Un viernes en la noche invitamos a una pareja amiga, Lucía y Diego, a celebrar el cumpleaños del esposo, a Tardear Caleño, un sitio que nos gusta frecuentar. Al llegar al sitio, nos recibe un mesero literalmente gigante, debía medir más de 2 metros de altura, corpulento; solo pude pensar en lo proporcional que debía ser su miembro respecto a su cuerpo. Dimos nuestro nombre, y nos llevaron a una mesa justo al frente del escenario. Minutos después llegaron nuestros amigos. Pedimos la carta, para hacer el pedido de nuestra cena. Se presentó la mesera que nos atendería en la noche; una muchacha bonita, de cabello lacio, negro, buen cuerpo, que llamó la atención de mi marido. Nos trajeron los chicharrones que usualmente dan de cortesía; luego previo a los platos principales nos sirvieron las tasas de consomé.
El maestro de ceremonias, mientras anunciaba un show de baile, preguntaba a los asistentes quienes cumplían años. Levantamos la mano de nuestro amigo, mientras en otras mesas se presentaban los cumpleañeros. Mientras cenábamos transcurrió el show de salsa, para luego el Dj colocar música para continuar bailando. Mientras íbamos apurando la jarra de sangría que habíamos pedido. Raúl y yo nunca hemos sido de bailar, por lo que seguíamos en la mesa, mientras nuestros invitados si salían a mover el esqueleto.
Un segundo show, con una de las bandas del sitio, empezó una vez se abrió el telón del escenario. Tocaban música de Pandora, Maná, Los Ángeles Azules, etc, que ponían a todo el mundo a cantar. Una buena banda de 3 músicos y 3 vocalistas. Raúl no dejaba de mirar a una de ellas. Una flaca hermosa, con botas blancas de cuero hasta la rodilla, unos shorcitos blancos con una correa ancha y una blusa blanca bajo la cual se notaban una buenas tetas. El guitarrista, con un abrigo, tipo siglo XIX, nos embrujaba con su toque.
Del escenario empezó a salir humo de unas máquinas, que pronto fue llenando el salón mientras las parejas seguían bailando en la pista, y los comensales disfrutaban sus platos y sus tragos en las mesas. Con el humo parecía que se subía la temperatura en el ambiente, la gente bailaba más desenvuelta, se apretaba más, sudaba más. Aun estando sentada, yo misma me sentía más caliente. El humo olía a algo, que no podía identificar; no era marihuana, pero era algo que alguna vez había olido; era a un perfume de feromonas que alguna vez había comprado para una noche con Raúl.
De un momento a otro los meseros, ya no portaban la camisa, sino sólo un corbatín negro, dejando apreciar sus pechos desnudos. Así mismo, para deleite de los hombres, las meseras bamboleaban sus tetas al aire. Raúl no dejaba de mirar las de la muchacha que nos atendía.
Las parejas ya bailaban lujuriosamente en medio de la pista; no necesitaban del reggaeton para frotarse el uno con el otro. Otros ya se besaban mientras apretaban sus cuerpos y se acariciaban con lascivia. Estaba sorprendida como el ambiente se estaba calentando tan rápidamente; pronto sentí una mano de mi marido hurgando en mi falda por debajo de la mesa. Separando mis piernas sus dedos acariciaban mi vulva que ya tenía completamente mojadas mis bragas. Tomaba de la copa de sangría tratando de disimular la arrechera que sentía. Haciendo a un lado el calzón, los dedos de Raúl ya me penetraban, mientras él respiraba fuertemente. Todo se desmadroso cuando las dos cantantes al mismo tiempo se quitaron las blusas y desabrochando sus sostenes los tiraron a los que bailaban en la pista; mientras cantaban sus tetas brincaban con libertad, a la par que las mujeres abajo se quitaban sus brasieres y los lanzaban al aire, liberando sus tetas. Nuestra amiga, animándome, se lo quito y lo tiro al aire, a lo que yo la seguí. Pronto nuestros esposos, estaban pegados de nuestras tetas chupándolas a más no poder. La escena se repetía a todo lo largo del salón. Había todo un universo de tetas; tetonas, tetas fabulosas, tetas caídas, tetas medianas, téticas y hasta pechos completamente planos. En la mesa de al lado un papá le chupaba las tetas a la hija; mientras el hijo saboreaba las de la mamá. En la mesa de atrás, una mujer acostada ya sobre la mesa, tenía a dos personas chupando de sus tetas. Raúl me empezó a morder y estirar mis pezones sabiendo lo mucho que eso me excitaba. Parecía no haber una teta sin chupar, porque aún las cantantes se magreaban entre ellas chupándose las tetas mientras se turnaban para cantar. Con los dedos en mi coño, follándome con firmeza y mordiendo mi pezón derecho, estaba por tener mi primer orgasmo; cuando siento que Diego, halándome hacia él se prende de mi teta izquierda, haciéndole señas a Raúl que cogiera a Lucía. Mi marido, sin hacerse rogar, me suelta y se abalanza sobre las tetas de Lucía, metiendo su mano ahora bajo su falda y ante los gemidos de ella, supuse que la había penetrado con sus dedos.
