Mi marido sigue con la idea fija de cogerse a mi amiga Paula. Era la condición para lograr su perdón porque no me creyó ni media palabra de que aquel día supuestamente luego de trotar juntas en el parque la llevé a casa de su madre en provincia de Buenos Aires y me demoré una eternidad en regresar a nuestra casa.

Alfredo tenía la sospecha de que me acosté con otro hombre ese día y en verdad no se equivocó, le fui infiel con uno de 24 años y no me arrepiento en lo más mínimo.

Así que puse manos a la obra con el plan «Convencimiento». Me iba a costar caro que mi amiga lo acepte y de seguro me iba a imponer alguna que otra condición para aceptar.

Fui directa, le conté que Alfredo quería tener sexo con ella y aunque al principio se negó terminó aceptando a cambio de que le regale mi cartera Louis Vouitton que tanto le gustaba y algo más que más adelante lo contaré.

Le pregunté si quería que fuese en mi casa, pero no quiso, prefirió que sea en un lugar neutral lejos de la vista de todos. Así que alquilamos una casa quinta en las afueras de Buenos Aires. Se lo transmití a Alfredo y éste se ocupó de todo.

Llegó el día y fui en la camioneta a buscarla. Cuando llegamos a la casa quinta, mi marido estaba en el fondo asando carne en la parrilla.

Paula estaba nerviosa y a su vez avergonzada, era la primera vez que iba a tener sexo con alguien muy mayor, todo sea para salvarme el pellejo.

Se la veía tensa y le esquivaba la mirada, incluso al momento en el que se saludaron, mientras que yo trataba por todos los medios de disuadirla para que entrara en confianza.

Ella siempre mantuvo distancia con Alfredo, es más, no lo tuteaba tal vez porque él era una persona ya mayor.

Finalmente después de comer y de tomarnos un par de botellas de vino, se le fue la vergüenza y los tres estábamos hablando en confianza.

Era un día de mucho calor y mi marido estaba en short y sin remera, pero nosotras estábamos vestidas tal cual habíamos llegado de la calle.

_No se soporta el calor!_ dijo Paula, algo incómoda por esa minifalda que trajo puesta y a cada rato se la tenía que estar acomodando porque se le subía toda.

_ Y por qué no se meten a la pileta?_ sugirió mi esposo. Viejo zorro, algo se traía en mente.

Paula no trajo malla, así que insistí a que use una de las mías, entonces nos dirigimos las dos a la habitación.

_No seas tonta, vení que yo te presto_ le dije y las dos fuimos a la casa.

A propósito busqué algo diminuto para que ella se pusiera.

Le di un bikini amarillo, uno de los más chicos que tengo, estilo colaless, mis favoritos y por ser chico se le metía escandalosamente en el culo.

_Majo no tenes otra? Es muy chiquita _ me dijo después de mirarse al espejo.

Pero en realidad se le veía muy bien, y a pesar que no es llamativa de atrás la vida la favoreció de adelante. Paula tiene los pechos operados y es súper tetona y al ser tan grandes se veían apretados y rebalsaban por los costados de la prenda amarilla.

Yo me puse uno color blanco y las dos fuimos otra vez hacia el fondo de la casa. Mi marido ya se encontraba junto a la pileta y estaba sentado esperándonos y bebiendo.

Cuando nos vió llegar a una de amarillo y a la otra de blanco se le fueron los ojos y no precisamente en mí. Clavó su vista en las tetas de mi amiga.

No tuvo mejor idea que hacer un comentario totalmente desubicado. Paula se puso roja de vergüenza cuando Alfredo le dijo:

_Que hermosa te queda la bikini amarilla. Mirá todo lo que tenías guardado_ en referencia a sus enormes tetas de algo más de 95 centímetros.

Y si… Mi marido le tenía unas ganas enormes a Paula.

_Maria José vos me cumplis la fantasía de poder acostarme con ella y te juro que te perdono todo_ me dijo esa noche despues de que hice todo por calmar sus celos.

Y aquí estábamos las dos.

Alfredo tenía el sueño erótico de hacerlo con la culona (o sea yo) y la tetona (es decir Paula).

Lo malo es que Paula empezó a querer desistir después de ver la mirada de lobo hambriento de Alfredo. Quiso poner un stop a mi plan.

_No Majo, mejor no… me da vergüenza_ me dijo.

_Por favor no me pidas que coja con Alfredo. Es un viejo horrendo y panzón, no me gusta, no podría acostarme con él…

Después de cambiar de tema y hacer bromas sobre él, proseguí.

_Amiga, no creo que pueda hacer nada. Sólo quiere verte desnuda, si a Alfredo no se le para, no te va a hacer nada. Ayúdame con ésto sí?.

La tomé de la mano para dirigirnos a la pileta y le pedí que me siguiera el juego.

Mi marido ya dándose un chapuzón no tenía ni idea de lo que habíamos hablado. Estaba contento y me propuse darle un buen espectáculo, simplemente para hacerlo feliz, quien dice, tal vez sea su última voluntad no?

