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Como una cosa llevo a la siguiente

Mi nombre es Ángel, tengo 52 años, soy heterosexual, casado, aunque de físico muy cuidado. He tenido mis aventuras con mujeres y parejas a pesar de mi matrimonio en el cual por razones obvias se instaló la monotonía hace muchos años.

Esta historia da comienzo a finales del verano pasado (2023), yo suelo ir mayormente solo a la playa y aprovecho para ir a una playa nudista cercana a donde resido donde van parejas unisex o mixtas, hombres y mujeres, voy casi todas las tardes ya que mi jornada laboral termina a medio día y mi mujer suele trabajar por las tardes también, aparte de que con ella suelo ir a otro tipo de playa.

He de reconocer que en dicha playa nudista he tenido varias experiencias pero distintas a esta que voy a relatar.

Aunque ya había coincidido varias veces en dicha playa con alguno de los usuarios habituales lo cierto es que con Juan nunca había cruzado palabra alguna, al cabo de las semanas nos empezamos a saludar y ese día se colocó más cerca de lo habitual pero no me incomodo.

Una de las veces que me incorpore para beber un poco de agua se me acercó se disculpó por molestarme un momento y me pregunto si por alguna casualidad tenía un abridor, a mí la bebida no me gusta pero siempre llevo un abridor encima al igual que un mechero a pesar de no fumar porque en muchas ocasiones ha sido una forma sacar del apuro a alguien y entablar una conversación en caso de tratarse de mujeres.

Busque en mi mochila el abridor, se lo pase y se fue a su toalla, al momento volvió de nuevo y traía dos botellas de cerveza ofreciendo una por prestarle el abridor y de paso devolvérmelo, le agradecí el detalle diciéndole que no bebía a lo cual me respondió que eran sin alcohol a lo cual le replique que no era por el alcohol sino por el sabor que no me agradaba. Se disculpó por haber insistido y me dijo que siempre que venía me veía por la playa, que si vivía allí, yo me reí y le expliqué el motivo.

Comenzamos a charlar y le dije que si quería se podía acomodar para no tener que estar mirando hacia arriba y romperme el cuello, me dijo que se llamaba Juan, que tenía 38 años, que llevaba casado cuatro años, a que se dedicaba entre otras cosas y que le gustaba disfrutar de la tranquilidad de esa playa, yo le conté un poco mi historia, básicamente lo mismo que el me había contado y se quedó un tanto perplejo con mi edad, aunque no fue lo único, notaba que miraba mucho mi miembro aunque intentaba disimularlo y yo entre que llevaba ya un tiempo importante sin tener sexo y viendo aquello empecé a imaginar y se me empezó a poner morcillona y el empezó a notársele cada vez más un nerviosismo que no podía disimular.

yo en una de esas le pregunté:

– ¿Te gusta lo que ves?

El: Vaya, creo que se me ha notado mucho.

-Si, se te ha notado algo, sobre todo desde que se me ha hinchado y se me ha puesto más morcillona.

El: La verdad es que, si y no me malinterpretes, no me van los tíos, pero no sé porque razón se me han ido los ojos y los pensamientos a tu herramienta.

Yo en ese momento no pude evitarlo y solté una risa y me la coloque mejor, decir que tengo un miembro de 19 centímetros, descapullada y aunque no es muy gorda rellena bien el orificio que ocupa en cada momento.

-Alguna vez has tenido algo con un tío?

El: No, nunca y tampoco me lo había planteado nunca, pero es que viéndote así no sé porque, pero no he podido evitarlo, será el alcohol.

En ese momento debido al comentario ambos reímos y eso hizo que su nerviosismo se rebajara.

-Te gustaría tocarla?

El resoplo al oír esa propuesta.

El: ¿A ti no te importaría?

-No se responde a una pregunta con otra pregunta, así que respóndeme.

El: Es verdad, pero la verdad, si me lo permites no me importaría tocarla.

-Te gustaría solo tocarla o querrías probar algo más?

El: ¿Aquí algo más seria muy expuesto, no crees?

-Pues subamos a las dunas.

En ese momento me levanté, cogí mi toalla y me dirigí a las dunas, Juan automáticamente me acompañó, coloque la toalla entre unos matojos y me eche sobre ella cerrando los ojos y cruzando mis manos por detrás de mi cabeza le dije.

-Aquí estamos más cubiertos.

No tardé mucho en sentir como con una de sus manos comenzó a tocarme la polla, lo hacía con fuerza, la rodeo con su mano y comenzó a subir y bajar haciéndome una paja al momento uso la otra mano para acompañar y soltó.

El: Joder tío, que grande es.

Yo sonreí y le dije.

-Pues disfrútala como te apetezca que no te voy a impedir nada.

Juan comenzó a pajearme con mayor rapidez y sentí como escupía sobre la punta de mi polla para lubricar y repartir con sus manos toda la saliva por ella haciendo la paja más agradable.

Entreabrí los ojos y vi que estaba casi sobre la punta de mi polla haciéndome esa paja y sopesando si meterse la punta en la boca, no dije nada y continué observando hasta que se decidió y abriendo la boca se introdujo el glande en la boca y comenzó una leve succión mientras acompañaba la paja que me hacía.

