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La rifa

La rifa

-¿Que tal está? –

-Buenísima, muy blanca, precioso busto, piernas de concurso, nalgas paraditas, ni un gramo de grasa, bueno solo donde se necesita–

-¿Alta?-

-Es chaparrita, pero con zapatillas y en lencería es un sueño-

-¿Y de cara?-

-Un ángel, cuando la veas no vas a creer que se dedique a esto-

-¿No irá a salir como la morena aquella que me recomendaste?-

-Para nada esta si es entrona, le gusta de todo: por adelante, por atrás, por la boca, con varios a la vez-

-¿De todo, eh?-

-Bueno solo una cosa no, nada con mujeres-

-Aun así suena como algo fuera de serie. ¿Dónde la encontraste?-

-Aquí mismo es secretaria, pura casualidad no es callejera simplemente le encanta-

-Que suerte tienes por lo que dices es una joya, ¿o me equivoco?

-Una maravilla-

-Y entonces ¿por qué la traes en esto? Si fuera tú me la quedaba para uso personal-

-No hombre, para darle batería está difícil, ni un chamaco aguantaría tanto-

-¿Y como nos arreglamos?-

-Hummm, ¿Cuánto vas a sacar?-

-Cuatro o cinco-

-Dame dos, yo me entiendo con ella-

-Hecho. Te confirmo la fecha y el lugar. ¿Tu vas a venir?-

-Desde luego pero no entro a lo de ella, para no herir susceptibilidades-

-De acuerdo, nos vemos-

Según me contó su secretaria varios meses después, esa fue mas o menos la platica telefónica que tuvo el Delegado para arreglarme el asunto.

Claro que ella nunca supo que se referían a mí, simplemente fue una de sus acostumbradas indiscreciones. La ventaja de ser buenas amigas.

Aunque en esos días yo no lo sabía, él cobraba bastante por cada “cita” que me arreglaba y a mí me daba lo que se le antojaba, aunque por supuesto para una simple secretaria esas cantidades eran un dineral.

Cuando me lo propuso me pareció algo bastante alocado pero dentro de mí como casi siempre se despertó de inmediato la lujuria. Era por demás siempre caía.

El día señalado me vestí adecuadamente: brasier de media copa, tanga, portaligas, medias y zapatillas, todo de color rosa. Un apretado mini-vestido negro y un saco para cubrirme los hombros.

Subí a mi auto despertando el asombro de los vecinos que platicaban sentados en la banqueta pues al sentarme al volante me fue inevitable mostrarles las piernas mucho mas allá de los tirantes del liguero.

Cuando pase por el Delegado ya me esperaba afuera del lugar convenido así que además de todo ese día me convertí hasta en su chofer particular.

Aunque saber que tendríamos que volver juntos me tranquilizaba un poco. Como siempre mientras me saludaba con un beso en la mejilla no dejo de alabar mi aspecto.

Minutos después llegamos al lugar. Era un club de lujo rentado especialmente para la ocasión.

Estaba a reventar. Aunque no eran mas de las diez de la noche se veía que la fiesta tenía buen rato de haber comenzado pues el escándalo de las mesas evidenciaba que el alcohol tenía buen rato de circular.

Casi todo el mundo se volvió para mirarme mientras avanzaba hacia el fondo del salón. Algunos lanzaron atrevidos piropos sin importarles que a mi lado caminara el Delegado. A excepción de las meseras solo había hombres.

Pasamos a una especie de oficina al fondo de la barra donde nos recibió el anfitrión.

-Buenas noches que bien que llegaron, justo a tiempo esta a punto de comenzar el evento-

-Aquí la tienes ¿Qué te parece, no esta divina?-

-Madre mía. Licenciado te quedaste corto cuando la describiste. Nena serás un éxito completo-

-Bueno amigo se queda en tus manos, explícale bien como va a ser todo-

Y dicho esto el Delegado me dio otro beso y salió del lugar. Mientras tanto el hombre me miraba de arriba abajo con gesto de satisfacción.

