Capítulo 4
- Marcela, mi vecina I
- Marcela, mi vecina II: 40 y 20, Marcela y Nacho
- Marcela, mi vecina III: Marce me presenta a una amiga
- Marcela, mi vecina IV: La noticia menos pensada
Capítulo 1: La noticia menos pensada.
Sábado por la mañana recibí un audio de WhatsApp de Marcela, mi vecina:
_Hola Martín cómo estás… Te invito a casa ésta noche a cenar, tengo un anuncio muy importante y quiero que estés presente. Vení con Gaby, los espero.
Besitos Mar. TE QUIERO!!_
Y arreglamos con Gaby para que venga y juntos bajamos al departamento de Marce esa noche.
Al llegar nos recibió Marcela algo molesta porque nos retrasamos, mientras ya estaban sentados junto a la mesa Nacho y Analía.
En cuanto a Marce estaba hecha una diosa con un pantalón blanco calcado a su piel, nunca la había visto con una prenda de vestir así hiper adherente mejor aún que una calza. Esa tela de fina gabardina elastizada le triplicaba el tamaño de sus caderas, sumado a su aroma, un perfume importado tan sutil, su rostro, sus anteojos de fino marco, un toque de maquillaje lo justo y necesario y su pelo lacio reluciente además de unos tacos aguja que la erguían de un modo señorial.
La milf blonda estaba hecha una femme fatal!!.
Y cuando giró me fue inevitable mirarla de atrás, ese culazo era incomparable, perfecto, único, con una redondez que lo hacía tan deseable y para peor no usaba cinturón.
Ella orgullosa de su cuerpo se movía provocativa y me fué imposible no clavarle los ojos justo ahí.
Fetichista confeso desee descubrir una tanga bien metida atrás pero para mi desazón traía una prenda algo más grande pero nada despreciable y perfecta para su figura. Se le transparentaba el contorno de un culotte blanco de encaje debajo del comprimido pantalón.
Y por las ganas que le tengo y por acción de la naturaleza se me paró al verla así tan cerca de atrás, ese culo me la despertó una vez más y no pude disimularlo. Que mujer más perfecta!.
Tomamos asiento, Nacho estaba sentado al lado de Analía, Gabriela y yo nos ubicamos frente a ellos y la rubia dueña de casa se sentó en la punta de la mesa oficiando de anfitriona.
Los hijos adolescentes de Marce fueron a pasar el fin de semana a casa de su padre, y la pequeña Francesca estaba en su habitación, por lo que la velada era solo de gente adulta.
No dejábamos de cruzar miradas con Analía. Yo estaba encantado con la milf amiga de Marcela y Gaby, las pecas que tenía sobre sus pechos, sus manos tan delicadas y esos ojos seductores que de a ratos me miraban y dejaba deslizar una leve sonrisa mostrándome su blanca dentadura tan perfecta.
Ya que si bien era una dama respetable todos sabíamos lo puta que era y eso me ponía a mil revoluciones.
Analía pidió permiso para pasar al baño y se levantó, deseé tanto verla, poder hablarle y me armé de coraje. La flaca se puso de pie y caminó en dirección al sanitario y así pude apreciar su esbelta figura ya que lucía un vestido color azul Francia tan adherente y corto.
No aguanté las ganas y disimuladamente me dirigí a la cocina a buscar hielo casi a la par de esa milf tan sexy.
Allí al salir del baño Analía vino a mí y hablamos por primera vez, se me puso muy cerca y luego de hablar banalidades me dijo _Gaby me habló maravillas de vos_.
Y cuando se iba a poner interesante la charla tuvimos que regresar rápido porque el momento de tal ansiado anuncio había llegado y Marcela nos llamó desde la sala.
