Hola!

Soy Diana, madre y esposa.

Lo de esposa es puro formalismo, una etiqueta que debo mostrar, para no perder la aprobación de una sociedad hipócrita. Especialmente mantener un hogar que, en ocasiones, más parece un infierno que un refugio.

¿Y lo de madre? Eso es algo que la naturaleza me impuso, pero nunca sospeche que la maternidad fuera un karma y no una satisfacción.

Tengo esposo, alcohólico y putero, nos da muy buena vida en lo material, en lo demás es un completo incapaz.

¿Y mis hijos? Una hija más preocupada por su carrera de modelo juvenil, que de ser hija funcional en un hogar que la apoya. Y mi hijo, mi bebé hasta que llegó a la adolescencia, a partir de esos momentos, un completo desconocido para mí, pero cómplice descarado de las andanzas del papá. Hoy tiene veinte años y un trato de mierda hacia mí.

Por momentos me agobia la soledad, vivo inmersa en un trabajo de docente de gastronomía, que me da muy buenas bases económicas para no depender totalmente de mi nefasta pareja.

Me tomo el atrevimiento de describirme físicamente: Tengo 41 años, mido 1.68 cms, fui bastante tetona hasta los 34 años, mis tetas enormes llamaban demasiado la atención masculina, algo que por momentos me molestaba, pero un quiste benigno en mi teta izquierda me obligó a practicarme una cirugía de reducción de busto, y el resultado? ME ENCANTÓ! Adiós miradas lascivas, dolores de espalda y ropa ancha para tratar de disimular el enorme par de melones. Hoy ostento un par de tetas medianas y firmes, similares a cuando tenía edad juvenil y que son el delirio de muchos .

Buscando escapar de mi caótica realidad, me inscribí en un gym, donde practico pilates, natación y yoga, Y aunque mi instructor es guapísimo, no me atrevo a hacerle caso a sus persistentes insinuaciones sexuales. No quiero ser parte de la colección de conquistas de nadie.

El esfuerzo en el gimnasio se nota, tremendas piernas, cintura estrecha y un culo que detiene el tráfico, lo digo sin modestia alguna.

Esos momentos son mi masaje a mi herido ego.

Antes de lo que les quiero relatar, llevaba más de 19 meses sin contacto sexual alguno, salvo por mis noches en las que me consuelo con un juguete, que guardo bajo llave, para evitar que me lo descubran, por lo demás, cero vergas en mi vida.

Las discusiones con mi hijo son el pan de cada día, y ya no lo veo como mi hijo, sino como un reyezuelo al que hay que complacer en sus caprichos de niño malcriado. Sinceramente pensaba, hasta anoche, que yéndome, se les acababa el martirio de tener una madre que lo único que reclamaba es atención y cariño.

Mi esposo se ausenta hasta por una semana, tiempo en los cuales sé lo que hace pero no con quien lo hace, y yo ya me habitué a ese ritmo, sé a lo que se dedica en sus ratos libres, y eso me despierta un profundo asco por el hombre del cual me enamoré perdidamente siendo una niña. Al principio llegaba con su aliento a licor y con olor a perfume femenino barato, buscando sexo conmigo, pero el saber que se ha revolcado con alguna prostituta me repugna. Y mucho!

Ayer llegó mi hijo, culpándome injustamente de ser yo la causante del desenfreno de su papá. Lloré y me encerré en mi habitación, creyendo que esta familia no se merece tan mala figura materna.

Luego de la tormenta viene la calma, y tomé la necesaria decisión, ya no había vuelta atrás, no puedo ser el tropiezo para que esta familia sea feliz.

Mi hija dormía profundamente, así que me dirigí a la alcoba de mi hijo, el odio en la mirada de ese muchachito me sirve como aliciente para seguir adelante en esa determinación.

-¿Qué quieres?- me dijo, sin un asomo de ternura.

-Tomé la decisión de irme de la casa, tus acusaciones son sin fundamento, de ahí el motivo de mi resolución-

-Ahora te vas a hacer la víctima!- Por momentos me parece estar escuchando al canalla que tiene por papá!

-Es lo mejor para todos-

-Siempre has sido una mujer egoísta!-

Eso me dolió hasta lo más profundo de mi alma, lo he entregado todo, para ahora recibir un reproche de ese calibre. Vi que no había motivo para seguir la discusión, temprano en la mañana y luego de mi jornada laboral, haré mis maletas y me iré…

Me dormí en medio de mis lágrimas, me desperté cuando escuché los toquidos en mi puerta, mi hijo me habla en un tono un poco más mesurado y me pide hablar, pero veo que ya no vale la pena, así que ignoré su llamado y me dormí nuevamente.


