Capítulo 14
Día a día XIV
CHARLINES
Así transcurrió la tarde hasta que Unsinn propuso ir al Roque Faneque un espectacular acantilado donde observar la puesta de sol. Aparcamos el coche cerca de un camino después de pasar el pueblo de Agaete. Como Unsinn ya conocía la zona, nos llevó por un camino que conducía a un acantilado, desde donde teníamos unas impresionantes y preciosas vistas. Buscamos un lugar donde sentarnos y esperamos que el sol se fuese ocultando lentamente mientras la noche envolvía el acantilado. El espectáculo era precioso y con dos bellezas al lado más todavía.
– Esto es fantástico.
– Pues aún queda lo mejor.
Y como si se hubiesen puesto de acuerdo ambas se postraron ante mí y deslizando la cremallera de mi pantalón, sacaron mi polla y empezaron a chuparla con deseo, pero con calma. Sus bocas subían y bajaban por mi polla y se entretenían en mis huevos
– Hummm que rica chupada a dos bocas me estaban dando. Así chicas hummm así, siii, despacito hummm siii
Cuando sus bocas se juntaban se daban un profundo beso que hacía que mi capullo se izase por encima de sus bocas. Mientras una chupaba mis huevos, la otra retorcía su lengua alrededor de mi capullo haciéndome sentir en la gloria. La boca de Carmen engulló mi polla hasta su garganta mientras Unsinn chupaba mis huevos. Mis manos atrajeron la cabeza de Carmen hacia mi cuerpo consiguiendo que mi polla llegase a su garganta produciéndole una arcada que la hizo retroceder, dejando un reguero de babas que Unsinn no dudó en sorber para dejar mi capullo en la entrada de su garganta y chupar mis huevos con su lengua.
– hummm estoy a punto hummm
Unsinn metió mi polla hasta el fondo y esperó que descargara en su garganta, el primer chorro le hizo retroceder lo justo para albergar toda la corrida en su boca. No dejó que una gota cállese al suelo y acercándose a Carmen la dio un morreo en el cual traspasó mi corrida a esta y las dos disfrutaron del sabor de mi semen. Después limpiaron mi polla y me dijeron.
– Hoy ha sido todo para ti.
– Pues hay que repetirlo jajajjaj.
Fuimos a cenar un poco de marisco al Compostela y volvimos a casa.
– ¿Apetece un bañito en la piscina?
Rápidamente las dos se desnudaron y me tiraron a la piscina, menos mal que ya me había desnudado también. Las dos se aliaron para hacerme aguadillas, pero conseguí rodear a Unsinn en el medio de la piscina y meter mi mano entre sus piernas. Ya la tenía casi a punto de correrse cuando llegó Carmen y “la salvó”.
– Jooo, me he quedado con las ganas.
La subí al borde de la piscina y abriendo sus piernas puse mis labios en su clítoris y procedí a chuparlo con devoción, mientras Carmen se comía sus tetas en el exterior.
-Siii asi comeme el coño, siiii, ya me biene, yaaaa
Y un líquido salado y denso inundó mi boca, mientras sus manos me apretaban contra el coño.
– Que ricoooo.
Entre los dos abordamos a Carmen y uno por delante y el otro por detrás metimos nuestras lenguas en su cuerpo. Carmen sujetaba con fuerza nuestras cabezas y sus suspiros cada vez eran más fuertes.
– Siii, no pareeeiis, siii, yaaaa, meee, coooorrooooooo, siiiiii
Y apretando nuestras cabezas convulsionó su cuerpo mientras un fuerte orgasmo la recorría.
Nos fuimos a la cama y entre caricias nos quedamos dormidos.