_Gente linda… Amigos… El motivo de reunirlos ésta noche es para anunciarles algo demasiado importante….me pone súper feliz anunciarles que…..tengo una pequeña gestación….. ESTOY EMBARAZADA !!!_
_Si… Voy a ser mamá por cuarta vez!!… y bueno quería que ustedes fueran los primeros en enterarse._
_Vení Amor_ le dijo a Nacho y con lágrimas en sus ojos lo abrazó tiernamente y se dieron un lindo beso ante nosotros ahí presentes.
_Ayy Marce en serio estás……???_ Preguntó Analía.
Nacho emocionado y ella soltó unas lágrimas de felicidad y le mostró por primera vez la prueba de embarazo que marcaba las dos líneas, al parecer su marido no lo sabía y su sorpresa fué enorme.
Gaby por su parte feliz por el embarazo de su amiga Marcela hizo una pregunta un poco tonta: Y como fue que……?
_Ay Gaby por favor…. Lo hicieron como todos sabemos cómo se hacen los bebés, es algo obvio no?_ le respondí por lo bajo un tanto ofuscado.
Admito que la noticia del incipiente embarazo de la rubia del culo perfecto me partió en mil pedazos…. Nunca me lo hubiese imaginado, si bien se la pasaba cogiendo con el marido yo no esperaba eso, o bien no quería que eso pase.
Quedé desconcertado, desencajado y mi expresión cambió por completo. A esa altura de la noche ya nada me gustaba.
Me puse celoso, antipático, molesto…. Era una mezcla de todo. Nunca se me hubiese pasado por la mente que el motivo de la cena era para contarnos que estaba embarazada, no estaba en los planes de nadie y fué un balde de agua fría para mí.
En cuanto a Gaby retomó la charla con algo que solo lo sabíamos ella y yo: los gemidos.
_O sea que ese embarazo estaba siendo buscado, digo …. Por como por las noches….emm….ustedes dos….va, los gemidos de Marce no dejan dormir a medio edificio_
_Y vos como sabés?_ Replicó Analía incisiva como de costumbre.
_Y bueno las veces que me quedo a dormir con Martín se escucha todo pero todo… Tanto que nos terminan contagiado las ganas a nosotros_ Respondió Gaby de un modo pícaro.
Me hice el tonto y la dejé explayarse aún más.
_Desde el piso de arriba nosotros somos testigos del amor de estos dos enamorados, y hay noches que lo hacen una y hasta mas veces!! Analía no sabés lo apasionados que son_ dijo Gaby ya algo entrada en copas, el vino le pegó y estaba algo liberada.
_Bueno, perdón…. Es que nos amamos y mucho…. Verdad Amor?_ Le dijo la rubia cuarentona a su joven marido quien la tomó de la cadera y la sentó sobre él.
No hacían más que mimarse y de tenerla sentada en su regazo Nacho ya estaba con la verga al tope, lo supe porque yo no dejaba de mirarla a Marce quien al sentirla esbozó una expresión de deseo, le hablaba al oído y sonreían cómplices. Todo daba indicio que ni bien termine la velada se iba a venir una encamada épica.
Destapamos una botella de champagne y brindamos por esa pequeña vida que se gestaba en el vientre de Marcela, fruto de las constantes y pasionales encuentros sexuales con su marido veinte años menor y dueño de una envidiable virilidad.
Si bien la milf confesó que no estaban buscándolo simplemente sucedió. Fué algo impensado ya que la doctora en edad casi está cerca de los 50 años, así que ese bebé en camino era una alegría enorme, ella y Nacho estaban felices, sus amigas también pero yo moría de envidia.
_Nena o nene? Preguntó Analía… A lo que Marce dijo _Quiero darle un heredero a este papito hermoso.
Al terminar la juntada me despedí de Nacho y luego de su mujer, y con un beso en mi mejilla me susurró _Gracias por ser parte de mi vida, hablamos luego_.
Y nos fuimos con Gaby agradecidos por la hermosa velada.
Llegamos a mi departamento y ella me notó molesto, en otro mundo, ya que no paraba de hablar de su amiga.