Con ganas de que empiece el juego tomé la iniciativa y me quité el corpiño para que ella se animara e hiciera lo mismo, pero no quiso, todavía estaba reacia.

_Dale Paula, ahora te toca a vos, a ver si es cierto lo que dice Alfredo que tus tetas son mas grandes que las mías.

Tímidamente se sacó el corpiño y tapó sus pechos con las manos.

La tomé de la mano y la llevé hasta la orilla, me puse a su lado como posando para una foto y le dije a mi marido: _ves que son iguales?_ aunque de más está decir que no lo eran, yo tengo un par de limones y a Paula le cuelgan dos pelotas de fútbol.

Alfredo vino hacia nosotras, primero tocó mis pechos poniendo sus manos como controlando su peso.

Luego, con ambas manos y con mucha mas delicadeza, agarró las tetas de Paula. Ella había cerrado los ojos, sus pezones se endurecieron y su piel estaba totalmente erizada, evidentemente se había excitado.

Obviamente mi marido entendió la reacción de su cuerpo, se inclinó y comenzó a lamerle suavemente los pezones, ella se quedó quieta y soltó un suspiro, ya se le había ido la vergüenza, aunque en ningún momento volvió a abrir los ojos.

Mi marido se dio el gusto de chuparle las tetas por un buen rato mientras se tocaba por debajo del short. Al notar que se le había parado y sin imaginarme el desenlace que finalmente hubo, decidí seguir mirando y ver hasta donde podían llegar.

_Yy? qué opinas amor, las tetas de Paula son más grandes?_le pregunté.

_No te enojes Majo pero sí, son más grandes y están más duras que las tuyas.

Yo no tenía por que enojarme, lo que había dicho él era cierto.

Era momento de seguir avanzando….

_Bueno ahora vamos a ver quien tiene mejor culo, dije y me quité la tanga blanca que ya me incomodaba.

Esta vez, Paula entrada en el juego no se hizo esperar y también se quitó la amarilla que traía puesta.

Las dos nos volteamos y apoyamos los brazos en el borde de la pileta, el agua nos llegaba hasta la cintura.

Mi marido se acercó y comenzó a tocarnos. Sus caricias no solo eran en mi culo, supongo que estaba haciendo lo mismo con ella y a ambas nos manoseó un poco más abajo también, ya que Paula soltaba un suspiro tras otro.

Las dos nos habíamos excitado, nos mirábamos la una a la otra mientras mi marido seguía tocándonos.

Paula ganó con sus tetas pero yo era invencible con mi culo. Poco a poco nos fuimos acercando y comenzamos a besarnos.

Ese juego lésbico lo volvió loco a mi marido que estaba como loco por tenernos así a las dos.

Ignorando mi presencia la tomó de la mano y la sacó de la pileta, la llevó hasta una reposera, se quitó el short y se tumbó esperándola. Alfredo tenía la pija parada y dura como nunca antes.

No solo llamó mi atención sino también la de mi amiga, que volteó a mirarme y me hizo un gesto como diciendo _No era que no se le paraba?.

Entregada y sin pensarlo dos veces, abrió sus piernas y se sentó sobre esa cosa dura metiéndola en su concha… Puso ambas manos sobre el respaldo de la reposera acercando sus tetas gigantes a la cara de mi marido para que se las chupara.

Como ya mencione en alguna ocasión, la pija de mi marido no es para nada grande, por el contrario digamos que es del tamaño medio y en declive, pero Paula al ser mas estrecha que yo la estaba sintiendo, y lo digo convencida porque comenzó a gemir.

Tanto que al principio no quería y se mostraba esquiva, ahora estaba disfrutando de verdad.

Otra de las cosas que me llamó mucho la atención es que mi marido estaba durando mucho, ya que conmigo es muy precoz y eso ya me estaba dando un poco de celos mientras los miraba como una voyeur desde la pileta.

Pasaban los minutos y mi marido no acababa. Paulita tenía los ojos en blanco para luego ella empezar a moverse cada vez mas rápido y frotándose más fuerte sobre él.

Mi marido la tenía agarrada de las caderas como marcando sus movimientos.

Alfredo comenzó a gemir y a decirle _Sii, así me gusta, mas fuerte, así!!.

Finalmente no se pudo aguantar y acabó dentro de ella.

Paula también acabó. Luego se levantó despacio y se quedó un momento parada con las piernas abiertas dejando escurrir todo lo que tenía adentro sobre la panza de mi marido.

Acto seguido no dijo absolutamente nada, solo se sonrió y volvió a meterse al agua conmigo.

Fuimos hasta el otro extremo de la pileta, en donde él no podía escucharnos. Una vez ahí y mirándolo de reojo, me reclamó:

_Maria José me dijiste que al viejo no se le paraba y que solo quería verme sin ropa. Pero viste como se le paró?

Y después te cogió o te lo cogiste vos? le recriminé riéndome.

_Bueno si… me calenté y me dieron ganas. Tampoco voy a mentirte.

