Habíamos quedado cuatro amigos para ir de camping. Un fin de semana largo, viernes, sábado, domingo, lunes…
Hasta el miércoles no había que trabajar de nuevo… He hicimos planes: La ruta del pico de la nieve, 22 Km y la de la cueva de las flores, 14 Km sábado y domingo; y el lunes para no hacer nada.
La verdad es que estaba ilusionado con la perspectiva, así que me molesto bastante que uno a uno se fuese descolgando de la cita, que si había que estudiar, que si me viene mal gastar dinero… Al final me quedé solo.
Suelo entrar poco en los chats pero aquel día, después del desplante de los amigos, me apetecía conversar con alguien y hablar de cualquier cosa.
Entre en la primera sala que se me ocurrió y después de saludar me quede leyendo lo que escribía la gente.
Como siempre, casi ninguna frase de interés, algún insulto, un par de conversaciones de deportes (a las que me apunte de inmediato) y poco más.
De pronto se me ocurrió escribir lo que me había pasado con los planes del fin de semana, y, no sé por qué, tecleé: «Si a alguien le apetece venirse que lo diga». Varias respuestas, pero claro era difícil quedar para el fin de semana siguiente viviendo yo en Madrid y los interesados en México, Argentina …. definitivamente o me iba solo o no me iba.
Entonces llegó un privado. «Susurro» como se llama en algunos canales, de un «nick» en el que ni siquiera me había fijado: RYDAR, escueto y directo:
Soy de Madrid ¿Nos vamos? ¿A qué hora y dónde?
Me quedé un momento pensando y planteándome que hasta podía ser peligroso, pero al final me decidí y sin saber nada más conteste:
Ok, pon tu el sitio y la hora
Quedamos el viernes, a las 4 de la tarde en una céntrica plaza de Madrid. Yo era el que tenía coche así que pasaría por la plaza a la hora convenida. Pregunté que como nos conoceríamos y me dijo ¿Crees que habrá muchas personas con una mochila azul y amarilla a esa hora?
Bien, así quedo la cosa, la verdad es que después me quedé pensando durante bastante tiempo en el riesgo que podía suponer pero al final me decidí, una sola persona tampoco podía ser muy peligrosa y el coche lo llevaba yo. Siempre podía pasar de largo por la Plaza si no me convencía lo que encontrara en ella…
Me adelante unos diez minutos a la cita y me quede esperando dentro del coche, pensando que lo más probable era que nadie apareciese, cuando pasaban cinco minutos de la hora decidí dar otros cinco y marcharme solo, pero no fue necesario: A todo correr apareció por la plaza una persona enfundada en un chándal con capucha y una mochila amarilla y azul. Por su forma de correr adivine que era una mujer, que se acercó deprisa hacia donde yo estaba y empezó a mirar de un lado a otro. Me baje del coche y me acerque, acordándome que ni siquiera sabía cómo se llamaba.
Rydar? – dije a su espalda, provocando que se volviera rápidamente.
Sí? Soy yo, – Me quede hipnotizado con sus ojos negros y profundos sin saber que decir
Llego tarde, pensé que te habías marchado – Dijo – El metro anda muy mal hoy…
No, acabo de llegar – Mentí – Creí que no vendrías, pensaba que a lo mejor era una broma…
Jajajaja, sí, yo también pensaba que podía ser cualquier broma pero ya veo que no, era divertido probar sin saber con quién me iba a encontrar…
Y me dio dos besos, rápidos, en las mejillas, – Venga ¿dónde tienes el coche?, Me pregunto animada, – Aquí mismo. Nos subimos y nos pusimos en camino, ni siquiera me pregunto a donde íbamos, cuando bajo la capucha de su chándal y se quitó la mochila para echarla detrás pude admirar una preciosa media melena morena y un rostro delicioso, el chándal dejaba adivinar que era delgada y sus movimientos demostraban que era una chica ágil, debía tener entre 26 y 30 años más o menos
Por el camino fuimos charlando de varios temas, del tiempo que nos iba a hacer, de material de acampada… Me dijo que esperaba que la tienda fuera grande porque ella no había traído ninguna… Mi alegría iba en aumento, ¡tendríamos que compartir tienda!, le dije que cabían 6 personas así que habría sitio de sobra…
A las 8 de la tarde habíamos plantado entre los dos la tienda y colocado una pequeña mesa en la puerta, la luz empezaba a faltar y le propuse merendar-cenar antes de que fuera de noche del todo, si nos acostábamos pronto podríamos madrugar al día siguiente para subir al pico de la Nieve… dicho y hecho: Una cena frugal, un par de cigarrillos y empezamos a preparar los sacos.
