Capítulo 1

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Escuela de hogar feminista I

Todavía tenía la suerte de seguir casado. Ella era hermosísima, rubia, alta con el pelo recogido detrás, piernas largas e interminables, y un comportamiento muy femenino. La había conocido tiempo atrás, yo era un médico joven y en uno de mis viajes a congresos me hospedé en un hotel en dónde ella era camarera, se llamaba Marina. La boda fue relámpago y desde el comienzo ella se convirtió en mi sirvienta particular, es decir en Ama de casa.

Después de que ella descubriese una de mis infidelidades, se propuso acabar con lo nuestro, y yo le implore que no lo hiciera. Hasta tal punto lo vi irreversible que caí de rodillas a sus pies y le supliqué que no me dejase, puesto que yo estaba muy enamorado de ella.

Ella comenzó a hablar: «Creo que lo nuestro sólo tiene futuro si cambias de mentalidad. Leí en un revista que existen nuevos matrimonios basados en el ultrafeminismo, y después de cómo te has portado, creo que es la única solución. ¿Aceptas ser educado en el ultrafeminismo?

Yo arrodillado vacile un instante, pero desde esta posición la encontraba tan imponente que hubiera hecho cualquier cosa por ella, de tal manera que acepté.

«Bien quiero ver como me agradeces la oportunidad y la aprovechas, mañana iremos a la escuela»

La escuela estaba en un edificio a las afueras de la ciudad. Tenía aspecto colonial, y unos grandes jardines. En la entrada habían dos mujeres con ropa de montar y aspecto autoritario, nos hicieron pasar a una estancia en donde había un trono y una bella mujer que era la directora de la escuela, su nombre era Ama Patricia, comenzó a hablar:

«Bien creo que sois pareja y ambos libremente habéis aceptado un hogar ultrafeminista, pues os voy a describir las normas: Un hogar ultrafeminista es aquel en el que la mujer es la jefa, patrona, Ama… y el hombre es el empleado, vasallo, sumiso o como lo queráis llamar.

Tenemos experiencia de algunos años en la implantación de estos hogares y hemos salvado parejas en proceso de ruptura, como espero que os suceda, todo se basa en la confianza en vuestras Amas por parte de los hombres, y la aceptación de las siguientes normas»:

Las mujeres en general y la vuestra en particular son seres superiores, y debéis mostrar vuestra devoción y adoración, y por supuesto subyugación a vuestra mujer. Pensad que estáis en este mundo para servirlas.

Ella es quien dirige la familia y quien dispone del dinero y contribuye con los ingresos principales. Vuestra labor es el hogar y atenderla a ella, y en el caso de que trabajaras deberías desempeñar labores inferiores a las de ella.

Los hogares ultrafeministas no tienen hijos, pero en este caso, sería labor del hombre su cuidado. Además deberán servir a sus hijas desde temprana edad y los hijos deberán ser educados en el servicio a sus hermanas y a su madre.

Las mujeres tendrán tantas relaciones como gusten, tanto con hombres como con otras mujeres, con el conocimiento y consentimiento del marido.

Los maridos por el contrario serán educados en la castidad sexual y sólo tendrán relaciones con su mujer cuando ella lo autorice.

Así mismo la mujer tendrá derecho a poner un aparato de castidad en el hombre y asegurar la llave para perseverar la virginidad del hombre.

Serviréis a otras mujeres como amas, siempre tras la orden o autorización de vuestra mujer, que podrá alquilaros o subastaros por temporadas para el servicio de otras mujeres.

Dispondréis de vuestro cuerpo como le guste a vuestra mujer, lo vestiréis conforme a sus indicaciones y llevareis las señas de sumisión que ella decida:

Cinturones de castidad, collares de perro con el nombre de ella, muñequeras, ropas íntimas suyas etc. Incluso algunos maridos llevan el nombre de su mujer al rojo vivo en su piel, esto ayuda a recordar a quien pertenecen.

En privado la posición de referencia delante de vuestra mujer será de rodillas mirando al suelo o sus pies, ante su indicación deberéis lamer sus zaparos o sus pies.

Serviréis a otras mujeres del mismo modo ante la indicación de vuestra mujer. Del mismo modo deberéis servirla en público si ella así lo manifiesta, sin que os podáis negar.

No hablar si ella no pregunta. Para hablar hacerlo mirando a sus pies, respondiendo siempre la palabra «Ama».

Pedir permiso a la mujer para todo: Permiso ara comer, para beber, para ir al servicio, para abandonar la habitación etc. Ante su negativa, abstenerse de realizarlo.

La mujer impondrá el régimen de castigos a su marido, según su voluntad, sin que el pueda resistirse, con un límite: la integridad física y la vida humana (no nos gusta el maltrato animal). Así mismo lo maltratará verbalmente en público o privado.

«Estos son los 10 mandamientos del hogar feminista, si estáis de acuerdo firmar el contrato, y adentraros en la escuela, en donde os ayudaremos a desarrollarlos».

«Señora disculpe, pero aquí no hay sitio para firmar»

«Esclavo estúpido, todos son iguales de inútiles, por eso para lo único que sirven es para estar a nuestro servicio, no entienden ni 10 sencillas normas. Mira estúpido acabas de violar la norma 8, por lo que tu mujer te deberá castigar.

Por tu bien espero que aprendas rápido a ser un esclavo sumisito a los pies de tu mujer, porque bastante suerte tienes de que no te haya dejado. Si no puedes ser su marido por lo menos podrás ser su esclavo»

«Solo ella debe firmar según dispone el punto 2, tu esclavo sólo debes adoptar la posición del punto 7 ¿has comprendido?»

«Si Ama», respondí, y me puse de rodillas ante esas dos bellas mujeres. Me sentía humillado, pero con una gran curiosidad por este giro inesperado que daba mi vida.

Para mi sorpresa mi mujer, mi inocente mujer, que tanto respeto me había tenido hasta ahora dijo:

«Bien mi esclavito, quiero ver como nos agradeces la oportunidad que te he dado y nos lames los pies»

Desde aquel momento mi matrimonio empezaba a cambiar, pensaba, mientras saboreaba los pies de aquellas mujeres…

Continuará…

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