_Majo convengamos que a tu marido sí se le para. No entiendo por qué no se le para con vos.

_Evidentemente el problema soy yo Paula_le conteste dándole una breve explicación…

El hecho de verme tan desesperada por coger hace que se cohíba conmigo, además vivo tan necesitada que cuando lo hacemos no lo siento. No me gusta hacerlo con él, me entendés? El problema soy yo.

Párrafo aparte, mi marido se había puesto el short y estaba recostado en la reposera tomando sol y recuperando energía.

_Vamos a provocarlo a ver que hace_ le dije a mi amiga, ahora yo tenía ganas de ser cogida esta vez.

Salimos del agua, acerqué un par de colchonetas livianas hasta donde él estaba y desnudas nos acostamos boca abajo a tomar sol.

Nos pusimos a hablar en voz baja a tan sólo unos metros de él, es decir entre la reposera de Alfredo y nuestras colchonetas.

Empezamos a hablar de hombres y de los tamaños de las pijas que habíamos conocido a lo largo de nuestras vidas.

Y por estar con ganas de jugar y por hablar de pijas que es mi tema favorito me puse cachonda, y entre charla y charla acerqué mi cara a la de Paula y le di un beso.

Al principio fueron besos muy suaves y superficiales, pero poco a poco nos fuimos calentando y cada vez eran mas intensos, profundos y apasionados.

Mi marido había empezado a tocarse y no solo él estaba excitado. Yo estaba muy caliente y necesitaba apagar ese fuego.

Me levanté para colocarme en posición tipo de un 69 apoyando mi concha sobre la boca de Paula y luego apoyé mi boca sobre la concha de ella separando un poco sus piernas.

Las dos nos dimos placer durante un buen rato, incluso Paula acabó mientras yo tenía metida mi lengua en su concha, la sentí a la perfección.

Para ese entonces mi marido se había quitado el short, estaba arrodillado junto a nosotras y me había estado acariciando el culo.

Miré su pija parada, luego lo miré a la cara como suplicándole que me cogiera. No sé que me pasó, pero por primera vez lo deseé.

Él entendió mi mirada y mientras Paulita entretenida seguía lamiéndome la concha, Alfredo me la metió por el culo, ese culo mío que era su locura.

Empezó a bombearme despacio y poco a poco comencé a sentirlo. Me concentré, empecé a estremecerme y finalmente acabé con su pija metida en el culo y Paula comiendo mi clítoris. Tuve un orgasmo anal hermoso gracias a los dos.

Invertimos la posición. Mientras la concha de Paula se posaba sobre mis labios vi como la pija de mi marido entraba en su culo. Ella gimió al sentirlo y se me despegó un poco, dejó de chuparme mientras él se la cogía, pero yo seguí con mi boca apoyada en su concha viendo como los testículos de mi marido golpeaban sobre sus esbeltas nalgas.

Era de no creer, Alfredo duró mucho tiempo y antes de acabar, le sacó la pija del culo y la metió en mi boca, se la chupé un buen rato y en verdad la tenía muy pero muy dura.

De odontóloga pasé a ser una actriz porno jaja. Ni yo podía creer lo que estaba sucediendo.

Cuando la sacó de mi boca se la metió en la concha, a escasos centímetros de mis ojos. Su pija entraba y salía muy lentamente, mientras la crema de Paula que le brotaba desde sus profundidades se escurría en mi boca y así finalmente Alfredo le acabó bien adentro.

Mi marido se salió de Paula y volvió a meterse a la pileta dejándonos a nosotras acostadas y satisfechas.

Ambas nos levantamos y fuimos al agua otra vez.

_Majo definitivamente la del problema sos vos, porque el viejo si coge…, no tendrá la verga de uno de 20 como a vos te gusta pero coge y coge bien. A mí me encantó.

No le conteste nada, fijé la vista en el agua y comencé a reflexionar sobre lo que me acababa de decir…

Si bien me casé con Alfredo netamente por interés, hace mucho tiempo dejé de verlo como un hombre y nunca me atrajo físicamente, y a pesar de que tenemos sexo con frecuencia no logro alcanzar una conexión plena con él.

Es básicamente para complacerlo, para que después me haga muchos regalos y a veces también lo uso para sacarme la calentura.

En cuanto a Paula además de ganarse mi cartera Louis Vouitton y de un par de orgasmos con mi marido ahora la muy perversa quiere que yo haga lo mismo con su novio.

Me dijo que su novio es un nene de 28 años adicto a la Play Station que anda un poco vago, que prefiere los video juegos a estar con ella y no la está atendiendo bien (sexualmente hablando). Además de que alguna que otra vez le insinuó que me tenía ganas.

Según Paula, desde tiempo que fantasea con la odontóloga culona amiga de su novia, o sea yo.

Así que veremos, un nuevo desafío se avecina en puerta. Todo sea por devolverle el favor a Paula y darle una lección al atrevido de su novio.

Ni se debe imaginar de lo que ésta odontóloga culona, como el me cataloga, es capaz de hacer en la cama.