Tu primero o yo? – pregunté – te metes tú y apagas la linterna – me contesto ella.
Así lo hice. La ligera penumbra que quedaba me permitía entrever su silueta mientras se despojaba de su chándal de rodillas en la tienda. Adivine que se quedaba en ropa interior y con una camiseta y su cuerpo, recortándose ligeramente contra la tela de la tienda estuvo a punto de hacer que me mareara siguiendo sus curvas. Estuve en silencio mientras escuchaba el roce del saco contra su piel y solo pude musitar un «buenas noches» en respuesta a su «hasta mañana»
No sé si ella durmió, a mí me costó una eternidad conciliar el sueño y mucho mas no acercarme a ella creo que no me dormí hasta pasadas un par de horas…
La marcha del día siguiente fue cansada, salimos a las 8 de la mañana y alcanzamos la cima casi cuatro horas después, arriba descansamos un rato y comimos. Estábamos en el campamento a las 6 de la tarde, durante toda la jornada hablamos y hablamos, admirando el paisaje que se abría ante nosotros fue una excursión estupenda aunque yo no dejaba de esperar la nueva noche…
Quiso acostarse en primer lugar esta vez, esperé fumando un pitillo decepcionado por haber perdido el espectáculo, que con más luz hubiera sido increíble, hasta que me dijo que podía entrar… Puede ver los tirantes de una camiseta sobre sus blancos hombros, el saco tapaba el comienzo de su pecho, no había cerrado la cremallera y una de sus rodillas aparecía perfectamente visible a mis ojos. Intentando no pensar me desvestí hasta quedar en ropa interior, intentando que fuera con la mayor naturalidad, pero pude notar sus ojos sobre mí, yo no podía evitarlo, me estaba excitando, notaba que mi pene crecía a pasos agigantados… Cuando abrí el saco noté que su mirada se fijaba en mi miembro abultado bajo el bóxer… Me tumbe sin cerrar la cremallera comentando que hacía calor mientras la miraba a los ojos, la penumbra me dejó ver sus ojos dirigidos hacia mí… Apenas me cubrí hasta la cintura y cerré los ojos. Al poco tiempo escuché que se movía, me pareció que se acercaba, solo de imaginarlo creí que mi pene iba a reventar, entreabrí ligeramente los ojos y vi que había sacado su brazo izquierdo y que lo acercaba hacia mí. Me estuve quieto temiendo que se echara para atrás, cerrando los ojos de nuevo, quería parecer dormido aunque creo que mi respiración agitada me delataba. Noté su mano en mi hombro, la suave piel de sus dedos recorrieron levemente mi brazo, se movió para acercarse más y pude notar también que se agitaba su aliento mientras yo continuaba inmóvil. Sentí que colocaba muy suavemente, como temiendo despertarme, su mano en mi vientre bajo el saco y que la deslizaba hacia abajo, apenas rozo mi miembro y me miro a los ojos. Abrí los míos, era inútil seguir disimulando, con mi mano sujeté la suya y le impedí retirarla, sin decir nada la conduje con firmeza hacia abajo, hasta apoyarla contra mi miembro duro, duro unos segundos, increíbles segundos. En silencio. Solté su mano pero ya no hizo intención de retirarla y empezó a acariciarme delicadamente, Unos instantes después salió de su saco y pude admirar su felino cuerpo mientras retiraba lentamente el mío. Sus ojos me recorrieron de arriba abajo mientras yo disfrutaba siguiendo el contorno de su cuerpo debajo de una breve y ceñida camiseta de tirantes y unas braguitas blancas. Pude apreciar, a pesar de la cada vez más pobre luz que había, que debajo de su camiseta sus pezones estaban duros y marcados, me incorpore ligeramente y alcance su cintura con mi mano atrayéndola hacia mí. No opuso resistencia y enseguida apoyo su pecho sobre el mío, acerco su boca y me mordió lentamente el labio inferior; mientras su mano seguía acariciando mi miembro muy despacio…
Yo continuaba acariciando sus curvas y me encontré con el borde de su camiseta, coloqué mi mano por debajo de la fina tela y recorrí su espalda con mis uñas suavemente. El gemido que escuche de su boca casi me hizo perder la razón.
