Un hombre es seducido por la hermosa hija de un amigo, pero todo tiene un motivo oculto
Hola mi nombre es Julio y lo que me paso hace unos meses fue increíble.
Tengo 37 años, una linda esposa y dos encantadores hijos aún pequeños, soy empresario y hace unos meses me encontré con unos de mis mejores amigos, pues cuando empecé en los negocios fue con él con quien me asocié. Armando es su nombre, luego de un tiempo decidimos separarnos, vender los negocios que teníamos en sociedad y empezar individualmente cada uno.
No me puedo quejar pues a mí me va de maravillas, tengo tres Empresas caminando muy bien y hasta he sido contratado por dos grandes Empresas internacionales como asesor. Al poco tiempo empecé a radicar en otro país.
Armando empezó bien pero como que el derroche en cosas insignificantes como autos lujosos, casa de playa y una lujosa casa apartada de la capital en donde vive con su familia, no están acordes con los ingresos de sus Empresas.
Siempre andábamos comunicándonos de vez en cuando pero casi no nos veíamos, antes siempre frecuentábamos, conocía a toda su familia, se casó con una bellísima mujer rubia, modelo de televisión, con la que tuvo tres bellos hijos, Adriana, Vania y Armandito.
Luego de mucho tiempo debía estar de regreso en el país por motivos de negocios y me alojaría en un departamento por unas semanas.
Luego de muchos años Armando me invitaba a su lujosa casa, sabía que estaba en graves problemas, pues debía mucho dinero a Bancos y otras Empresas.
Era un día sábado en qué quedamos en que lo visitaría para almorzar, así lo hice, al llegar estaba con su esposa, charlamos en la sala y a los pocos minutos bajaron Adriana y Armandito, Adriana estaba hecha toda una señorita, tenía 19 años en ese entonces, era muy linda, de cara redondita, piel blanca, cabello castaño claro y ojos verdes como los de su madre, era de aproximadamente 1.60 mts de estatura y algo rellenita, Armandito era un niño de 15 bastante desarrollado y alto, la verdad se notaba que hace mucho no los veía, solo me faltaba ver a Vania quien no se encontraba en casa.
Luego de almorzar, nos sentamos todos en el sofá
– ¿y qué te parece Adrianita?, me preguntó Armando
– Pues está hecha toda una señorita, le dije
Pero la verdad era que nunca me fijaba en chicas tan jóvenes así que no me atraía para nada, solo la veía como una chica muy linda y nada más.
Luego de un rato nos quedamos Armando y yo solos en la sala, charlando de los negocios, luego de un buen rato de hablar, trataba de convencerme en que le prestara una fuerte cantidad de dinero, estaba entre la espada y la pared, la verdad quería ayudar a mi amigo pero era una suma bastante delicada, sólo le dije que lo pensaría.
Poco antes de retirarme llegó Vania, en ese entonces tenía 17 años y era una encantadora niña con cuerpo de mujer, mucho más alta que su hermana y que yo inclusive, delgada, y muy formada, era una rubia espectacular, la verdad que con ella sí que me quedé con la boca abierta, llevaba una ropa bastante provocativa, un pantalón de tela blanco bastante ajustado y a la cadera, dejando apreciar su hermoso culo, parado y firme, unas impresionantes piernas largas y muy torneadas, arriba llevaba un top corto que dejaba al descubierto parte de su abdomen y su ombligo a la intemperie y un par de pechos pequeños pero redonditos y bien formados, no pude evitar la erección al verla, como me miraba sonriendo con sus impactantes ojos verdes, enormes y su rostro angelical como el de una muñeca, me saludó con un beso en la mejilla y se sentó junto a nosotros, la verdad era que no podía sacar mi mirada de ella, cosa que Armando seguramente se percataba.