El lunes amaneció tranquilo y soleado. Tras desayunar salimos para la oficina, una vez allí me dediqué a preparar el viaje a Tenerife que tendría lugar al día siguiente. Una vez recopilados los datos y viendo que la situación de la oficina tinerfeña era muy buena, me dediqué a hablar con Carmen y su equipo de los cambios a realizar en Gran Canaria. Había mucho trabajo que hacer y nos repartimos las visitas para poder avanzar más rápidamente. Sobre las dos de la tarde llamé a Unsinn y le pedí que me reservara un vuelo sobre las doce del mediodía para el día siguiente. Comí en un restaurante cerca del mar y me fui a casa, el cansancio empezaba a hacer mella y quería estar relajado. Me preparé un combinado y fui a tomar el sol cerca de la piscina. Después de unos baños miré en la nevera y no había nada, así que me vestí y fui a un pequeño restaurante cerca de casa. Después de cenar fui para casa, me acosté pronto sobre las once me hacía falta un poco de tranquilidad.
Preparé mi maleta y tomé rumbo al aeropuerto, embarqué y en una media hora estaba en Tenerife. Me monté en un taxi y le di el nombre del hotel Iberostar Heritage Grand Mencey. Fue más largo este trayecto que el vuelo en avión. Pero valió la pena, el hotel era espectacular y estaba en el centro de Santa Cruz. Una vez tomada posesión de la habitación, me di una ducha me cambié de traje y fui a la oficina de Tenerife.
Al llegar fui recibido por Ana, una preciosa morena que trabajaba de comercial en la oficina.
– Lo siento mucho, pero estoy sola, mis compañeros han ido a La Palma y El Hierro, para cerrar el mes.
– No te preocupes, soy Pablo el jefe de la zona sur y quería que me presentaran los informes de este año ¿si puede ser?
– Si perfecto, ya me lo han dejado todo preparado.
– Perfecto pues donde me digas me pongo con ello.
La verdad es que ya eran las dos de la tarde así que decidí invitar a Ana a comer.
– ¿Dónde podemos ir a comer, un sitio tradicional que este bien?
– Pues si le parece bien, al Puntero, uno de los mejores restaurantes de Tenerife.
– Perfecto y trátame de tú por favor.
Salimos hacia el restaurante, fuimos andando ya que estaba bastante cerca de la oficina.
Por el camino pregunté a Ana por la oficina, su funcionamiento y su personal. La verdad es que era una chica muy agradable, pequeñita, pero con un buen cuerpo. Una vez en el restaurante pedimos cosas típicas que Ana se encargó de pedir. La verdad es que estaba todo fenomenal como lo hubiese hecho mi abuela. Tuvimos una amena conversación en la que Ana me contó que acababa de separarse y que por eso se había quedado en la oficina, pues no estaba en condiciones de ver clientes. Me agradeció el buen trato y la comprensión y yo le respondí que era fácil, pues era una mujer muy atenta. Volvimos a la oficina y me dispuse a mirar los expedientes.
– ¿Ana, por cierto, a qué hora te vas?
– A las cinco y media, pero puedo quedarme más tiempo.
– No, no, ya me he aprovechado bastante de ti.
– Que va, es un placer, además no tengo nada que hacer.
– Pues serás mi anfitriona estos días que estaré en Tenerife.
– Dicho queda jajajaja.
Puse la alarma de mi móvil a las cinco y veinticinco y empecé a mirar los expedientes, la verdad es que tendría para un día más, casi seguro. La situación de la oficina era bastante buena y se apreciaba que seguían el protocolo casi escrupulosamente. El móvil sonó a la hora puesta y marcó el final de la jornada.
– Esto se terminó. ¿Qué hacemos ahora?
– ¿Dónde está tu hotel?
– Es el Gran Mencey
-Entonces está cerquita. Si quieres podemos ir a tu hotel y después daremos un paseo por el centro de Tenerife.
– Pues si a ti te va bien, yo encantado.
Nos dirigimos al hotel al que llegamos en menos de diez minutos.
– Esto es precioso.
– ¿no lo conocías?
– Jajajaj por dentro no, esto es fantástico, te sientes como una reina y solo de visita.
– Pues cenaremos aquí esta noche. ¿te parece bien?
– ¿De verdad? Será perfecto, pero tendré que vestirme.
– ¿Si te apetece? A mí me parece que estás perfecta.
– Muchas gracias, pero me sentiré más cómoda si me visto un poco.
– Como prefieras, podemos pasar por tu casa y después pasear por el centro para venir a cenar sobre las nueve.
