Capítulo 4

Pisa el acelerador IV

Cómo de costumbre estaba sólo en el bar (el dueño solía estar en la cocina viendo sus culebrones en un pequeño televisor y en la del local ponía vídeos musicales como le reclamaban los chavales que formaban el grueso de su clientela).

Eran las 15 y durante un par de horas no vino nadie (nadie interesante para mí claro). X (mi adorado deportista) tiene vacaciones en el gym y se pasa todo el día en la playa o jugando al futbol para quemar toda esa energía que tiene (la energía que hizo que me corriera de gusto, cuando sin darse cuenta me hizo una paja con su zapa).

K por su parte, támpoco apareció, le debia quedar dinero de los 15 euros que me habia sacado el dia anterior y como le habia comprado dos cajetillas de tabaco también estaría en la playa o por ahí.

Vinieron un par de chavales y me coloque cerca para ver si me pisaban, pero no lo logré. Había uno comentando que se queria comprar unos playeros que los que llevaba estaban muy gastados.

Me fije y eran unas zapas anchas con una lengueta muy gruesa que levantaba los cordones como la joroba de un camello, en su dia debieron ser claras casi blancas pero ahora eran grises rozadas y decoloridas, llevaban según moda actual de la chavalada, dos pares de cordones anchos, unos grises, primitivamente blancos y unos negros pasados por los mismos ojales.

Eran muy anchas y desatadas el tipo de zapa de raperos que a mi me gusta y me recordaban a las de X el día que sin darse cuenta fue el primer hombre (y hasta hoy el único ) que me hizo correrme. Por entrar en conversación le pregunté que zapas quería comprarse.

Me dijo que unas Etnies (marca muy de moda y también muy cara, 105 euros). Le dije cuanto tenía ahorrado y me dijo que le faltaban 25 euros. Yo le dije si quieres te compro esas por lo que te falta y así puedes estrenarlas hoy mismo y él me preguntó para que un las iba a querer, un ricachón como yo, tan viejas y gastadas que estaban.

Yo le dije que por eso me iban a ser útiles, que todos los dias me ponía botas y que las deportivas que tenia eran todas nuevas y rígidas y me gustaba al llegar a casa ponerme un calzado cómodo, pero no unas zapatillas de casa.

Me molestaban las pantuflas, porque si bajaba un segundo a cualquier lado me tenía que volver a calzar, odio la gente que baja en zapatillas o bata y las dos cosas más.

En realidad era una mentira a medias, últimamente al llegar a casa me calzaba la zapa izda. y me dedicaba a pisarme intensamente mientras me masturbaba y recordaba lo que había sentido cuando me pisaba K. Mi explicación le convenció me dijo que sus zapas eran muy cómodas y las podría usar en casa y también si bajaba al bar.

Le dije que fuese a casa a ponerse otro calzado y me las trajera en una bolsa, yo le daria los 25 acordados y él podría ir de compras. Salió y volvió como un relámpago.

Cambié dinero por bolsa y yo me marché para casa. Las zapas estaban calientes debido a su reciente y prolongado uso y la bolsa que las contenia exhalaba un aroma embriagador.

Era un perfume excitante , joven, fuerte y viril, desde que habia cogido la bolsa estaba super empalmado pensando en lo prácticas que iban a ser esas zapas en mis masturbaciones.

Sólo olerlas me ponía a mil y el ascensor tardaba horrores en subir a mi ático. Me desnudé completamente y me puse a olerlas como un desesperado, las besaba y pasaba mi lengua por su puntera, sus cordones, su lengueta y su plantilla. La lengua se me dormía con tanto roce.

Empecé a lamer sus suelas, era un sabor asqueroso de polvo y suciedad pero tan excitante que no me importaba, iba a pajearme inmediatamente pero acordándome de X, pensé en algo más laborioso, pero que me proporcionaría mucho gozo.

Tengo un buen taller en casa , pués es inmensa y me gusta el bricolaje. Con unos trozos de madera pegados y sujetados con tirafondos hice una pierna de madera que introduje en la zapa derecha.

Quedaba cómo una prótesis calzada, ligera y fácil de manejar, la pierna era corta y cómoda de coger con una mano.

Me senté a una mesa con un cubata y una baraja, para reconstruir más fielmente el escenario de los hechos.

