Era una tarde de otoño, típica de las zonas costeras, a donde la brisa de mar y los últimos rayos solares hacían presencia, en la hermosa casa de playa.
Una casa con inmensos jardines, color blanco hueso y los relieves de las ventanas rojo ladrillo.
En el interior de esta, lo único que se percibía era el ruido de un chorro de agua; era un joven llamado Paúl, quien lavaba su auto, en el estacionamiento de la residencia.
Pero arriba en él más hermoso de los cuartos, habitación con azotea, sé podía escuchar dulces y cadenciosos sonidos, era Isabel quien disfrutaba como una diosa los placeres de la carne.
La brisa que sin ser fuerte era muy perceptible, ponía su cuota, en un ambiente muy sensual, Isabel era la prometida de Paúl, realmente lo amaba, pero había encontrado en su ayudante privado quien le era totalmente fiel en todo Albert, el amante perfecto ya que era el único que lograba trasladarla durante el sexo a niveles de placer solo descrito por los dioses en los momentos del clímax más sublimes.
Isabel estaba acostada boca arriba en su cama blanca con sabanas de satín y 2 almohadas celeste cielo, que hacían un conjunto perfecto con la decoración del dormitorio, su pelo hermoso y su piel bronceada por el sol se movían cadenciosamente, la brisa otoñal ingresaba a la habitación moviéndole rítmicamente su cabello que era adornado en su oreja izquierda por una rosa roja carmesí, solo opacada por la radiante belleza de la linda cara de Isabel.
Isabel es una hermosa chica con un cuerpo escultural, con unos pechos torneados, con unas piernas delineadas, que hacen perfecto juego con su lindo y redondo trasero, un cuerpo capaz de quitarle el sueño al más recatado de los hombres; pero su amabilidad y su don de buena persona acentúan mucho más su belleza física.
Pero hincado en la alfombra azul marino se encontraba Albert, no solo su asistente, sino algo que le pertenecía, alguien totalmente preocupado primero por el bienestar de Isabel, este besaba delicadamente con sus gruesos labios y su espesa lengua, desde la punta de los dedos de los pies hasta llegar a sus gruesos y carnosos labios vaginales, ocasionando en aquella diosa hermosa, placeres que solo él podía obsequiarle.
A medida que la sesión se intensificaba, Isabel deseaba que se prolongara más tiempo, Albert después de abrir sus labios vaginales, fue introduciendo delicadamente su lengua hasta llegar a su ya muy húmedo clítoris, aplicándole, no una fricción, sino la más intensa caricia, lo que hizo que en un par de minutos Isabel soltara todas las mieles del amor, lo que inundo la habitación con olor de hembra, lo que volvió más sensual el ambiente.
Albert no se apartó siguió su misión, como él más fiel de los soldados en guerra, sin mediar palabras bebió todo la miel de su amada diosa, y prosiguió mientras que con sus hábiles manos masajeaba rítmicamente los ya erguidos pechos de Isabel, quien para contener tanto placer se mordía los labios de su boca, reprimiendo los ruidos del placer, no paso mucho tiempo sin que Isabel volviera a depositar la miel de su ser en la boca de Albert, este tomo todo el fluido, como si se tratar del elixir de los dioses.
Y siguió su trabajo ahora intensificando la penetración de su lengua en el estrecho orificio de Isabel, bajo su mano izquierda y comenzó a masajear la entrada negra de su ano, Isabel al sentir el contacto sintió un placer que le recorrió por todo el cuerpo y lejos de quejarse le ordeno a su esclavo que siguiera, este ni lento ni perezoso, continuo lubricando su ano, bajando por momentos, su lengua hasta el trasero e introduciéndola rítmicamente en su virgen trasero, Isabel no podía soportar tanto placer y tomo de la cabeza a Albert conduciéndole más adentro de su ser, lo más que pudo, este seguía brindándose por completo a su ama » la diosa del amor».
No tardo Isabel en correrse por tercera ocasión y este no vacilo en tomar todo el elixir de la mujer más bella y sensual que había conocido. Ella se puso de pie y vio el cuerpo desnudo de Albert y al observar su miembro en completa erección, la excitación que no se le había apagado volvió a colocarla al máximo; lo acostó en su blanca e inmaculada cama y fue colocándose sobre él hasta tener la punta de su pene en la entrada de su vagina, fue recibiendo el tibio contacto del poderoso miembro de Albert, decidió introducírselo poco a poco pero sin detenerse en ningún momento, cuando este la había penetrado del todo comenzó un movimiento rítmico cadencioso, solo pasaron un par de minutos e Isabel volvió a tener otro orgasmo de película, pero no se detuvo, sabía que tenía dentro de su cuerpo, sino al mejor, pero si a uno de los mejores amantes que la vida le podía ofrecer, Albert movía la cadera magistralmente proporcionándole oleadas de placer, hasta que después de unos 20 minutos de deliciosa copulación terminaron juntos.