Ese sábado, la vida me pesaba un montón, este turno es de lo más pesado de la semana, y a pesar que no son sino tres horas, para mí es un siglo, solo espero que termine pronto, tengo muy buenos ahorros, así que no será problema irme, renunciando incluso a mi trabajo, lo más doloroso del proceso.

Justo en el instante en que me dispongo a salir, me llama mi jefe y me avisa que hoy no hay trabajo, por un tema de escape de gas de una caldera, lo cual es bastante peligroso. Suspiré aliviada, al parecer va a sr muy fácil emprender una nueva vida desde más temprano.

Absorta en mis preparativos, no veo cuando mi hijo llega por detrás y me ofrece una taza de café oscuro ¡Vaya milagro!

Reconozco que me siento incómoda, estamos en pleno verano y yo duermo con una blusita corta, de tirantes sin mangas y un short holgado, no uso sujetador y apenas una tanga pequeña cubre mi parte inferior, siento la mirada de mi hijo, y le pido que salga mientras me visto con algo menos llamativo.

A pesar que me gusta el detalle del café, no logro borrar el dolor de la noche anterior, fue muy cruel conmigo.

Se niega a irse, por el contrario, me llena de halagos, pondera mis piernas y mi trasero, la incomodidad aumenta ¿en qué momento me ve «hermosa», si apenas anoche, yo era la peor madre del mundo?

Nada hará cambiar mi decisión, ni siquiera los piropos de un muchachito desenfocado. Así sea mi propio hijo!

Ve que estoy resuelta a cumplir con mi cometido, y en un arranque extraño, me dice:

-¡por favor, no te vayas!-

Quedé de una sola pieza, no creí escuchar algo así, y menos del muchacho que me mira con cara de puño.

Luego de pensarlo, detengo mi partida, una charla tensa con mi hijo, me hace ver desde otra perspectiva mi rol en esta familia.

Nos despedimos cordialmente, sin ninguna muestra de cariño de parte de los dos, me voy a mi entrenamiento de natación, pero ¡Oh sorpresa!

Estoy muy húmeda, me palpita la vagina, siento mis mejillas encendidas en rubor y expulso un líquido transparente claro, estoy ovulando, y estoy cachondísima, creo que por fin, hoy mi entrenador va a recibir su recompensa.

Llego al gym y él no vino, a cambio me va a entrenar una señora bastante mayor, a pesar de ser muy profesional, quedé con la desazón.

Mi día transcurre normal, un toqueteo en el baño del gym bastó para tener un delicioso orgasmo, pero mi vagina pedía algo más sólido, más penetrante, en todo el sentido de la palabra.

Esta noche iba a usar el dildo que tengo, hasta que se me durmieran las manos.

En la noche, cuando ya todos dormían, mi hijo me escribe y me pide que suba a su cuarto, no contaba con eso, sin embargo voy de muy mala gana, vamos a ver qué tiene para decirme.

No estaba de ánimos para hablar con él, quería masturbarme rabiosamente, mi vagina me lo pedía a gritos.

Solo espero que sea breve, esperaba encontrar al mismo huraño de siempre con sus malas actitudes, pero por el contrario, me recibe con un abrazo y beso en la mejilla… ¡¿Qué?!

Además me brinda una copa de whisky, no salgo de mi asombro!

Luego de una charla cordial, y de beber unas tres copas, me desinhibo, y le empiezo a contar de mis cosas, siempre supe que ellos, mis hijos, tienen una muy mala imagen mía, fabricada por su deplorable papá.

Es otro muchacho, distinto, más comprensivo, más cariñoso incluso.

Está semi-desnudo, el calor es bastante a estas horas de la noche, y ve en un proyector, una película cuyo título recuerdo con toda claridad, Love (Amor)

Aunque tiene subtítulos, la película parece de lo más normal, hasta que aparecen en escena unas imágenes bastante explícitas de sexo grupal.

-Mira, se desordenaron tus protagonistas!- le dije en broma.

-¿Te gusta lo que ves?- Dijo con evidente nerviosismo en su voz.

-Quita eso, por favor!-

-¿No te gusta?- Insistió.

-¿Cuando has sabido que una madre y su hijo ven películas xxx en compañía?- le dije verdaderamente molesta.

Por toda respuesta recibí una carcajada y un toque en la mejilla- No te molestes, no eres una niña-

Si tan solo supiera en las afugias íntimas en las que ando.

Me levanté dispuesta a irme, las escenas que vi terminaron por prenderme aún más de lo que estaba, y en mi alcoba, un juguete esperaba por mí

Por favor, síganme en el desenlace. Gracias!