– ¿Y qué te parece Vania?, me decía
– Pues está muy bella, le dije con unas palabras que me salieron del alma
– Gracias, dijo Vania con una coqueta sonrisa
Luego de dos días nuevamente Armando me telefoneó, insistiendo en lo del préstamo, le dije que lo había pensado mucho pero la verdad era que no me encontraba en condiciones de prestar tanto dinero, traté de explicárselo pero antes de que acabe de hablarle me cortó diciéndome que al día siguiente me visitaría a mi Departamento para almorzar juntos. No me quedó otra cosa que aceptar.
Al día siguiente entonces mandé comprar comida para almorzar, en eso sonó el teléfono y era recepción diciéndome que Armando me esperaba afuera, les dije que suba nomás, al llegar abrí la puerta y grandísima fue mi sorpresa cuando vi a Armando acompañado de su hija Vania, que estaba muy deliciosa, el corazón se me detuvo al verla y mi polla no dejó de reaccionar, ¡santo cielo, qué muñeca! Por la forma como venía vestida no pude contener la erección, con una minifalda celeste cortísima y una blusa blanca de tela delgada dejándome apreciar sus deliciosas piernas largas sin ningún vello y sus bien formados y sus erectos pechos pues por lo fina que era la blusa podía percatarme que no llevaba brasier y los pezones se le notaban claramente debajo de la tela.
Entonces nos sentamos a charlar los tres, no podía dejar de mirar a Vania ni un segundo, me la pasaba mirando sus bellas piernas y sus dulces senos, mi cabeza daban vueltas y alucinaba un millón de cosas. Luego de unos minutos nos sentamos en la mesa almorzamos y bebimos vino. Luego de comer volvimos a la sala a seguir charlando.
Charlábamos de Vania y de otras cosas, Armando no tocó para nada lo del préstamo, la charla se tornaba en Vania, en sus estudios y esas cosas. Luego de un momento sonó el celular de Armando, no presté atención a lo que decía, seguía yo admirando la belleza de su hija, de pronto me dijo que había recibido una llamada urgente de un socio y que debía irse, no me dejó ni responderle y se fue dejándome sólo con su deliciosa hija.
No sabía ni qué decir, Vania solo me sonreía, bueno me encontraba solo con esa muñeca que era lo que estaba deseando hace mucho y ahora no sabía qué hacer, solo seguimos charlando de lo mismo, entonces traje la botella de vino y le serví una copa.
Me decía que estaba acostumbrada a que su padre las deje así en cualquier reunión que iban, siempre recibía ese tipo de llamadas urgentes, luego de un buen rato empezamos a sonreír más seguido, me estaba volviendo loco, quería cogérmela ya mismo pero no sabía cómo dar el primer paso. Entonces empezamos a hablar de su novio, estaba con él desde hace trece meses.
Luego de un buen rato me paré a poner algo de música, Vania también se puso de pie y miraba algunos adornos que estaban por la sala, se recostó en la mesa detrás de mí con su vaso de vino en la mano, santo Cielo que bella era.
– ¿Y hace mucho que no ves a tu esposa?, me preguntó
– No, hace como tres semanas, le dije
– ¿y cómo haces para satisfacerte sexualmente?, me dijo y me sorprendió.
Había estado yo tratando de entrar a este tema hace rato y no tenía cómo y ésta jovencita de 17 años lo hizo sin ningún temor y con mucha frescura. No supe qué decir al instante, luego de quedarme callado unos segundos le volví a decir
– Bueno, este pues…..
– Alguna vez le pusiste los cuernos a tu mujer, me dijo cortándome
– Este, pues…… no, claro que no, le dije
– No te creo, todos los hombres lo hacen
– Bueno si pero yo no he tenido la oportunidad
– Y si la tuvieras ¿lo harías?, me dijo
– Si es con una chica linda como tú, claro que lo haría, le dije descaradamente, a lo que me respondió con mucha normalidad
– ¿te gustaría tener sexo conmigo?, me dijo
– Claro, me gustas mucho Vania, me encantaría hacerte el amor, le dije, me estaba poniendo súper caliente con esa conversación que ella había iniciado
– Pues de la forma con la que me conversabas iba ser difícil que me convenzas, me dijo
– Bueno es que ahora tú ya empezaste a charlar de éstas cosas, le dije
– ¿te gusto mucho?, me dijo mirándome pícaramente y bebiendo un sorbo de vino sacando la lengua provocándome con su mirada.
