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Con otra criada II

Con otra criada II

Tal como prometí en el relato anterior, que terminaría de contar lo que sucedió ese día con Sonia y luego mi esposa Verónica. Quedamos en que…

Me levante y a saltos llegué hasta el dormitorio de ella, desde la puerta sentí el ruido de la ducha, por lo que regresé a mi cama acomodándome para tomar un merecido descanso, quedándome dormido profundamente.

De repente desperté y vi a Sonia, de pié al lado de la cama con la bandeja del almuerzo, al verme despierto me dice, su almuerzo Don Raúl, gracias Sonia, y me acomodé para recibir la bandeja, percatándome que andaba con la misma indumentaria de la mañana, es decir, su delantal, calzones y sin sostén, como estás dije, muy bien Don Raúl, feliz nunca me imaginé sentir de nuevo lo que usted me hizo sentir, rejuvenecí, me han vuelto las ganas de vivir a plenitud mi sexualidad, pero con usted dejó la bandeja sobre mis piernas y yo aproveché de meterle la mano por debajo del delantal y empezar a acariciar su potito, su chorito a lo que ella se quedó quieta, ven a darme un beso le dije, se agachó me tomo la cabeza y me dio un largo beso, succionándome la lengua. Trae tu almuerzo para acá y almuerzas conmigo, así podemos conversar.

Platicamos de muchas cosas, me contó de su vida, que tenía a sus hijas de 9 y 11 años en el sur del país viviendo con su madre, para que no vieran el mal ejemplo del padre y si ella se había quedado en Santiago trabajando, era para mantenerlas a ellas y pagarles su educación.

Largo rato conversamos de una y mil cosas, me confesó que su marido había sido el primer y único hombre en su vida, que no sabía gran cosa del sexo, y que yo le había atraído mucho, sintió algo muy especial el primer día cuando yo le miré el busto y casi se lo toco por lo del botón. Además cuando vio el bulto que se elevaba de debajo de la sábana, en la mañana, volvió a sentir deseos de tener sexo, que ya casi lo tenía olvidado.

A todo esto ya habíamos terminado de almorzar y la conversación me fue excitando así que la hice acercarse y nos comenzamos a besar con gran frenesí y a tocarnos por todos lados, la desnudé y me coloqué encima haciendo que abriera las piernas poniéndole la punta del pico a la entrada de su vagina, moviéndome lentamente como frotándole el pico en su clítoris, sentí como gozaba ya que suspiraba y emitía pequeños quejidos y se mojaba considerablemente, de repente estábamos en lo mejor cuando suena el teléfono, rápidamente lo tomo y contesto, ¡alo! Hola mi amor, era Verónica mi esposa, e iniciamos el siguiente diálogo:

– Como te haz sentido.

– Bien tesoro.

– Qué estás haciendo.

– Viendo la tele, y tú.

– Preparándome para ir a almorzar. Tú ya almorzaste.

– Si ya almorcé y ahora estoy reposando.

– Te ha atendido bien Sonia.

– Si, muy bien, con acento de malicia, que no notó Verónica, pero casi no la he visto, pues ha estado haciendo los quehaceres de la casa.

– Bueno mi amor cuídese, te echo de menos, un beso. No haga nada malo.

– Chao mi amor yo también te echo de menos, un beso. Me estoy portando bien. Y cortó el teléfono, volviendo a retomar lo que hacía, besando a Sonia que estaba quieta debajo de mi mientras hablaba por fono, entonces me dice, métamelo Dn. Raúl por favor, acto seguido se lo metí de un viaje hasta el fondo casi sin misericordia, comenzando a moverme y a la vez tocándole los pechos y con los dedos le apretaba los pezones, haciéndole arrancar grititos de gusto, sentí como empezaba a llegarle un orgasmo interminable, lo que me hizo sentir las ganas de acabar, me tuve que reprimir empezando a bajar la intensidad de los movimientos hasta parar por completo.

Ven date vueltas y ponte arrodillada con el potito bien parado, le dije casi como una orden, ubicándome detrás de ella y nuevamente le comencé a pasar el pico por la vagina que estilaba jugos por doquier mientras con la mano iba llevando esos líquidos al hoyito de su poto, cuando ya estaba bien mojado le apoyé la cabeza del pico empujando hacia adentro, a lo que ella soltó un pequeño grito de dolor, pregunté, te duele mucho y obtuve por respuesta un largo y placentero ¡hummmmmmm!, entonces tomé un pote de crema para el cuerpo que guarda Verónica en su velador, untando ese diminuto agujero, una vez lubricado reanude la suave embestida.

Sonia resistía y poco a poco entró la cabeza, me paré ahí y comencé a moverme lentamente, preguntando de nuevo si le dolía mucho, solo respondió con un pequeño empujón hacia atrás, que yo lo descifré como que siguiera, empujé suavemente pero en forma constante hasta ver como iba desapareciendo mi pico en el interior de un hoyo apretado y caliente, hasta casi quedar enterrado por entero, comencé a tocar esos maravillosos pechos y con la punta de los dedos apretar los pezones, que se habían puesto durísimos, e iniciamos un movimiento en conjunto.

