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Nacho, Pepi y yo II

Nacho, Pepi y yo II

Naturalmente, el trauma que supuso mi primera experiencia en la practica sexual de un trío, tarde bastante tiempo en superarlo y fue a raiz de ver que mi pené iba creciendo en tamaño y grosor y después a la confianza que me dieron mis amigos Nacho y Pepi y al medico, claro está.

La doctora me aconsejo, después de darme un volante para que fuera a ver al urólogo, por si hubiera alguna lesión interna que impidiera el normal desarrollo de la región penéana; me instó, a que adquiriera uno de esos productos tubulares con pequeñas bombas de vacío y con un medicamento que me dio y que tenia que ser preparado ex-proceso en la farmacia, y a partir de ahí, empezó a cambiar mi vida.

Aquel 22 de Junio, me llamó Nacho para preguntarme si estaba preparado para una nueva reunión con ellos dos, pues tenían intención de venir la noche de San Juan a pasarlo conmigo y pasarlo bien, claro está; le dije que lo podíamos probar haber que pasaba en esta ocasión, me dijo también que adquiriera preservativos, no fuera caso que dejara embarazada a Pepi, le contesté que por mi parte no podría ser, ya que hacía años que me había hecho la vasectomía y que por lo tanto se lo hiciera mirar él, me contestó que a media tarde del día siguiente estarían en mi casa dispuestos para la juerga que pensaba montar él.

Aquel 23 de Junio, hacía un calor asfixiante y además no pasaba una gota de aire por ninguna parte.

Yo, andaba, ese día con unos pantalones cortos de esos llamados de punto o parecidos y a los cuales les había cortado las perneras e iba la mar de fresquito por el piso; cuando de pronto sonó el timbre del portero automático, me dije , ya están aquí, fui abrir, efectivamente eran ellos, las 5´30 de la tarde, les deje abierta la puerta del piso y me fui para dentro, para que no vieran que ardía en deseo de entrar en materia, aunque de hecho si lo estaba, sobre todo para saber cómo se desarrollaría el evento en esta ocasión, aunque mi estado físico, había mejorado sensiblemente en casi dos meses que no lo habíamos vuelto hacer (bueno era un decir, como más adelante sabréis).

Nada más entrar, Pepi, dejo las cosas que traía y se abalanzó sobre mí y empezó a besarme como solo ella sabía hacerlo, cuando se separó, tenía un bulto de 18 cm en mi entrepierna, que hasta Nacho se dio cuenta de la circunstancia.

Anda como lo has puesto, Pepi, y eso con unos pocos días que lo has venido a ver. Pepi, cambio de conversación.

  • ¿Qué vamos hacer para la cena, queridos.?
  • Y si encargamos una pizzas?
  • Pues vale, dije yo, estupendo, aunque si queréis, yo tengo de todo en el frigorífico y recién comprado.
  • No te preocupes cariño, si nos hace falta, ya bajaremos a comprar.
  • A mi me preocupa mas el como tienes el pedazo de cilindro que tienes ahí abajo, me dijo Pepi con zalamería y acompañando lo dicho con la acción de acariciar mis partes genitales, a Nacho esta situación le causo hilaridad; después sabría el porque de esa risa estruendosa.

Llamé a la pizzería más cercana e hice el encargo, lo quería para las nueve de la noche, porque pensé, mientras le puedo hacer el amor a Pepi, ya que casi teníamos dos horas de intervalo y ya estaríamos lanzados y si a Nacho, no se le ocurría nada extraño, todo podía ir de perlas

  • Vito, cariño, me dijo Nacho, me permites que te llame así.

No, supe bien, bien qué decir, y el lo interpreto como un asentimiento por mi parte y Pepi que me tenía cogido por la cintura, me dio un apretoncito muy significativo.

  • Vamos hacer gozar a Pepi, como nunca haya gozado, ¿qué te parece.?
  • Por mi val…los labios de ella no me había dejado acabar la frase y su beso me llegaba hasta las entrañas, Nacho se unió también a nosotros y fue un delicioso beso a tres bandas y que más tarde repetiríamos más intensamente.

Pepi, me quito los pantaloncitos que llevaba, y mi pené saltó como una vara, he inmediatamente empezó a masajearla, primero con mucha suavidad y cada vez más deprisa, la tuve que decir que parara un poquillo, por que si no se abrirían las válvulas de escape y sería un desastre.