Poco a poco fue retirando la mano que estaba más cerca de su boca y se introducía mi polla más profundamente en su boca, succionando cada vez con mayor fuerza lo que me hacía sentir mucho placer, es como si quisiera sacarme la leche de mis huevos succionando cada vez que ascendía dejando de succionar cuando se la introducía de nuevo, una de sus manos siempre acompañaba ese movimiento lo que me hacía sentir mucho placer, casi diría que era la mejor felación que me estaban haciendo hasta la fecha y eso que han sido bastante las mujeres que me la han chupado, el no paraba y yo no quería que parase, y creo que ambos lo estábamos disfrutando.

Al cabo de unos 20 minutos no pude aguantar más y sentía como me estaba a punto de correr, pero lejos de avisar a Juan que me iba a correr aguante hasta soltar toda la leche en su boca y sorpresa, aguanto y continuó succionando sin parar haciendo el placer aún más intenso, descargue toda mi corrida en su boca y no se separó hasta asegurarse de que ya no saldría más leche.

Al incorporarse me miro y medio avergonzado me pregunto:

El: ¿te ha gustado como te la he mamado?

-Si te soy sincero, ha sido la mejor mamada que me han hecho y eso que me la han mamado muchas tías, pero ninguna me ha hecho gozar tanto como tú.

¿De verdad ha sido tu primera mamada?

El: Si, te lo juro, pero es como mi mujer me las hace a mí, aunque como ves ella no tiene espacio para usar sus manos como si he hecho yo con tu pollón.

-Bueno, todos no podemos lucir el mismo tamaño, yo en eso soy más agraciado que tú y tú tendrás otras virtudes y sobre todo la suerte de tener a una mujer que te haga gozar con unas mamadas tan intensas como la que me has hecho, aunque ahora me dejas con las ganas de conocer a la auténtica experta en ese arte.

Juan esbozó una sonrisa y dijo.

El: Quien sabe, igual algún día.

A mi esa respuesta me sorprendió, pero no quise forzar la situación, aunque sí le pregunté otra cosa.

-Te ha agradado que me corriese en tu boca sin avisar de que ya estaba a punto?

El: Aunque me hubieras avisado no creo que hubiese parado, me ha podido el morbo de querer saber que siente mi mujer cuando yo me corro en su boca y eso he hecho, aunque ella nunca se lo traga. Ha sido muy morboso y no me importaría repetirlo, si a ti no te importa.

-Para nada, creo que me encantaría poder disfrutar más a menudo de esa mamada.

Bajamos de nuevo al sitio donde estábamos y continuamos charlando, nos intercambiamos los números, aunque llegamos al acuerdo de que todo lo haríamos con suma discreción ya que ambos estábamos casados.

Poco a poco la gente se fue retirando y nos quedamos a solas por lo que le pregunté.

-Te apetece hacerme otra antes de marcharnos cada uno con su esposa?

El: La verdad es que estoy deseándolo.

Al estar ya a solas y casi a oscuras se colocó entre mis piernas, cogió mi polla y comenzó chupándome los huevos para ir subiendo por el tronco hasta llegar al glande, se lo introdujo en su boca y comenzó hacerme disfrutar de nuevo como la primera vez, esta vez yo para corresponder con mi pie comencé a rozar su polla lo que agradeció, le rozaba sus testículos y llegaba hasta su ano lo que también parecía agradarle porque se situaba sobre mi pie como si quisiera que lo penetrara con el dedo mientras me hacía gozar con su mamada. Pasado unos minutos me incorporé, me levanté y me situé detrás suya.

Él no me dijo nada, sabía a qué iba y estaba dispuesto, le escupí en el ano, le introduje un par de dedos para lubricar el interior, le chupe el ano para relajarlo y dejarlo más lubricado y coloque la punta de mi polla y comencé a empujar, costaba, mi polla no podía entrar ya que estaba teniendo la resistencia del ano, separe un poco sus cachetes y escupí sobre el ano y empuje con algo más de presión, poco a poco la punta se iba abriendo camino hasta que de repente su esfínter cedió y entró más de la mitad de mi polla, sonó un quejío que ahogó metiendo su cara en la toalla presionando contra la arena, espere un poco para que se acostumbrara y se le pasase el dolor y poco a poco lo fui incorporando para que sobre sus rodillas estuviese sentado sobre mi polla mientras yo estaba de rodillas detrás con las piernas separadas y lo tenía alojado alcanzando su polla para masturbarlo mientras él iba subiendo y bajando a su ritmo.

Poco a poco sus quejíos se iban transformando en gemidos de placer, su polla crecía en mis manos y él aumentaba el ritmo sobre mi polla, había pasado ya media hora desde que se la introduje hasta que me dijo que estaba a punto de correrse, yo aceleré el ritmo y cuando comencé a correrme él también lo hizo sintiendo como mi polla palpitaba en el interior de su culo y le provocó el que según me confesó más tarde fue su mejor orgasmo hasta ese día.

Después de sacarla de su culo me la chupo de nuevo y me la dejo bien limpia mientras él se marchó con mi corrida en su interior y el culo dolorido, aunque mereció la pena.

Desde entonces Juan y yo hemos quedado más veces, aunque esos ya son otras historias.

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