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Por fin!

Por fin un jueves conocí a Alfonso, estuvimos chateando, obviamente la conversación fue caliente y yo estaba excitadísimo, hasta que nos dimos cuenta de que vivíamos muy cerca y me ordenó vernos…

Cibersumisión

Esperaba sentada en la estación de tren, con el libro recién comprado y apenas leído, para poder ser correctamente identificada por su señor, llevaba puesta una falda plisada de tenis, a la altura de las rodillas, un polo azul ajustado, bragas y sostén negros.

Chico para todo II

Nuestras dos inefables maduritas y su nueva pero no menos dominante amiga más joven continúan su perverso juego con su presa casi adolescente hasta hacerle llegar a un final que no es más que el principio de renovados y deliciosos tormentos.

Cuatro perrillas

Se tumbo sobre ella frotando sus penes. El de la rubia comenzaba a ponerse erecta de nuevo. Apretando un poco consiguió que volviese a correrse de nuevo. La transexual gimoteo de placer. Aquello le había gustado de verdad. Y el seguía y seguía frotándose. Al tiempo me metió un dedo en mi boca y se lo chupe. Me toqueteó las tetas.

Un caballo para las mujeres II

Cuando los vendemos a ustedes, nosotras les damos un entrenamiento a sus nuevas dueñas sobre cómo se les debe tratar y el porqué se les debe tratar así, de igual forma les entrenamos sobre cómo los deben cabalgar, así que vete acostumbrando a esto ya que estarás en esta situación por mucho, mucho tiempo…”

El maletero V

Cuando apareció me deslumbró, pues iba ataviada con una minifalda muy mini, unas botas altas de cuero negro y una camisa blanca poco abotonada lo que dejaba asomar por el balcón de su escote los encajes del sujetador.

El maletero IV

Se había adueñando de mi vida tan rápido que no me había dado tiempo a pensar en lo que me estaba pasando, solo me limitaba a disfrutarlo, vivía la vida que quería y que yo solo había elegido, y me sentía bien, por una vez en la vida tenía sentido mi existencia, o así yo lo creía.

Atada y humillada

A las once de la noche mas o menos yo ya iba algo mareada, mientras que David aun estaba muy entero y fue él quien me propuso ir a su casa, a mi no me pareció buena idea porque mis padres me esperaban a las dos como muy tarde pero como David me prometió que él mismo me llevaría a casa antes de las dos accedí y nos fuimos a su piso.

El maletero III

Poco a poco el garaje se fue convirtiendo en un templo, un lugar oculto a miradas curiosas donde adorar a una verdadera diosa; de hecho, cualquiera que pasara por fuera, al lado de la puerta, no podía imaginarse siquiera que se usara aquel recinto.