Capítulo 1
- Nacho, Pepi y yo I
- Nacho, Pepi y yo II
- Nacho, Pepi y yo III
- Nacho, Pepi y yo IV: M. Teresa
Nacho, Pepi y yo I
Hace algunos años de lo que os voy ha explicar, aunque es muy largo y os lo tendré que contar en varias partes, para que se os haga muy aburrido.
Lo cierto es que, hacía escasamente seis horas que había regresado de mi último viaje semanal al extranjero, que ya me estaba molestando el teléfono, le eche mano y lo desconecte, dejo de funcionar y seguí durmiendo plácidamente.
El que quisiera ya trataría de llamarme a una hora más normal, claro lo que yo no sabía, es que la hora, era de lo más normal que se pueda dar en el día, pero yo, venía de un largo viaje a Polonia y no estaba para que me estuvieran despertando a cada momento.
– Riiínnnn, riiinnn ,riiiinnnn.
- Otra vez el teléfono,-estaba despierto y no había hecho otra cosa que volver a conectarlo,
- Siiiiiiii,- conteste.
- Ya era hora, tío.
- ¿Hora de que? – pregunte.
- De que despertaras, que ya es hora ¿no?- me contestó Nacho, entonces lo reconocí.-
- Hah, con que eres tú el que me ha dado por culo durante toda la noche?
- No, yo solo he empezado a llamarte a las diez de la mañana.- espetó
- Y te parece poco, tu sabes a qué horas llegó, mariconazo.
- Bueno, dejalo asi , ahora , son las dos y cuarto; dúchate y baja a comer con nosotros, ¿vale?.
- Vale.
Tenía una hora y media prácticamente, para ducharme y bajar a comer con mis amigos; así que lo hice con la mayor rapidez, y una hora después les estaba tocando el timbre de su puerta.
Tras breves momento me abrió la puerta Pepi, que tras verme, me echó los brazos al cuello y me estampo un beso a caballo entre los labios y la mejilla, detrás venía Nacho, que me dio un fuerte abrazo como si hiciera año que no me veía, y lo cierto es que hacía diez días que faltaba de la ciudad.
Nos sentamos en la mesa, pues ya estaba preparada la comida para que diéramos buena cuenta de ella; Pepi, había puesto un par de velas olorosas en mitad de la mesa para poner más ambiente.
Habían comprado vino del que me gusta a mi y medio cordero asado que estaba delicioso. Todo regado con buen vino y mejor cava,
Pues estábamos en la gloria. Hay empezó todo.
Estábamos terminando de comer, cuando a Nacho se le ocurrió preguntar de sopetón.
– ¿Tu que piensas de los tríos?.
La pregunta me vino de improviso, no sabia que decir, solo supe contestar.
- ¿y tú?
- Yo voy por libre, chico!!
- Y eso que quiere decir, que si Pepi, tu y yo hacemos un trío, me la podré beneficiar cuantas veces quiera.
- ¡Porque no, lo mismo que yo me beneficiare tú culo, lo mismo.
- ¡Si cuando este sea de piedra!
- Ya lo veras ó mejor lo notaras¡
- Está por ver.
Pepi, se levantó y retirando mi silla, se sentó encima de mi, iniciando un atrás-adelante que me extraño hasta a mi y antes de que pudiera decir nada, mi boca fue cubierta por la suya, de la manera mas fogosa que se pudiera imaginar.
Sus labios empezaron lentamente a acariciar los míos, y cada vez sus avances eran más atrevidos, ya era una pelea de lenguas continua, y todo eso delante de Nacho, aunque valiente lo que le importaba a él, él quería algo mas, el no quería una vágina de mujer solo; el lo que quería al mismo tiempo, que el pené que se introdujera en la pepitilla de su hembra, estuvieras dispuesta, también para su culo, todo eso lo supe bastante después.
Tengo que explicaros que esta no es una historia de jovencitos, real, por supuesto, pero de personas de más de 50 años, en el momento que empezaron a ocurrir los hechos que os estoy narrando, que en estos momentos en que estoy escribiendo estas cosas, voy a cumplir los 57 años de edad, y cuando ocurría todo esto, tenía 51 años, naturalmente, no he podido escribir, hasta que no me han dado su consentimiento y aun y así con ciertas reservas.
Seguíamos con nuestro juego lingual y mas profundo, puesto que yo había notado, que sus braguitas, brillaban por su ausencia, pero tampoco era de descubrir ante Nacho que no las llevaba, ¿qué ingenuo, como si el no lo supiera de antemano?
Improvisadamente, eche a Pepi hacia atrás, como si me molestara algo, y en cierto momento si me molesto.
- Vamos a ver, tú tienes algo contra que nosotros hagamos un trío como dios manda?
- Pero tu estas loco cabrón, acaso Dios manda literalmente que hagamos tríos?
- No, no ,no, cariño, no-dijo Pepi vehementemente.- pero tampoco se puede oponer a nuestra felicidad mayor,- ¿no crees, cariño?
- Me lo preguntas a mi, Pepi.
- Si,Vitó, a ti ,y aunque este Nacho delante, te diré que te quiero apasionadamente.
Me quede de piedra, si me pinchan no me sacan ni gota de sangre.
- Quitale los pantalones, le gritó Nacho.
- Para que quieres que me quite los pantalones?
- Para verte la polla ,-Nacho, era más vasto que el esparto.-
- ¿Y porque no nos enseñas la tuya – pregunté yo inocentemente.
- Aquí la tienes-inocente de mí – me presentaba un super – capullo de no más de 16 cm. de largo, que no es mucho, pero lo que si era mucho, era lo demás, su circunferencia, rondaba los 16 cm. y el glande, los 21cm. ¿os imagináis, ese pedazo de carne, entrando en cualquier agujero, aunque sea corto.¡el mío, era en esos momentos, 9 x3x5.Con eso os lo digo todo.
Hice acción de coger mis cosas y abandonar la estancia donde me encontraba, pero enseguida me lo impidieron.
- Vito, cariño mío,¿crees que Nacho te ha querido ofender con lo que ha enseñado,-me dijo Pepi, toda compungida.
- Qué te pasa, qué te pasa, Vito,¡ dimelo ! ,grito Nacho
- Que me pasa, y tú lo preguntas,¿acaso no me tuviste que llevar al hospital, hace mes y medio con un infarto cerebral, que casi no lo pude contar y que me dejo una diabetes de caballo, pedazo capullo.
- ¿Qué te crees que hace la diabetes en el hombre?
- Pues no lo se, Vito, de verdad, no lo se.
- Le provoca la impotencia en el 95% de lo casos
Nada más decir esto, Pepi se abalanzó sobre mí, empezó a besarme en el cuello en las orejas, mejillas, nariz, boca, primero suavemente después enloquecidamente, mientras que Nacho, nos abrazaba a los dos a la vez y fuertemente, diciendo, perdoname, perdoname, Vito, ni lo pensé de verdad.
Yo sabía que Nacho, era bisexual, lo que no sabía por aquel entonces es que yo también lo fuera, luego me dio lo mismo ser o no ser, en aquel momento tenía dos problemas; uno era el trabajo, que me quedaba sin el y el otro era el sexo, cual me tenia que preocupar mas.
El trabajo lo perdí a la semana siguiente, me pasaron a la larga enfermedad y después a pensionista del todo que es donde estoy actualmente, así que solo me quedo el problema del sexo, de que tuviera una erección ó no la tuviera.
Bueno seguiré con la historia que os estaba contando.
Pepi, a medida que me iba besando se estaba desnudando con la ayuda de su pareja.
- Eh, chicos,¿qué hacéis?
- Tu disfruta y calla.- me dijeron los dos-
Nos estábamos desmadrando y veía que no había forma de pararlo.
De pronto Pepi, empezó a despojarme de la poca ropa que llevaba, pues era casi verano y sus caricias fueron haciéndose cada vez más intensas.
A estas alturas, ya había abandonado mis labios , para tomar una dirección inequívocamente descendente y estaba llegando inexorablemente a mi pubis donde yo ya empezaba a sentir su cálido aliento, cada vez con más intensidad, mis slips, cayeron hasta los tobillos.
Me estremecí, miré y los vi a los dos totalmente desnudos, él sentado en una poltrona y ella sentada en el, penetrando, se literalmente en él, sus senos botaban al vaivén de la cabalgada. No pude decir nada.
Sentí, como mi morcillón pené entraba en su boca y empezaba a crecer y crecer, pensaba que quizá llegara a un tamaño suficiente par hacerla una penetración en toda regla.
Mis manos llegaron hasta sus pecho y empecé las caricias en modo circular y a medida que daba pellizquitos en los pezones que tenia duros como rocas, mientras Nacho, cojido a su cintura la iba bombeando.
Mientras seguía con el trabajo que me estaba haciendo y me estaba poniendo a mil, uno de sus dedos busco mi ano e inmediatamente me estremecí de placer.
Así seguí un buen rato sabiendo que le debía algo, que algún día tendría que pagárselo.
De pronto Nacho se tenso abruptamente y tiro de Pepi hacia abajo y ella empezó a gritar de placer, mientras por otro lado me metía el dedo mas profundamente en mi ano, lo había sacado y metido dos o tres veces después de ensalivarlo convenientemente y ahora me estaba llegando el placer y el pené se me estaba ponen durísimo, mas de lo que yo pudiera pensar.
- Me corro, me corro, cariño.- gritó Nacho.
- Si, si, siiiiiii, mas, maaaaaaas,- respondio, Pepi,- sigueeeeeeeee.
Se volvió a meter mi verga en la boca ,mientras que la sacudía de nuevo un orgasmo descomunal.
He de decir que Pepi, es una mujer multiorgásmica, aunque eso no lo supe hasta más adelante; entonces me pareció que lo que veía no era del todo real.
Pero no le di la importancia que merecía por las circunstancias en las que estaba inmerso en aquel momento.
Yo estaba en un momento muy bueno, Pepi estaba consiguiendo grandes resultados con mi pené, por otra parte ya se había descabalgado de Nacho y la apartó a un lado para poder levantarse, con lo que tuvo que dejar de chuparme el rabo y ponerse de pie, con lo cual tuve oportunidad de empezar a saborear sus pechos, su cuello y sus labios nuevamente.
Mientras tanto mi pené ya tenia una dimensión considerable, pero no tenía la dureza que era menester para aquellas batallas a las cuales se le requería.
Pepi lo había puesto entre sus muslos apretando su vagina de la que rezumaba el semen de Nacho y que al mismo tiempo la lubricaba y eso cada vez me la ponía mas dura, pensé que quizá, había llegado la hora de introducirme dentro de Pepi ,nos miramos a los ojos y supimos que ambos lo deseábamos por igual.
Así que se encaramo en la mesa del comedor con las piernas abiertas y yo metí mi cabeza entre ellas, quería devolverle lo que antes me había dado.
Tenía el sabor del semen de Nacho pero no me importo.
Estuve un buen rato lamiendo y chupando esa vagina y el clítoris.
Hasta que su espalda se arqueo y supe que se corría otra vez; su orgasmo me explotó en la cara.
Entonces me subí a la mesa con intención de poseerla.
- Poseeme, poseeme, cariño.- me suplico Pepi – quiero sentirte.
- Follatela, Vito, follatela.- me gritó Nacho.
Y al tiempo que Nacho gritaba, quiso tocar mi pené, que no estaba en su punto, pero casi, rompió el hechizo, mi pene se vino abajo y ya no se recuperó.
La frustración me hizo llorar amargamente.
Continuará…