La primera vez que penetré el culo de mi mujer
Hacia poco tiempo que mi actual mujer y yo éramos novios.
A habíamos tenido sexo a roletes, en la mesa, en la cocina, en la ducha, en el living mientras mi cuñada dormía (o sé hacia la dormida, nunca se lo he preguntado, calculo que alguna masturbación se habrá hecho mientras nos sentía), en el auto, etc. Pero hasta ese momento nunca lo habíamos hecho por su trasero.
Mi mujer es una hermosa dama, con unos pechos pequeños, pero muy lindos para juguetear, una hermosa cintura y un culo espectacular, que cada vez que lo tengo cerca, lo toco.
Esa noche, mi cuñada no estaba en el apartamento, y como siempre comenzamos con los juegos que siempre existen, arranque con los besos, suaves y profundos mientras nuestras manos recorrían nuestros cuerpos.
Empezamos a quitarnos la ropa que nos estaba molestando, y seguíamos con nuestras caricias, ella se arrodilló y comenzó a pasar su lengua sensual por mi miembro, subiendo y bajando, y con su lengua jugueteaba con la cabeza, haciendo círculos.
Mis manos acariciaban su pelo y ella seguía con su labor, la verdad que una de las mejores cosas que hace mi mujer es el sexo oral, me da vuelta la cabeza mientras ella juega con mi miembro.
Yo quería lamerle su almeja, su dulce almeja, y en el suelo comenzamos un 69 sin importarnos el tiempo que pasaba, sinceramente mientras estoy con ella haciendo el amor el tiempo se congela y el mundo es solo su cuerpo y el mío.
Mientras estábamos haciendo el 69, comencé a lamerle su ano virgen, y en mi cabeza comenzó a correr la idea de entrar en él, tímidamente ( recuerden que hacia poco tiempo que éramos novios y estábamos comenzando a conocernos en todos los aspectos) comencé a jugar con mi dedo en su ano.
Ella no decía nada, su cuerpo comenzaba a moverse con el jugueteo de mi dedo, y suavemente comencé a introducirlo, muy despacio y ella comenzó a gemir, como nunca la había escuchado, lo cual me calentó más aun, mi miembro parecía que iba a estallar, mientras ella seguía lamiéndolo y tragándoselo hasta la garganta.
Mi dedo cada vez entraba mas en su ano, ya que estábamos en el suelo, me paré de repente, me fui hasta el cuarto y traje un colchón, lo puse debajo de la ventana, por la cual entraba la luz de la luna, mi mujer se acostó boca abajo en él y me ofreció ese culo virgen que hasta el día de hoy me enloquece y me enloquecerá.
No olvidaré jamás su cuerpo iluminado por la luna, separe sus nalgas, y con la punta de la lengua comencé a lamerlo, suavemente haciendo círculos, y cada tanto intentaba introducir mi lengua en él.
Ella estaba como en trance, tiraba su culo hacia arriba cada vez que intentaba entrar con mi lengua en él.
En un momento comencé con el dedo a entrar en su culo, y más arriba lo tiraba ella, luego fue un segundo dedo para adentro y su placer creció mas y más, sus gemidos subían de intensidad, mis dedos entraban y salían cada vez con mayor rapidez, y ella mas gemía.
Cuando no aguante más este juego, quite mis dedos y con su saliva lubrique la cabeza del mi miembro, lo apoyé suavemente en su ano y comencé a entrar, largó un pequeño quejido entre dolor y placer, y seguí entrando, nunca sentí sensación igual, había tenido otras relaciones anales antes pero como lo que sentí en ese momento nunca lo experimenté.
Seguí entrando en su hermoso culo, y ella más arriba subía sus caderas, los movimientos eran tan sincronizados que parecía que lo teníamos tan practicado.
Cuando sentía que me iba a correr, los movimientos comenzaron a ser más fuertes, más y más, yo casi gritaba de placer y ella más gemía, mis manos se aferraron a sus nalgas cada vez más fuerte, y seguíamos cada vez con mayor ritmo, mis testículos chocaban contra su almeja, lo cual mas me enloquecía, no quería que terminara nuca es momento.
Así hasta que llegamos juntos al orgasmo, no deje que se escapara nada de mi semen de su culo, y ella tampoco quería que se saliera.
Nos derrumbamos en el colchón y por unos minutos quede encima de ella con mi miembro dentro de su ano.
El sudor de ambos le daba una sensación diferente a esta unión, de apoco quite mi miembro de ella, y quede a su lado, nos abrazamos y sin decir ninguna palabra nos besamos.
En ese momento supe abrazado a ella que había encontrado a la mujer de mi vida.