Me vestí como el dia en que X me hizo ver la gloria y maneje la pierna para que la zapa me rozara las piernas y me pisara las botas. Me fuí excitando cada vez más y la subí a mi entrepierna casí sin rozar. Verla allí descansar, ancha, poderosa me hizo rozar el cielo.

Empecé a moverla repitiendo los movimientos de vaivén y los de pisar el acelerador que dan título a esta serie de vivencias. Poco a poco sentía algo muy similar a lo que me hizo sentir X, rara vez una fantasía es como la realidad, pero a cambio también es extraño que la realidad alcance a la imaginación.

Logré una paja gloriosa, sin duda la primera de muchas y luego me puse con ropa cómoda y me calcé las zapas.

Eran muy cómodas y noté un calorcillo en la entrepierna mi polla se puso morcillona como paso previo a una erección.

Sí esas zapas me iban a ser muy útiles. Eran las 20 h.y me apetecía tomar unos cubatas, no suelo beber en mi casa, me gusta que me sirvan.

Me arreglé y salí. Entré en el bar y había un poco de ambientillo, K jugaba a las cartas con otro chico en una mesa, me fijé que estaban apostando pués encima tenían unos 4 euros en monedas de 50 centimos.

En la barra, estaban tres chicos, uno de ellos al que le compre las zapas, ya calzado con unas Etnies del paquete, que eran la admiración de todos los chavales. Él me saludó contento por el intercambio que habíamos hecho, miró para mis botas y dijo no las llevas. Le dije que me las puse en casa y que eran muy cómodas.

Pero para salir prefería las botas. Le alabé el gusto por sus zapas y le dije que eran las más chulas del bar. Todo esto lo dije en voz alta para que lo oyera K.

Sin duda lo había oído pero estaba muy ocupado, la partida de cartas seguía y no iba nada bien para él. Perdió y se me acerco a la barra, me pisó y me dijo píllame una cerveza.

Se la pedí, llevaba las zapas con las que me había llenado de barro hace dos días, unas zapas viejas y anchas, muy sucias y gastadas, llenas de rozaduras y aún un poco rotas, aún así sólo por ser suyas y por pisarme me ponían a cien. Mi polla creció hasta acomodarse en el slip, rellenándolo.

El chico de la mesa le dijo que siguiera jugando que quería darle una paliza. K le dijo que esperara, se le notaba nervioso, movía su zapa continuamente produciéndome una vibración en la pierna que se transmitía a mi polla, descapullé y empecé a notar liquido preseminal en la punta.

K me dijo déjame pelas para que le pueda ganar a ese bocazas. Las pedía no las exigía y aunque estaba disfrutando mucho con sus movimientos a mí me gustaba que me exigiera, que me diera caña.

Además si le daba el dinero se iría a jugar y yo me perdería esa zapa incansable encima de mi bota.

Pensé en picarlo, le dije yo no te pago tus vicios y ayer ya te dí 15 euros. Me amenazó diciendo quieres que todos se enteren lo cerdita que eres, le contesté: todos podemos mancharnos con barro o pisar mierda en esta puta ciudad.

Había otra cosa que me calificaba de cerdita y yo no podría rebatir, pero tendría que descubrir que me había echado esgarros en el cubata y eso provocaría un enfrentamiento violento que no le interesaba.

Me dijo comprame estas zapas, le contesté que para que quería Eso (en tono despectivo, sabía que cuanto más lo incomodase más me haria pagar). Me dijo que acababa de comprar unas al de las Etnies (yo deseaba tener esas zapas más que nada.

Las zapas del chulito que me ponía a mil, el que me trataba en femenino, me puteaba y me hacia tragar sus lapos, las que me mancharon de barro, pero quería ser obligado a quedármelas no comprarlas y dejar que se fuera a jugar)

Le dije que ya pilaría otras para otra casa que tengo pero no serían las de un gitano. Lo noté ofendido y esperé su reacción.

Cambió de táctica y encendió un pitillo y empezó a ahumarme, sus caladas parecian más largas que nunca y yo tosí, le dije que no me ahumara y me aparté.

Al hacerlo noté que me pisaba y le dije no seas guarro me estas manchando la bota. Él se molestó perdía poder sobre mí, cuando me tenía controlado me hacía tragar su humo y resignado lo aguantaba pero ahora quería ponerle las cosas difíciles.