Gozas, pregunté, si muchísimo, me duele pero es más rico lo que siento. Yo no aguantaba más, pero apreté los dientes y traté de pensar en otra cosa para no acabar, aplicando todas las técnicas conocidas para hacer durar ese exquisito momento, retiré las manos de sus pechos y la dejé que se moviera ella sola como deseara, al principio se quedó quieta, luego comenzó a moverse lentamente para atrás y para adelante, hacia los lados, yo creo que buscando la forma que le entrara más, pues se cargaba para atrás de repente suave de repente con fuerza y empieza un movimiento más rápido y ha lanzar sollozos, señal que le venía otro orgasmo, entonces le empiezo a ayudar tocándole el chorito y el clítoris, metiéndole dos dedos en esa chuchita que realmente ardía y en ese momento pegó un grito y comenzó a acabar, cierto no le pongo nada, no exagero, pero era un orgasmo intermitente prolongado, creo que fueron dos o tres seguidos, yo ante eso no aguanté mas y comencé a acabar también como loco, me había retenido tanto que boté cantidades de semen, con un escalofrío que me corrió por la columna vertebral, desde la nuca hasta el poto, al sentir como salía a chorros mis jugos, llenándole su culito, me excitó tanto el ver como acababa ella, como gemía y se movía golpeándome con su cóccix mi pelvis, ambos gritamos de placer, yo me abracé a ella por su espalda y sin sacárselo del ano nos fuimos cayendo a un costado, quedando acostados de lado yo muy abrazado a ella que no paraba de decir, rico exquisito, se pasó Dn. Raúl, nunca había sentido tanto placer.

Yo casi no sacaba el habla de lo violento que fue mi acabada, solo dije, me alegra que te haya gustado y dijo, gracias me ha sacado lo acumulado de años, nunca pensé que gozaría tanto por atrás, solo me dolió al principio luego se fue desapareciendo el dolor, cuando usted acabó me dolió un poquito, pero al sentir el moco caliente se me pasó de nuevo.

Poco a poco se fue bajando mi erección, así que lo empecé a sacar lentamente, saliendo con algunos restos de excremento y un hilito de sangre.

Al verlo ella se apresuró a buscar papel higiénico al baño para limpiarme, apareció moviendo sus tetitas donde corría y el semen resbalaba por sus piernas, traía un paño mojado y un rollo de papel, con los cuales me limpió por completo.

Tomando el pico con su mano lo limpiaba con una delicadeza acariciando el trozo que le había hecho gozar tanto.

A todo esto eran las cinco y media de la tarde y las labores de la casa no habían avanzado mucho, ella se percató y me dijo voy volando a terminar las cosas, no vaya a ser cosa que como usted está enfermo la Sra. Verónica se le ocurra llegar más temprano, así que salió corriendo a lavar las cosas del almuerzo y terminar de planchar una ropa, yo partí a la ducha, saliendo como a la media hora, ya más renovado de la agotadora tarde.

Como a eso de las siete, siete y media, apareció de nuevo en el dormitorio vestida para irse. Se acercó a la cama y me dice, me voy Dn. Raúl, lo veo pasado mañana.

Que te vaya muy bien Sonia, ha sido un día maravilloso junto a ti, yo tengo que darle las gracias Dn. Raúl, me ha hecho revivir como mujer, se acerca y dice como avergonzada, ¿le puedo dar un beso de despedida?, por supuesto y nos fundimos en un beso con nuestras lenguas jugando una con la otra. Yo aproveche de tocar nuevamente esas tetas que me traían loco.

Hasta el sábado dije y ella se marchó.

No pasó media hora que sentí llegar el auto y a Verónica abriendo el portón de la casa para guardarlo, por lo que pegué una nueva revisada a la pieza para ver que no quedara rastro alguno de la sesión de sexo que tuvimos con Sonia.

Pasó un momento y entró Verónica al dormitorio agachándose para darme un beso, al verla sentí un placer tan grande de tenerla a mi lado, que la tome en un abrazo apretadísimo, besándola con mucho amor y pasión. Creo que me acusé solo o la conciencia me delató pues preguntó, qué te pasa, nada mi amor te he echado de menos, metiendo mis manos por debajo de su falda para acariciarle su choro.

Déjame darme una ducha y refrescarme un poco, pues vengo muerta de calor, se paró y se empezó a desnudar para irse a la ducha, yo la observaba deleitándome con su exquisita figura, unos pechos no muy grandes con un enorme pezón rosado que me calentaba, pero mentalmente comparé con los pechos de Sonia y ambos eran hermosos, este pensamiento me produjo una nueva calentura, empezando a parárseme el pico, entonces le digo a Verónica, mira ella se acerca lo toma con la mano y le da un beso cuando ya se estaba poniendo duro, parece que se ha portado bien está durito. Le dio otro beso y partió a la ducha.