– Será perfecto.
Subimos a la habitación. Espéreme que no tardo nada.
– Tarda lo que quieras, esto es una preciosidad y es más grande que mi casa.
La habitación tenía 34 metros cuadrados y terraza de 8 metros cuadrados, con vistas al atlántico y espaciosos baños. La verdad es que estaba muy bien y con una bonita decoración. Me cambié todo lo rápido que pude y salí.
– Pues ya estoy en marcha.
– Ahora a mi casa que yo tardaré más jajaja.
Cogimos un taxi pues Ana vivía cerca del hospital Quirón, El trayecto fue corto y pronto subimos a su apartamento. La verdad es que era un apartamento muy mono y muy bien decorado.
– Siéntate y coge algo del frigorífico, que tardaré un rato.
– Muchas gracias.
Me acerqué al frigorífico y tomé una botella de agua. Me asomé a la ventana y estuve observando la calle durante unos minutos. Por fin Ana salió. La verdad estaba preciosa con un vestido negro un poco por encima de la rodilla y unos tacones de infarto.
– Guauuu estas preciosa.
– Que adulador
– No, para nada, estas preciosa.
Una pícara sonrisa apareció en su cara demostrando que se sentía alagada. El vestido se ajustaba perfectamente a su cuerpo y dejaba intuir que no llevaba nada debajo, al menos en sus tetas no y si llevaba tanga había de ser muy pequeño.
– Hoy seré el hombre más envidiado de Tenerife.
– Adulador jajajja
Tomamos un taxi para volver al centro y recorrimos sus calles apreciando la cultura canaria en sus edificios coloniales y sus preciosas iglesias.
– Me apetece tomar algo, ¿dónde podemos ir?
– Vamos a la Santa, que también podemos picar algo.
Nos dirigimos hacia la Santa que está cerca del puerto. El sitio estaba lleno de gente y la verdad que es un lugar agradable. Después de pedir unos aperitivos y unas tapas, nos pusimos a hablar de los compañeros de Tenerife. Pero casi nada más empezar a hablar se nos acercó una rubia impresionante que dio dos besos a Ana saludándola. Ana amablemente nos presentó, María, Pablo, Pablo, María. María se acercó a darme dos besos, clavando sus tetas en mi pecho, mientras su boca se acercaba mucho a la mía. Ana se tensionó y la miró con cara de ¿Qué haces?
– Un placer acabo de llegar de la península y la verdad que Tenerife me está dejando impresionado con su belleza.
– Él es mi jefe y ha venido a revisar el trabajo del semestre.
– Es un placer, ya podía tener yo un jefe así.
– Muchas gracias, María, ¿si quieres pedir algo, acabamos de llegar?
Un zapato impactó levemente contra mi pierna, pero el mal ya estaba hecho, ya no me podía volver atrás.
– Jo me encantará, además estoy sola y así me hacéis compañía.
La mirada de Ana fue como una bofetada en toda la cara, pero sacó una sonrisa y la dijo a María.
– Ve a pedir algo que nosotros ya hemos pedido.
– ¿perooo cómo se te ocurre invitarla?
– No sé, por educación, es tu amiga, ¿supongo?
– Sí, pero bueno es un poco acaparadora.
– No te preocupes, soy todo tuyo.
Y guiñándole un ojo, le dije
– Anda bebe un poco.
– jajajaj vale.
María apareció entre la multitud y empezó su discurso de lo imposible que era llegar a la barra. El camarero llegó con la consumición de María y las tapas. Le pagué religiosamente para no hacerle volver y seguimos la conversación sobre la cantidad de gente habida en el local. Tras un rato conversando la verdad que muy amenamente le dije a María que nos íbamos a cenar y que había sido muy agradable la conversación. Me dio dos besos volviendo a pegar sus duras tetas en mi pecho.
– Ana ya sabe mi teléfono, si vuelves me das un toque.
Salimos del local y tomamos camino al hotel.
– ¿No estarás celosa?
– Pues sí, era mi momento.
– No te preocupes tenemos toda la noche.