Conciliador me puso la mano en el hombro (cómo el dia que el hijo de puta me desequilibró para hacerme pisar mierda). Me dijo estas de mal humor, no follaste bién anoche.

Yo sonreí como si me apeteciera hablar de ello (a todos los hombres nos encanta). Le dije que lo había pasado genial pero que me dolía estar tan caliente que le habia ofrecido pagarle doble.

Añadí no por las pelas sino porque ahora siempre va a querer cobrar lo mismo y a mi a las putitas me gusta tenerlas controladas. Pagándoles poco para que siempre necesiten dinero y exigirles mis extras.

Él me preguntó a que extras me refería (me volvió a pisar, pero de forma suave casi imperceptible, siguió fumando y me echaba el humo a caladas cortas pero continuas, como accidentalmente al estar cerca para hablar de esos temas íntimos, notaba como iba ganando terreno, me pisó como acostumbraba, fuerte, sin disimulos, con confianza me volvía a echar el humo de la forma que antes le había recriminado) yo, por picarle, le dije que no eran cosas de críos. K era muy guapo y atlético pero no ligaba mucho por su falta de pelas.

Las chicas del barrio preferían los que tenían moto y dinero para invitarlas; no a un chulito que les gorroneaba tabaco. Por eso yo sabía que tenía poca experiencia sexual, y que llamarle crio le iba a ofender. Me puso cara de odio por cortarle de esa manera. Fui hacia la máquina y eché unos euros.

Por los espejos vi como se inclinaba sobre mi vaso, ese movimiento me era familiar y me dispuse a seguirle el juego. Volví a la barra y bebí un sorbo de cubata, mi cara cambió, sonreí y pegue otro trago, este más largo.

Eche un mínimo, pero audible suspiro y sonriendo le dije te tomas una cerveza. K dijo: sí, échale a la tragaperras, seguro que le sacas algo. Fui hacia ella mientras K sometía mi vaso a sus manejos pero volví pronto.

No quería que me lo llenase de babas. K me dijo que poco le echaste, así no vas a ganar. ¡Bah! quién quiere ganar a las máquinas (le dije mientras pegaba un gran sorbo a mi cubata y dejaba que mi rostro reflejara felicidad). Hoy he ganado en la bolsa y mucho.

Sí se interesó (mientras me pisaba y empezaba a ahumarme). Sí hoy he hecho un buen negocio (internamente pensaba en las zapas que había comprado). Aunque no podía quejarme de mis otros negocios, ganaba mucho dinero. K me puso la mano en el hombro amigablemente y me dijo cuéntame lo de la putita.

Le dije que estaba muy bien, que la llamaba de vez en cuando, pero que cuando tenia pelas no quería hacerme los extras.

No paraba de mover su zapa y me hacía bailar la pierna y con ella la polla y los huevos, seguía ahumándome intensivamente (seguramente sentía que había recuperado algo de control sobre mí)

Para confirmárselo tosí un poco y me froté los ojos, pero no le dije que parara de ahumarme. Vi que se sonreía y decidió probar su fuerza: Píllame otra cerveza y tabaco. Se los pedí sin ningún comentario.

Con la mano en el hombro su zapa sobre mi bota moviéndose rápidamente y ahumándome más que nunca me dijo cuéntame lo de los extras.

Pensé en avanzar en este peligroso camino que había iniciado, le contaría una historia esperando un resultado. K había respondido inmediatamente a la historia de los esgarros y yo quería que utilizase esta información para humillarme más. Le pregunté si le habían hecho una felación. ¡Ehhh! dijo. Que burro eres (dije para cabrearlo), es un francés, una mamada. ¡Ah! sí una vez, contestó.

¿Dónde te corriste? le interrogué (hablar de estos temas con el tio que formaba parte de mis pajas me estaba excitando mucho).

Él me dijo que se había salido antes de correrse, acabando sobre el suelo. Eso es de cerdos, a mí me gusta el francés natural, sin preservativo y corriéndome en la boca de la Cerdita (enfatizé) que me la chupa.

La sensación de poder, control, dominio que tienes sobre una Cerdita (otra vez insistía) es total si la obligas a tragarse tu leche. Mientrás me corro la cojo fuerTe del pelo y le digo tragate mi leche cerda, eres una puta cerda.

Luego le obligó a dejarme la polla bien limpia. Él me miraba como dándome la razón pero me dijo correrse así tiene que dar mucho gusto, pero eso sólo lo puedes hacer con una puta. Hay que hacerlo con una Cerdita (no paraba de recalcar) y así demuestras lo macho que eres.

