Capítulo 21
- Ángel o demonio
- Ángel o demonio II
- Ángel o demonio III
- Ángel o demonio IV
- El padre Ángel V
- El padre Ángel VI
- El padre Ángel VII
- El padre Ángel VIII
- El padre Ángel IX
- El padre Ángel X
- El padre Ángel XI
- El padre Ángel XII
- El padre Ángel XIII
- El padre Ángel XIV
- El padre Ángel XV
- El padre Ángel XVI
- El padre Ángel XVII
- Ángel o demonio XVIII
- El padre Ángel XIX
- El padre Ángel XX
- El padre Ángel XXI – Final
CAPÍTULO VEINTIUNO
Esa mañana a la hora de la misa, junto a la directora había una escultural mujer. Morena, de más de un metro setenta. En su ajustado hábito se apreciaban unos generosos pechos y unos prominentes pezones. Mi polla reaccionó y se izó como una bandera. La belleza de esa mujer era sublime. Durante la homilía, al menos eso creí yo, no paro de insinuarse. Se chupaba los dedos, se, mordía el labio y me miraba con ojos tiernos. Me estaba poniendo muy malito. Al terminar llamé a la superiora a mi sacristía, la cual tenia de despacho.
- ¿Quién es esa morena que estaba con usted hoy en la capilla?
- La hermana Constanza, posiblemente sea mi sucesora.
- ¿Se va usted?
- No me puedo quedar aquí, ya lo hablé con el obispo y creo que la próxima semana me marcharé a Milán.
- Una gran pérdida para nosotros, bien, como ultimo favor, quiero a esa mujer en mi habitación esta noche.
- No sé si será posible padre.
- Tu verás…
Martina me miró con cara de rabia y salió sin decir adiós.
Días más tarde me enteraría que Martina y la policía, con Constanza al frente, lo habían preparado todo. Esas dos mujeres y mi lujuria fueron mi perdición, mi cuerpo y mi mente me traicionaron.
Nada más salir de la pensión, Martina encendió su teléfono móvil y llamó a Constanza.
- Ya está, ya lo tenemos.
- Bien, ¿cuándo has quedado con él?
- Esta noche a las diez en su habitación.
- Perfecto ahí estaré, tú ahora cuídate y procura desaparecer por si acaso.
- Así lo hare, chao
- Chao
Constanza en la comisaría preparó todo el operativo, mientras yo preparaba mis cámaras, ya tenía tres cámaras que grababan todo para luego editarlo con un programa que también había comprado para realizar mis videos. A las ocho ya tenía todo preparado y bajé al bar a tomar un vino. Me extrañó que el camarero al revés que en otras ocasiones me saludó muy serio. Al fondo de la barra había dos tíos con una pinta de polis increíble, pero pensé, mejor para mí, así no me darán otra paliza. Tomé mi vinito y una tapa con tranquilidad mientras leía la prensa deportiva, la única que entendía un poco. Al entrar en el portál, asusté a una pareja de novios, eso era lo que yo creía, que se comían en las escaleras. Subí a mi habitación y camuflé bien todas las cámaras. Las probé y las dejé encendidas, tenía más de tres horas de grabación, así que no me quedaría corto.
Mientras yo estaba en estos preparativos, Constanza y sus hombres se preparaban para la acción, tanto los dos hombres del bar, como la pareja de las escaleras les habían informado que ya estaba en casa. En la mano de Constanza habían preparado un aparato que daría la señal para qué entrasen.
Diez minutos antes de la hora, sonó el timbre de mi puerta. Ante mi apareció esa belleza aún más increíble de cerca. Su hábito se pegaba como una segunda piel a su cuerpo y sus areolas se marcaban perfectas sobre la tela, donde los prominentes pezones la levantaban quedando un cuadro precioso. Le hice pasar hasta el salón que tenía muy bien iluminado y le ofrecí una copa. Inocentemente me la aceptó, o eso pensaba yo. Me pidió un refresco de cola, donde eché unas gotitas de burundanga. Yo tomé una cerveza. A los pocos minutos de empezar una conversación, la superiora cayó sobre el sofá, dejando sus manos a cada lado de su cabeza.
- Gracias por esta visita hermana, ya veo que le apetece una buena ración de sexo, no se preocupe, yo sé la daré.
