Síguenos ahora en Telegram! y también en Twitter!

Nacho, Pepi y yo III

Nacho, Pepi y yo III

Pepi y yo, seguíamos en la bañera, Nacho se había quedado dormido, nuestras bocas seguían jugueteando placenteramente mientras nuestras manos hacían diabluras en nuestros cuerpos desnudos y relajados.

Usamos el aparato que tienes por ahí, me preguntó Pepi, yo no la respondí, me levanté para acercarme donde estaba el aparato que me había hecho comprar la doctora, momento que aprovecho mi amiga para cogerme de las nalgas y acercándose a mi sexo lo engulló por entero y empezó a ensalivarlo convenientemente a fin de que cuando tuviera que meter mi pené en dicho artilugio, no me hiciera el menor daño, después me untó una crema especial por todo mi capullo y finalmente procedió a colocármelo y enseguida empezamos la maniobra, en aquel momento se despertó Nacho que estaba con nosotros en el jacuzzi, se quedó mirando las maniobras que su compañera me estaba prodigando, no dijo nada y miró atentamente.

A medida que ella iba sacando el aire del aparato, mi verga iba aumentando de tamaño, llegando a rozar los 19 cm. de largo y 4.5 de diámetro y 5 en el prepucio.

Nacho, cuando vio aquello, no se lo creía, es ahora, y le cuesta creerlo.

Así estuvimos media hora, cada minuto, Pepi afloja la presión y al minuto siguiente, volvía ha dársela y así durante media hora como antes os he dicho.

Mi amiga ya andaba loca por pillar semejante instrumento y Nacho no digamos, enseguida que el aparato hubo desaparecido de los alrededores, Pepi me cabalgó y nada mas entrar dentro de ella sin ninguna clase de miramientos por parte de ella, le sobrevino el más salvaje orgasmo que jamás haya visto en una mujer, inmediatamente se levantó se dio la vuelta y dijo; y ahora por el culin, se unto un poco de crema, la misma que uso para mi pené y se clavó sin ningún miramiento.

Nacho, alucinaba por lo que estaba viendo, no se lo podía creer.

Pepi, cabalgaba desaforadamente sobre mi mástil, que ella misma había echo posible, y cada vez sus quejidos y gemidos se oían más fuerte, en cierto momento, le dije, cariño, ME CORRO, ME CORRO, y ella contesto, SI, SI, Siiiiiiiiiiiiiiii, no pares, no pares, su cuerpo se estremeció convulsivamente y cayó hacía atrás desmayada de gusto, tuve que poner mis brazos para que no se diera con la cabeza en el cantó de la bañera.

Estuvimos los dos besándola en el cuello, orejas parpados, labios, pechos con el fin de que despertara, hasta que al fin lo logramos y fue entonces cuando cogió nuestras cabezas, las juntó, y primero a uno y luego al otro, no dejo de besarnos al menos en diez minutos.

La fiesta no había terminado todavía.

Y naturalmente que no había terminado, nos limpiamos bien los unos a los otros y mientras lo hacíamos, Nacho, dijo que quería chupármela, Pepi, le contestó que dejara que me repusiera, nos secamos y pusimos una ropas livianas y nos fuimos a tomar lo que había quedado de las pizzas y los restos de cava que aún quedaba en el frigorífico.

  • Cuantas veces lo hicisteis, Vito? – preguntó, Nacho.
  • Hicimos, ¿qué?
  • El amor con Pepi.
  • Pues seis o siete, supongo. – conteste, lacónico
  • Nueve – dijo él.
  • Pues si lo sabes, a que coño preguntas. – le increpó Pepi
  • Al tuyo
  • Esto lo empezaste tú, si mal no recuerdo y si tampoco recuerdo mal, fuiste tú el que me dijo que debíamos ayudarle y eso es lo que he hecho, no se a que
  • viene tanto reproche, a fin y al cabo, tú estabas enterado de todo lo que pasaba y de los progresos que hacia, porque yo te informaba puntualmente cuando regresaba a casa ¿o no es verdad lo que estoy diciendo, lo que es muy bonito hacerse el victima a toro pasado.
  • No es eso, Pepi.
  • No, pues explícame lo que es?
  • Nada, quería saber su versión.
  • Porque la mía no la crees, ¿es eso?
  • Pero si antes me habías dicho que estabas enterado de todo ¿a que viene ahora tanta historia? – pregunte, yo.
  • Bueno dejémonos de historias y vamos a pasarlo bien que es a lo que hemos venido no?,quiero sentiros a los dos dentro de mi – nos interrumpió ella.