El guitarrista estaba en un solo con su instrumento, y la flaca se le acerca y bajándole los pantalones libera su polla de los boxers, atrapándola para darle una buena mamada sin que éste dejara de rasguear su guitarra. Esto encendió más el ambiente, y pantalones cayeron liberando vergas de todos los tamaños que eran engullidas por las acompañantes femeninas. Nuestros vecinos a la derecha, tenían empotradas a la mamá y a la hija, que aullaban con cada embestida del papa y del hijo. Atrás, una abuela en cuatro patas sobre el piso estaba siendo enculada por el nieto. Mi amiga masturbaba con vehemencia la polla de mi marido, mientras este le metía su lengua hasta lo profundo de la garganta. Diego seguía dedeándome mientras chupaba mis tetas, cuando vi pasar al Goliat mesero, que desnudo ya, repartía tragos a las mesas. Al pasar a mi lado, le eché mano a esa majestuosa tranca, y la engullí presurosa, para constatar con mis manos el fabuloso tamaño de su polla y de los tremendos testículos que le colgaban. Lamí su delicioso glande, y recorrí con mi lengua ese tranco que tenía sus venas brotadas. Los mordiscos en mis pezones por Diego me arrechaban aún más; mientras que con su mano me tenía insertado su dedo gordo en mi coño y dos dedos en mi culo, lo que me enloquecía con una oleada de placer. El mesero me cogió de la cabeza y empezó a empujar su polla en mi boca, que poco a poco ganaba terreno en mi garganta; y así suavemente me follo la boca con suavidad y firmeza al mismo tiempo; hasta que rápidamente un chorro de semen me inundo, botando gran parte sobre mis tetas y el rostro de Diego, que sin escrúpulos, lo lamió dejándome limpia. El mesero siguió su camino mientras me relamía los labios. Lucía ya se había sentado sobre la polla de Raúl, y lo cabalgaba apoyada sobre la mesa. Me paro y me recuesto sobre la mesa para besar a Lucía, mientras su marido levantándome la falda, me inserta su polla en mi mojado coño, y con ritmo, me va penetrando arrebatándome gemidos de placer.
Por todos lados, hay parejas en el piso, en las mesas, follándose, mamando, dobles penetraciones, gemidos y gritos por doquier. Madres con hijos, abuelos con nietas, esposas con meseros, viejas con jovencitos, hasta cocineros con desconocidas, tenían sexo desenfrenado en cada rincón del salón.
