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Fisgón y amor platónico

Fisgón y amor platónico

Hoy en día tengo 32 años y mi relato se basa en vivencias de la pubertad y adolescencia, cuando uno esta descubriendo los cambios, tanto físicos como emocionales y lo sexual se convierte en pan de cada día.

Desde que tengo uso de razón, me han gustado los hombres.

Recuerdo que me “derretía” viendo en la televisión a Tarzán, esos músculos y esas piernas y muslos descubiertos que dejaban el resto a la imaginación, y mi imaginación volaba hasta el fondo de su entrepierna y mentalmente calculaba su paquete.

De niño tuve varios roces sexuales con otros niños, en medio de nuestra inocencia gozábamos chupándonos mutuamente los piticos y recuerdo hasta el beso negro que le hice a un primito y esto me pone a mil cuando viene a mi memoria.

Siempre he sentido la satisfacción de fisgonear a hombres, através de ventanas o roticos en las puertas y lo he logrado para mi deleite.

Tengo 3 hermanos varones y yo soy el menor de todos y a ellos los espié cuando se bañaban cuando apenas yo tenia 11 años.

Me causo un gran impacto descubrir que la verga llegaría a ser muy grande, pues era lo que veía y mis ojos no lo podían creer, además que se masturbaban y esto no lo sabia aun, o sea que a partir de entonces aprendí a hacerlo y esto ha sido una obsesión todo el tiempo.

Cuando estudiaba la secundaria, me enamore de un compañero, pero era un amor platónico y nadie podía saberlo y fueron muchas las pajas que me hice pensando en él e imaginándolo desnudo a mi lado y disfrutando yo de su cuerpo y añorando que fuese solo mío, pues el tenia una novia y esto me daba unos celos terribles, pero disimulaba teniendo novia también, pero con la que no la pasaba nada bien.

Mi padre fue asignado a trabajar en otra ciudad y nos tuvimos que mudar para allá y esa separación fue lo mas cruel que viví en esa época, pero me las arregle para ir de vuelta y visitarlo frecuentemente, con la disculpa de que iba de paseo y a ver al resto de mi familia como tíos o primos que allá vivían.

Lógicamente me quedaba un par de noches en su casa y para mi sorpresa, siempre nos acostaban juntos, pero a la vez lo veía como algo natural.

Intente varias veces tocar el tema sexual, pero no podía, no me salía, faltaba mas confianza o me daba temor a que descubriera mi homosexualidad, pero si hablábamos de las mujeres, de las pajas que nos hacíamos, de aventuras y cine erótico y le notaba sobre el pantalón un gran paquete bien erecto que no podía disimular y con ello me hacia tragar una saliva bien gruesa, mi corazón quería explotar y chorreaba liquido seminal a borbotones.

Me moría de ganas de poderlo tener en mis brazos y hacerlo mío, pero no pasaba de ahí.

Dos años después, el se fue para la costa de vacaciones y al regreso, en vez de irse directo para su ciudad, prefirió desviarse y entrar a mi ciudad y quedarse conmigo dos días, con tan buena suerte que yo estaba solo, pues mis padres y hermanos se habían ido para la finca y el carro se les había dañado y no podían regresar hasta el día siguiente.

Todo estaba dado y ya estaba viviendo una gran fantasía en mi mente, la que casi se cumple en su totalidad, pues aun había temor en declararle mi amor y curiosamente el sentía lo mismo, según me dijo después.

Fue grande la alegría que sentí al verlo y mas porque se quedaría durmiendo ahí en mi casa.

La puerta del cuarto de baño tiene un rotico muy pequeño, que pasa desapercibido a los ojos de los demás, mas no de los míos, ya que por ahí fisgonee a mas de uno mientras hacia sus necesidades fisiológicas o salían de la ducha y pude descubrir la cantidad de tamaños que los penes tienen.

Cuando el entro al baño a darse un duchazo y a rasurarse (ya teníamos 16 años), lo estuve espiando por el agujero y me hice una paja muy sonora ahí al otro lado de la puerta, pues estaba viendo su grandiosa verga de unos 18 cm muy cerca de mi y no sabia porque la tenia parada mientras se afeitaba.

Esa noche fuimos a cenar fuera y nos compramos una botella de ron y nos tomamos unos tragos mientras hablábamos de muchas cosas y oíamos música.

Varias veces me descubrió mirándolo ahí abajo a su entrepierna y lo hice poner nervioso, pero al fin me atreví y le confesé todo ese amor platónico reprimido y el deseo sexual que tenia de estar con el.

Al momento ya tenia una tremenda erección y la mía era igual de caliente.

Se paro del mueble y agarro unos cojines y los puso en el piso y mientras tanto puse velas y queme incienso para darle un aire muy romántico y apacible al momento.

Me agarró de la mano y me abrazo fuertemente y nuestros paquetes quedaron rozándose e intercambiando calentura, nos besamos apasionadamente y caímos sobre los cojines para seguir con los besos llenos de amor platónico y ternura.

En un instante ya sus manos estaban en la función de desnudarme y lo mismo hice yo con el.

Empezó a besarme por el cuello, bajo por mi pecho y mi ombligo, y de un golpe se tragó toda mi arma, que mide 19cm, es gruesa y muy cabezona, pero veía que sus labios rozaban mi vello púbico.

Rápidamente hice que se acomodara para la posición favorita mía: el 69 y nos quedamos casi media hora saboreando nuestros olores a amor platónico y a pasión.

Nos chupamos las bolas y metimos la lengua en nuestros hoyos, todo era maravilloso y pum… nos corrimos al mismo instante en nuestras bocas, me trague toda su leche, la que me supo a miel y el disfruto tanto que me pedía mas y mas.

De ahí nos fuimos, nos duchamos juntos, nos enjabonamos y bajo la regadera nos besamos largamente hasta crear otra erección, que calmamos en mi cama con mas chupadas y ya con penetración mutua, pues siempre nos ha gustado todo 50/50 y ninguno dominar al otro.

Ya tenemos 20 años de conocernos y 16 desde aquella bella noche y ahora 6 años de estar viviendo como feliz pareja y con nuestras familias a favor de la relación.

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