Llevó la palabra y la acción de su mano y levantándose de la mesa y separando las piernas se sentó encima de mí y empezó un magreo interno que tuvo la providencia de volver hacer crecer mi pene al máximo.

Ella lo noto enseguida y procedió ha quitarme la prenda que llevaba puesta; ella estaba desnuda, simplemente tenía puesto un ligero camisón que también saltó por los aires; Nacho, tampoco se andaba a la zaga y se había despojado de sus ligeros pantaloncitos de verano.

Pepi, se pegó a mí como una lapa, al tiempo que seguía sobando mi pene que ya era de una dimensiones considerable; y como a ella la tenía por delante apretujada contra el objeto de su deseo y me besaba con verdadera locura, Nacho, aprovechó para acercárseme por detrás con no muy buenas intenciones, pero yo le deje hacer, a ver hasta dónde podía llegar, el barrigón que tenía no le permitía muchos accesos a lo que el pretendía y tenía que conformarse, de momento, con las caricias que nos hiciera y que nosotros le pudiéramos hacer a el .

De momento ya me estaba acariciando mis testículos con intensidad, al tiempo que me besaba por la parte derecha de mi cuello y hombro al tiempo que masajeaba uno de los pecho de su compañera, que ya empezaba a estar en el séptimo cielo, por las caricias que recibía de mi verga, que ya estaba al máximo de su extensión y estaba rozando continuamente los labios vaginales y eso la ponía a cien.

  • Vamos a la camita, cariños míos – dijo, ella en plural – quiero que me hagáis sentir todas las cositas bonitas que se os ocurran para que disfrutemos los tres ¿verdad que si lo haréis?
  • Prometido – contestamos los dos a la vez en una sola persona.-

Rápidamente me echo sobre la cama y ella se puso encima de mi, se acopló de tal manera, que inmediatamente empezamos hacer un fabuloso 69,solo que a mi me chupaban dos bocas al tiempo que yo me dedicaba a facilitarle el mas fantástico cunilingus que jamás había recibido y desde luego ya empezaba a disfrutarlo con toda su intensidad, puesto que yo ya recibía las primeras oleadas de sus jugos vaginales al tiempo que percibía los pequeños temblores de los músculos de las zonas más sensibles de la mujer.

Ahora, la boca que me estaba chupando el pene, no era la de ella, era Nacho quien lo hacía y de verdad que lo hacía con maestría; de pronto, ella se levantó y cayó con su peso en mi cara, cosa que aproveche para hincarle la lengua dos ó tres centímetros dentro de su vaina, tal hecho la hizo dar un gritito de placer y también tenía al alcance de mi mano, aquellos maduritos meloncitos que tenía por senos y que a mi tanto me gustaba acariciarlos y besarlos.

Y cambiamos de posición, ahora, Nacho, quedó estirado para que Pepi le pudiera hacer una soberana mamada y de esta manera su parte posterior quedaba a mi merced; empecé, mientras ella le chupaba la polla a su compañero, por acariciarle la vulva con los dedos de la mano derecha, mientras la izquierda se dedicaba a sus pecho que en aquel momento colgaban y se bamboleaban al ritmo de la felatió que le estaba propinando a su marido, y con el dedo pulgar, empezaba acariciar los aledaños del ano, los movimientos que comenzaba a imprimir Pepita, no dejaban lugar a dudas, necesitaba que la embistiera lo más rápidamente posible, así que me puse entre sus piernas, que por supuesto ya estaban perfectamente abiertas; apunte con la cabeza del prepucio a la entrada de su vulva y empecé a entrar despacio, pero ella no quería que lo hiciera así, lo quería rápido, así que echó el culo hacía atrás, cosa que yo intuí y me retire para que mi verga no entrara de golpe; cuando volvió a irse hacía delante yo empecé de nuevo el juego, me apoye en su entrada y empuje, volvió hacer la misma maniobra, me cogió desprevenido y el instrumento entró de un solo y certero golpe.