Demuestras quién ha nacido para mandar y quién para obedecer. Seguimos un rato hablando de otras cosas y le pillé otra cerveza (cuando yo pido un cubata para mí no lo menciono, pero normalmente me dura menos de 20 minutos). K seguía pisándome y llenándome de humo. Pero no reaccionaba como yo deseaba.

Claro que ir al servicio, hacerse una paja y luego echármela en el cubata era muy superior a todo lo que me había hecho hasta ahora (pisarme, ahumarme, tratarme de cerdita y de criada, mancharme con barro, hacerme pisar mierda, sacarme cervezas tabaco y dinero, llenarme el cubata de esgarros) no era poco pero de ahí a hacerme tragar su semen había un abismo. Intenté picarlo, si lo conseguía y él iba al servicio, yo esperaría a que volviera y me iria a jugar a la tragaperras el tiempo que necesitase en echarme su leche en mi cubata.

Le dije cuanto quieres por esas zapas de gitano (le molestaba que le recordaran que no compraba ropa tan cara y tan a menudo como algunos de sus amigos), su madre se había vuelto a casar con un hombre muy tacaño y muy violento y K había venido con moratones y heridas de su padrastro en alguna ocasión.

Él no respondió a la provocación de llamarle gitano y me dijo lo mismo que al otro, que le pagaste las Etnies. Yo le dije: estas loco esas eran unas zapas nuevas y no las de un gitano que las tienes deshilachadas y rotas y la suela esta gastadísima (en realidad adoraba esas zapas, que tanto placer me proporcionaban, deseaba unirlas a mis rituales nocturnos y mi lengua deseaba lamer esas gastadas suelas).

Por otra parte si se compraba unas Etnies tan chulas las iba a disfrutar yo mucho más que él. Le había repetido lo de gitano buscando que quisiera vengarse de mí, haciéndome tragar su leche, como una cerdita. Le insistí diciendo que el otro chico ya tenia 80 euros y yo le había dado sólo 25 y que las suyas no valían ni 10.

Pero aún así no reaccionó cómo yo deseaba. Probé otra cosa le dije sabes lo que me gusta hacerle a las putitas con las que me acuesto.

Se interesó y le dije a veces si dudo de su salud e higiene uso preservativo pero luego cuando ya me he corrido me lo quito le dijo que baje a limpiarme la polla con su boca de Cerdita (mi insistencia no tenía fin) y aprovecho para esgarrar varias veces dentro de el condón. Incluso le echo alguna mocada, me tapo un agujero de la nariz y soplo fuete por el otro y repito la operación al revés consiguiendo 2 mocos asquerosos.

Cuando acaba de lamer mi polla hago que se beba la leche del condón y el postre de esgarros y mocos que le he echado a mayores, sin que se dé cuenta.

Y disfruto viendo a una cerdita tragar todo lo que a mí me haría vomitar (tenía que picarlo, que incomodarlo).

Pero claro eso son cosas que los señores hacemos a los que han nacido para servirnos, no están al alcance de un Gitano como Tú.

Tú eres de los que acaban bebiéndose las babas de otro, no eres inteligente y no sabes buscarte la vida. Había sido muy fuerte pero quería picarlo al máximo y así disfrutar de las perrerías que me haría.

Tal vez mocos o incluso semen. Intento disimular sonriendo y me pidió otra cerveza, se la pedí. Yo había acabado el cubata e hice como que me marchaba y me dijo tómate otro hombre. Lo pedí y le dí un trago. Dije que iba a probar la máquina, que era una gitana por que le gustaba mucho sacarme las pelas (era la última provocación, a K también le gustaba sacarme las pelas y así le recordaba que le había llamado gitano varias veces).

Por el espejo vi los movimientos de K alrededor de mi vaso, al principio debió soltar 3 o cuatro esgarros, notaba que no era salivita de los labios, inclinaba la cabeza hacía atrás buscando en el fondo de su garganta de fumador, debían ser auténticos esputos. Seguí echando más monedas.

Le vi dos movimientos más, creo que mi historia de hacer tragar mocos iba dando resultado (ya que la del semen no había cuajado). Yo no encontraría placer en tomar la saliva (y mucho menos grandes esgarros, expectoraciones, mocos y claro está semen) de nadie. Pero me proporcionaba mucho placer sentirme puteado, sometido a un niñato.