Intentó motivarme pero yo estaba harto y la rechacé.
_Estás celoso?_ Fue lo que dijo primero luego de una larga pausa.
Y si…. Estaba muerto de celos, pero nada podía hacer.
_A vos te pasan cosas con mi amiga verdad? Estás embobado por Marcela, o crees que no me doy cuenta??_ Fué algo fulminante ésto último.
Mi silencio lo dijo todo, tomó sus cosas, pegó un portazo y se fué.
Poco me importó que se enoje, quedé sólo con toda la amargura contenida muy adentro de mí ser.
Y ese presagio estando momentos antes en el departamento de abajo se hizo realidad: el plaf plaf plaf de los vecinos no tardó en llegar.
Nacho se la estaba culeando con todo a la flamante embarazada y Marcelita no hacía otra cosa más que gozar, feliz de la vida y por demás expresiva como de costumbre.
Al escuchar como cogían me tiré al piso para oír mejor, me saqué el boxer y me masturbé al ritmo de las embestidas del matrimonio de abajo. . Esa adicción de oírlos ya me hacía falta. Fué algo hermoso, disfrutamos los tres, ellos haciéndolo y yo escuchándolos hasta acabar y es como que todo volvió a la normalidad y hasta se me pasó el enojo.
Capítulo 2: Un viaje y un pedido muy especial
Los días transcurrieron, yo estaba ocupado con mucho trabajo y con Gabriela después de esa pelea no volvimos a hablarnos.
Una noche tras jugar al fútbol con Nacho y de camino a casa, éste me contó que le había salido una propuesta laboral en el exterior, fué elegido para participar en un nuevo emprendimiento que se llevaría a cabo en Madrid, y que si bien era algo que deseó durante toda su vida, Marcela no estaba dispuesta a acompañarlo, y más ahora con su embarazo no encuadraba en sus planes irse de la Argentina, por lo que la pareja no estaba atravesando un buen momento debido a éstas diferencias.
Y si bien él no pensaba perderse ésta propuesta única porque quería ir sí o sí, me pidió que me haga cargo de su mujer, que la cuide y acompañe en lo que necesite porque yo era más que de su confianza.
Acepté complacido, obviamente iba a ser como la sombra de Marcela y me puse la armadura de caballero para estar con ella a sol y sombra.
Capítulo 3: Embarazo, soledad y ganas.
Tras la partida de Ignacio y con tres meses y medio de embarazo, el cuerpo de Marcela estaba en un proceso de cambios y es cierto eso que dicen del embarazo y las hormonas… Estaba cada día más hermosa.
Y la rubia era mi mundo, mi todo y vivía al pendiente de lo que pudiera necesitar, tal cual como me lo pidió su marido, por supuesto.
Y si bien Marcela es una mujer fuerte, independiente y de carácter, la combinación de embarazo y soledad la estaba abrumando y así terminaba casi dos o tres veces al día sea en la cama o en su consultorio abierta de piernas y tocándose.
Empezó a notar que tenía la vagina mucho más dilatada y los labios hinchados y que se mojaba mucho, más de lo normal y rápido, el embarazo la estaba volviendo muy onanista y encontraba extremo placer tocándose.
Se masturbaba y se metía tres y a veces hasta cuatro dedos porque se sentía insaciable, necesitaba a su hombre, quería ser penetrada y para calmar sus días de soledad se le ocurrió una brillante idea: Quiso comprarse un consolador.
Y en su tiempo libre tras tocarse una vez más agarró su celular con la mano mojada y pegajosa por sus fluidos y se dispuso a la búsqueda.
Nunca en su vida había tenido un consolador, ya que jamás hizo caso a las millones de veces que Analía le recomendó que se comprara uno, o varios, como ella tenia, hasta que por fin se decidió ya que la situación lo ameritaba.
