Amanda, adicta al sexo
Relato de una madura amante del sexo en todas sus variantes. Un chiquillo en vacaciones la conoce y disfruta de muchos días y noches con ella, hasta que decide partir.
Relatos eróticos
Relatos de sexo con maduras.
Relato de una madura amante del sexo en todas sus variantes. Un chiquillo en vacaciones la conoce y disfruta de muchos días y noches con ella, hasta que decide partir.
A mi me han gustado siempre las mujeres maduras y ésta, aunque estaba un poco rellenita (No gorda) siempre me había llamado la atención cuando la veía por el pueblo porque pese a su edad era muy guapa.
Resulta que donde yo vivo es en la zona céntrica y por acá existen muchas plazas comerciales se podría decir que todas las mas importante siendo un chico que le gusta ir de compra y siempre estar en la vanguardia de la moda debía acudir con frecuencia a las tiendas es ahí donde conozco a Angie una esplendida mujer de 38 años
Después de almuerzo los niños fueron a la casa de la vecina a bañarse en la piscina de ella por que allá estaban unos sobrinos de esta y allí podían jugar tranquilos, en la casa de mis tíos también hay piscina, pero a los vecinitos no los dejaron venir acá porque estaban de visita.
Aquella mañana mi jefe me había anunciado que vendría a verme una clienta a la que el no podía atender por que tenía que hacer gestiones fuera del despacho. No le di mas importancia, ya había ocurrido otras veces; pero esta sería diferente.
Era de noche y mis tíos ya dormían, yo me revolvía en las sabanas de la cama imaginándome a mi tía desnuda junto a mí, mi tío marcharía temprano por la mañana y mis primos partirían igual de temprano a estudiar, al amanecer sentí un tibio beso en mi rostro y unas suaves palabras inundaron mis oídos
Nunca imagine que por mi casa encontraría una maestra del sexo.
Lo sentó y arrodillada sobre una almohada, acaricio con sus labios ese falo que fue tomando forma de ariete, mamar como hace mucho no hacía , movilizo sus flujos, recostándolo sobre la cama en cuclillas fue ensartando su vagina
Ella gemía y apretaba mi cabeza contra sus pechos. Pero lo mejor estaba por llegar. Me deslice mas abajo aun, mientras apretaba sus duros pechos y le quite la maya que cubría su pequeño tanga.
Pocha tomó los tirantes de su camisón, deslizándose por los brazos, y se lo arrolló a la altura de la cintura. Dejó a la vista un par de enorme pechos, que pendían hermosos y se coronaban con dos pezones proporcionalmente inmensos.
Con la amiga de mi madre iba a pasar una de mis mejores tardes.
Experiencia sexual de un adolescente con la madre de su novia, la mujer madura descubre a su hija y a su novio teniendo sexo en la sala de la casa.
Las edades en un ser humano marcan hitos en su conducta, su formación sexual a partir de la niñez, llega a la adolescencia donde varios caminos como el celibato, la autosatisfacción hasta llegar a la entrega total en forma liberal, dominación, es para el ser humano el sexo en todas sus formas una decisión que puede ser tomadas en etapas, situaciones, encontrando a los participantes en este juego en escenarios cambiantes con efectos diversos.
Cuando ella entro por primera vez clases no me atrajo mucho pero poco a poco fue atrayéndome fuertemente tenia una mezcla de juventud y sobriedad y un cuerpo que me traía loco, sobre todo esos pechos, los cuales quería tener entre mis manos.
Chateando en la red conocí a una chiquilla “39 añitos”, después de distintos mails de intercambio y de alguna corrida virtual, decidimos dar el paso, los dos estamos casados, y no queríamos interrumpir nuestra vida familiar.
Todo empezó un sábado donde yo concurrí a negocio de mis padres que es un kiosco de diarios al cual atendiendo todos los días ese sábado se presento un auto importado en la puerta de mi kiosco y allí bajo un espectacular señora de unos 35 años con un cuerpo que más de un adolescente
Historia de la vida sexual entre una maestra madura y su aventajado alumno.
Mi tía no pudo aguantar y saco de el primer cajón un consolador enorme y se lo introdujo a Ana por la concha. Miriam, saco de su cartera otro aun mas grande y lo mismo hizo con mi tía, y mi consolador (el verdadero) encontró entre los agujeros, el de Miriam, que comenzó a montar sobre mi pene.
Fui hasta mi coche y guardé las cosas, eran apenas las dos y media, tendría suficiente tiempo. La busqué con la mirada, traía una camioneta Windstar negra, casi nueva. Volteó a mirarme y se subió al auto. Llegué hasta ahí y ya la puerta me esperaba abierta.
Ella, al darse vuelta noto que mi pija estaba al palo, ni yo, ni ella, lo podíamos creer, creí que me iba a desmayar de la vergüenza, pero de repente, note que en su cara se dibujaba una sonrisa de picara, de calentona, que hasta ese momento no conocía.