Obsesión y placer

Me llamo Ernesto y desde que tenía 20 años, vivía obsesionado con una preciosa niña de nombre Patty, súper desarrollada, alta, de cara hermosísima, piel blanca, cabello negro, lacio y muy bien cuidado, sonrisa encantadora, ojos verdes y preciosos, nariz respingada y labios carnosos y delgados.

Me volvía loco su forma de caminar, tenía un culito como pocos y se movía a la perfección mientras caminaba, y su par de piernas largas y bien torneadas, hacían que sea la mujer perfecta y candidata número uno a convertirse en la madre de mis hijos.

Pero las cosas son a veces difíciles y más aún si se es un tipo como yo, pues a pesar de mi buen status social tenía que esforzarme más que otros para tener una chica o conseguir una buena noche de sexo. Lo que pasa que no soy de gran tamaño, más bien sólo mido un metro sesenta y Patty llegó a crecer hasta el metro setenta y era más alta que yo, a partir de los 18 dejé de cuidar algo mi físico, pues me dedicaba sólo a la Universidad y los fines de semana a juerguear y divertirme y no tenía espacio para el deporte. Engordé más de lo debido, mis cachetes se inflaron y apareció papada debajo de mi cara, pero en fin, mis novias siempre me quisieron por lo que era y no por el físico, pero a los 20 ya no tenía y sólo ligaba de vez en cuando con alguna chuleta pasada de tragos.

Siempre vi a Patty como una chica preciosa que se convertiría en una muñeca hecha mujer pero se volvió en una obsesión difícil de quitármela. Siempre que la veía con ropa ligera no podía evitar una erección, y no dejar de apreciar sus encantos, ¡Qué niña!.

Entonces me decidí y empecé a planear muchas formas para acercarme, pues a pesar de ser vecinos nunca habíamos cruzado palabra alguna. Además muchas primas mías de su edad siempre simpatizaban muy bien conmigo y me querían mucho, sin importarles mi físico.

Ese día me vestí bien y esperaba en la puerta de mi casa hasta escuchar el bus que la dejaba en la esquina, al escuchar salí caminando, simulando un encuentro casual, al estar a punto de cruzarnos no dejaba de mirarle el rostro hasta que nuestras miradas se encuentren pero esto jamás llegó, se pasó de largo sin siquiera mirarme. Bueno, al día siguiente al escuchar su puerta salí por la ventana y pude ver que se dirigía a la tienda, salí en busca de ella, caminando apresuradamente, hasta que la vi a lo lejos entrando en el supermercado, en una minifalda azul y una pequeña blusita que dejaba al descubierto parte de su abdomen, notándose su precioso ombligo, cogí algunas cosas, y me acerqué a donde ella se encontraba para que nos cruzáramos nuevamente en forma casual, nuevamente pasé muy cerca de ella sin dejar de mirarle el rostro, pero me ignoró por completo. Entonces me dirigí hacia la caja más vacía pensando que ella vendría y se pondría detrás, pero para mi mala suerte en menos de un minuto muchas personas se pusieron detrás de mí y creo que había perdido otra oportunidad.

Al día siguiente sería el gran día, nuevamente esperé, en mi puerta hasta que llegara el bus, al llegar salí caminando y al estar exactamente a su lado, «Hola», le dije, y sólo fui correspondido con una levantada de cejas y un rostro serio, dirigiéndose apresuradamente a su casa.

Me sentí un perdedor en ese momento. Pero tan fácil ese increíble cuerpo no quedaría fuera de mi alcance.

A los pocos días me encontraba fuera de mi casa lavando mi auto, y en un momento escuché la puerta de su casa, miré de reojo y era ella y pasaría por mi costado en unos segundos, entonces no dejé de mirarla y se veía increíble con unos pantaloncitos muy cortos color blanco, dejando a la vista sus preciosas piernas largas y una blusita pegada al cuerpo dejando evidencia de su pequeña cinturita y sus pequeños pechos, «hola», le dije entusiasmadamente y nuevamente fui correspondido con una seca levantada de cejas, sin siquiera mirarme.