En las imágenes tenía que parecer que todo era consentido, por lo que bajé a lamer los dedos de sus pies y fui subiendo lentamente hasta llegar a su sexo. A la vez subía su hábito lo levanté por encima de su cabeza y ante mi aparecieron esos gordos y largos pezones que llamaron a mi boca a comérselos con devoción. Tras un rato alimentándome de esos preciosos pechos y mordiendo sus duros pezones, me despojé de mi sotana. Constanza abrió mucho los ojos, parece que lo que había visto le había gustado.
Apunto había estado Constanza de apretar el botón que tenía en su mano, pero al ver aquella polla, paro su ímpetu. La fisostigmina, había funcionado y los efectos de la burundanga eran mucho más leves, al menos tenía el poder, de poder actuar si quería.
Yo por mi parte, lamí el coño de Constanza hasta arrancarle un primer orgasmo. Mientras ella se movía espasmódica sobre el sofá, me colé entre sus piernas y apunté mi polla a su coñito entrando muy lentamente. Entraba y salía muy lento de ese coñito, buscando el mutuo placer, quería que esa mujer disfrutara de este momento. Me asusté cuando tras unos minutos de lento mete y saca me echó las piernas a la cintura y me dijo.
- Mas rápido, más rápido, más rápido.
En esos momentos no reaccioné y seguí todo lo rápido que pude hasta terminar vaciado en ella mientras esta me apretaba con sus piernas y apretaba el botón del comunicador.
De un certero golpe la puerta se abrió y me encontraron, ahí, sobre Constanza aun con mi polla dentro. Sin miramientos me tiraron los pantalones, me los puse y me esposaron. Mientras, pude escuchar.
- ¿Qué tal estás, porque no llamaste antes?
- No pude, no podía moverme. (Mentira, quería esa polla dentro de mí, y que gusto que me había dado, menudo desperdicio, dejar esa polla en la cárcel)
Fui conducido a la comisaría.
La policía registró con mimo la habitación y encontró todas las cintas de video que había reunido durante esos meses. Todas, menos las de la madre superiora y la última de Constanza. Cintas que ella misma se había encargado de eliminar, así como las grabaciones de mi teléfono móvil.
Después de interrogar a todas las madres y novicias que en las cintas se encontraron expuestas, fueron presentadas como testigos en el juicio. Juicio que terminó con una condena de quince años y mis huesos en la cárcel.
Pero la suerte estaba de mi lado, al volver a prisión, el furgón donde era transportado chocó de frente contra un camión y terminó en el fondo de un barranco. Gracias a que era blindado, su habitáculo no se deformó, pero las vueltas de campana hicieron que mi cuerpo resultase muy magullado, aunque sin nada roto. Las puertas del vehículo blindado se abrieron cuando chocaron con una gran piedra y se deformaron saliéndose una de sus bisagras. Por el golpe frontal recibido, los dos guardias habían muerto en el acto y sus cadáveres reposaban en los asientos delanteros. Busqué las llaves de las esposas, me solté y marché lejos de allí lo más rápido que pude. No sé cuántos kilómetros había recorrido y me encontré un chamizo casi derruido en su totalidad. Ahí estuve unos cuantos días hasta que me recuperé del todo. Días donde solamente comí fruta y algunas setas que encontré por las cercanías. En cuanto pude y aún muy mermado físicamente salí de allí y busqué un lugar, donde trabajar. No tenía identificación ni pasaporte. Por lo que no me resultó fácil esconderme. Encontré un trabajo de fontanero, donde no me hicieron preguntas. Donde por mí buen hacer, el dueño, un hombre bueno y generoso, me gratificaba con generosidad. El día que le dije que marchaba, el hombre se entristeció, pero entendió mis ganas de volver a España. Al pasar por Saint Tropez tuve la suerte de encontrarme con un hombre que vendía su negocio, ahí estuve una buena temporada hasta que llegue donde ahora me encuentro. Vivo en un caserío que compre muy cerca de Guernica al norte de España. Aquí pasare si dios quiere los últimos años de mi vida. Ya no tengo ni miedo ni edad si me encuentran, ya no me pasara nada. Esta es mi vida y si algún día puedo les escribiré la segunda parte. Espero hayan disfrutado de mis aventuras como mínimo como yo las disfrute.
FIN
icharlines54@gmail.com
Por si os interesa, en breve seguiré con él Nuevo Ángel, espero que lo disfrutéis. Me gustaría algún comentario, gracias, siempre ayudan a mejorar