-Bueno chiquita es bien sencillo. Cuando sea tu turno tienes que salir al escenario, sin vestido por supuesto, caminas muy despacio para que todos puedan verte bien. Llegas hasta donde voy a estar y cuando te diga sacas una tarjetita de la ánfora, dices muy fuerte el numero ganador y listo. Arriba hay una habitación preparada haces lo tuyo y cuando termines uno de mis ayudantes te lleva a tu casa-

-Traje mi propio auto, no hay problema por el transporte-

-Bueno no dudo de tus capacidades. Pero el Delegado me dijo que podías con varios a la vez y te reserve para eso. No sé si después quieras manejar tu misma-

Aunque el Delegado me comentó que habría de todo, no me esperaba esto. Pero ya estaba en el “lío”. Me habían pagado por adelantado y no podía echarme para atrás.

-De todos modos el Delegado puede manejar pues se va a regresar conmigo-

-Perfecto entonces estate preparada voy a comenzar las rifas, puedes quedarte aquí no quiero que te vean hasta que llegue tu hora-

Desapareció de la “oficina” y me dispuse a esperar.

Luego se hizo un gran escándalo mientras presentaban a las otras chicas que seguramente aguardaban en otro lugar hasta entonces. Una a una fueron destinadas al afortunado ganador ante el ruidoso festejo de todos los presentes.

Luego todo quedó en silencio y pude escuchar como me anunciaba como el “plato fuerte” de la noche destinada a ser el premio para todos los convidados a una de las mesas. Por lo que les rogó ocuparan cada uno el lugar que desde el principio les habían asignado.

Las meseras recogieron las tarjetas con las estaba marcada cada mesa y las depositaron en una caja transparente que estaba al centro del salón junto al presentador.

El cantinero entró para avisarme que debía salir. Me quite el vestido quedando solamente en ropa interior. Respirando profundamente salí al “escenario” de la rifa.

Todos me miraban mientras avancé hasta el lugar indicado. Curiosamente solo alguno que otro me dijo alguna galantería, la mayoría solamente me vio pasar e silencio.

El presentador me señalo el recipiente para que sacara la tarjeta ganadora. Leí el numero en voz alta y una exclamación de alegría retumbo en el salón seguramente proveniente de la mesa indicada.

Luego el anfitrión me llevó personalmente a recoger mi vestido abriéndose paso entre los que se acercaban molestos para reclamarle el resultado de la rifa.

Alguien por ahí aprovechó para pellizcarme las nalgas y no falto quien me ofreciera una buena cantidad para poder compartir el premio.

Me vestí rápidamente y salimos por otra puerta que daba directamente a la escalera y subimos al piso superior hasta un cuarto cuyo único mobiliario era una enorme cama y espejos en las paredes y el techo.

El hombre me indicó que esperara ahí pues pronto subirían los ganadores y me dijo que los envidiaba por el agasajo que se iban a dar. Me dio una tarjeta para que lo buscara pues estaba dispuesto a pagarme lo que yo quisiera por obtener “mis favores” toda una noche o por si me interesaba en hacer otros “trabajitos” para él.

Cuando llegaron los “ganadores” me sentí un poco aliviada, pues solo eran cuatro. Lo digo porque había mesas con siete u ocho tíos.

Además estos no parecían estar tomados o lo disimulaban muy bien. Uno por uno se acercaron para saludarme con un beso en la mejilla y se fueron presentando: Pedro era muy alto y bien parecido tuvo que agacharse bastante para besarme.

Damián era un argentino un poco pasado de peso pero bastante agradable. Julio era delgado y se veía demasiado joven en comparación con los demás, ni guapo ni feo.

Ramiro parecía el de mas edad, pero tenia un cuerpo tan atlético que contrastaba bastante con su rostro un tanto envejecido.

Se quedaron alrededor sin saber que hacer, evidentemente nunca se habían encontrado en una situación parecida y los note bastante nerviosos.

Haciendo acopio de valor los invite para que se acercaran mas y comencé a besarlos en la boca uno por uno tomándome el tiempo necesario para que estimulados pasaran del abrazo a las caricias. Mansamente esperaban su turno para ser besados y poder acariciarme las nalgas y los pechos por encima del vestido.