Por otro lado sabía que se moriría de la vergüenza si Nacho la viera con un falo sintético pero no le importaba nada, pensó que cuando el volviese tiraría a su amante silencioso a la basura y fin del problema.
Y así, cegada por la calentura, Marcela Alejandra Rodríguez entró a un sitio de venta online y estaba como loca con todo lo que veía, hasta que se enamoró de uno que vió, sin dudas era el elegido.
Era una verga perfecta, color carne y con las venas bien marcadas, enorme y cabezona con tres velocidades de vibración, y eso fue suficiente para que se decida y puso los dígitos de la tarjeta de crédito… Y listo: Operación Exitosa.
Y al día siguiente mientras desayunaba sonó el timbre. Era González, el encargado del edificio que le traía su paquete.
Cuando salió a recibirlo no pudo evitar sonrojarse porque es una mujer de buenas costumbres y bajo perfil y en ese momento sintió algo de vergüenza, aunque nada en el envoltorio daba alguna señal sobre de qué se trataba el contenido del paquete porque todo era muy discreto pero igual la rubia sintió algo de culpa.
Sola en su casa, abrió el bulto con el corazón latiendo a mil.
Su ansiedad era tanta que rompió desesperada el envoltorio y al fin logró tener entre sus manos esa inmensa pija de silicona que según la descripción, medía veinticuatro centímetros de largo por cinco de ancho,además de traer una ventosa en la base para adherirlo a las paredes y debajo un pequeño botón que sería para encenderlo y subir la intensidad.
Lo miró con detenimiento. Y concluyó que era imposible que se metiera esa cosa por ningún lado.
_En la concha no… En el culo ni loca!!_ Se dijo a si misma y arrepentida pensó en cómo hacer para devolverlo o tal vez vendérselo a su amiga Analía.
Fué a trabajar y estuvo tonta todo el dia, pensando cualquier cosa.
De vuelta en casa tras su jornada laboral, ya se hizo de noche y hablaron largamente por teléfono con Nacho.
La rubia lo extrañaba y bastante.
Y tras esa conversación, la milf se decidió y en un impulso agarró el consolador y empezó a lamerlo despacio, un poco con miedo pero a su vez con ternura descubriendo.
Abrió la boca más grande para intentar jugar con la cabeza de su juguete sexual. Adaptar la mandíbula a semejante diámetro fue una lucha, ya que jamás chupó una real de ese tamaño pero a medida que lograba metérsela un poco más en la boca iba tomando confianza.
Cuando el silencio reinó, señal que sus hijos dormían, se acostó abierta de piernas y dispuesta a todo.
Se llevó el consolador a la boca para lubricarlo con saliva y con un movimiento desesperado se sacó la ropa interior de un modo brusco.
Se pasó dos dedos por la concha que ya estaba más que mojada y empezó a abrirse los labios para intentar meter al menos la cabeza de ese consolador gigante.
Con tantas ganas contenidas se la metió de un modo apresurado y fué allí cuando un dolor repentino repercutió desde el útero y soltó un fuerte grito que vino acompañado de otra punzada de dolor.
Marcela recordaba perfectamente las contracciones durante sus tres embarazos pero nunca haberlas sentido tan fuertes y tan temprano, y eso la dejó al borde del shock, por lo que me llamó entre llantos y al instante estuve allí.
Su hijo mayor me abrió la puerta del departamento y fui directo a su habitación.
Por mi parte lo único que tenía puesto era un short de futbol muy gastado y una vieja remera y descalzo. Apurado y asustado me vine como estaba.
Ni bien la ví me di cuenta a través de las sábanas que la cubrían se notaba la forma de su cuerpo, esas piernas largas, su panza ya de cuatro meses y unas tetas que aumentaron de tamaño, se notaba.
La contuve y así de a poco fué sentándose en la cama.
_Mar… creo que estoy teniendo algunas contracciones y son bastante dolorosas_ me dijo entre lágrimas y con un hilo de voz, muy atemorizada.
