Es un placer escribir sobre ésta aventura que me aconteció en el año 2000, alrededor de la segunda semana de abril.
Antes de comenzar déjenme decirles que ésta historia es real, mi nombre es Tony, vivo en la ciudad de San Luis Potosí, México y actualmente estudio en la Universidad Autónoma de ese estado.
Pero bueno, entremos en materia que es para lo que estamos aquí.
Todo comenzó al iniciar las vacaciones de pascua, de la escuela nos pidieron que hiciésemos un trabajo de investigación sobre alguno de los municipios del estado y en mi equipo de trabajo decidimos hacerlo sobre un municipio de la Huasteca, al este del estado, ya que esta muy cerca de la ciudad de donde es oriunda mi compañera Carola y de donde vive toda su familia.
En el equipo de trabajo estábamos dos chicos y cinco chicas, las cuales eran Carola, Ileana, Marina, Lupis y Fabela; el otro chico del equipo era Jimmy y por supuesto yo.
Cuando salimos de la estación de autobuses estábamos todos muy emocionados, pero la emoción disminuyó con el terrible calor que hacia cuando arribamos a la Huasteca, de allí nos recogió la tía de Carola y nos trasladó a su casa, al llegar toda la familia nos recibió calurosamente, lo cual me agradó mucho, pues al ver a Cristi, la hermanita de mi amiga Carola, sentí que las pelotas se me subían hasta la garganta y mi pene comenzó a despertar de su letargo.
En verdad que Cristi estaba hermosa esa noche, imagínense; una chica de tez aperlada, de cabello castaño claro, ojos miel muy grandes y una boca teñida de un rojo manzana y para colmo la manera de vestirse, pues llevaba unos shorts azules de mezclilla deslavada que no disimulaba la redondez de su trasero y que mostraba cínicamente esas piernas esculturales, con dos muslos que se antojaban para ser mordidos; en la parte de arriba llevaba un pequeño top que apenas cubría sus tetas medianas de mis audaces ojos que no querían perderse nada.
Ahora podrán imaginarse lo que sentí cuando saludándome besó mi mejilla y puso sus brazos alrededor de mi cuerpo.
Después de todo ese ajetreo sexual yo estaba a tope, me dolían los huevos por la erección tan tremenda que no tuvo satisfacción alguna y el corazón se agitaba cuando la veía pasar frente a mí.
Esa noche vi por primera vez sus magníficos senos descubiertos cuando estando en la cocina se agacho para tomar la sal y entonces una de sus tetas se escapó del top y se mostró excelsa ante mis ojos; era increíble, no era demasiado grande, pero mostraba una textura tersa y apetecible, mientras un pezón rosado coronaba el seno con su duro y rugoso cuerpo.
Esa noche fue de perros, no pude dormir a pesar del cansancio del viaje y mi querido amigo «pancho» no dejó de retozar, mi mente imaginaba lamer el pezón de Cristi y mi mente trataba de concebir la apariencia de todo su cuerpo desnudo.
A la mañana siguiente nos levantamos alrededor de la 9 y comenzamos a prepararnos para salir a realizar la investigación; como desde temprana hora el clima alcanza una temperatura superior a los 25 grados en esa parte del estado, el calor era insoportable y yo me levanté un poco antes que los demás para tomar una ducha fría.
Cuando me dirigía hacía el baño con mi toalla en mano, encontré en el pasillo principal a la señora Mari, mamá de Carola y Cristi, a la cual pregunté de la ubicación del baño y tras informármela me pidió que esperara un momento, ya que Cristi estaba bañándose para ir al trabajo y se marchó al mercado.
Entonces me dirigí al baño para ubicarlo y ¡¡¡ohhhh!!! Sorpresa, el baño no tenía puerta, únicamente contaba con una cortina vieja.
De pronto la excitación fue demasiada y corroborando que mis compañeros dormían me lancé sobre la cortina, buscando un pequeño agujero para poder observar.
Y de pronto allí estaba, a unos 15 centímetros del techo estaba en maravilloso hoyito.
Mientras mi cuerpo se estiraba para alcanzar el agujero mi corazón parecía latir a la velocidad de la luz y mis ojos se cerraban y se abrían tratando de mejorar la visión.
De pronto allí estaba, el más hermoso culo que jamás he visto, era magnificente con el agua recorriéndolo de arriba abajo y penetrando en ese orificio que todos quisiéramos penetrar, las piernas eran también bañadas por el agua y tocadas por la misma magia erótica que deslumbraba su trasero, la espalda arqueaba mágicamente y parecía invitar a besarla mientras su cabello caía sensualmente sobre los hombros.
No pasó mucho cuando dio vuelta y dejó al descubierto un esplendor que comenzaba en sus dulces ojos y poco a poco bajaba hasta su boca melosa mordida por sus insaciables dientes, los cuales lentamente cedían paso al delicado cuello largo donde reposaba su cabeza y que a la vez eran la antesala de esas tetas que volvía a saludarme, ahora de una manera especial, pues se encontraban los pezones tan endurecidos que parecían querer escapar de los senos y que lograron derramar saliva de mi boca.
Abajo su cintura se estrechaba para dar preámbulo al ombligo de musa que anunciaba la llegada al monte de la diosa Venus, cubierto de una selva espesa de vellosidad clareada únicamente por ligeros tonos castaños dentro de sí.
Las manos coquetas tocaban insistentemente las caderas y alborotadas subían frenéticamente por el abdomen hasta encontrar las tetas y juguetonas acariciaban los botones.
De pronto el jabón apareció en escena y junto a la complicidad de una mano comenzó a sacar espuma, y ésta, lentamente, fue llevada a la entrada de la vagina, mientras la otra mano hacía fácil el acceso abriendo los labios de la panocha y retiraba el abundante pelaje.
Cuando por fin desperté de ese maravilloso letargo me di cuenta que la cortina de cuarto había sido manchada por el semen que vertió mi pene de manera inconsciente.