Diego soltando un gemido gutural me llena con su leche y cae sentado exhausto, mientras mi coño chorrea su semen por mis piernas. El guitarrista sentado sobre el borde de la tarima, con su polla erecta, invitó por el micrófono a que una hembra se lo comiera. Al estar en todo el frente, me abalancé sobre él y encaramándome me inserté su polla en mi lubricada vulva que lo recibió fácilmente. Lo empecé a cabalgar clavándomelo completamente mientras me chupaba las tetas. Quien tocaba las congas, arrodillándose frente a mí, me ofreció su verga que empecé a mamar con juicio. A lo lejos alcancé a ver a Raúl follando con nuestra mesera. Pronto sentí que me metían un dedo en mi ano; por estar enfocada mamando no pude ver quién era, pero sentí una polla que me atravesó el culo arrancándome un grito de dolor. Casi le muerdo la polla al de las congas del brinco que pegue. Con el ano completamente dilatado al tamaño de la polla invasora, seguí cabalgando sobre la polla del guitarrista que seguía dura, a la vez que me follaban la boca. Pronto tenía mi boca llena de semen, al igual que mi culo. No fue que me soltaran, y ya tenía dos pollas nuevas reemplazándolas. Alcancé a mamar 4 pollas más, y 5 me culearon mientras el guitarrista me follaba hasta llenar mi vagina con su leche. Mi culo me ardía, mis tetas y mi cara rebosaban de semen, pero me sentía pletórica, me sentía mujer a la vez que me sentía toda una puta.
Vi pasar a mi Goliat de nuevo, y cogiéndolo del brazo lo senté en el borde de la tarima; y masajeando su polla, me la inserté en mi culo que con lo lubricado con tanto semen entró completamente hasta que pude sentir su pelvis chocando con mi ano. Mientras él apretaba mis tetas, empecé a subir y bajar sobre esa tranca que mi intestino acogía con placer. Diego se acercó de frente, y levantándome las piernas, me insertó su polla en el coño. Goliat me cogía de las nalgas para subirme y bajarme, para tener una doble penetración que me arrancaba oleadas de placer. Raúl ahora se estaba culeando a Lucía en todo el frente mío, con su culo levantado y recostada sobre el piso.
Diego a su vez me follaba, y sentía su polla chocar con la de Goliat dentro mío. Vi como un hombre se acercaba con su polla tras de Diego, y sin intercambiar palabras, lo insertó mientras Diego soltaba un madrazo sin dejar de follarme. Era morboso ver como follaban al que me follaba. Raúl soltando a Lucía, vino a vengarse de su amigo, y aprovechando lo lubricado que estaba, penetró al que follaba a Diego. Que locura, y para rematar un negro con una tremenda polla se acercó detrás de mi marido y lo insertó; y así había un trencito de 4 hombres folladores y follados, que no sé cómo hicieron, se sincronizaron perfectamente para penetrarse y penetrarme. Cada envión de Diego, era la potencia de 4 vergas. Me arrechaba ver en el tren a mi marido comiéndose a otro hombre a la vez que era enculado. Solo verlo me produjo una orgasmo que me hizo chorrear de placer. El negro follaba con violencia a Raúl, hasta que soltando un bufido supe que había llenado su culo de semen. El negro se retiró del culo de Raúl, para ser reemplazado por otra polla que lo follo mientras seguía culeando al de adelante. Muchos seguían con atención al trencito de culeadores, y con cada empujón, vitoreaban y gritaban chu, chu, chu!!! Tal cual el chu chu chu de Petro. Unos minutos después todos jadeaban, y en una reacción en cadena todos se vinieron en los culos que follaban. Diego, sacándome su polla del coño, se paró en la tarima y me follo la boca para acabar en ella. Me tragué golosa su delicioso semen; mientras Goliat me pidió que me desmontara de su verga que iba a acabar. Me arrodille en el piso, y él apuntando su polla, soltó tres descargas de semen en mi cabello canoso, en mi nuca y en mi rostro.
Regrese a la mesa, para encontrar a Diego acostado sobre la mesa, con las piernas abiertas y su mujer sumergida en su culo lamiendo y besando su dilatado ano; mientras al otro lado, mi marido le follaba la boca. Que morbo la bisexualidad de mi esposo. Cuando iba a acabar me llamó, y descargo su semen sobre el semen que ya tenía sobre mí. Con lo arrecho que estaba su polla seguía como un mástil; llamo a la mesera, y mientras la follaba la puso a lamerme y limpiarme la cara.