Luego se desabotonó los primeros botones de su blusa, hasta dejar el nacimiento de sus senos a mi vista aún sin descubrir los pezones y con otro sorbo de vino dejó caer un chorro en ellos
– ¿Quieres un poco de vino?, me dijo
¡Santo Cielo, en ese momento se me nubló la cabeza, no pensaba en que era la hija de mi mejor amigo, ni nada sólo pensaba en ese delicioso cuerpo adolescente y me abalancé hacia él y con todas las ganas del mundo me pegué a ella, la apretujé de su cintura, presionándola hacia mi cuerpo y empecé a lamer salvajemente esos deliciosos senos con pezones rosados, puntiagudos y bastante duritos, Vania dejó caer toda la copa de vino en ellos y entonces empecé a lamer cada vez más salvajemente mientras ella acariciaba mis cabellos con sus crecidas uñas, estaba con la polla al tope en ese momento, entonces la cogí de su pequeña cintura, la levanté apoyándola en la mesa, abrió las piernas, las sacudió dejando caer sus zapatos, entonces levanté la pequeña faldita celeste que traía, hasta dejar al descubierto su pequeña tanguita brasilera blanca, ¡guau!, coloqué sus piernas en mis hombros y empecé a saborearlas desde la punta de los pies, pasando por sus deliciosas pantorrillas, sus bellísimos muslos, hasta llegar a su deliciosa entrepierna, que ya se encontraba húmeda, bajé la pequeña tanga, me estaba volviendo loco y en la misma posición, con Vania apoyada en la mesa, sentada en ella con las piernas abiertas, la blusa desabotonada y la falda levantada hasta el ombligo, me agaché, metía la cara entre sus piernas y me deleité primero con su delicioso aroma a mujer húmeda y empecé a saborearlo con mi lengua, con la punta empecé a agitarle el clítoris que empezaba a hincharse, en ese momento Vania empezó a gemir, mientras yo seguía con ese delicioso sabor en la boca, luego con dos dedos empecé haciendo espacio entre sus labios vaginales, en eso empezó a humedecerse cada vez más, era increíble ese momento, no creía estar de esa forma, con la bella hija de mi amigo, con sus piernas en mis hombros, y lamiéndole el chochito, sacándole todo el jugo, luego de haber saboreado ese delicioso coñito por varios minutos, me desajusté el pantalón y me saqué la corbata, acaricié sus pechos y nuevamente los lamí y mordía a mi antojo, eran deliciosos esos pezones rosados y erectos, me deshice de la blusa por completo y con la falda aún puesta, liberé mi enorme polla, la coloqué en la entrada de la vagina de Vania y empezó con un delicado gemido de pacer, acaricié su coño con la punta de mi glande y empezó a excitarse más, no aguanté ni un segundo más y empecé a empujarle mi polla contra su coño con todas mis ganas, hasta sentirlo totalmente dentro, como se encontraba ya bastante mojada, lo sentía bastante suave y entraba y salía muy cómodamente, me estaba muriendo del placer, ambos empezamos a gemir desesperadamente, me estaba comiendo a una linda rubiecita, me la estaba follando a mi antojo, mi pene entraba y salía cada vez más rápido ambos nos movíamos al mismo ritmo, en eso me vine dentro de ella, no puso ninguna resistencia así que seguí y terminé de vaciarme totalmente. ¡Guau, fue increíble!
Permanecimos tumbados en la mesa totalmente agitados, entonces Vania me pidió que vayamos a la cama, así lo hicimos, nos desnudamos los dos completamente y nos acostamos en la cama, descansamos y luego de un buen rato estábamos follando nuevamente, Vania me estaba cabalgando como una buena putita, mi pene se encontraba nuevamente a mil, esta rubiecita sí que follaba muy bien, nuevamente estaba pasando un momento de placer increíble con esta adolescente encima mío, miraba su rubio coño con escaso vello partiéndose en dos en su entrada dejando entrar cómodamente a mi polla, así estuvo por varios minutos saltando encima mío, ella se vino como tres veces y una vez más junto conmigo, fue un orgasmo espectacular.
Al terminar estaba yo muy agotado, quedé tendido en la cama boca arriba, cuando me doy cuenta que nuevamente mi polla recobra su máxima expresión, era Vania que la puso a mil gracias a sus labios y su salvaje lengua, ¡que mamada!, nunca nadie me había dado una mejor, se la tragaba como si fuera su chupete dulce, lo saboreaba y se lo metía hasta el fondo de su garganta, me lamió los huevos y empezó con un mete y saca impresionante en su boca, sentía que me venía y empecé a gemir de excitación, al empezar a chorrear mi semen se lo sacó de la boca pero dejándolo a la altura de su boca, la abrió dejando caer toda mi espesa lecha en el interior de ésta, ¡que rubiecita para mamona!, luego siguió chupándomela hasta dejarla bastante limpia.
Luego se reincorporó a mi costado y nos besamos apasionadamente por un buen rato, sonreíamos, me decía que desde que me vio la semana pasada se moría de ganas de follar conmigo, entonces se puso en cuatro patitas, sobre mi cuerpo, dejando su ano en mi cara, quedando en un 69, me mamó la pinga de nuevo y me deleité con ese pequeño agujerito que dejó a mi exposición, así estuvimos un buen rato, hasta que dejé su huequito bastante ensalivado, entonces me zafé de la posición y dejándola a ella en cuatro, me coloqué detrás y mi polla que nuevamente alcanzaba su máximo tamaño se empezó a hacer sitio en el delicioso orificio, Vania gritó mucho al comienzo «¡me duele mucho!», me decía entre lágrimas, «quieres que pare», le decía yo, «¡No por favor ya lo hice antes solo sigue!», me decía, así lo hice hasta que llegué a sentir lo rico que apretujaban sus nalgas contra mi polla, en eso ya la tenía totalmente dentro, empezó a dolerme también pero era rico tener a esta rubiecita que días antes me impresionó mucho en cuatro y con mi polla dentro de su culo, Vania empezó a moverse y empezamos con un mete saca bastante acelerado, su culo se partía, cuando en eso me vine y le dejé el culo escurriendo en mis espermas, ¡guau no tenía palabras para agradecerle semejante tarde de placer.
Nuevamente nos tumbamos en la cama a acariciarnos y besarnos. Luego sonó el teléfono que se encontraba allí nomás al costado de la cama, era Armando, no sabía que decir.
– Hola Julio, ¿ya te decidiste en prestarme el dinero?
– Mira Armando, la verdad es que yo…..
– Vamos Julio, te acabas de comer el culo de mi hija que está buenaza y aun así me darás la espalda
Me quedé frío, en ese momento no supe que decir, se me caía la cara de vergüenza pero a la vez no podía creer que todo esto lo habían planeado padre e hija, cuando Vania se percató que hablaba con su padre empezó a vestirse, mirándome sonriendo pícaramente, mientras Armando seguía hablando
– Que te quedaste callado, vamos Julio, te comprendo, muchos se mueren por el culo de mi hija, a muchos le encantaría follársela, pero tú eres uno de los privilegiados, pero ese honor no es gratis
En ese momento colgué pues no sabía qué decir, Vania se retiró del departamento y días siguientes Armando seguía llamándome, no tuve otro remedio que acceder a prestarle el dinero.