Le cogí por la cintura y le atraje hacia mí, noté como sus pezones se ponían duros bajo la tela del vestido. Ya estábamos cerca del hotel y Ana me dijo.
– No me ha gustado nada cómo te ha restregado las tetas por el pecho y esos casi picos que te ha dado.
– Hummmm ¿a ver como lo haces tú?
Y juntando nuestras bocas nos fundimos en un cálido y húmedo beso que me dejó notar sus pezones duros cómo piedras en mi pecho.
– ¿Mejor así?
– Mucho mejor
Entramos al restaurante del hotel y pedimos nuestra cena, ahora si pudimos hablar de los compañeros de Tenerife.
-La verdad que son muy buena gente y me han ayudado mucho con mi separación, todos en general han tratado de tapar mis errores y ayudarme a ir saliendo poco a poco. La verdad es que han tenido mucha paciencia y yo estoy muy agradecida. Sobre todo, con el director, que ha sabido repartir el trabajo para dejarme más libre. Creo que se lo tendré que devolver con creces.
– Me alegra mucho lo que me dices y dice mucho de la delegación, es un placer trabajar en buen ambiente. Creo que, si todo funciona como me dices, tendrá razón tu director para decir que la salud de la sucursal es perfecta.
– Pues estoy segura de ello todos somos un equipo y nos desvivimos para que todo esté en orden y los clientes estén encantados. Como verás tenemos una cartera muy variada ya que todos los clientes son igual de importantes para nosotros y ellos saben que es así.
– Me encanta escucharte con ese fervor y esa dedicación
Continuamos con la cena y con la charla hasta casi las once.
– ¿Te apetece una copa?
– No me apetece ir a más sitios la verdad.
– ¿En la habitación, puedo pedir una botella de champan?
Pues no es mala idea en esa terraza frente al mar.
Subimos a la habitación y nos sentamos en la terraza mientras llegaba la botella de champan. Ana se levantó indicando que las vistas eran preciosas y que era un lujo para ella estar en este lugar.
– ¿Puedes quedarte si quieres?
– Deja que me beba el champán.
– ¿Necesitas estar desinhibida?
– Puedes llamarlo así, jajajajja
Llamaron a la puerta y una camarera entró con un carrito donde había una cubitera con la botella y un par de copas. Abrí la botella y llené las copas.
– Por nosotros
– Ese brindis me vale dijo Ana.
Mientras tomábamos el champán mirábamos el horizonte donde un gran barco empezaba a aparecer. Me acerqué a Ana que estaba apoyada en la barandilla de la terraza observando cada rincón que la vista podía observar. Lentamente mi mano recorrió su espalda subiendo y bajando por la cremallera de su vestido. La piel de Ana comenzó a erizarse al paso de mis dedos por su espalda, un leve gemido salió de su boca, a la vez que empezaba a bajar la cremallera del vestido. Al llegar al final acaricié su culo a la vez que iba por la botella de champán para servir una nueva copa.
Mis manos fueron bajando los tirantes del vestido hasta llegar a sus pechos. Recorrí sus pechos acariciándolos, mientras apretaba suavemente sus pezones. Acerqué mi boca a su cuello a la vez que dejaba deslizar el vestido por ese cincelado cuerpo. Mis manos recorrieron sus pechos con adoración haciendo que los pezones se pusieran duros como piedras. Lentamente en una suave caricia bajé hasta su tanga y deslicé lentamente la prenda a la vez que mis labios recorrían su espalda para terminar mordiendo su culo. Ana me ayudó a sacar la prenda levantando sus pies al llegar a sus tobillos. La senté en la silla de la terraza y empecé a comerme su coño.
– No tengas prisa, hace un tiempo que no disfruto con un hombre.
La punta de mi lengua recorría sus labios, abriéndolos, en busca de su clítoris hasta que lo encontró y estuvo un largo rato rodeándolo a la vez que le daba ligeros golpecitos con la punta de la lengua. Cuando mi boca, sorbio su clítoris y mi lengua lo recorrió, Ana llevó sus manos a mi cabeza y me apretó contra su coño. Entonces mis labios succionaron con más intensidad el clítoris y mi lengua empezó una frenética carrera en círculos sobre él. Ana pegó su coño a mi boca y se corrió en ella llenando mis labios de su sabor.