Lucía se había subido a la mesa y trepado sobre su esposo lo cabalgaba lujuriosamente. Podía ver como las pelotas de Diego se apretaban cada vez que bajaba Lucía sobre su cuerpo. Una anciana se sentó al lado de la mesa, a chupar y lamer esas pelotas, a la par que le metía un dedo a Diego en el culo. Se retiró para ser reemplazada por el hijo de los vecinos, que parándose sobre el asiento le clavó su polla en el ano a Lucía, que gemía de puro placer. Raúl seguía en el piso culeando a la mesera, Mariana, que se sostenía de las patas de la mesa para resistir cada empujón de mi marido. Sentada completamente patiabierta, me sobaba mi clítoris completamente arrecha mientras observaba tan descomunal orgia.
Un negro casi tan grande como mi Goliat, paso y me cargo sobre sus hombros tal cual bulto de papas, y me llevo al fondo, sobre la única mesa que estaba desocupada, y depositándome sobre ella, levantó mis piernas sobre sus hombros, y me empezó a bombear con una prominente verga que me llenaba toda. Con sus manos grandotas apretaba mis tetas, mientras se turnaba chupando mis pezones. Que delicia. En mi sensible y adolorido coño sentía cada centímetro que entraba y salía de su portentosa polla. Que arrechera ser poseída por ese desconocido que me follaba con experticia. Pronto la mesa estuvo rodeada de otros 4 o 5 varones que se masturbaban mientras mi negro me perforaba. Me echaban mano de mis tetas, pellizcando mis pezones, a la vez que con cada mano masturbaba una polla que me permitieron coger. Una pelirroja, se acercó y me besó, cubriendo mi rostro con besos, para luego buscar mi lengua con la suya para fundirnos en un beso lujurioso. Me ofreció una de sus tetas, que chupe incansable. Mi negro mugía de placer, y sacando su polla descargo su semen sobre mi vientre, a la par que otra verga también roció mi vientre con su leche.
La polla en mi mano derecha se liberó, y en segundos sentí como abrían mis piernas para penetrarme de nuevo. Con mi cabeza hacia atrás, otra verga follaba mi boca, mientras masturbaba otras dos trancas. La pelirroja chupaba mis tetas, sobándolas con lujuria. Esta vez mi amante bandido, descargo su chorro de semen en mi vagina, que sentí calentarse con tan preciado fluido. La polla en mi boca taladraba mi garganta mientras no dejaba de pajear las erectas vergas en mis manos. Sentí como de nuevo una polla me penetró, entró dos veces y la saco; levantando más mis piernas, y lubricada por el semen que brotaba de mi coño, ese pollón perforó mi ano. Sentí como mi esfínter se estiraba para acoger esa tranca que entraba hasta el fondo, hasta sentir sus testículos golpeando mis nalgas. Que placer. Me preguntaba si Raúl me estaría buscando. Mi cuerpo empezó a temblar con oleadas de placer, y simultáneamente, todas las pollas empezaron a soltar sus chorros en mí. Mi boca se llenó de leche, que trague la más que pude; mi intestino se inundó de semen mientras ambas manos chorreaban de las descargas de sus respectivas pollas.
Liberada de las pollas, la que chupaba mis tetas, se encaramó sobre mí para hacer un perfecto 69. Me ofreció un coño peludo, que empecé a lamer con diligencia, mientras ella a la vez hurgaba con su lengua ambos orificios lamiendo y chupando el semen que brotaba de ellos. Lamiendo sus labios vaginales, una polla se me ofreció, y la reconocí de inmediato, la de Raúl, que chupe con ganas, para luego seguir lamiendo el coñito en medio de la maraña de pelos, mientras Raúl penetraba analmente a la mujer sobre mí. Me turnaba la lengua entre el coño y los testículos de mi marido. Ella gemía mientras saboreaba mi coñito con delicadeza. Gemidos y jadeos se escuchaban por doquier alrededor.
Sentí un glande acomodándose en la entrada de mi ano; que empujando entro con facilidad. Me follo con rapidez, y con la misma rapidez en menos de un minuto soltó su esperma en mi interior. Otras tres pollas me fueron culeando, mientras mi clítoris era atendido por la lengua de quien estaba sobre mí y que seguía siendo culeada por Raúl. Esté al sentir que iba a acabar me hizo abrir la boca para chorrear su semen en mi interior, que digerí gustosa.