  • Ohhhhhhhhhh, que rico, cariño, Asiiiii, Asiiiii, follame, mátame de gusto

Empecé a entrar y salir rítmicamente, despacio, muy despacio, que sintiera lo hinchadas que estaban las venas de mi capullo y como al entrar, iban separando sus paredes vaginales lo que le producía un éxtasis superior y mientras Nacho, gritaba,

me corro, me corro y se corría en la boca de su mujer a borbotones.

Y Nacho quedaba fuera de combate momentáneamente claro, durante media hora, tiempo que aprovecharíamos para hacer diabluras ella y yo.

De hecho no había nada mas que empezado, Pepi, ya estaba dándose la vuelta para montarse encima de mi para poder cabalgarme a su gusto, se sentó sobre mi vástago y el suspiro que dio fue avasallador, se lo incrusto hasta las mismísimas entrañas y prosiguió cabalgando como si de un jinete se tratara, hice un esfuerzo y me senté en la cama con ella encima de mi y profundamente empalada.

Estábamos estrechamente abrazados y nuestras bocas entablaban una lucha encarnizada por tener la supremacía del amor, sus piernas se habían cerrado por detrás de mi cintura para cortarme la retirada, quería sentir como me deshacía dentro de ella, en su boca seguía el regusto de la corrida de Nacho, pero no me importaba, estaba llegando a mi final y presentía que ella también acabaría en un orgasmo avasallador, estábamos llegando al punto culminante, yo arqueé mi cuerpo hacia arriba, ella me abrazo mas intensamente, incluso clavándome las uñas en la espalda, solté mi líquido seminal a borbotones dentro de ella en el mismo instante en que su cuerpo se deshacía en un orgasmo interminable que la hizo gritar varios minutos.

Mientras Nacho se miraba la escena con ojos impávidos, como si no hubiese visto nunca, como se corría una mujer.

Caímos derrengados sobre nuestros cuerpos, ella encima de mí y así estuvimos bastante rato, reponiéndonos del esfuerzo realizado.

Mientras, Pepi, me besaba dulcemente en cualquier parte que pudiera besar, al tiempo que no soltaba mi pene, que solo había perdido una parte de su extensión y era debido al preparado farmacéutico que me había tomado previamente antes de empezar nuestra orgía particular y como siguiera acariciándolo de la manera que lo hacía, no tardaría en estar en la debida forma para un nueva confrontación.

  • Sabes que me gustaría que hiciéramos, Vito, cariño – me dijo Pepi, muy mimosa –
  • Que? – le pregunté yo.-
  • Dale por el culo a Nacho, anda, que lo esta deseando
  • Tu me ayudaras – dije a mi vez.-
  • Por supuesto, cariño mío – me contestó ella mientras me besaba cariñosamente.-
  • No te preocupes, Vito – aseveró Nacho – te daré todas las facilidades que sean precisas para que no se te haga cuesta arriba y por supuesto que yo no te daré a ti, primero por el barrigón y luego por tus hemorroides, que podría reventártelas, ósea, que pierde cuidado.
  • Bien, una cosa tengo que advertirte; yo no soy maricón, que quede meridianamente claro, que puedo llegar a ser bisexual dentro de un contexto muy definido, si, y por supuesto que en la intimidad, no atendería, a tus pretensiones si esto llegara a gustarte, a mi los tíos no me la ponen dura, sabes.
  • Por supuesto, Vito, por supuesto.
  • A menos que haya una mujer de por medio ¿esta perfectamente claro?
  • Si, muy claro.