– Siiiiiiiiii que bueno, no pares, no pares.
Seguí con mi boca sobre su coño a la vez que uno de mis dedos acariciaba su culito, mi lengua no paraba sobre su clítoris y mi dedo poco a poco iba conquistando camino en su culito. Por fin entro entero, a la vez que chupaba y sorbía su clítoris mi dedo entraba y salía muy lentamente de su culito.
– Me estas matando cabron, siiiii, no pares.
A la vez que decía esto sujetaba fuertemente mi cabeza sobre su coño y la apretaba como queriendo meterme dentro.
– Siiii noooooo paaaaareeeeeeesssssss
Mientras decía esto, un chorro de flujo salió de su coño inundado toda mi boca. Pasados unos segundos y aun temblando sobre la silla Ana me dijo:
– Guauuuuuu ha estado muy, muy bien.
Y me sirvió una copa de champán me empujó contra la silla y empezó a desabrochar mi pantalón. Lo fue bajando lentamente a la vez que mordía mi polla sobre el calzoncillo. Yo ya tenía la polla bien dura. Ella recorría mi polla con sus labios mientras me miraba a los ojos. Ayudada de sus manos bajó mi slip y mi polla salió dura y tiesa como una barra de hierro. Agarrándola por la base Ana empezó a chupar mi capullo, pasando su lengua por él, recorriéndolo muy lento para después meterlo en su boca. Lentamente envolvía el capullo con sus labios y lo tragaba hasta donde podía, para volver a salir hasta la punta relamiendo el liquidillo que mi polla iba soltando. Cada vez iba imprimiendo más velocidad a la chupada y adentrando mi polla más dentro de su boca. Alguna arcada sonó en el silencio de la noche y unas lágrimas brotaron de sus ojos. Tanto una cosa como la otra me pusieron como una moto y agarrando su cabeza introduje mi polla hasta el fondo, descargando un fuerte chorro de esperma en su garganta, a este le siguieron otros tres o cuatro mientras le dejaba ir sacando mi polla de su boca muy poco a poco. Ana sacó mi polla relamiéndola entera sin dejar ni una sola gota. Por lo que estuvo un buen rato lamiendo mi capullo después de una espectacular mamada. Una vez que consideró que ya no quedaba más, se acercó a mi boca y nos fundimos en un húmedo y blanco beso.
– Creo que tendré que quedarme a dormir aquí, ahora soy incapaz de volver a mi casa.
– Será un placer, seguir dándote placer jajajaj.
Recogimos la ropa de la terraza y entramos hacia la habitación. Nos tumbamos en la cama y mi mano acariciaba su coño perfectamente rasurado en suaves caricias que recorrían su contorno y sus labios, pero sin llegar a tocar ninguna parte sensible. Después de unos cuantos jadeos y de retorcerse de desesperación Ana llevó su mano a mi polla y empezó a acariciarla muy lentamente. Uno de mis dedos buscó su clítoris y lo fui acariciando muy lentamente en círculo ayudado por sus flujos y de vez en cuando por mi saliva. Un suspiro tras otro salía de su boca.
– Fóllame me dijo. Fóllame que ya no aguanto más.
Besándola en la boca me levanté, le puse en perrito al borde de la cama y muy lentamente me fui introduciendo dentro de ese húmedo y cálido coñito. Entraba y salía muy lentamente.
– UHHHH siiiii así, despacito.
Pare mi ritmo con mi polla hasta el fondo y ahora era ella quien marcaba el ritmo, cada vez más rápido y cada vez más fuerte. Agarrando sus caderas le di todo lo fuerte que pude hasta terminar en un doble orgasmo que nos llevó a caer rendidos sobre la cama. Mis manos la abrazaban por detrás a la vez que pellizcaban sus pezones haciéndola temblar en cada pellizco.
– Necesito descansar y creo que comer algo también ¿Por qué no pedimos algo al servicio de habitaciones?
– Vale, pediré jamón, jamón y champán son una combinación estupenda.