Raúl se alejó al ver a su mesera preferida desocupada. Mientras yo quedé exhausta sobre la mesa, chorreando semen por todos mis orificios. Para donde mirara, solo veía gente fornicando sin cesar. En el escenario, ya siendo casi las dos de la mañana, el maestro de ceremonia cogía el micrófono para anunciar un concurso. Debian subir 5 mujeres, 1 entre 20 y 30 años, 1 entre 30 y 40, 1 entre 40 y 50, 1 entre 50 y 60, y mayores de 60. Debian presentar la cédula para corroborar la edad. Animada por mi marido, y ante la cercanía de nuestra mesa con la tarima, presenté mi cédula y clasifiqué en la última categoría. Pronto las otras 4 mujeres, ya estaban en la tarima. El maestro nos presentó a cada una, dándonos una vuelta, para que todos pudieran apreciar nuestros desnudos cuerpos. Angie, 26 años, divina, con un cuerpo espectacular, tetas paraditas, cabello largo, ojos azules, soltera, sin hijos. Johanna, 37 años, cabello castaño, ojos negros, gordita, tetas grandes, casada, 1 hijo. Lucía, nuestra amiga, 44 años, rubia, cabello largo, coño peludito, buenas tetas, casada 1 hija. Elena, 56 años, cabello corto castaño, tetas inmensas, caderona, casada, 2 hijos. Pamela, 66 años, canosa, cabello corto, ojos cafés, con gafas, tetas grandes, coño depilado, casada, 3 hijos. Todo el salón aplaudió a las mujeres que subieron a la tarima, mientras esperábamos que dijeran en qué consistía el concurso. Meseros iban acomodando 5 mesas dobles en la tarima, y al frente de cada mesa, colocaban una mesita con un beaker graduado de 5000 ml.
El maestro de ceremonia anunció que el premio consistía en $3M pagaderos en vales de consumo para el restaurante para ese mismo día o posteriores, y después comunicó cual era la prueba, manifestando que todos debían participar para que hubiera una ganadora. Las competidoras debíamos acostarnos sobre las mesas, para ser folladas en boca, coño o ano, pero los hombres obligatoriamente debían descargar su semen en el beaker de la respectiva mujer. El tiempo era de media hora, y una vez terminara, ganaba la mujer que más semen tenga acumulado en su beaker.
Al estar recostadas sobre la mesa, nuestro cuerpo quedaba un poco salido por lo que colocaron dos mujeres que nos sostuvieran las piernas abiertas y levantadas. Las 10 voluntarias que se ofrecieron, pronto estuvieron en la tarima, igualmente desnudas. Las dos asistentes tuvieron 5 minutos para calentarnos, mientras el maestro iba llamando a los hombres que fueran haciendo una cola frente a la mujer que iban a follar. Pronto Angie, tenía una cola un poco más larga que la de las demás. Todos los varones, ya iban meneando sus pollas preparándose para la batalla. Una de mis asistentes, se agachó y empezó a lamerme el coño con furia con su lengua que recorría todos los pliegues de mis labios, mientras con sus dedos estimulaba mi clítoris. La segunda, la flaca de la banda, acercando su rostro el mío, me besó con pasión, introduciendo su lengua para fundirla con lo mía, lo que ciertamente me arrechó. Se separó y el resto del tiempo, se ubicó de tal manera que yo podía lamer y besar su vulva, lo que me calentaba aún más. Antes de terminar los cinco minutos, me volvió a besar en la boca, y me dijo que cuando lo mamara le metiera un dedo en el ano al hombre que llegara, que eso lo estimularía más. Me dio un nuevo beso, y me guiño un ojo. La otra me dejó el clítoris, duro, excitado, listo para la faena. Las mujeres sostenían nuestras piernas esperando que avisaran que iniciaba el tiempo.
Los esposos de las casadas que concursábamos podían ocupar el primer lugar de la cola, por lo que ví a Raúl listo con su herramienta completamente parada para atacarme. El segundo de la cola debía a ir a mi boca, y así iban siguiendo a follar el orificio que estuviera desocupado.
