Había tenido un día fatal.
Primero en el trabajo y luego en casa.
El sábado tenía que ser distinto.
Así que encaré el día como el primero de mi vida, pero no todo sale como una lo planea.
Me desperté a las diez, desayuné y me di un baño.
Me vestí sencilla pero bonita y salí a comprarme algo, no sabía bien que, pero cuando estoy mal siento que es la única forma de cambiar mi humor.
Generalmente compro ropa pero algunas veces me hago algún regalo para el hogar o un libro, un disco o una película que tenga deseos, pero como ya lo había dicho antes salgo sin ninguna idea fija.
La idea fija es recompensarme y listo.
Después de dar vueltas por la avenida y entrado en casi todos los locales, estaba peor que antes y sin embargo ocurrió el touch, tan esperado…
En una vidriera encuentro un camisón hermoso y en la misma vidriera un juego de ropa interior y mas allá un body y todo era hermoso y sobre todo muy sensual, casi erótico.
Entro en la lencería, yo siempre tan despistada, era un sexshop.
Si hubiera visto el cartel y la otra vidriera me hubiera dado cuenta pero con el stress y la angustia que tenía no vi nada.
Dentro del local, me asaltaron miles de fantasías y vergüenzas… no sabia para donde escapar pero una empleada muy canchera hizo que en seguida me anime a preguntar precios y otras cosas.
Al final salí sin comprar nada pero la cabeza giraba y giraba… ya se había hecho tarde todos los negocios estaban por cerrar y yo sin haber podido calmar mi ansiedad de compras.
Después de tantas horas de caminar en vano, emprendí la retirada y me dirigí nuevamente a casa, Las calles estaban desiertas y yo caminaba como una autómata…
Lento, descolgada, sudada, pensando en nada o en todo que no es lo mismo pero es igual.
No sé de donde apareció un hermoso perro, pastor alemán. Me sorprendió y casi me caigo cuando se enredó entre mis piernas.
El perro no se asustó y yo me quedé petrificada. El volvió a acercarse, me olfateó y yo le hice una caricia en el lomo, como diciéndole que estaba todo bien.
Él se dejó acariciar y su hocico se apoyó entre mis piernas, justo allí, levantando un poco mi pollera y rozando mi tanga.
Miré para todos lados y no había nadie, ni autos pasaban…
Me fui corriendo hasta apoyar mi espalda en la pared, abrí las piernas, corrí la telita de mi bombacha y dejé que urge en mi sexo.
Su lengua lamía, de forma áspera y firme, recorría toda la zona de forma desprolija y muy excitante y dándome mucho placer. Yo podía oler mis líquidos íntimos, excitándome aún más.
Estaba poseído o habrá intuido mi necesidad de un momento agradable.
Mi corazón se quedo sin preguntas y me dejé hacer sin importarme nada.
Un silbido proveniente de a dentro de una casa me despertó de lo que hubiera sido mi primer orgasmo.
El perro se volvió y se fue hacia el interior de un pasillo como a veinte metros de donde yo yacía en mi calentura. Estaba toda mojada y ardiendo.
Como pude avancé hacía mi departamento pero supe que no podía llegar a mi casa así.
Di la vuelta en la esquina y me volví a apoyar en la pared y con todo el desparpajo y sin ningún reparo me hice una tremenda paja.
Cuando acabé, di unos pequeños gemidos, que me parecieron resonar por toda la cuadra. Mis ojos se pusieron en blanco y pronto me repuse.
Mi respiración se fue aquietando y mi pulso se normalizó.
Miré para todos lados y por suerte no hubo testigos de mi primer orgasmo callejero…