Un par de veces más traté de acercarme tercamente a ella, pero fue inútil una vez más me correspondió con una fría levantada de cejas y la última vez ni siquiera me miró ni respondió nada. Parecía que me veía como a un enfermo o un depravado, pues era totalmente ignorado, hasta me sentía despreciado.

Un día que me encontraba lavando el auto fuera de mi casa, pasó a mi lado con un grupo de amigas, todas muy lindas, pero siendo ella la mejor de todas, riendo burlonamente, a lo mejor reían de lo fracasado que me sentía al ser ignorado por Patty.

Pensaba que se trataba de una chica caprichosa y pretenciosa que no valía la pena, trataría de olvidarme de ella pero era difícil dejar de pasar esa increíble figurita, que hacía ponerme erecto y hacerme una paja.

Nunca más volví a intentar acercarme a esa chica caprichosa, pero pasaban los meses y cada vez se ponía mejor, al año siguiente, conseguí un trabajo por mi buen desempeño en la Universidad, (estudiaba Administración de Empresas), trabajé un año como practicante y al año siguiente fui nombrado como asistente administrativo y mis ingresos mejoraron al doble, en ese entonces ya tenía 22 años y decidí separarme de mi familia y alquilar un departamento para independizarme, conseguí uno a unas cuantas cuadras de la casa de mis padres.

Al lado del edificio donde me encontraba, vivía Gino, un muchacho de 18 años, no muy alto, de aproximadamente metro 65, buen mozo, moreno y ojos marrones, antes éramos amigos sólo de saludos, pero al estar viviendo al costado de su casa congeniamos algo, incluso me hablaba de Patty, decía que se derretía por ese bombón y que no pararía hasta hacerla suya, yo le decía que la chica también me las traía, pero le deseé suerte, pero por dentro deseaba que se fuera de cara igual que yo.

Me hablaba tanto de la chica ésta que nuevamente empezó a florar mi obsesión por ella, pues cada vez que la veía, me seguía poniendo a mil, su culito cada vez estaba más paradito y provocador y sus senos abultados y firmes, listos para ser mamados. Así que decidí entrar en competencia con Gino. Pero la gran diferencia era que a Gino sí le dirigía la palabra, eran amigos e incluso muchas veces los vi sonriendo muy amenamente.

Otra de las ventajas que tenía Gino, es que era un hijito de papá y como recién había acabado la escuela, no hacía nada y tenía todo el tiempo para dedicarse a ella, no como yo que estudiaba y trabajaba y tenía todo el día copado.

Por esos días andaba de juerga en juerga los fines de semana, había conocido nueva gente en el trabajo y había vuelto a mis épocas de desorden de adolescente, había entrado en el vicio de la marihuana nuevamente y de vez en cuando en la coca. Tenía amigos que me proveían muy bien de estas cosas. Esto lo comentaba con normalidad con los chicos del barrio que no eran nada santos tampoco, incluso muchas veces tenía hierba para regalar y fue así que me hice más conocido en el barrio, Gino también empezó a juntarse más conmigo ya que lo proveía muy bien.

Luego de poco tiempo, Gino me contaba entusiasmado que ya era el novio oficial de Patty y que no veía la hora de pedirle la prueba del amor, cosa que me llenaba de envidia pero disimulaba muy bien felicitándolo y aconsejándole.

Un día me agarró por sorpresa y fue a buscarme con Patty, me la presentó y nos saludamos con un beso en la mejilla, los hice pasar, Patty se encontraba hermosísima con una minifalda celeste y una blusita pequeña color blanco, que provocó que quedara erecto todo ese rato, era una chica encantadora y risueña, tenía un aroma delicioso, no podía evitar mirarle de los pies a la cabeza, mientras permanecía sentada en el sillón con las piernas cruzadas, al mismo tiempo que charlaba con Gino, hasta que me pidió un porrito delante de ella, cosa que hizo que me incomodara un poco, pero al instante me dijo que no me preocupara pues Patty ya había entrado al juego, ésta me miraba sonriendo encantadoramente.

