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Mi segunda vez con Daisy

Mi segunda vez con Daisy

Cuando regrese a la gran Ciudad, ya me estaba esperando ella, mi conejita, mi amiga especial por Internet, me aseguro que me prometiera por lo más sagrado del mundo que cuando estemos solos se comportara como una persona madura y dejara de lado sus miedos al momento de tener intimidad, ella me lo prometió, así es que viaje muy contento. Llego el avión muy puntual y apenas baje, la encontré en la sala de espera, no la reconocí bien, no estaba muy seguro, pero el extraño brillo en sus ojos me indico que era ella, le pregunte:

– Tu eres Sandy?

– Claro Luis, ya no me reconoces.

Le di un ligero beso en la mejilla y le dije vamos a buscar un taxi

Ya me había informado por los periódicos el tipo de hotel al que debería ir. Llegamos y ella no se encontraba nerviosa, parecía normal, pedimos el cuarto y entramos, deje mis cosas y fui al baño a lavarme un poco las manos y acomodar mi cabello. Salí y le comencé a platicar, como estaba ella ¿cómo le había ido y todas esas cosas, me conto que bien, que seguía en sus estudios de secretariado. Para entonces ya había empezado a excitarme, la conocía poco a esta niña, salvo por la vez anterior hace como 8 meses que intimamos una vez, pero de allí hasta ahora pocas veces la había tratado. Pero el deseo y el morbo eran más fuerte que mi vergüenza, así es que pare por un momento la conversación y le dije:

Ahora es cuando. Dirigí mis manos a mi bragueta y comencé a desabrocharme el cierre. Ella estaba sentada en la cama y yo me encontraba como a un metro de ella, al verme en esta actitud, parece que le paso un calambre por todo el cuerpo, cerró sus ojos y llevo sus manos cerradas a sus ojos para no sentir vergüenza, con lo que se aseguraba que no veía nada. Sonreí en mis adentros, me da morbo y arrechura seducir a una prácticamente menor de edad, tenía a las justas 18 y yo iba por los 40, parece que el corazón le empezó a funcionar mas rápido, porque yo mismo escuchaba la agitación tremenda en la que se encontraba. Me seguí bajando el cierre, afloje la correa, me baje un poco el calzoncillo y libere mi tremendo pene, este salió despedido hacia arriba, haciendo un ángulo de 45 grados, mi picha era dura y cuando esta erecta es imposible que sea le pueda bajar hasta abajo, es como si uno quisiera agarrarla y bajarla a la fuerza y no pueda conseguirlo, las mujeres me dicen que lo disfrutan mucho cuando las penetro paradas, es especial para esta pose. Me acerque a ella con mi pincho bien parado para arriba y ella cerraba fuertemente los ojos, a las vez que se los tapaba, la agarre por su cabeza, y comencé a frotar mi pene por donde podía, lo pase por su pelo, lo frote en sus puños cerrados, mientras ella hacia un gestito de vergüenza, no quise interrumpirla, lo estaba disfrutando, por un momento pude abrirle el puño de una mano y hacer que ligeramente me toque mi pene. Le puse mi pene en su boca, ella respondió con un gesto de desaprobación, y volteo la cara hacia otro lado, la agarre fuerte y la voltee la cara, y la obligue a que mi pene se frote por su barbilla, por su mentón y finalmente su cuello.

Que ¿no dijiste que no ibas a hacer avergonzada? lo prometiste Sandy. Vamos abre los ojos y mírame.

Ella dijo:

– No Luis por favor, no me hagas mirar, has lo que quieras pero no me obligues a mirar.

Me senté a la cama y le fui sacando la blusa, ella cooperaba, pero lo hacía con los ojos semi-abiertos, finalmente le quite la blusa y me dejo ver su brasier, talla grande, buenos senos tenía la chiquilla. Me subí a la cama y desde atrás comencé a desabrocharle el brasier, libre ya lo deje a un lado, sus tetitas eran grandes y hermosas, me acerque más y comencé a rozar mi pene en su columna, por el comienzo lateral de sus senos, lo que provocaba gemidos de gusto.

La eché en la cama y procedí a sacarle el pantalón, se dejaba nomas, pero siempre tenía los ojos cerrados, cuando le vi su truzita, un tanto levantada por la mata de pelos que le sobresalía un poco por su truza, le toque su rayita, con mi dedo pulgar refregué un poco de arriba abajo por encima de su calzón, su rayita de su vagina.

