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Manolon III

Manolon III

Manolo, Manolón – se oyó una voz de chillaba delante del camión

Era un amigo. Manolo sacó la cabeza entre las cortinas de la cabina y le invitó a subir.

– Tenéis la luz encendida y he visto vuestras siluetas reflejadas en las cortinas ¿Os puedo hacer compañía? Dijo el recién llegado.

– Desirée, te presento a Fernández, un buen amigo. Fernández te presento a Desirée una francesa que he conocido esta mañana y necesita nuestra ayuda. Dijo Manolo muy educadamente.

Detrás del corpachón de Manolo salió la cabecita de la chica y miró asombrada al recién llegado.

Fernández había sido espectador del polvo que acababan de realizar la pareja y como era amigo de Manolo quería participar en la fiesta.

Manolo se dirigió a la chica y le dijo que se envolviera con la manta y que saltara de la cabina del camión y se fuera a la parte posterior.

Y a su compañero le ordenó que abriera la puerta posterior pues la niña no sabría. Él iba enseguida.

Se cumplieron sus órdenes y en un momento estaban los tres dentro del furgón del camión.

Desirée observaba atentamente al que había roto su momento mágico. Mientras se desnudaba lo observaba sin pizca de vergüenza ni miedo.

Era más alto que Manolo, más atlético. Las espaldas las tenía más anchas y no tenia un pelo en todo el cuerpo, sólo las cejas. Debía medir cerca de los 2 metros y pesar más de 120 kilos.

Cuando se iba a sacar los calzoncillos, Manolo lo detuvo. La niña te va a ayudar –dijo.

La muchacha se desprendió de la manta que cubría su cuerpo de adolescente. Se arrodilló frente al Hércules recién aparecido y despacio bajó el slip que cubría los genitales del recién llegado.

La verga de Fernández era más pequeña que la de Manolo pero una vez bien erecta era algo más gruesa. También estaba libre de pelo.

Debía ser un atleta ya que su cuerpo estaba totalmente depilado.

Al ver aquel aparato Desirée se convenció que había hecho muy bien abandonando aquel novio engreído y picha corta.

Como ya sabía la lección se arrodilló. Lo cogió con suavidad y se lo llevó a la boca.

No estaba en plena erección pero las chupadas que recibía y las manipulaciones de la chica la provocaron muy rápidamente, con lo que dentro de la boca solo cabía el glande.

Con una mano agarraba el falo que no cabía en su boca y con la otra acariciaba aquel cuerpo tan fino y suave. Aquellos huevos tan limpios que le entraron ganas de chuparlos también.

Con su lengua recorrió todo el tronco de la verga hasta llegar a los cojones y uno de ellos se lo introdujo en la boca.

Mientras la chica estaba ocupada, Manolo extendió la manta en el suelo de caja del camión y luego invitó a Fernández a echarse sobre ella. Este no se hizo rogar y en un momento estaba acostado mirando al techo con la cara y con la polla.

El cuerpecito de la muchacha apenas se veía encima del Hércules camionero. Éste le abría el coño al mismo tiempo que Manolo la sostenía para que su descenso fuera suave.

Al tocar el glande de Fernández la entrada de la chica esta recibió un chispazo de placer que recorrió todo su cuerpo.

Puso sus manos sobre los amplios pectorales de su nuevo amante y continuó su descenso hasta enterrar esta nueva polla en su interior.

Una vez estuvo sentada totalmente sobre la verga se paró para comparar ambas pollas. La de Manolo la penetraba más profundamente pero aquella le llenaba más el coño. Suerte de sus líquidos y los de Manolo que facilitaron la penetración.

Empezó en lento movimiento de sube y baja. Su cuerpo volvía a recibir oleadas de placer. Se acercaba un nuevo orgasmo.

Sus movimientos se volvieron más rápidos hasta que Manolo se plantó delante de ella, le cogió la cabeza y le enterró su vergón en la boca.

Tuvo que moverse más despacio si no quería perder la verga de la boca y Manolo no se lo permitiría, pues la tenia cogida por la nuca.