Se subió a horcajadas sobre mí y lentamente se quitó la camiseta. Pude admirar los dos pechos más maravillosos que jamás había visto: Firmes, rotundos pero no muy grandes, desnuda completamente de cintura para arriba empezó a rozar lentamente pero con fuerza su entrepierna con mi pene hacia delante y atrás. Me incorporé buscando su pecho con mis labios y empecé a morder sus pezones mientras ella aceleraba el ritmo. Nuestros gemidos se hacían cada vez más fuertes y ante el riesgo de un pronto desenlace decidí cambiar la estrategia.
Sujetando sus caderas hice que se separara un poco y la obligue a tumbarse de nuevo sobre su espalda, me arrodille a su lado y bese su frente, sus ojos, su cuello, dando suaves mordiscos, continué descendiendo en mi exploración deteniéndome unos instantes para chupar sus pechos, sintiendo sus pezones en mi lengua, ella me dejaba hacer, suspirando y gimiendo quedamente a cada caricia.
Bajé lentamente sus bragas mientras besaba su vientre y me acercaba con mi boca a su monte de venus, empecé a mordisquearlo suavemente acercándome cada vez más a su sexo.
Sus manos empezaron a buscar el elástico de mis bóxer y tironearon de ellos, la facilite la maniobra mientras con mis manos en sus muslos la obligue a que abriera las piernas, cosa que no me costó mucho trabajo.
Mientras sujetaba sus caderas metí mi cabeza entre sus muslos y empecé a besar sus labios exteriores relamiéndome de su humedad y buscando su clítoris con mi lengua, al primer roce todo su cuerpo se arqueo buscando más y su gemido se hizo más fuerte. Se las arreglo para colocar su cabeza entre mis piernas, de tal forma que yo arrodillado podía chupar a placer su sexo y ella levantaba un poco la cabeza para besar y acariciar con su lengua la punta de mi pene.
Ambos estábamos en el límite, deseábamos ir a más, separó mi cabeza diciéndome, – Para!! Para!! por favor!! No puedo más.
Mi agitación hacia ver que estaba igual o más excitado que ella, aparte mi cabeza y me arrodille, erguido, ella se incorporó también y me presiono para acostarme, de nuevo se puso sobre mí, vi que quería llevar la iniciativa y la deje hacer, sentada sobre mis rodillas, restregando su sexo contra mis piernas empezó a subir y bajar su mano por mi pene disfrutando de mis esfuerzos para no correrme, enseguida avanzo hacia arriba y se colocó sobre mi pene, con su mano lo condujo hacia su interior y se sentó sobre el lentamente.
Casi no nos veíamos pero nos adivinábamos, encendí una de las linternas cubriéndola un poco, la poca luz que daba me permitió ver sus ojos cerrados y su cara tensa de placer mientras subía y bajaba.
Empecé a acariciarle con fuerza los senos mientras con la otra mano coloqué un dedo en su sexo, debí acertar en el punto justo por que su gemido fue casi un grito.
Yo me arqueaba cuando ella bajaba para chocar con ella, el sonido que hacia mi pene al entrar y salir era enloquecedor el ritmo se fue acelerando y note por la tensión de sus muslos que estaba a punto de alcanzar el orgasmo.
Intenté aguantar el mío, sentí su vagina abrirse y cerrarse sobre mi pene en un orgasmo que la hizo estremecerse entera de los pies a la cabeza.
Cuando sentí que sus músculos se relajaban la hice tumbarse a mi lado y la obligue a darse la vuelta, boca abajo, me senté a su lado y abrí sus piernas con mis manos, le puse los dedos en la boca e hice que me los mojara con su saliva, empecé a masajear con mi mano húmeda su vagina lentamente y colocando el dedo anular en su clítoris, enseguida vi que estaba sintiendo placer de nuevo por como movía su cuerpo y levantaba sus nalgas para que mi mano la pudiera acariciar mejor, me coloque arrodillado tras ella y tironee de sus caderas para poner su sexo a la altura de mi pene, no se hizo de rogar y ella misma lo condujo de nuevo al interior de su cuerpo, así, podía alcanzar al mismo tiempo su clítoris con una mano y su pecho con la otra mientras empujaba hacia su interior mi miembro, note que se aceleraba de nuevo y que el segundo orgasmo se acercaba, yo ya no quería, no podía, contener tampoco el mío y me deje llevar por sus movimientos para soltar toda la tensión contenida al mismo tiempo que ella…
Ni que decir tiene que la excursión del día siguiente se demoró más de lo previsto por que cuando amaneció no estábamos muy dispuestos a ponernos en marcha.
Pero eso es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.