Nacho, también estaba desnudo, su mujer lo cogió por la mano y lo atrajo hacia su lado izquierdo, a mi me tenia en el derecho, entre ambos fuimos quitándole la poca ropita que tenia encima de su cuerpo, Nacho, me dejo que me encargara de la última prenda que quedaba en el cuerpo de Pepi, no desaproveche el tiempo; en un tiempo récord estuve de rodillas delante del templo del amor donde se unen las dos columnas más hermosas de la humanidad, en el valle del gozo y las sombras, donde se pierden todos los resquemores, los sinsabores, las broncas del jefe, las multas de tráfico y todos los malos humores que todas esas cosas conllevan de dañino

Empecé, con mi lengua, a humedecer los pelitos que sobresalían de sus diminutas braguitas, después, tire con mis dientes de la tirilla de sus braguitas, hasta dejarlas a medio muslo, así me quedo casi abierto el templo del amor y entonces con mi llave lingual, pude empezarlo abrirlo completamente, mientras en las torres altas se estaba librando una batalla no menos placentera que la que yo libraba en los montes y los valles.

En un momento inserte mi llave (lengua ) hasta el fondo de la cerradura, la cual gimió al sentirse penetrada por tan gentil y pequeño estilete.

Empecé a sentir, que el monte y los valles se convulsionaban, pensé que se avecinaba la explosión final y no quise que llegará tan pronto, pero ya era irremediable, así que abrí al máximo mi boca, y estuve estimulando los sonrosados recovecos hasta que la explosión se produjo incontenible e inundó todo lo que encontró a su paso.

  • Ven, mi amor, quiero, necesito devolverte todo el placer que me has dado, quiero sentirte nuevamente dentro de mí profundamente.

Me ayudo a levantarme, y cuando noto que mi pené no había decaído ni un ápice tan siquiera, me abrazó desesperadamente, incrustando su pecho en el mío, su boca en la mía y cuando noto que mi falo apretaba su vientre, separó las piernas, se alzó de puntillas y se separó ligeramente para permitir que mi pené se acomodara en el punto en que sus columnas del amor se unen y así empezar un ligerísimo vaivén, mientras que nuestras lenguas, entablaban una feroz batalla.

Mientras Nacho, nos tenía abrazados a los dos y participaba de los besos que su mujer me prodigaba, y yo sentía que un dedo pretendía empezar la exploración de mi ano.

A los cinco minutos, Pepi se separo de mí, pero no me soltó, me arrastró hacia mi cama, la misma donde pasaríamos dos o tres noches sin tregua prácticamente.

Nos subimos a la cama, me di cuenta que esta vez Nacho, no iba a participar, pues había cogido la polaroid para sacar una fotos

  • Vosotros haced y no os preocupéis por mi.

Pepi y yo, seguíamos besándonos como si nos fuera la vida, le besaba los senos, las aureolas, los pezones que ya los tenía a punto de explotar, parecían habas puestas en pie y orden de batalla.

  • Cariño. tomame, poséeme, follameeeeeeee.
  • Espera, le dije yo-quiero comerme es conejito sabroso que tienes.
  • Es todo tuyo, pero no te demores, necesito tenerte muy dentro de mí, no ves que Nacho no puede meterme todo el rabo que tiene que aunque cortito es gordito.

Me daba la impresión de que esperaba esta especie de confesión.

Sujete las piernas de Pepi, y después de practicarle un cunilingus como dios manda, y tenerla a punto para la penetración más absoluta que hubiese tenido, me preparé para atravesarla con absoluta delicadeza, que para las brusquedades habría mucho tiempo.

  • Metemelá ya, cabron, no me hagas sufrir mas-me conminó Pepi.
  • Yo tenia mi pené en la mismísima entrada de su vagina- voy – dije

Al momento empuje hacia delante moviéndome de lado a lado, para que sintiera mejor como penetraba mi verga, cuando había entrado un cuarto, decidí introducirla hasta el fondo y lo más rápido posible y del mismo modo sacarla al instante por entero, aquello provocó un alarido de pasión y al mismo tiempo, hizo que levantara la pelvis dejándome libre el acceso a su culito, ,que como ya sabía que estaba bien lubricado aproveche la ocasión y separando sus nalgas, le introduje mi vástago hasta el fondo, esta vez su grito fue más desgarrador, pero enseguida pasó el dolor y dio paso a un intenso placer y después a un orgasmo demoledor.

Después, al poco rato abrió los ojos, y alzando los brazos me dijo –ven- hazme tuya-solté sus piernas, salió mi pené de su ano, me tumbe sobre ella al mismo tiempo que mi órgano viril se introducía en su templo del amor, sus pierna se cerraban sobre mis caderas, sus brazos no me daban posibilidad de escape y su boca cerraba la mía. Tres minutos después, nuestras convulsiones asustaron a Nacho.