Mientras, Pepi, se había encargado de volvérmela a poner dura, para facilitarme la sodomización de su marido, que ya estaba muy preparado, para lo que se le venía encima, Nacho, había puesto el culo en pompa esperando la introducción de mi pene al instante, cosa que se podía hacer esperar como era lógico.

Su mujer estaba untando con la consabida crema todas las partes que tenían que entrar en acción.

Cuando hubo acabado, dirigió mi cipoté a la entrada del ano de Nacho, que al sentir el roce se estremeció y reclamó su pronta introducción, cosa que tendría.

El culo de Nacho estaba más que preparado, y estaba suplicando que no lo hiciéramos sufrir más ,que era un delirio que tenía consigo y no lo soportaba, que tenía que clavársela inmediatamente, porque no soportaba el tener que esperar.

Su insistencia hizo que mirara a Pepi, y en seguida nos pusimos de acuerdo los dos con la mirada; cuando muestra miradas se cruzaran de nuevo, seria el momento de SODOMIZAR a Nacho, sin ninguna clase de miramiento, para que supiera lo que es.

En un momento dado, Pepita me guiño un ojo, y supe que era el momento de embestir con todas mis fuerzas; Nacho, sintió la primera entrada del prepucio y gimió,

a la vista de mi indecisión, su compañera empujo mi culo a que completara su cometido, y a fe de dios que lo consiguió, mi capullo le entro hasta las entrañas con el consiguiente grito de desesperación y dolor que esto suponía.

Momentos después, una vez regularizados los movimientos de vaivén que son preceptivos, el dolor se convirtió en goce, Nacho, comenzó a gemir de gusto y mi polla entraba hasta los testículos y la temperatura iba creciendo paulatinamente, Nacho, se había corrido dos veces en las manos de Pepi,

Ella me miró a modo de entender si yo estaba a punto de eyacular en el culo de Nacho, ella lo supo comprender y me dijo con la mirada que no, que lo quería en sus pechos y cara; instantes después, haciendo la pantomima de que me había corrido en el culo de Nacho, abandoné este para eyacular sobre las benditos pechos de mi amiga, mientras ella se dedicaba a limpiarme esmeradamente el capullo y sus adelaños.

Poco después, ella se estiraba sobre la cama con las piernas totalmente abiertas y

Me invitaba a poseerla de nuevo, lo que hice sin dilación, en esta circunstancia estábamos, que su libido fue tal, que sus piernas cerraron de tal forma mi cuerpo y sus brazos también, que cuando llegó el éxtasis, ella, grito; AMOR MIO, AMOR MIO AMOR MIOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO, Siiiiiiiiiiii NO PAREEEEEESSSSSSS

HAZMA TUYAAAAAAAA PARA SIEMPREEEEEEEE, al tiempo que yo regaba su interior abundantemente y su boca absorbía todos los jugos de la mía.

Caímos derrengados sobre el cuerpo de Nacho, que aun tuvo fuerzas de abrazarnos a lo dos con las pocas fuerzas que le quedaban.

Dormimos hasta las siete de la tarde del día siguiente

A los quince días me llamo Nacho.

– Vito, te quieres venir a la torre de mi hermana este mes de JULIO.

– A que viene eso – pregunte yo -.

– A que Maria te invita, es que te tiene ganas.-

– Pero es tu hermana, coño.

– Y a mí que me importa, ella lleva su vida y yo no me meto en ella, y si ella quiere invitarte a su casa, que tengo que decir yo, tú eres muy dueño de aceptar la invitación.

– Por supuesto que la aceptó, faltaría más, pero haber como voy yo hasta allí.

– No te preocupes, te vendrá a recoger ella, primero te llamará para que estés preparado.

– Bueno si es así.

Continuará…

Continúa la serie << Nacho, Pepi y yo II Nacho, Pepi y yo IV: M. Teresa >>

¿Qué te ha parecido el relato?


Descubre más desde relatos.cam

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo