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Mi querido Veloz

Mi querido Veloz

Y por fin llegó el verano, o mejor dicho, y por fin acabaron los exámenes. No había tenido un buen debut en la Universidad y desgraciadamente tuve que empezar a pensar en septiembre nada más terminar los exámenes de junio. Me dije a mí misma que no iba a dejar que esto arruinara mis vacaciones. Al menos las 2 primeras semanas de vacaciones.

Y es que en mis planes entraba ir a la granja que mi tío tenía en la región Alta, y a la que no había faltado durante los últimos 5 años. Era mi momento de relax y yo sabía que lo necesitaba. Ya podría empezar a pensar en los exámenes de septiembre tras volver de esas mini vacaciones.

Efectivamente, a los dos días de terminar el suplicio de la Universidad ya estaba dando un enorme abrazo a mi tío Enrico en su bonita y cuidada granja. Se dedicaba a la cría caballar y a la vez tenía un pequeño huerto donde hacia crecer diferentes tipos de hortalizas y verduras. Me instalé inmediatamente en ‘mí’ habitación y me fui corriendo a las cuadras. Era ya media tarde y no obstante mi tío me estaba ensillando a Veloz, mi caballo favorito. Él sabía que lo primero que me apetecería nada más llegar sería cabalgar un rato. Veloz es un ejemplar majestuoso de raza árabe y color negro. Mi tío Enrico me lo había asignado el año pasado y me prometió que lo enseñaría durante el año para que lo pudiera montar durante estas vacaciones. Le puso la silla y me lo entregó. Se dejaba llevar y andaba de forma regia. Estuvimos casi una hora cabalgando hasta que lo llevé de vuelta al establo. Le quité la silla y lo cepillé un rato quitándole el sudor que lo cubría. Era un caballo joven y no obstante estaba muy bien para su edad. Mientras lo cepillaba por sus patas me fijé en algo en lo que no me había fijado nunca antes, y no era la primera vez que trataba con un caballo. En lo que me fijé fue en el enorme pene que le colgaba a Veloz. El falo estaba en evidente posición de descanso, pero no obstante era de un impresionante tamaño. Lo terminé de cepillar y me fui a la casa en espera de que mi tío Enrico hubiera preparado la cena. Me fui del establo sin poder quitarme de la mente el enorme pene que había tenido a escasos centímetros de mi cara. No me lo podía quitar de la memoria.

La cena transcurrió divertida y mi tío y yo estuvimos conversando sobre cómo me había ido durante el año y sobre todo lo que había hecho él cuidando de los caballos y de las yeguas. Me contó que el negocio de la monta se le había dado muy bien este año y que su granja se había convertido en una de las más solicitadas de la región para la monta de yeguas de otras granjas. Le pregunté por Veloz y me dijo que todavía era muy joven para montar yeguas y que de hecho nunca había montado a una todavía. Mi tío estaba convencido de que al año siguiente podría empezar con alguna prueba al respecto, pero todavía era muy pronto. Yo, para mis adentros, pensaba pues con lo que le cuelga tendría más que suficienteà, pero evidentemente no dije nada.

La cena terminó y como estaba muy cansada preferí irme a mi habitación en lugar de quedarme un rato a ver la televisión tal y como me ofreció mi tío.

Subí a la habitación y terminé de sacar las cosas de mis maletas. Me puse un camisón y me metí en la cama. Estaba muy cansada y eso me hizo que tardara un poco en dormirme. Cuando estoy cansada me cuesta más. Aunque la verdad fue que una de las razones de que me costara dormirme fue que el enorme pene de Veloz no hacía más que venirme a la mente y no se me iba.

Estaba sorprendida con el pedazo de polla que le colgaba al caballo y no conseguía imaginarme cómo sería en estado de erección. Y eso que todavía era un caballo joven, pensaba yo. ¿Cómo será uno de un caballo adulto?. No se me iba de la cabeza, y así me dormí. Tuve una noche plagada de sueños de todo tipo y me desperté varias veces con mi vagina totalmente encharcada en flujo. Al final conseguí conciliar el sueño y a la mañana siguiente me levanté algo cansada.

Otro maravilloso día se abría para nosotros. Cuando bajé a la cocina mi tío Enrico ya tenía preparado el desayuno, y me esperaba con una taza de café recién hecho y humeante. Disfrutamos del desayuno durante una media hora mientras charlábamos y me contaba lo que iba a hacer durante el día. Por supuesto me ofrecí a ayudarle en el cuidado de las cuadras y así procedimos durante prácticamente todo el día hasta que se hizo mitad de tarde. Ese era el momento que me reservaba a mí misma para poder disfrutar un rato de Veloz. Lo ensillé yo sola sin ayuda esta vez de mi tío y salimos a pasear. Estuvimos aproximadamente una hora disfrutando el uno del otro y del maravilloso paisaje que circundaba la propiedad de mi tío, hasta que volvimos a la cuadra. El ritual fue exactamente el mismo que el día anterior. Retirar la silla y cepillarlo hasta dejarlo bien limpio. De nuevo al cepillar sus cuartos traseros me volví a quedar con la mirada fija en el enorme pene que le colgaba y que se movía de un lado a otro según se movía el caballo. Me quedé un buen rato extasiada mirándolo casi sin pestañear. Era bonito, muy bonito. Yo había tenido bien cerca de mi cara e introducidos en todos los orificios de mi cuerpo penes humanos que a mí me habían parecido enormes, pero aquello, aquello era inimaginable. Algunos compañeros de la Universidad guardaban un recuerdo mío muy agradable de este primer año universitario, y yo, por supuesto, guardaba unos sabores, también muy agradables de todos ellos. Nunca permití que nadie eyaculara en mi interior. Pero, en cambio, les obligaba a que se corrieran en mi boca. Me encantaba disfrutar de ellos y de su leche. Es algo que siempre me había llamado la atención y que no podía evitar. Es por eso, que al comparar el pene de Veloz me parecía surrealista por lo grande de su tamaño.

A pesar de tan bonita vista llegó la hora de la cena y me dirigí a la casa para disfrutar de las seguro magnificas viandas que mi tío había traído y preparado. Estaba en lo cierto, mi tío, al llevar tantos años viviendo solo era un magnifico cocinero y no dejé ni una miga de los platos que había preparado. La cena fue regada con un también magnifico vino de la tierra del que nos bebimos juntos prácticamente la botella entera.

Llegó el momento de recogerse y me fui a la habitación. No había bebido mucho vino, pero ello hizo que mi estado de ánimo fuera perfecto. Me desnudé y me metí en la cama. Inmediatamente como la noche anterior volví a pensar en Veloz y sobre todo en su enorme pene. Empecé a preguntarme cómo sería en estado de erección y a hacerme mil conjeturas al respecto. Oí cómo mi tío se recogía en su habitación y cómo apagaba la luz y entonces una descabellada idea vino a mi mente. Me puse unos zapatos y sin cambiarme, tal y como iba en camisón, me dirigí a las cuadras procurando no hacer ningún ruido que pudiera despertar a mi tío. Entré en las cuadras y allí estaba Veloz metido en su pequeño cubículo. Cuando me vio aparecer relinchó un poco y pareció sonreír. Abrí la puerta y me metí dentro. No había problema de dejar la puerta abierta puesto que Veloz estaba atado y no se podría escapar. Empecé a acariciarlo y él se dejaba perfectamente. Estuve durante un buen rato acariciándolo y cuando lo consideré oportuno me arrodillé y alargué mi mano hacia su pene. Era enorme. Lo agarré como pude con una de mis manos y esperé la reacción de Veloz. El caballo ni se inmutó. Me sentí extraña con un pene de semejante tamaño en mi mano.

Viendo que se dejaba me acerqué un poco más y me metí debajo del caballo para estar más cerca del aparato. El caballo ni se movía. Empecé a acariciarlo con las dos manos. Era muy hermoso y calentito. Me lo acerqué para ver cómo olía y me sorprendí de ver que no tenía ningún olor especial. Olía simplemente a establo y a caballo. Era un olor sumamente familiar para mí puesto que llevaba relacionándome con caballos desde hacía ya muchos años. Entonces es cuando vi que mi idea/sueño de hacía un rato se podía cumplir. Saqué la lengua y con un poco de miedo la pasé por la punta del pene. Si el olor era natural, el sabor también lo era y no me disgustaba. Creí que debía dar el siguiente paso y así procedí. Abrí bien mi boca y me metí con mucho cuidado y delicadeza la punta del pene. Cerré la boca en torno a la puntiaguda punta y entonces el caballo lanzó un relincho y se movió un poco. Me la saqué rápidamente para evitar que me pudiera lastimar o que yo le pudiera lastimar a él y empecé a acariciarle suavemente por la parte interior de su panza. Se calmó en el acto y pude volver a poner mi atención donde se requería que era en la polla del caballo. Sin prácticamente darme cuenta su tamaño estaba creciendo y de estar colgando en posición descanso se estaba empezando a alzar. Cada vez era más hermosa. Volví a cogerla con una mano, y mientras con la otra acariciaba la panza del caballo para tranquilizarlo, me la volví a meter en la boca. Era una sensación indescriptible. Yo tenía la punta del pene del caballo en mi boca y la movía como sé hacer tan bien. Estaba comiéndome la polla más grande de mi vida y para eso había tenido que abrir la boca como nunca antes lo había hecho en mi vida. Pero lo mejor de todo no era eso. Lo mejor de todo era que con el pene de Veloz dentro de mi boca podía sentir cómo se hinchaba y cómo seguía aumentando su tamaño. Eso me excitaba una barbaridad y sin dejar de chuparla y de mover mi cabeza dejé de acariciar la panza del caballo para empezar a acariciar mi ya por aquel entonces súper mojado clítoris. Estaba disfrutando de un experiencia única en mi vida y Veloz se estaba portando fenomenal.

De repente sentí algo y giré la cabeza hacia la puerta. Me quedé blanca cuando vi de pie en la puerta de establo a mi tío Enrico con su polla en la mano masturbándose mirándome casi sin pestañear. Yo le estaba mirando sin sacarme el pene de Veloz de la boca y él seguía masturbándose sin parar. La situación era rocambolesca pero eso no hizo que ninguno de los dos cambiara su forma de actuar. Cuando vio que yo paraba de mirarlo se acercó sin dejar de masturbarse por el camino y me acercó su polla a mi cara. Yo tenía un pedazo de pollón de caballo dentro de mi boca y mi tío Enrico me acababa de acercar su insignificante (insignificante por supuesto comparada con la del caballo) polla. Ninguno de los dos articuló una palabra. Yo sabía lo que mi tío esperaba de mí en esa situación. Me saqué el pene de Veloz y me introduje el de mi tío en la boca. El sabor era distinto. Mi tío tenía su pene cubierto ya de liquido seminal y yo tenía mi boca también repleta de flujo que había soltado Veloz. Con mi mano derecha seguía masturbando a Veloz, no quería que perdiera su tamaño, y con la izquierda ayudaba a que no se me saliera la polla de mi tío de la boca. Estuve durante un rato disfrutando de mi tío hasta que de repente estalló en mi boca. Éste era el sabor al que yo estaba tan acostumbrada. No permití que ni una gota se saliera de mi boca y me lo tragué todo. Seguí chupando, para delirio de mi tío, incluso una vez que terminó de correrse hasta que prácticamente acabó de rodillas sobre la paja del establo pidiéndome que parara. Yo para aquel entonces estaba a reventar de excitación y todavía no había podido disfrutar de lo que yo había ido a buscar aquella noche al establo. Tras lo cual volví toda mi atención de nuevo al pene de Veloz y me apliqué a conciencia. No pasó mucho rato hasta que ríos de semen empezaron a salir del enorme pene que tenía en mi boca y casi me atraganté. Tuve que toser varias veces antes de intentar volver a metermelo en la boca mientras continuaba eyaculando. Fue de todo modo imposible retener todo en mi boca.

Hubiera necesitado 4 o 5 bocas para retener todo lo que eyaculó mi buen amigo Veloz. No obstante pude obtener mi premio y pude disfrutar de su gusto. Realmente fue una sensación maravillosa, y he de decir que Veloz me supo mejor que todo el semen que había tragado antes.

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