Unas semanas después sería el cumpleaños de Gino, que lo celebraría al sur de la capital en su casa de playa, al cual fui invitado.

La casa estaba llena de chicos y chicas preciosas, pero Patty era la mejor de todas, estaba totalmente atractiva con una microfalda negra con aberturas a los costados y una escotada blusa de tiritas roja dejando muy poco a la imaginación.

Había cervezas por montones, todos los chicos comentaban lo deliciosa que era Patty, pero el pendejo de Gino no la soltaba ni para ir al baño.

Pasaron las horas y todos se encontraban ebrios, cada vez quedaba menos gente. En un momento quedamos charlando Gino, Patty y yo en una pequeña sala en la terraza, Gino cada vez hablaba más entreverado por los efectos del alcohol, Patty había bebido un poco pero estaba lúcida, diciendo que se divertía con otras cosas. Serví dos vasos llenos de cerveza, para Gino y para mí y di un salud por su cumpleaños, no llegó ni a la mitad del vaso y cayó como un trapo al suelo, Patty y yo reímos por lo ridículo que se veía, entonces lo tomé en mis brazos, haciendo mucha fuerza y lo llevé hasta su habitación, regresé a la terraza y Patty aún se encontraba sola, me senté a su lado y empezamos a charlar de la fiesta y por ratos reíamos de Gino y de otros dos muchachos que permanecían durmiendo en el suelo totalmente ebrios. Éramos los únicos que quedábamos pues ya todos se habían ido, no podía evitar una tremenda erección al tenerla a mi lado cruzada de piernas, se me iban los ojos hacia sus piernas y hacia sus senos, pero trataba de disimular. Entonces conchudamente saqué un porro que tenía en el bolsillo y lo prendí sin que Patty me dijera algo, y le di un par de absorbidas.

-¿Quieres?, le dije Ya, me dijo y me sorprendió

Empezamos a darle curso al bate, una pitada cada uno y charlábamos no me acuerdo de qué, luego de unos segundos empezó el efecto de la hierba y empezamos a carcajearnos sin medida, cualquier comentario era motivo de risa, Patty seguía sentada a mi lado cruzada de piernas totalmente relajada, mientras mi erección permanecía latente, en eso dejé caer mi mano sobre su muslo y sentí la increíble suavidad de su piel, no decía nada sólo seguía hablando y riendo, entonces empecé a masajearle de abajo hacia arriba por todo el muslo como frotándolo, sin tener ninguna reacción en contra, cada vez me calentaba más, en eso me acomodé en una forma que me acerqué más a ella como preparándome para darle un beso pero ella seguía hablando sin darse cuenta mientras me encontraba a unos milímetros cerca de su boca, en eso de un solo golpe, Gino abrió la puerta del dormitorio, con las justas tuve tiempo de soltarla y separarme, entonces Gino que aún estaba como zombi, la tomó de la mano y la llevó a la habitación, echó llave y me quedé solo totalmente caliente, se me fueron de las manos esos labios que había deseado por mucho tiempo.

Pegué el oído a la puerta y podía escuchar los gemidos de Patty mientras los resortes de la cama sonaban a un ritmo bien acelerado, cada vez se hacían más fuertes los gritos hasta que se escuchaban unas respiraciones totalmente agitadas tratando de recuperarse. Qué bueno debió estar ese polvo, cada vez envidiaba más al pendejo de Gino.

Luego de unas semanas, me enteré que Gino había viajado a Los Ángeles con su padre y antes de que se fuera había tenido una discusión con Patty.

Un día domingo que no tenía nada que hacer por la tarde salí a dar unas vueltas en mi auto, al pasar por la cuadra de Patty la vi doblando la esquina, ese cuerpo era difícil de confundir más aún como estaba vestida, con un coqueto vestido corto floreado color turquesa y sandalias veraniegas, me acerqué a ella manejando lento y le toqué la bocina.

