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Lucia mi otra tía

Todo comenzó cuando lucía una tía mía hermana de Ampara a la cual me había follado ya empezó a despertar en mí un instinto sexual, como os decía mantengo con Amparo una relación sexual bastante buena tengo 17 años y ella casi el doble pero no nos importa que seamos tía-sobrino y mucho menos la edad.

La historia de mi infidelidad I

Al otro día sabía que algo pasaría, llevé a mi hijo con mi hermana y fui a comprarme un vestido nuevo, regresé a casa casi a las siete de la tarde cuando ya estaba oscuro, me probé el vestido que era bastante corto y provocativo sin importarme lo que me diría Paco que en realidad nunca le molesto mi forma de vestir.

Amor en soledad

Cálidos, pegajosos, lo sentía correr despacio, los probó, como tantas otras veces, ya sin control alzó su muslo para beberlo directamente desde su piel, hubiera deseado poder comerse su propia intimidad de haber podido, en un acto de lujuria (su cordura había sido abandonada hacía ya mucho) recordó la regla, se desabrocho la pollera, quedando nada más sus medias por las rodillas, y la tela blanca caída.

Paola y Elvi

Nos encontramos a una joven pareja en un un lugar de intercambio de parejas, mi esposa iba radiante, con un vestido muy sensual cortísimo, y escotado, con zapatillas de tacon de plataforma; ellos no eran mal parecidas, y ella era una chica muy joven de senos muy prominentes, blanca, hermosa, sensual como mi mujer; estuvimos platicando un rato, sobre cosas superficiales, y luego sobre nuestros gustos sexuales, las cosas se calentaban pronto al descubrir afinidades...

Mi nueva jefa I

Ambas estábamos un poco cansadas y ella me dijo que tenía un buen remedio para eso, que una buena sesión en el gimnasio nos haría bien, dude un poco en aceptar pero no quise rechazarla, ella llamó por teléfono y arregló todo con su entrenador personal, nos fuimos y me dijo que estaba segura que iba a relajarme y disfrutar, no entendí muy bien que me quiso decir, pero seguro iba a averiguarlo.

Gerardo, un hermano dominante III

Me bajó los pantalones de deporte y mi sexo quedó al descubierto. Entonces me acarició el conejo, húmedo por el sudor y alguna gotita de pis, pues no me había dejado limpiarme. Bajó su cara hasta mi conejo y tocó mi clítoris con la punta de su lengua. Miraba su cabeza al lado de mi sexo mientras aumentaba mi excitación.

Gerardo, un hermano dominante II

Tuve que hacer cosas por mi hermano, como comprarle las revistas pornográficas. Los vendedores me miraban de una manera que me humillaba. Encontré uno en el que me despachaba una mujer. Gerardo se percató y desde entonces me obligaba a comprar revistas con un gran contenido en escenas de lesbianas. La mujer me miraba despreciativamente.