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Pasion inducida II

Pasion inducida II

Para Martina y para mi el tiempo siguió transcurriendo como si nada muy importante hubiese pasado entre las dos. Nuestra vida universitaria era completamente normal y nuestra relaciones personales no acusaban ningún tipo de impacto derivado de la experiencia erótica vivida. Conversamos varias veces sobre ese acontecimiento , pero únicamente con el fin de poder desentrañar cual era la fuerza extraña que nos había llevado a tener ese comportamiento que era francamente de características lesbianas.

Ambas admitimos , sin lugar a dudas , que la fuerza que nos había impulsado tenía relación con la presencia física del profesor de Comunicación , porque Martina me confesó que ella había sentido el impulso de ir a encontrarme en la biblioteca, cuando el maestro se había acercado . En ese momento el deseo se había apoderado de ella y no alcanzó la tranquilidad hasta que consumamos nuestra relación lesbica. Este hecho le parecía, al igual que a mi , algo inevitable.

Ahora nos interesaba francamente el fenómeno y lo primero que tratamos de averiguar fue si algo extraño hubiese pasado entre el resto de nuestras compañeras . Con preguntas ,mas o menos directas , acerca de lo que podían sentir por el hombre ,nos dimos cuenta que absolutamente nada le había sucedido a nadie que no fuéramos Martina y yo.

Con la esperanza que nada volviese a suceder , pero dispuestas a observar con mucha atención a todo el grupo , fue que nos sentamos ,como siempre , en el fondo de la sala.

Efectivamente nada extraño pasaba y el profesor dictaba su clase en forma habitual. Yo no tenía ni los escalofríos ni los bochornos , ni las agitaciones de los días anteriores y me estaba desinteresando del fenómeno , cuando me di cuenta que Martina ya no tomaba anotaciones en su cuaderno , había abandonado el lápiz y sin dejar de mirar hacia el profesor , me tomaba la mano derecha que en ese momento la sentí muy húmeda . Martina estaba francamente acalorada. Ese calor que irradiaba su mano pareció transmitirse a mi cuerpo, ocasionándome un relajamiento que hizo desaparecer en mi todo tipo de resistencia, de modo que Martina , pudo sin dificultades , poner mi mano en su falda directamente sobre su vulva .

Ella me guío para que yo le acariciara con la suavidad necesaria, al parecer para producirle un placer creciente. Yo estaba nerviosa , el profesor en cualquier momento podría pasearse hacia el fondo la sala y sorprendernos , sin embargo el había tomado asiento y desde su pupitre seguía dictando la clase ,pero era evidente que cuando dirigía la vista hacia nosotras, nuestro estado de excitación aumentaba.

De pronto. Martina soltó mi mano , y yo sin separar la vista del maestro, para no despertar ninguna sospecha , me tranquilicé porque creí que mi amiga había desistido de sus prácticas. Sin mirarla , sentí que ella se agitaba levemente en la butaca. El profesor miraba ahora directamente hacia nosotras sin dejar de hablar , entonces vi que Martina se había inclinado y con absoluta tranquilidad terminaba de sacar sus pequeñas bragas por el extremo de sus zapatos. Me las pasó y yo rápidamente las encerré en mi mano hasta hacerlas desaparecer . Estaban húmedas , estaban mojadas, y no pude evitar mi deseo de llevarlas hasta mi rostro y su aroma me invadió el cerebro alterándome completamente.

Martina había recuperado la posición normal en su butaca ,pero estaba ahora con las piernas muy separadas y la falda subida hasta la cintura mostrándome sus hermosos muslos mientras apretaba con ambas manos los rosados labios de su vulva secretante. Miraba ahora fijamente al profesor y ni un musculo de su cara se movía, como si estuviese absolutamente concentrada en lo que el hombre decía .

Yo juntaba mis piernas con fuerza inusitada y sentía la drástica presencia de mi ropa intima presionando en mi vientre y en mi pecho. El maestro volvió a dirigir su mirada hacia nosotros y en ese momento sentí que mi mano derecha , casi sin quererlo , se estiraba hacia el centro de las piernas de Martina buscando con sabiduría la entrada tibia de su intimidad. Mis dedos corrieron con una facilidad increíble entre sus labios mayores y empezaron a juguetear alegremente con sus pequeñas lenguas mojadas. Su entrada era de una suavidad increíble . Con dos de mis dedos presionaba con suave ardor y Martina abría y cerraba los muslos con un ritmo cadencioso.

Una sola de nuestras compañeras que se hubiese puesto de pie para salir de la sala y nos habría sorprendido , porque estabamos paralizadas por el deseo. Este peligro de ser sorprendidas producía en nosotros una tensión que electrizaba nuestros cuerpos.

Martina guió mi mano hasta su clítoris , que yo no conocía , y retuve con dos de mis dedos su maravilloso pequeño apéndice ardiente que comencé a recorrer con un movimiento corto y tierno.

De pronto el profesor se puso de pie y nos quedamos un momento quietas pero sin abandonar nuestras posiciones . El maestro avanzó dos o tres pasos hacia adelante y se detuvo. Estaba mas cerca y sentimos que había llegado el momento de acelerar nuestro juego. Apretando suavemente el clítoris de Martina aumentaba simultáneamente la presión de mis muslos al tiempo que apreciaba que mi sujetador estaba a punto de reventar.

Los jugos de Martina empapaban mi mano y de pronto sentí el latido de su clítoris entre mis dedos, Primero fue un latido suave , como un pequeño corazón , pero luego comenzó a agitarse como un pajarillo que quisiera arrancar de mi mano . Yo lo retuve con deleite mientras sentía que mis bragas se inundaban de mi liquido denso y caliente. Lo sentía correr por mis mulos casi hasta mis rodillas y el orgasmo se me desencadenó como una ola liberadora que hacía estallar mi volcán vaginal mientras mis pezones se agitaban . En ese mismo momento sentí el flujo ardiente de Martina y al mirar vi el apéndice brillante sobresaliendo de mis dedos que no lo habían soltado . Era una visón maravillosa. Al momento nos habíamos tranquilizado y la clase terminó en algunos minutos. Ya recompuestas salimos de la sala en medio del grupo ,en silencio sin hacer comentario alguno , casi sin mirarnos , pero ambas sabíamos que de alguna manera formábamos parte de un mundo común.

Dos cosas estaban sucediendo en forma paralela en nuestras relaciones con Martina. Una de ellas era que habíamos comenzado a desear, como una obsesión, que el fenómeno se siguiera produciendo y la otra era que nos había invadido una cierta curiosidad científica acerca de la naturaleza y origen del proceso. Nos interesaba averiguar si lo que sucedía era realmente una tendencia nuestra que no habíamos descubierto anteriormente y la presencia del profesor era una especie de mecanismo de defensa que nos permitía ocultar una vergüenza. o realmente el hombre tenía algún tipo de poder que estaba utilizando con nosotros, ¿pero porque con nosotros y no con otras componentes del grupo ¿ Nunca nos había hecho ningún tipo de insinuación

Con estos afanes decidimos comprobar si el fenómeno era susceptible de producirse en otro lugar, para lo cual hicimos un seguimiento a distancia del profesor para poder encontrarnos ,como casualmente en otro luegar que no fuese las sala de clases. De esta manera podríamos descartar que lo sucedido fuese una característica del espacio y no de la persona. Habíamos comprobado con certeza que en ninguna otra circunstancia ninguna de las dos se sentía atraída eróticamente por la otra ni habíamos sentido alteración laguna de nuestra conducta normal

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