Albert lleno con su semen el interior de su ama » La diosa del amor» esta exploto de alegría y desde lo profundo de su ser salió una expresión de satisfacción contenida, por miedo a ser descubierta por su prometido, pero que a la vez el morbo del peligro y la posibilidad de ser descubierta, la excitaba aún más.
Cuando se desacoplo de su amante, esclavo, fiel súbdito: vio cómo su miembro estaba totalmente empapado por los jugos de ambos, este inmediatamente, saco de su pantalón de mezclilla una pañoleta roja con la que limpio todo aquello, esto ha Isabel la estaba excitando nuevamente y le arrebato la pañoleta, para seguir ella con la limpieza, pero lo que en realidad quería era sentir entre sus manos aquel miembro, que aunque de tamaño regular, le brindaba el placer más grande de su vida.
El miembro de Albert no tardo en ponerse nuevamente totalmente erecto y esto a ella le fascino y lo coloco nuevamente acostado boca arriba, sobre su lecho, pero en esta oportunidad, comenzó acariciándole el miembro, luego comenzó con tiernos besos hasta que termino introduciéndose todo el pene en su boca.
Sus lindos labios recorrían de raíz hasta la punta el pene de Albert y no tardo en girarse hasta colocarse en un perfecto 69, este entendió el mensaje de su ama y comenzó a besarle tierna pero intensamente la vagina de Isabel a la vez que llegaba hasta su apretado ano.
Después de unos minutos lo inevitable paso Albert comenzó a agitarse con más frecuencia, símbolo inequívoco que estaba por eyacular, Isabel lo supo pero no le importo, y siguió chupando el duro miembro con más fuerza, de repente sintió el primero chorro de semen golpear sobre su garganta, lo que provoco que ella también tuviera un placentero orgasmo, pero no se detuvo, siguió tomando el elixir de su esclavo hasta que bebió la última gota, dejando limpio y reluciente el órgano de Albert, mientras este había limpiado también con su lengua, todo lo que su «Diosa del amor» le había entregado.
Cuando este se levantó, la cogió entre sus brazos y cargada, la llevo hasta el cuarto de baño donde la deposito en una inmensa tina, que estaba llena por una cálida agua, aderezada por sales para la piel; cuando Albert sé disponía a salir de los aposentos para dejar que Isabel se diera un baño reparador, esta sin mediar palabras lo tomo de una muñeca, y este como siempre nunca protesto pro una decisión de su «Diosa del placer» se dejó hacer, entonces Isabel tomo un intercomunicador que había en el cuarto de baño llamo a Paúl su prometido y le dijo:
Bajare otro momento voy a darme un baño reparador, espérame abajo.-
Cuando colgó el aparato se incorporó tomo a Albert del cuello y lo fue bajando hasta dejarlo al nivel de su sexo, este no necesito otra indicación y comenzó nuevamente con su lengua a recorrer la cálida vagina, estimulando de manera perfecta el clítoris de Isabel, a la vez que se trasladaba con movimientos coordinados hasta su virgen ano.
Su lengua hacia todo este recorrido provocando avalanchas de placer en Isabel, después de un momento ella pudo observar que le miembro de Albert, ya estaba listo nuevamente para la batalla, hizo que este se metiera en la tina de baño y luego abriendo las piernas sensualmente fue bajando hasta agarrar con las manos la punta del pene de Albert.
Pero en esta oportunidad se lo coloco en la entrada de su virgen ano, fue ella la que comenzó la dolorosa penetración, que poco a poco fue cambiando por un inmenso placer, no tardo mucho tiempo en que todo el pene de Albert se había introducido en el estrecho ano de Isabel, él sentía como esta al mover los esfínteres, lo apretaba deliciosamente en todo su miembro, no tardo mucho tiempo, ella estaba sintiendo en ese momento un nuevo placer que antes no había conocido pero que le estaba gustando, no tardaron en llegar los dos al mismo tiempo al clímax, y ella por primer vez lanzo un grito reprimido, pero no era de dolor sino de placer….
Cuando se calmaron, Albert salió de la tina de baño se puso de rodillas y se agacho a darle el beso más tierno que puede sentir una mujer, pero en sus pies, símbolo inequívoco, de que siempre seria su más fiel esclavo……
La historia podría continuar…