– Vamos a dar una vuelta preciosa, le dije Hola, ¿qué haces por acá?, me dijo Vamos sube. Le dije abriéndole la puerta Subió y nos saludamos con un beso en la mejilla ¿A dónde vas?, le dije Iba por un cigarrillo a la tienda, me dijo

Fuimos a la tienda, compró su cigarro y yo una botella de Coca Cola

Me acabo de fumar un porro increíble que me ha chupado toda la garganta, le dije, lo cual era falso.

¡Guau!, me dijo sonriendo Y qué es de tu vida, me enteré que tuviste un pequeño altercado con Gino Sí pero seguramente cuando regrese nos reconciliaremos, es algo sin importancia, me dijo Vaya me alegro, le dije muy hipócrita ¿Y qué haces prendiéndote tan temprano?, me dijo sonriendo Es que hace tiempo no lo hacía, además es una hierba nueva que no te imaginas lo que es, totalmente alucinante ¡No me digas!, me dijo Si quieres te invito, tengo un pequeño porrito más en mi depa, si quieres vamos

Lo pensó por unos segundos y luego aceptó. Llegamos al depa y le dije que me esperara un ratito, entonces subí rápido y preparé un pequeño porro pero con residuos de una pastilla de éxtasis, cosa que había experimentado hace unos días y me sacó totalmente del planeta, alucinando cosas inimaginables.

Bajé con el porro preparado que lo hice muy pequeño para que se lo fume ella sola.

Toma y disfruta, está bien pequeño, fúmatelo todo porque si me fumo otro me muero, le dije. Ya, me dijo

Le di el encendedor y se lo fumó todito, empecé a dar vueltas por el barrio y Patty empezaba a hablar incoherencias y a reírse totalmente relajada, le puse mi mano sobre su muslo y empecé a acariciarlo y no decía nada, le hablaba de algo y me salía con otra cosa, entonces me dirigí a mi depa y cuadré el auto, «vamos», le dije y la tomé de la mano, su rostro estaba como ido y sus ojos parecían que daban vueltas, subimos y nos sentamos en el sofá muy juntos, entonces sin decirle nada, le empecé a besar en los labios y era correspondido, acaricié su pierna y fui subiendo mi mano lentamente llegando a levantar el pequeño vestido hasta llegar a tocar una pequeña tanga blanca de encajes, estaba totalmente caliente, luego acaricié esos senos erectos y puntiagudos, mientras besaba su cuello, haciéndome espacio entre sus cabellos. Rápidamente me puse de pié y la tomé entre mis brazos como unos recién casados y la llevé a la habitación, la tumbé sobre la cama y la desnudé, dejándola sólo con la pequeña tanguita que se le metía entre las nalgas, ¡Santo Cielo!, no podía creer que todo ese metro setenta de hermosura estaba tumbado sobre mi cama, desnudo y totalmente a mi disposición, me desnudé y me eché encima suyo y empecé a saborear esos pechos salvajemente que eran más grandes de lo que me los había imaginado y perfectamente formados, con los pezones rosados apuntando hacia arriba, los chupaba y mordía salvajemente, haciendo suspirar a Patty como si estuviera en las nubes, besé por todo su cuerpo hasta llegar a esas preciosas piernas que me volvieron loco siempre, les pasé la lengua por todo lo largo de ellas, especialmente en esos maravillosos muslos, puse sus piernas sobre mis hombros y me deleité por un buen rato con ellas mientras Patty seguía suspirando tumbada en la cama, chupé esos preciosos pies con dedos delgados los cuales chupé uno por uno, hasta llegar a hacerle soltar su primer gemido, bajé esa pequeña tanguita que le quedaba tan bien, lentamente y quedó al descubierto ese precioso coñito, con poco vello y rosadito esperando a ser arremetido, metí mi cara entre sus piernas y me excitó aún más ese aroma a mujer joven que siempre deseé, entonces empecé a lamer esa jugosa conchita mientras empezó a gemir cada vez que mi lengua ingresaba a ese camino del placer, cada vez se humedecía más la perrita ésta, saboreé de sus jugos bastante y luego nuevamente me coloqué encima suyo, abrí sus piernas introduciéndole mi enorme cosa de 18 centímetros, lo arremetí de golpe, haciéndole gritar, a la segunda arremetida, lo hizo más fuerte, hasta que llegué a sentir lo bien que me lubricaba, llegó a entrar totalmente en la tercera arremetida y empecé a bombearla sin medida, llegando a sentir un inmenso placer que parecía que nunca acabaría mientras ella gritaba como una loca de placer, al sentir que me venía me detuve unos segundos para que el placer se haga más largo, luego nuevamente empecé el bombeo, al comienzo suave, aumentando el ritmo cada vez más rápido, era increíble ver mientras bombeaba esos increíbles ojos verdes abriéndose lo más que pudieran, queriendo salirse y esa boca abierta que votaba desesperados gritos de places arrojándome su delicioso aliento, hasta que empecé a eyacular dentro de esa deliciosa vagina, llegando Patty a su increíble orgasmo, al mismo tiempo que parecía que el efecto de la droga pasaba.