El baterista tocó un redoble que terminó con un pito del maestro de ceremonias dando el aviso que comenzaba la competencia. Raúl corriendo me clavó su verga, y me empezó a decir que usara el alicate, no entendía que me quería decir. Cuando recordé, que recién casados, cuando follábamos él me decía que yo apretaba los músculos de la vagina tan fuertemente, que parecía que un alicate atrapara su polla, lo que a él le gustaba. Estas hermosa, me gritó, para salir corriendo a descargar su chorro de semen en el beaker con el número 5. No pude contestarle pues tenía una polla que mamaba lujuriosa; recordé la recomendación de la asistente, y mientras chupaba le inserté un dedo en el culo, lo que hizo que se parara más y en segundos, salió corriendo para soltar su verga en el recipiente. Alicate y culo, era en lo que pensaba con cada par de pollas que llegaban a follarme. En el salón, cada mujer tenía su barra, escuchaba el Pamela!! Pamela!!! Pamela!!!, que me alentaba como una puta folladora, esmerándome en hacer lo que debía hacer, para que cada macho durara lo menos posible para que fuera a verter su leche en el frasco de vidrio. Ya había perdido la cuenta, cuando anunciaron que llevábamos 10 minutos; el coño me dolía y la mandíbula también. Alcancé a ver a Raúl de reojo, que subía a la mesa de Lucía para follarla en la boca. Si sós de mi equipo, que haces allá?, pensé. Y fue cuando mi follador de turno, me arrancó un grito al clavarme su polla en el ano, lo que no esperaba. Afortunadamente, no duro mucho, y se retiró a soltar su carga de esperma. Seguí recibiendo pollas de todos los tamaños en mi coño, en mi boca, y algunos en mi culo. Estaba rendida, pero completamente arrecha. Alicate y culo. A los 15 minutos, el maestro de ceremonias dio anunció de como íbamos: Angie, 27 hombres y 135 ml de semen; Johanna, 21 hombres y 100 ml de semen; Lucía, 23 hombres y 112 ml de semen; Elena, 22 hombres y 108 ml de semen; y Pamela, 25 hombres y 124 ml de semen. Lo que agitaba los gritos en el salón, y los hombres pajeándose iban haciendo cola de nuevo si querían repetir. Seguí recibiendo vergas que me follaban con potencia, sentía mi coño al rojo vivo. Se sentía en el ambiente los mugidos de los folladores, y los gritos de las hembras, que con envidia animaban a sus machos a penetrarnos. Faltando cinco minutos, anunciaron de nuevo: : Angie, 37 hombres y 188 ml de semen; Johanna, 33 hombres y 161 ml de semen; Lucía, 36 hombres y 176 ml de semen; Elena, 33 hombres y 163 ml de semen; y Pamela, 36 hombres y 180 ml de semen. Hombres seguían subiendo, ya me dolía el cuello, la lengua, mi coño, mi ano. Del cansancio, quería que parara ya; de la lujuria, no quería que parara nunca. Un minuto, gritaron; y solo pude como ver como Goliat, se posicionaba frente a mí y esgrimiendo su tremenda verga, me la insertó en el ano, por segunda vez en la noche. En ese minuto, Goliat, que luego supe se llamaba Fabián, me folló como un campeón mientras alcanzaba a mamar dos pollas más. Su poderosa verga, me taladraba el culo con tal potencia que hacía temblar la mesa; él cogía mis piernas para clavármela lo más que podía. El maestro de ceremonias empezó a cantar: 10, 9, 8…y al llegar a 6 segundos, Fabián sacó su verga para desparramar su semen en un largo chorro. Cero gritaron, y todos en el salón vitoreaban el nombre de la mujer de la que eran fan en esa noche. Las asistentes, nos lamieron y besaron coño, ano y boca, con toda la dulzura y suavidad que necesitábamos. Nos trajeron una copa de vino, que bogamos, esperando los resultados.