Toda mi vida he mandado sobre otras personas, a veces equipos de 30, y me había gustado la sensación de poder.

Ahora deseaba ser vejado y humillado por ese diecisieteañero tan chulo. Dejé la máquina y le dije hoy no es mi día.

Él sonrió, me pisó y empezó a ahumarme. Tosí y me frote los ojos (normalmente llevo gafas y es muy molesto frotármelos sin quitarlas). Aproveché este movimiento para fijarme en el cubata, pese al trago que le había dado estaba lleno.

Se apreciaba saliva abundante y gelatinosa pero había también como dos gusanos verdeamarillentos que eran los mocos que le había provocado a echarme. Me llevó un tiempo decidirme a beber, el aspecto era tan repugnante que dudaba poder tragarlo sin vomitar.

Dudé si fingir tirar el cubata, para evitar tragarlo pero quería ver esa sonrisa irónica de triunfo en los preciosos ojos de mi macarrilla particular. K nervioso porque tardaba en beber, movía su zapa frenéticamente, rozaba su pierna contra la mía y la hacia vibrar moviendo todo mi cuerpo en especial mi polla y mis huevos. Notaba un calorcito muy gustoso con cada roce y eso fue lo que me animó a beber.

Cogí el cubata ignorando el sabor y pensando en las masturbaciones que me iba a hacer recordando la victoria de K sobre mí.

Bebí el trago más largo que pude, concentrándome no sólo en no vomitar sino en no atragantarme y fingir lo que quería que fuera un efecto alucinante sobre mí. Levanté la cabeza y entrecerré los ojos, me mordí el labio inferior mientras soltaba un pequeño gemidito y un más sonoro suspiro, (el sabor era muy desagradable y el paso por la campanilla untuoso, lento y pesado): seguí con mi pequeña comedia.

Me pasé la lengua por la comisura de los labios como paladeando. Suspiré y bufé saliendo corriendo hacia el servicio. Me demoré en salir para dejar a K intrigado.

Cuando volví sonreía. El muy cabrón pensaba que me había hecho vomitar. Se me acercó me pasó la mano por el hombro, me pisó y me dijo (mientras su zapa no paraba de bailar sobre mi bota). ¿Te ha sentado algo mal?.

Negué, para nada. K estaba intrigado, yo no tenía pinta de estar mal y seguí bebiendo el cubata poniendo rictus de placer. Lo acabé, pedí otro y una cerveza para él. Le pedí me das un pitillo, por favor. Era exagerar ser tan amable.

La cajetilla la había pagado yo. K me lo dió mirándome asombrado (sabía que el tabaco me hacia daño, por eso no paraba de ahumarme, y que yo sólo fumaba en dos ocasiones: después de comer opíparamente y después de follar).

Para que notara mi buen humor le pedí otra cajetilla y le comenté que ya le quedaban pocos (más de la mitad) y quería que tuviera tabaco que a veces sienta muy bien un pitillito. Arrimándose más a mí y pasándome el brazo más por la espalda en un gesto de amistad y confianza (llegó a rozarme más con su pierna notaba su calor y la vibración de su incansable movimiento) me dijo: por qué saliste disparado. Sonreí en silencio con una mueca cómo si se tratase de un secreto.

Me abrazó aún más cerca y me dijo casi rozándome el oído con los labios. Vamos dímelo tú y yo compartimos muchas cosas (yo pensé que cabrón, por lo menos tu saliva y tus mocos). El roce de esos labios divinos (gruesos, bembones, sensuales, mucho más bonitos que los de muchas mujeres y para mí totalmente deseables me excitó, su proximidad y la presión y movimiento de su pierna me ponía a mil).

Me apretó un poco más con su brazo en un gesto de intimidad y me dijo: cuéntaselo a tu coleguita. Le dije que al beber el cubata había notado algo como nunca había sentido. No era el sabor maravilloso del otro día.

Ni siquiera el que me había puesto tan caliente como para ir a correrme en la boca de una Cerdita(no dejaba oportunidad de utilizar el mote favorito que K me adjudicaba. Había notado por encima del sabor maravilloso otro aún mejor un sabor recio, fuerte y embriagador y fuí lanzado a hacerme una paja, no me pude aguantar y me masturbé hasta córreme.