¡AAHH! ¡¡¡AAAAHHH!!! ¡¡¡NOOOO!!! ¡¡¡ERNESTO NOOO!!! ¡¡¡SANTO CIELO QUÉ ESTOY HACIENDO!!!, gritaba mientras terminábamos de fornicar ¡VAMOS PATTY, YA ERES MÍA! ¡CÁLMATE!, le dije totalmente agitado Y no le quedó otra cosa que disfrutar el momento y seguir gimiendo mientras terminaba.

Luego me quedé un buen rato tumbado sobre ella respirando aceleradamente mientras trataba de recuperarme. Después me hice a un lado, ella se tapó hasta los senos con la sábana y siguió lamentándose por lo que había hecho.

Vamos Patty ya lo hicimos, además nadie se va a enterar, cálmate, le decía Pero no es justo, le prometí a Gino que nunca le engañaría ¿Acaso Gino ha sido con el único que lo has hecho? ¡Claro!, no es justo que le haya hecho esto, decía Vamos Patty, acaso no te gustó, le dije

Me miró sin responder nada con su cara de preocupación y sus ojos llenos de culpa. Nuevamente empecé a excitarme al tener a esa preciosa muñeca desnuda a mi lado y en mi cama, me acerqué e intenté besarle, pero puso resistencia, «¡Ya no, por favor!», me dijo, entonces metí mi mano salvajemente entre sus piernas y empecé a frotarle el coñito bruscamente, introduciendo mi dedo de en medio, a lo que respondió con gemidos involuntarios, pero a los pocos segundos estaba chorreando en jugos otra vez, me coloqué rápidamente encima suyo y nuevamente tenía mi pene dentro de su jugosa vagina y nuevamente la bombeé por varios minutos parando cuando sentía venirme, fue un placer interminable, era más increíble el placer cuando la bombeaba y veía sus ojos llenos de dolor, ese rostro que años anteriores me había despreciado totalmente, ahora era víctima de mi pene, que siempre lo quise meter en ese maravilloso agujero, ahora era una realidad, y esta niña caprichosa estaba pagando por su soberbia que un día me hizo sentir muy mal y despreciado.

Eyaculé totalmente dentro de ella y di un grito de júbilo como señal de triunfo, me sentía totalmente ganador al haberme comido a esa niña que se creía muy superior a mí, ese cuerpo, el cual ella cuidaba tanto había sido mío y nadie me quitaría ese honor. Al terminar quedé totalmente muerto en la cama. Ella cogió sus ropas, se vistió y se fue totalmente humillada.

A las semanas siguientes volví a ver a Gino, siempre que Patty me veía se ponía muy nerviosa y trataba de evitarme. Sólo una vez más le hablé, le dije que ese secreto sólo quedaría entre los dos y lo guardaría con mucho orgullo.