Estaba muy caliente por la actitud tan pasiva de ellos y les pedí que se quitaran la ropa cosa que hicieron casi de inmediato. L

uego yo misma me quite el vestido. Se quedaron mirándome sin decir o hacer ningún movimiento con tamaña boca disfrutando la visión de mi cuerpo luciendo la delicada lencería.

Jale a Ramiro mientras me hincaba a sus pies para acariciar con ambas manos el miembro que rápidamente se puso duro entre ellas.

Luego me lo metí en la boca y aunque era bastante grande entro completamente en mi garganta, para evitar que me ahogara comencé a chuparlo mientras lo sacaba y metía ayudándome con las manos.

De reojo mire a mí alrededor y vi a los demás sosteniendo sus vergas que ya mostraban tremendas erecciones.

Tome la que tenia mas cerca y le di el mismo tratamiento sin saber exactamente de quien era y me a turnar mi boca entre una y otra.

Los otros estaban tan cerca que sus penes rozaban mi cabeza por detrás avisándome que esperaban su oportunidad.

Me di vuelta y tome otra por asalto mientras tenia una mas en cada mano y no dejaba de subir y bajar los glandes a regular velocidad manteniendo las erecciones y turnándome lo mas equitativamente posible entre cada una. No me daba abasto.

Como quedaba uno libre pronto aprovecho para acomodarse detrás de mí dedicándose a llenarme de caricias por todos lados, aprovechando mi posición se dio gusto hurgando entre el clítoris y la vagina haciendo a un lado la pequeñísima tanga y con tan buen tino que no tarde en tener un riquísimo orgasmo mientras seguía devorando toda la verga que podía.

A partir de ese momento ellos tomaron la iniciativa y el control de las acciones. Julio que era el que estaba detrás de mí hizo que me levantara del piso.

Con movimientos rápidos se deshizo de mi tanga y sin mas me ensarto completamente la vagina con su pene y comenzó a meterlo y sacarlo arrancándome suspiros y pugiditos de placer.

Sus embates eran desesperados como si quisiera desquitarse pues de los cuatro era al que menos se lo había mamado.

Los demás miraban lujuriosos como me cogía su amigo, pero tuvieron que detenerme para que él siguiera dándome a sus anchas, pues me costaba trabajo mantenerme a la altura suficiente para tener la verga dentro de mi vagina.

Comenzaron a pellizcarme los pezones que como siempre que tengo sexo se hinchaban al máximo como si fueran a reventar o salir disparados.

Tuve el segundo orgasmo un poco antes de que Julio se vaciara dentro de mí y de inmediato Damián ocupo su lugar mientras los demás seguían manteniéndome de pie y me acariciaban tanto los pechos como el clítoris.

El pene de Damián era más ancho y me llenaba completamente, además se tomaba su tiempo cambiando el ritmo de la cogida y provocándome inmenso placer.

Entre quejidos le suplicaba que me diera más rápido pero él sabiamente controlaba sus movimientos gozando y haciéndome gozar al máximo.

Tardo mucho en venirse y en ese lapso yo disfrute de varios orgasmos.

La pura visión en los espejos de los hombres acariciando y besando mis pechos mientras otro me penetraba concienzudamente mantenía mi libido por los cielos deseando que esto nunca acabara y que siguieran cogiéndome una y otra vez.

Cuando el ultimo de ellos me cogió en esa posición mis tobillos y la punta de los pies me dolían mucho al igual que la vagina. Pero a pesar de eso yo quería todavía más sexo.

Nos tumbamos en la cama a recuperarnos pero en mis ansias no dejaba de acariciar sus penes y por supuesto que ellos me dejaban hacer encantados.

Cuando me sentí con fuerzas me monte sobre la erección de Pedro que era el que parecía estar en mejores condiciones y comencé a cabalgarlo mientras llevaba sus manos a mis pechos para que los acariciara. Los otros miraban asombrados sin dar crédito a la escena.

De vez en vez Pedro me tomaba por las caderas para dirigir mis movimientos y mis pechos saltaban al ritmo de la penetración seguidos por las miradas de los demás que no perdían detalle de cada movimiento.

