente a la cara de su amigo y le hizo tragar su gruesa poronga. Ricardo acarició sus bolas mientras su boca se comía toda la pija de Julián, y pronto éste estaba hundiéndosela a fondo hasta la garganta. Mantuvo la poronga entre los labios de Ricardo mientras la tuvo resbaladiza y húmeda, y luego descargó su semen en la ansiosa boca de Ricardo.
«¿Qué haremos mañana?, dijo riendo Julián, cuando quedó totalmente vacío.
«Seguro que pensaremos en algo», contestó Ricardo.
JULIAN:
Estas son hermosas fantasías entre un calentón de Mendoza y un pijudo de Monterrey. Ojalá podamos compartir numerosas de estas en el futuro. Un beso en tu gran pija.