Fueron anunciando de atrás para adelante. Quinto lugar: Elena, 39 hombres y 191 ml de semen; cuarto lugar, Johanna, 40 hombres y 192 ml de semen; tercer lugar, Lucía, 43 hombres y 209 ml de semen. Así que solo quedábamos Angie, la más joven, y yo, la más vieja. Ella se acercó y me besó en la boca, que devolví con alegría, para jolgorio de los asistentes. El maestro de ceremonias, con su polla erecta se paró en medio de nosotras. La gente empezó a gritar, que se lo mamen! Que se lo mamen!! Y ambas nos arrodillamos y entre ambas le dimos una mamada de lujo a 2 bocas y 4 manos, hasta que se corrió encima de nuestras caras, que besándonos nos limpiamos con nuestras lenguas. Los meseros, cogieron los 5 recipientes y echaron todo el semen en uno solo, para recoger 1034 ml de semen. Poco más de un litro de leche de los hombres que nos follaron en media hora.
En segundo lugar, anuncio el maestro, con 43 hombres y 215 ml de semen, y en primer lugar, con 44 hombres y 227 ml de semen. La reina de la noche es…. Pamela!!! Todos gritaron y aplaudieron. Me entregaron el beaker con el semen, y me tome un gran trago, que trague presurosa, y lo compartí con las otras participantes. Lucía tomo su trago de semen, y reteniéndolo en la boca, me lo devolvió con un beso con el que con nuestras lenguas saboreábamos esa mezcla de semen. Quedando más de la mitad del recipiente con el semen, el maestro de ceremonias lo tomó y me lo echó en la cabeza, y ese semen empezó a escurrir por mi cabello, mi rostro, mis tetas, todo mi cuerpo quedo cubierto de esa leche. Fue Lucía la que me haló para el piso y acostándome sobre él me empezó a lamer, pronto tenía una docena de mujeres que con su lengua me besaban en todas partes, en mis ojos, en mi boca, en el rostro, en las tetas, en los pezones, en las axilas, en el vientre; sentía el cosquilleo de todas esas lenguas que me limpiaban. Esas sensaciones fueron provocando un nuevo orgasmo, el mayor de todos, que me hacía temblar mientras aun me lamian; con el chorro que brotaba de mí, me sentí desfallecer y me desmayé.
Al despertar, estaba en mi cama, ya estaba amaneciendo. Estaba desnuda. No estaba segura de lo que había pasado. No sabía si de lo que me acordaba era un sueño o que. Raúl se despertó y me preguntó cómo estaba. Le dije que bien, y le pregunté que había pasado la noche anterior en el restaurante. Me dijo que nada, que habíamos cenado con Diego y Lucía, y que me habían caído mal unos tragos y ya. Le dije que me sentía terrible, agotada, que no recordaba nada; le conté que me había soñado que habíamos estado en una orgía desenfrenada en la que me habían follado muchísimos hombres, pero qué bueno que no había pasado nada. Raúl sonrió y pasándome su celular, me mostró un video en el que me follaban en medio del concurso; y me pasó un vale por $2,5M, que había quedado del premio del concurso menos el consumo de la noche anterior. Me sonrojé y no supe que decir. Y eso no es nada, me dijo, cogiéndome de la mano me llevó fuera del cuarto, y abriendo la puerta del cuarto de huéspedes, me señalo a Fabián que dormía igualmente desnudo, con su tranca completamente parada, señalando al techo. Allí recordé toda la noche. Como me habían follado, culeado, puesto a mamar, que se la chupé a Diego, que Diego me la metió, que me besé con Lucía, y como ese Goliat me había clavado esa majestuosa verga un par de veces. Con un guiño de Raúl, me abalancé sobre esa polla, para despertar a Fabián mientras se la mamaba. La chupe de arriba abajo, chupé sus testículos, hasta que estuvo en su máxima expresión esa tranca que podría tener casi 30 centímetros de envergadura. Raúl se masturbaba mientras me veía mamar esa tremenda verga. Me iba a sentar sobre ella, cuando me acorde del chu, chu, chu. Me paré y abalanzando a Raúl sobre la cama le abrí las piernas y metiendo mi cara en su culo, le empecé a lamer su ano, lo recorría con mi lengua, le