Capítulo 1
«Si pierdes, nos besamos».
Y perdí…
Pero antes, me presento: soy Miguel, peruano de 34 años, gordito y me considero bisexual. Creo que siempre lo fui, por más que he llevado -y llevo- vida hetero. Siempre lo fui porque recuerdo que desde que empezó mi despertar sexual tuve fantasías con hombres.
Siempre me consideré fetichista de pies también. Femeninos, eso sí, pero también morboseaba con lo que sentían las chicas con las que compartía mi fetiche; es decir, fantaseaba con que un hombre chupe mis pies y masturbarlo con ellos.
En fin, al grano. Buena parte de mi vida viví con uno de mis primos, que tenía casi la misma edad que yo, y con el que compartíamos videojuegos, salidas, partidos de fútbol y demás. Lo llamaremos Alberto. Hace unos 15 años ambos estábamos en pleno despertar sexual, así que a veces ambos nos veíamos la verga erecta sin decirnos nada.
En una de esas ocasiones, estábamos viendo televisión, no recuerdo qué exactamente, pero nació la famosa apuesta:
«Si pierdes nos besamos»
Me agarró frío, pero sabía que iba a ganar (¿o tal vez no?) y con seguridad respondí que era un hecho. Pero perdí. Como vivíamos con parte de la familia, me dijo que debía de pagar mi apuesta en una habitación aledaña. «Vamos», me dijo.
Sin decir nada, fui detrás de él. Entramos, cerró la puerta, me arrinconó en la pared y me dio uno de los besos más morbosos que he recibido. Al principio me rehusaba un poco, pero luego me dejé llevar, abrí mi boca y nuestras lenguas se buscaban con locura. Y mientras nos besábamos, empezó a tocarme el culo por encima del pantalón y, luego, metió la mano. Qué placer empezaba a sentir.
Lamentablemente, tuvimos que dejarlo ahí ya que alguien se acercaba. Desde ese momento, empezó un juego de seducción que me derretía.
Mientras comíamos, por ejemplo, estábamos uno al frente del otro y tocábamos nuestros pies bajo la mesa. Él aprovechaba, me tocaba el pie y me lo subía a su verga. Ahí empezó mi fetichismo de pies invertido, o sea el gusto por el que los hombres morboseen con mis pies. Ya contaré más adelante otras historias relacionadas.
Volviendo a mi primo, como les contaba, empezaron unos juegos muy calientes. A veces pasaba detrás mío y me rozaba con su paquete; otras veces nos cruzábamos por la casa, cerca de alguien, y me daba un beso rápido para que nadie se dé cuenta.
Y desde ese momento, esos juegos fueron incrementando su nivel, lo cual les contaré en los siguientes relatos. Por ahora, solo puedo decirles que esta «primera vez» despertó mi lado homosexual más que nunca y empecé a tener una serie de experiencias no solo con hombres, sino también con mujeres con las que experimenté rimjob o pegging. Historias que les contaré más adelante. Por ahora, sigamos con mi lado homosexual.
¡Los veo en la continuación! Gracias por leerme y si quieren contactarme, pueden escribirme a miguelfeet@gmail.com