  • Gaaaaauuuuuu, queridos, mirad como me habéis puesto¡¡
  • Ven aquí que te haga bajar este bulto tan grande que tienes – dijo Pepi.
  • Es formidable- dije yo – si no fuera por ese barrigón que tienes.

Yo, mientras, Pepi le hacia una soberana mamadá a Nacho, coji la cámara que antes estaba usando Nacho, y les hice una de fotos de la felación que estaban consumando, a los pocos momentos, Nacho se corría en la boca de Pepi, berreando como un cerdo nunca mejor dicho. Después, Pepi, se vino hacia mi,

Me cójio por el cuello y me beso profundamente.

Note el sabor de la corrida de NACHO, pero también el profundo amor que este gesto conllevaba.

No me aparte ni un milímetro del beso que me ofrecía mi amiga, él también se había unido a nuestro obsculo, Pepi, se fue retirando paulatinamente hasta que nos dejó solos con el beso.

Era un primer paso para vencer mi natural resistencia a convertirme en bisexual.

  • Os apetece un baño, chicos – pregunté yo.
  • Siiiii, cariñooo – me contestaron los dos riendo – me dio la impresión de que se había roto algún hielo.

En aquel momento sonó el timbre del portero automático y soltamos los tres a la vez, ¡¡las pizzas!!.

Ya no nos bañamos, nos lavamos un poco, para quitarnos el sudor y algo de semen que hubiese quedado en nuestros cuerpos y nos pusimos a cenar tranquilamente, la algarabía de la noche de San Juan, hacía rato que ya se hacía notar y nosotros estábamos terminado de dar cuenta de las pizzas y cava que nos habían traído y charlábamos amigablemente de varios temas , pero sobre todo del sexo y de los problemas que conllevaban en las personas ya de cierta edad.

  • Mira Vito, – dijo Nacho – tu problema esta casi curado, a las pruebas me remito.
  • ¿qué pruebas? –pregunté yo inocentemente.
  • Coño, que has hecho hoy?
  • Me has comido enterita, cariño mio y lo volveras hacer – dijo, PEPI.
  • Y en diez minutos – replicó Nacho – te la has tirado como si fueras un semental.
  • Ya será menos – conteste yo.
  • Vida mía – dijo ella – las otras veces, no me lo habías hecho lo de hoy.

La cara que puse debió ser todo un poema.

  • No pongas esa cara, mi amor – Nacho lo sabe todo, era él el que me decía, hoy tendrías que subir a casa de Vito, y ayudarle en lo que hiciera falta; estaba más desmoralizado que tu.
  • Y ella subía, te hacía la faena de casa, y cuando terminaba, se duchaba contigo, te aplicaba el cilindro con ventosa que te hizo comprar la doctora, te untaba la crema que te receto, y luego hacíais el amor – me decía Nacho – se que la primera vez, te corriste nada mas meterle la polla dentro.
  • Qué vasto eres, Nacho, no puedes escoger otro nombre para llamarla.
  • Que mas da, polla, picha, verga, pené, faló, todo se refiere a lo mismo.
  • Bueno lo vamos ha dejar – dije yo – porque aún nos pelearíamos.
  • Contigo no, te quiero demasiado para pelearme, hemos pasado muchas juntos , para que yo no sepa de tu nobleza de corazón.
  • Hombre, gracias, no lo sabia eso.
  • Pues ya lo sabes.
  • Es que te queremos, Vito, tesoro, y queremos que te cures pronto.
  • Sí pero él no hace nada por quitarse ese barrigón.
  • Es que no puedo, cariño.
  • Como que no puedes, desde que te conozco lo has tenido, fijate si hace tiempo que lo tienes.
  • Se me pasó el tiempo de operarme.
  • Yo quiero seguir follando – soltó Pepi de sopetón-.
  • Nos acabamos la media botella de cava que queda y nos metemos en el jacuzzi y veréis qué bien estamos.
  • Si vosotros si lo sabéis, porque ya lo habeis usado.
  • Pues ahora lo usarás tú con Pepi primero, para que sepas lo que es, yo no me entrometeré, prometido.
  • Pues si no entras tú, yo me voy a la galería.
  • Nacho, qué coño estás diciendo, si aquí no hay galería – espetó, Pepi –
  • Vito,¿cuántos orgasmos tuvo Pepi, hace un par de semanas aquí contigo?
  • Puuuuuuueeeeeees……..¿por qué no se lo preguntas a ella que lo sabrá mejor.
  • Díselo, pollita mía, tesoro, ricura, mi amor.
  • Seis orgasmos tremendos – conteste flojito .
  • Siiiiiiiiiiiiii..gritaron los dos a la vez.