K se apartó y me miraba asombrado. Llenar mi vaso de esgarros me había puesto caliente pero añadirle abundantes esputos y mocos, me hacía salir disparado a pajearme en el servicio más próximo.

Disfrutaba con el resultado obtenido, pero le dolía no poder contarle a alguien sus hazañas. Hace un tiempo se enteró que dos personas me habían pinchado las ruedas del descapotable y yo había enviado cuatro matones a darles las gracias. Acabaron con las piernas rotas y me gané la fama de peligroso y vengativo era mejor no hacerme una putada o atenerse a las consecuencias.

Las ventajas de se rico. Si le contaba a algún amigo las humillaciones que me hacía pasar se podría ir de la lengua y yo le podría mandar a alguien a ajustarle las cuentas.

Quise ponerle en bandeja su insulto favorito, él pensaba que yo no sabía lo que había tragado pero si me insultaba a la cara y lo aguantaba sentiría otra vez su poder sobre mí. Le dije: oye no cuentes lo que hice, es un secreto de coleguitas. Sonrió y entró al trapo. Claro Cerdita (alargó la palabra mucho), no diré lo guarrita que eres, estás rodeada de hombres y vas corriendo a hacerte una paja.

Te pajeas donde otros nos lavamos las manos, eso es de una auténtica cerdita. Estaba totalmente feliz, me dijo: no me extrañaría que acabes bebiendo las babas, mocos y demás cosas que te hagan tragar.

Como una cerdita de primera(devolviéndome mi comentario de antes, pero disfrutando al saber que ya me lo había hecho hacer). Como una cerdita de primera, repitió.

Yo bajé la cabeza como suplicándole que parara que le podía oír alguien y para darle una victoria total, saqué la billetera y cogiendo uno de 5 euros le dije porque no le juegas a ese bocazas que te ganó antes. Tú eres mucho mejor que él.

Con una inmensa sonrisa de felicidad (por primera vez le daba dinero sin pedírmelo) impidió que cerrara la billetera y me cogió uno de 20. Sonriendo y de la forma más chula que se pueda imaginar me dijo: Cuando me des dinero no tienes que ser tacaña cerdi.

Piensa que las cerditas tienen que dar dinero a sus jefes. Callé y guardé la billetera. K triunfaba absolutamente sobre mí. Pero me había negado a comprar sus zapas calificándolas de gitano y no queriéndole dar ni 10 euros.

Me dijo: eres tan cerda que no te mereces unas zapas como las mías, pero como soy generoso mañana te las paso y tu vas a estar muy contento de comprármelas.

Verdad cerdi. Bueno te acabo de dar 25 euros, lo que pagué por las otras. No seas Putita(era la primera vez que me lo llamaba y sentí un escalofrió de gusto, deseé echarme a sus pies y besar sus zapas, volví a la realidad y seguí escuchando)tu me dabas 5 y yo te cogí 20. Mañana te las cambio por las zapas más caras que me apetezcan.

Me pasó el brazo por el cuello, fuertemente, dominando me hizo bajar la cabeza y posándome sus labios (Dios, que labios) en la oreja me dijo.

De acuerdo Cerdí (lo dijo en voz un poco más alta y frotándome la entrepierna, con la rodilla, como recuerdo a la reciente paja).

Noté un orgasmo, ese macarrilla que me trataba de putita y me chuleaba como mi dueño me iba a dar sus zapas y se iba a comprar unas alucinantes que me iban a pisar y trabajar a gusto.

Sus labios en mi oreja, su brazo manteniéndome sujeto y la rodilla frotándome la polla y los huevos fue demasiado.

Después de llevar horas empalmado me corrí.

No fue una corrida abundante apenas tres trallazos pero fue el segundo orgasmo que me producía un hombre (que hombre) y otra vez sin saber que me había hecho correr.

Cómo debido a la corrida no le contesté.

Me apretó aún más con el brazo hasta casi hacerme daño, su rodilla empujó fuerte en mi entrepierna (extendiendo mi leche por los huevos y el slip) y me dijo: De acuerdo Putita.

Yo le dije que me encantaría comprarle sus zapas que son muy chulas y que él a cambio escogiera las que le gustara.

Me soltó y me dijo: hasta mañana, no tardes, y se fue a la mesa a jugar a las cartas.

Fui disparado a casa me duché y pensé que pasaría mañana.

Continúa la serie