Creo que nos vinimos al mismo tiempo mientras al sabor del orgasmo me dejaba caer hacia atrás para sentir su miembro hasta el fondo mí.

Lo desmonte y fui directamente hacia Ramiro que movía el pene con la mano y muy erecto a manera de invitación. También me monte sobre él pero dándole la espalda.

De inmediato me sujeto las nalgas guiándome en el coito, aunque me costaba trabajo mantener la penetración lo hice venirse casi de inmediato pero no lo solté hasta no conseguir también otro espléndido orgasmo.

Me tire en la cama a reposar pues estaba segura que Julio y Damián esperaban gozar igual que los otros dos. Por el espejo del techo vi como se acomodaban a mi lado y para comenzar a besarme y acariciar todo lo que podían. Julio me atrajo hacia él para que lo besara en la boca sin preocuparle que antes hubiera saboreado los penes de los cuatro con tanta avidez.

Estábamos recostados del lado y Damián me abrazo por detrás y se puso a morderme el cuello y los hombros apasionadamente.

Julio ya hurgaba con su verga mi vagina tratando de penetrarme pero no era fácil en esa posición así que trate de levantarme para acomodarme sobre él pero ambos me retuvieron para que siguiera recostada del lado, entonces comprendí que querían penetrarme los dos al mismo tiempo.

Al fin Julio consiguió meterme la verga y se apretó a mí para mantenerla ahí. Damián seguía con las caricias.

Sentía su pene entre las nalgas pero sin intentar la penetración, me preocupaba que no hubiera masajeado mi ano para nada pues bien sabía que aun bien lubricado el dolor iba a ser tremendo cuando intentara el coito.

Achacándolo a su inexperiencia en estas lides trate de ayudar tomando con mi mano su falo y restregándolo a fin de que con su propio jugo fuera allanando el camino.

No me lo permitió, hizo que lo soltara y llevo mi brazo hacia mi cabeza tomándolo con firmeza para que no pudiera volver a bajarlo. Me preocupe bastante mientras trataba de resistir las caricias que Julio comenzaba a prodigarle a mi vagina con sus movimientos.

Luego por el espejo vi como Damián tomaba su pene con la otra mano y trataba de meterlo y me preparé para aguantar el dolor.

Para mi sorpresa comenzó a clavarlo pero no en mi ano sino en la vagina que ya estaba ocupada.

Como no podía le pidió a Julio que me detuviera el brazo y ayudándose con ambas manos consiguió irlo metiendo poco a poco ante mi incredulidad.

La sensación era tremenda estaba completamente llena con dos vergas en la vagina al mismo tiempo.

Tarde un poco en acostumbrarme al dolor que me provocaba el ensanchamiento, pero cuando comenzaron a moverse cada uno dentro de mi este desapareció casi por completo y volví a hundirme en el disfrute del placer: Creo que ningún punto de mi vagina estaba sin ser acariciado por los movimientos de los dos penes. Yo luchaba por mantener abiertas lo más posible las piernas para permitirles moverse a gusto.

Durante todo el tiempo que me cogieron de esa forma estuve sumergida en un mar de pequeños y continuos orgasmos o si se puede decir en un orgasmo interminable.

Todo mi sexo estaba siendo atendido por los dos hombres de manera increíble y para mayor gozo de los tres fui moviéndome entre ellos impulsando mi vientre para restregar mejor el clítoris contra Julio y apretando y aflojando mis paredes vaginales contra los falos que ahora se me hacían inmensos de tanto placer que me estaban dando.

Fueron muchos minutos los que cogimos así a pesar de la incomodidad, pues ellos incluso después de venirse siguieron dándome por mucho tiempo.

Terminamos completamente extenuados y para mi fortuna pues ya no podía mas, Pedro y Ramiro se conformaron con hacérmelo uno por uno otra vez.

Fuero poco mas de tres horas las que estuvimos juntos.

Cuando se despidieron de mí cada uno juro que era la mejor rifa en la que habían participado.

Yo por mi parte puedo decir que fue la primera mejor rifa de mi vida pues hubo otras muchas después pero esta sigue siendo inolvidable para mí.

Esta es una confesión mas de mi vida como prostituta ojalá que te agrade.

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