Luego procedí a sacarle su calzón, con lo que ella coopero, levantando su culito carnoso para que resbale su calzón al sacárselo. Aun cuando seguí teniendo sus ojos cerrados y no se animaba a ver nada, se me ocurrió que la tendría horas para mí y muchos días también, por lo que decidí penetrarla de una vez y reavivar ese gusto que sentí la otra vez que vine a visitarla, le hice doler al penetrarla, por lo que pensé…. como han pasado 8 meses, de nuevo estará un poco cerradita, a ver veamos.

Me eche encima de ella, ya semi-desnudo, la comencé a besar en la boca, a lo que ella respondió con una respiración más agitada, con mis manos agarre sus toronjitas que estaban llenitas y grandecita y procedí a masajearlas de lo lindo, besaba también sus senos y ella cerraba sus piernas, seguramente para hacer rozar sus

Labios vaginales… en realidad, esta chiquilla, tenía muy poca experiencia, hace 8 meses yo, y hace 3 años, su primera vez fue sin nada de gusto. Estaba decidido a aprender de ella, a averiguar por mí mismo, como poco a poco la adentraba al mundo del sexo, es que esta chiquilla no era como una mujer madura, no se disolvía de placer por cada cosa que le hacía, estaba aprendiendo… poco a poco seria su maestro sexual y eso me emocionaba. Le pregunte sobre su última regla, realmente no quería usar condón, quería forrármela así nomas, estaba rica y deliciosa, esta vez se la mandaba sin condón, para mi beneplácito me contesto que termino su regla tres días antes, entonces no espere más, afile mi pene, puse mi glande en la entradita de su vagina, ella lo noto, abrió un poco los ojos, y vio como le levantaba las piernas a la altura de mis hombros, desde arriba pude contemplar como toda la escena estaba preparada, solo faltaba darle la orden de penetración, que instantes de sublime placer me esperarían dentro de poco, empecé, le metí un poco el pene hasta el capullo, ella lo debió sentir porque dio un ayyyy no sé si de placer o de que… seguí metiéndosela, mientras le estudiaba el rostro, le dolía, si, seguro que le dolía al entrar, pues su gesto era de contención del dolor, realmente disfrutaba penetrarla y verle su carita de dolor, hasta que no se aguantó más y dijo :

Despacio por favor Luis, me duele.

– Como que te duele, acaso es la primera vez, me reí para mis adentros.

De un par de movimientos más, ya estaba totalmente adentro, a ella parecía que la deje por un momento sin respiración, o aturdida, me gustaba eso, sentir su vaginita juvenil ensartada en mi pene maduro, no era, muy grande, pero todas me decían que era muy bueno.

Comencé un rápido y furibundo mete y saca, mientras le comía con mi boca su oreja, por momentos ella parecía disfrutarlo, pero, solo era el comienzo, en los días que vendrían esa preciosa la convertiría en una hembrota que sabe realmente lo que es le sexo y lo disfruta a plenitud.

No quería demorar más, por lo que le envié una orden a mi cerebro para terminar de una vez, la apretaba fuerte

De tal manera que en cada metida no se desperdiciaba un milímetro de mi pene, note que cuando la penetraba

Muy profundamente, ella hacia una muequita de dolor, seguro le alcanzaba su matriz o algo así…

Comencé a dar muestras de orgasmo, acelere mis arremetidas y comencé a bramar de placer, mientras mi leche caliente, salía chisgueteando al interior de su matriz, con lo que estoy seguro lo sintió, sus paredes vaginales sintieron el escupitajo de mi semen caliente y desbordante. Un tanto extenuado, la bese en la boca

Con lo que recupero la vista, jajajaja, si, ahora si abrió la vista con completo, se sentó a un lado, se tapó con su blusa sus partes de abajo y me lanzo una mirada de gata… insatisfecha jojana

Y ahora ¿le dije, que tienes ¿ despertaste recién, y pensar que al inicio no querías ni ver… dije…. bamboleándole mi pene semi-flacido de arriba abajo, con lo que se sonrió y volvió a cerrar los ojos.

– Vaya chiquita, para rara me dije.

Luego les relataré todo lo que hice para hacerla una mujer verdadera, una que siente y disfruta del sexo con toda pasión.

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