Pepi, se levantó de inmediato, me cogió de la mano y me hizo levantar, me arrastro, Nacho ya se levantaba y agarró la otra mano de la hembra y nos llevó a ambos hacia el jacuzzi, puso los grifos en marcha, nos dijo que nos quería ver en pelota viva y que no nos moviéramos de ahí,

Al momento regreso, venia totalmente desnuda, con tres copas de cava entre sus manos, nos ofreció una a cada uno, y nos dijo que si nos caía una sola gota de cava al suelo no tendríamos la oportunidad de volverlas a llenar, ni con cava, ni con semen, ni con nada, o sea que nosotros mismos.

  • Chinn, chinn – dijo ella, alzando su copa – brindo por la recuperación de la virilidad de Vito.
  • Bravo ,bravo – grito Nacho.
  • Bien – respondi yo

Entrechocamos nuestras copas, nos bebimos el cava y lanzamos las tres copas contra el pasillo (luego nos tocaría recogerlo todo) nos abrazamos y nos besamos, Nacho, me acaparó la mayor parte de la boca en el beso inicial, pero su mujer lo fue desplazando paulatinamente hacia un lado para cogerse todos mis labios solo para ella, por que decia que besaba de locura, mis manos no estaban ociosas, una estaba en sus senos y la otra en su pubis y nuestras lenguas librando una encarnizada batalla amorosa; pero mientras tanto una mano que no era femenina se estaba apoderando de toda la zona peniana de mi persona, me empezaban a gustar las caricias que recibía .Toda la boca de su mujer era para mi, era la locura besar a esa mujer, era tan excitante como estar un par de horas acariciando, lamiendo y comiendo su conejito, hasta dejarlo sin pelo.

Al jacuzzi – dijo de pronto, Nacho – los tres fuimos para adentro, Pepi y yo fuimos los primeros en entrar porque estábamos más cerca de la entrada que Nacho, cuando él quiso meter una pierna, nosotros nos habíamos mojado hasta el pelo. Pero todo eso no importaba, él lo hacía ex proceso, el quería sentir como mi polla (como él decía ) se introducía profundamente en su culo, no quería morir sin tener esa experiencia y también que le hiciera una buena felación.

Pepi se encargaba de convencerme poco a poco de lo que pudiera convenir.

Nacho se encontraba en una posición de noventa grados con respecto a nosotros, se presentaba así, porque lo primero que presentaba era su voluminoso aparato reproductor (es un decir) (recuerde 16 cm largo, 17 cm circ, y 20 perímetro de glande), pero que su enorme barrigón lo hacía aparecer más pequeño de lo que era, pues no podía ponerlo en el sitio adecuado en momento preciso.

De la única manera que podía tener relaciones con su pareja, en un ángulo de unos 150º ,con las piernas entrecruzadas, por esa razón, tan siquiera le entraba el glande a duras penas.

Pepi, me estaba besando apasionadamente en el refrescante jacuzzi, cuando me dijo- vamos a darle placer a él – si cariño – nos movimos a un lado y al otro, yo a su derecha y ella a su izquierda y empezamos a besarlo por ambas partes e íbamos bajando

Por sus sienes, sus mejillas, sus labios donde nos entretuvimos un buen rato (él solo quería mi boca, era la novedad) seguimos por su cuello, después sus tetillas, obviamos su barrigón y llegamos a su pubis, Pepi y yo nos miramos y comenzamos el ataque al bastión de los placeres, si no estuviera tan escondido; desde un lado y el otro, empezamos a lamer hacía arriba sin detenernos pero sin prisas, en el tronco nuestras bocas iban casi juntas, pero al llegar al glande estas se separaron abismalmente para volverse a unir en un beso de amor enloquecedor y volverse a separar y hacer el recorrido inverso.

En el tercer viaje de subida, ella, quiso probar haber si podía meter en su boca, aunque solo fuera el glande, que en esta ocasión estaba superhinchado, y apenas le cupo en la boca, aunque Nacho bramaba como un toro, en la siguiente subida, lo probé yo, y aquí hubo más suerte, logre que todo el glande entrara en mi boca, empecé un sube y baja muy lento al principio para ir tomando velocidad al final, Pepi me ayudaba con el tronco, así estuvimos unos siete minutos, entonces comprendí que Nacho iba a explotar como un volcán, aparte mi boca, Pepi se dio cuenta de lo que pasaba, medio junto su boca con la mía y ambos nos dispusimos a recibir la erupción de aquel volcán.

Solo Dios sabe lo que llegó a salir de aquella grieta.

Ella recogió casi todo lo que salió del pené de su marido, el resto lo recogió de mi boca.

Continuará…

Continúa la serie << Nacho, Pepi y yo I Nacho, Pepi y yo III >>

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