Salió desnuda del baño y a mí ya se me había bajado la erección, me dice al pasar, voy a la cocina a preparar algo para comer y comemos aquí en la cama.

Mi conciencia me decía miles de cosas, por lo que había hecho durante el día, si con la confianza que tenemos los dos y todo lo que hicimos con Pilar antes y todo lo que hemos hablado, entonces por qué no me atrevía a contarle lo que pasó con Sonia.

En eso estaba cuando llegó con la bandeja con la comida que dejó preparada Sonia, sentándose a mi lado, comenzamos a comer y ver las noticias en la televisión, cuando de repente me dice, cuéntame que hiciste con Sonia hoy día.

Yo quedé helado no hallaba que decir, me traicionó la conciencia, me corté, como me vio dudoso, me mira y dice, me extraña que con la confianza que tenemos me ocultes algo, cuando lo que hacemos me gusta sobre manera.

Mi amor, dije, ganas de hacer algo no me faltaron, pero quería primero preguntarte a ti que qué opinabas, me habría gustado hacer lo siguiente, y comencé a contarle parte de lo que hicimos con Sonia.

A lo cual ella me tomó el pico y comenzó a hacerle cariño, porqué no lo hiciste, por qué quería hablarlo contigo primero, mentí.

A todo con lo que le relataba a Verónica ya se me había parado de nuevo y Verónica retiró las bandejas, tirándose encima tomando el pico a dos manos, a ver tú si me dices la verdad y lo apretó en gesto de querer estrangularlo, luego comenzó a besarlo y se metió la punta en su boca haciendo presión en el cuello y pasando la lengua por el frenillo, cosa que me hacía saltar de gusto, se lo sacó diciendo, si no haz hecho nada y te imaginaste lo que me contaste, entonces debes estar como loco, vamos a ver, terminó de decir eso y comenzó una chupada salvaje, subía, bajaba, pasaba la lengua por los testículos, me masturbaba, se lo volvía a meter en la boca, succionaba.

Me tenía a punto de acabar, pero me aguanté saliendo de esa posición, para quedar haciendo un 69, pues le conozco sus puntos débiles, le abrí su chuchita que ya estaba muy mojada, metí la lengua apresando los labios internos e iniciando un lengüeteo que la hacía revolcarse de placer, ella aceleró la chupada que me estaba dando como una señal de que le venía el orgasmo, por lo que tomé el, clítoris con los labios apretándoselo y chupándoselo a la vez le empezaron a salir sus líquidos que me llenaban la cara, comenzando un orgasmo de película, se retorcía y gritaba que rico no pares por favor sigue, ven date vuelta y métemelo, quiero sentirlo y que tu acabes para que me deposites todo ese moco que se acumuló con tus pensamientos con Sonia.

Ahí me di cuenta que me había creído lo que le conté, al sentir que mi pico estaba duro, si supiera ella el esfuerzo que hacía por mantenerme potente después del tremendo día que tuve.

Me di vuelta y se lo metí de un viaje, ya que su chuchita estaba chorreando de jugos de placer más mi saliva entró solo como si ella me lo absorbiera, comencé a moverme lentamente lo más lento que pude para hacer durar la relación, ella se movía al compás conmigo diciéndome, cuéntame que más pensaste de hacer con Sonia.

Yo le decía de chuparle su zorra y metérselo por el chico (culo), en la medida que avanzaba con mi relato ella empezó a acabar en forma violenta, con verdaderos espasmos acompañado de quejidos, gritos y me clavó las uñas en la espalda en señal que su orgasmo había sido totalmente fuerte y satisfactorio, de atrás acabé yo, que no sé de dónde saqué semen para botar, pero ella quedó feliz por lo que respondí dejando bien establecido que en el día no había hecho nada con ninguna mujer.

Nos besamos y fuimos bajando la intensidad de nuestros movimientos, hasta quedar agotados jadeando uno al lado del otro, entonces yo me empecé a mover y le dije, quieres más, no por hoy no, mañana te sacaré el jugo antes de irme al trabajo ya verás.

Nos dimos más besos, ella se fue a lavar y cuando volvió al dormitorio se acercó me besó con pasión y me dijo, mi amor puedes hacer lo que quieras con Sonia culéatela por donde quieras y como quieras, pero debes contármelo todo no me ocultaras nada, de acuerdo, quiero saber hasta dónde llegarás con ella, te amo. Yo también te amo, vamos a ver que pasa.

Un beso que duermas bien, tu también me respondió.

Yo quedé pensando lo que continuaría con Sonia y luego con Verónica y me quedé dormido como un angelito hasta el día siguiente que me desperté por que Verónica me estaba tomando el pico.

Bueno el resto será para otra ocasión.

Continúa la serie << Con otra criada I

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