metí un dedo, luego dedos, él solo gemía. Cuando lo tuvo bien ensalivado, y su pene estaba también a punto de explotar; lo acomodé sobre la verga de Goliat, y le pedí que se la clavara. Puesto de espaldas a Fabián se empezó a introducir toda esa polla en su culo hasta que estuvo completamente adentro; me excitaba ver cómo se expandía su ano con esa verga que lo penetraba. Con su culo insertado, lo recosté sobre el pecho de Fabián, y trepándome sobre su polla, me la clavé en el coño para empezarlo a cabalgar como una desesperada. La polla de Raúl estaba tiesa, dura, grande como nunca antes. Lo cabalgue como loca, hasta tener un orgasmo, que inundo mi coño, que emparamaba la verga de mi esposo; la cual no daba señales de menguar. La saque de mi coño, y poniendo la cabeza en la entrada de mi ano, empecé a descolgarme, hasta tenerla toda adentro. Me enloquecía y me arrechaba pensar, que de la misma manera que tenía la polla de mi marido clavada completamente en mi culo, él también tenía adentro la verga de Fabián. Empezamos a sincronizarnos para poder movernos los tres. La polla de Raúl seguía completamente tiesa, nunca había durado tanto. Un orgasmo fuertísimo, me hizo temblar y grité que me corría; Fabián dijo que él también, y Raúl confirmo que lo había llenado con un chorro de semen. Nos desmontamos, la polla de Fabián ya se veía relajada, mientras la de Raúl seguía como un mástil. Recosté a Raúl y abriendo sus piernas le lamia el semen que brotaba de su culo, a la par que le lamia la polla. Me tragué todo el semen de Fabián, y me concentré en la polla de Raúl, que empecé a masturbar y mamar, hasta que descargó su chorro de semen que también me trague golosa.
Ya estaba despierta y quería más. Me acerque de nuevo a Fabián a mamar su polla, después de limpiarla con un trapo; demoró un poco, pero empezó a recobrar su tamaño. Una tremenda verga, hermosa, tiesa, no tan gruesa. Recorría su tronco con mi lengua, mientras veía a Raúl recostado tocándose la polla, mirando como yo chupaba esa polla. Lo llamé, y acercándose se recostó al lado mío. Sin dudarlo, e inclinando la polla de Fabián le ofrecí la cabeza. Raúl sacó su lengua y la lamió suavemente. Cogiendo la verga de Fabian y presionando la boca de Raúl se la metí en la boca, mientras que con la otra mano empujaba su cabeza para que se tragara más esa fabulosa polla. Mientras Raúl tenía su glande en la boca, yo saboreaba sus gigantes testículos, que lamia sin parar. Raúl empezó a masturbar ese garrote mientras ya lo lamia lujuriosamente, y me puse a mamar la verga de Raúl que sin ser tan grande como la de Fabián me satisfacía profundamente. Me acosté sobre mi marido, cabalgando su polla que ya había recuperado un buen tamaño, y le pedí a Goliat que me culeara, a lo que se acomodó tras de mí. Echando saliva sobre su glande con la mano, lo puso en la puerta de mi ano, que seguía dilatado de la noche anterior, y empujó, me dolió, pero se sentía rico; sentía como ingresaba raspando mi esfínter hasta quedar completamente adentro. Fui yo la que se empezó a mover, mientras mis dos amantes tenían sus pollas quietas. Me fui penetrando empujando hacia atrás y bajando; sentía que mi culo se partía con esa verga, pero la quería toda adentro; y allí estuve al menos durante 20 minutos clavándome esas dos vergas. Ya mi sudor caía sobre el rostro de Raúl, que se inclinaba para chupar mis tetas y morderme los pezones. Me mordía con la punta de los dientes, estirando mis pezones, causando un dolor que era grande pero que me encantaba, él lo sabe. Sentía que me iba a arrancar un pedazo de pezón, y el dolor recorría mi seno, produciendo más placer. El cuerpo literalmente me dolía todo. Una descarga de semen lleno mi culo, mientras Raúl unos segundos después lleno mi coño con su leche. Caí extenuada sobre Raúl y me quedé dormida. Al despertar en la cama de huéspedes, comprendí que tampoco había sido un sueño.