Manolo movía su pelvis como si follara en la boca de la chica, esta no paraba de moverse pues luchaba por volver a tener un orgasmo. El único que estaba quieto, solo suspiraba, era Fernández.

Cuando parecía que el orgasmo de la chica iba a explotar en su interior, Manolo le sacó la polla de la boca y se fue detrás de ella, se agachó y contempló cómo la verga de su amigo entraba y salía del coño de la muchacha. Pero a él esto no le interesaba. Se fijó en su culito, cerradito y pequeñito que necesitaba un pequeño masaje para ser abierto.

Primero separó sus pequeños glúteos con sus manazas y luego acarició el ano con su lengua. Cuando quiso enterrar la lengua en el interior los pelos de su boca rascaron a la niña, está protestó.

Rascas, me haces daño – dijo.

Tranquila que no es nada – le contestó

Y tenía razón lo peor estaba por llegar y la joven no lo sabía.

Después de humedecer el ano sustituyó la lengua por uno de sus dedazos y cuando se acostumbró por otro.

Con dos dedos metidos en el culo y gran verga en su coño, la muchacha volvió a protestar.

Para, no sigas.

Tranquila, que te va a gustar.

Los dos dedos no paraban de entrar y salir de su interior al mismo tiempo que giraban. Cuando el ano se acostumbró a ellos, Manolo puso un tercer dedo.

Mientras Manolo trabajaba el culo de la joven ella y Fernández se estaban quietos. Ella porque los toqueteos en su culo la intranquilizaban y a Fernández también le iba bien parar un rato para retrasar su orgasmo.

Cuando Manolo consideró que ya estaba dilatada lo suficiente, se incorporó y trató de sustituir sus dedos por su enorme vergón.

Con un movimiento rápido enterró el capullo dentro de la chica.

Esta lanzó un alarido de dolor que se hubiera podido oír por todo el parking pero como estaban encerrados dentro de la caja del camión solo lo oyeron ellos tres.

– Mira niña mejor que sea yo el que el que rompa el culo que no algún desaprensivo que te puedas encontrar por ahí. Ya ves que soy muy considerado con la mujeres. La voz de Manolo transmitía el nerviosismo del momento que estaba viviendo. Tenía el glande dentro de la chica y ahora ella cerraba el esfínter.

Los músculos del ano de la chica apretaban la base del capullo de Manolo. A él esto le producía un gran placer y por esto no protestaba y no forzaba el avance.

Como no quería estar así toda la noche le aconsejó que se relajara, que no hiciera fuerza y entonces el dolor disminuiría.

Así so hizo la chica y al notar la distensión entró toda la verga. Los cojones de los dos hombres chocaron.

Desirée volvió a gritar con todas sus fuerzas.

A Manolo le daba igual si gritaba o no como nadie les podía oír. Pero para calmarla le puso sus dedazos en la boca para que los chupara, como si fuera el chupete que calma a los bebés.

Después de estar un momento con las dos vergas en su interior y tener sensaciones contrarias de su coño y de su culo, los dos hombres empezaron a moverse.

Cada uno iba a su aire con lo cual conseguían que había momentos que ambas pollas estaban fuera o una fuera y la otra dentro.

El primero de acabar fue Fernández que descargó una gran cantidad de leche en el fondo de la vagina de la chica pero no se retiró pues notó las contracciones del orgamo de la chica.

Estas contracciones provocaron el orgasmo de Manolo que enterró su polla para regar la zona más interior posible.

Después de terminar los tres la torre se derrumbó. Manolo sobre la chica y esta sobre Fernández y así estuvieron hasta que la pollas se desincharon y salieron del interior de la chica.

Cuando recobraron la calma.

Manolo aconsejó a la muchacha que se envolviera en la manta y fuera a las duchas y que cuando regresara le pondría crema en su culito.

Creyendo que la crema sería la solución para el dolor que sentía en su ano, corrió a obedecer las órdenes.

Cuando regresó al camión Manolo la estaba esperando en la litera.

La ayudó a subir y con mucha delicadeza le puso la crema en el culito para aliviar el escozor que sentía.

Cuando notó un poco de alivio cayó en un profundo sueño que Manolo no quiso interrumpir.

Continuará…

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