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Torturas mortales III

Torturas mortales III

Capítulo III: Ensanchamiento vaginal

Después de un breve descanso, el príncipe decidió seguir con sus excitantes juegos de tortura y se acercó a las celdas a elegir una nueva víctima.

Esta vez eligió al parecer de el a la que mejor pudiera responder físicamente a la tortura que iba a propinarle.

Eligió a una chica pequeña y caderona que tenia unos pechos bien grandes, parecida a su vagina.

La recostó en la misma mesa donde había realizado su última tortura, también la encadeno y comenzó a abrirle las piernas con las cadenas.

La víctima se veía completamente entregada como si llorar o gritar fuera totalmente en vano, y así lo era.

Una vez abiertas bien las piernas comenzó con su propia mano a investigar la vagina de su víctima y pudo comprobar que esta no era virgen y que era bastante grande, pensó perfecto para lo que pensaba hacer.

Trajo un aparato que venía acompañado de una especie de inflador de pie.

Este aparato era ni más ni menos que un globo de cuero que venía comunicado con una manguera para poder inflar.

Lo primero que hizo Enrique fue trabajar con sus manos el lugar donde lo iba a colocar, o sea la vagina de la esclava, luego de trabajar el orificio con sus manos, logró introducirle una mano entera, la retiró y comenzó a introducirle todo el globo, para después ir inflando muy de a poco.

A medida que lo inflaba la vagina de la muchacha se iba agrandando, acompañada del útero y empujando los otros órganos.

La esclava no podía soportar los dolores, pero a Enrique eso nunca le interesó, solo quería lograr su cometida, y era ensancharle lo más posible su vagina.

Siguió con el proceso y la vagina de la muchacha respondía muy bien, el ya tenia preparado una especies de argollas que ayudarían a mantener el orificio bien dilatado y a medida que el lo consideraba iba colocando una u otra medida.

El globo seguía creciendo en el interior de la esclava y con el la vagina realmente iba tomando una buena dimensión, la esclava trataba de soportar los dolores con la mayor dignidad posible, sabía que era la única forma de evitar peores castigos.

Los aros que colocaba el principie en la vagina ya estaban arriba de los 16 cm.

Y la vagina seguía creciendo, el inflaba cada vez más y no tenia intenciones de detenerse.

Todo lo hacia muy lento porque tampoco su intención era que se desgarrara, el quería lograr una dilatación en la vagina de su esclava tan grande como para introducir su propia cabeza en el.

Realmente las locuras del príncipe no tenían limites pero la esclava parecía soportarlas..

El príncipe vio que si seguía había posibilidades de que rajara toda la vagina y así desperdiciara todo el experimento, por un momento lo dudó y pensó en seguir hasta que reventase todos sus órganos pero pensó que mejor sería dejarla viva y eso dejarla para otra esclava, así que decidió terminar con la tortura por el momento y le colocó un pequeño tubo cilíndrico que tenia un ancho de 25 cm.

Y la dejo así, saco el globo y pudo observar los ovarios y todo el interior de la esclava.

Eso lo llenó de excitación, y aún con más ganas de seguir ya que la única forma de descargar su calentura era por medio de la tortura puesto que su impotencia le impedía saciarla de otra forma.

Invitó a los soldados a que viesen la dilatación de la concha de esa mujer, ellos quedaron perplejos y no pudieron evitar introducir sus manos para tocar todo el interior, a medida que los soldados manoseaban a la esclava, Enrique le decía a ella que no la iba a matar pero que si ella tendría que acostumbrarse a vivir siempre con eso porque iría a ser la mujer con la concha mas ancha del mundo y no se preocupara que él se iba a encargar de buscar la forma de poder saciarla sexualmente con algo descomunal.

Las esclavas restantes seguían en sus celdas mientras el cadáver de Etelvina yacía en un rincón aún atravesado por el fierro, Anastasia tenia el cuerpo inclinado intentando con la soga, vanamente mantener fuera el pene artificial que ya a esta altura tenia casi completamente adentro y cerca de ella descansaba desfallecida la otra sometida esclava, con la vagina que se mantenía completamente abierta por el tubo.

Ya era entrada la noche y antes de retirarse a descansar después de un día agotador, Enrique decidió someter a una esclava mas a sus placeres perversos.

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