Bajó las sábanas y se levantó la remera dejando la panza al aire para poder frotarse la parte inferior del abdomen.
Intenté no distraerme mirando esa tanga color rosa pálido que tenía puesta, que se veía por demás tentadora.
Por instinto junté las manos con mucha fuerza las friccioné como para darle calor para luego apoyar la derecha sobre su abdomen.
Con mis manos hirviendo amé darle caricias muy suaves a su panza por varios minutos, así las contracciones se aliviaron y Marce logró calmarse.
De a poco el ambiente se volvió más distendido y hasta nos animamos a conversar un poco como hace tiempo no lo hacíamos.
A la rubia la noté más animada por la charla, cuando se acomodó mejor en el lugar y sintió que algo se movía en la cama: y ahi lo pude ver, era el consolador gigante el culpable de esas contracciones que asomó por descuido a su lado ya que se había escapado debajo de la almohada.
Los dos nos quedamos callados e incómodos por la situación, ya no tenía sentido volver a esconderlo porque solo lo haría más evidente.
Ella muerta de vergüenza y yo la miraba sorprendido pero no dije nada.
Intenté disimular, y para romper el hielo reinante del momento volví a frotar mis manos y para ponerlas sobre su panza pero ya no fué lo mismo, mi cabeza imaginó como la milf se estuvo dando placer con ese falo de grandes dimensiones y Marcela podía sentir como el pulso se me aceleró y más cuando bajó la mirada.
La tela del short con el que salí casa dejaba adivinar la forma de una erección descomunal. Fui delatado por ese short de fútbol de gastada tela que usaba para dormir.
Marce me lo miró como hipnotizada sin decir nada.
_Marce… Estás bien??_ le dije un par de veces pero no contestó, mientras estiró su mano y me agarró el short por el elástico.
Me tomó por sorpresa tanto que la pija me salió disparada hacia afuera como un resorte dejándome inmóvil, sin reacción y avergonzado, y sobre todo erecto muy junto a ella.
_No pasa nada… Dijo con voz temblorosa, _Gaby me contó que sos algo «dotado» y solo quería corroborarlo… Puedo??_.
_Mar esperá… quédate quieto…_ me dijo mientras ya me la tocaba con entusiasmo.
Nos quedamos así y pude sentir como me la ponía más dura cada vez con el movimiento y la fuerza de sus manos.
Era una profesional, ella marcaba el tiempo y me lo hacía más fuerte, cada vez más rápido sin dejarme hacer nada más, con la mirada fija en su accionar, entonces no pude contenerme y tal vez algo precoz sucedió lo inevitable y solté esa leche que clamaba por salir.
Largué todo en sus manos y una gotita fué a dar a pocos centímetros de su cara tras el potente disparo.
Sonrió y me dió las gracias por hacerla sentir mejor (y no se refería justamente a los espasmos que desaparecieron).
_Creo que va a ser mejor que te vayas a dormir, olvídate de todo lo que pasó por favor te lo pido, fué un impulso y me siento súper avergonzada. Perdoname Mar…_
_Y por lo que más quieras, ni una palabra a Nacho, okey?_ Me dijo y con eso entendí que todo terminó, me subí el short y me fui al departamento en el piso de arriba con el pene algo erecto aún, sin poder creer la paja que acababa de hacerme la mujer que tanto deseaba.
Marce por su parte no volvió a tener contracciones, y como no conciliaba el sueño pero a su vez seguía algo excitada quiso intentarlo una vez más.
Se relajó y no tardó en meterse con sumo cuidado esa cosa que antes le había parecido imposible de que le entrase.
Y si bien no logró metérsela toda, con la intensidad de las vibraciones bastó para darle un merecido orgasmo como los que no había tenido en mucho tiempo.
Y así, esa noche la rubia del culo perfecto embarazada de cuatro meses se durmió más que feliz tras un buscado orgasmo por primera vez con un sex toy.