Capítulo 6
- El hilo dental
- El hilo dental II
- El hilo dental III
- El hilo dental IV
- El hilo dental V
- El hilo dental VI
SEIS
UNA EVA Y DOS ADANES.
GATACOLORADA & CHARLINES
Me había llamado para que pasase a su departamento y yo había ido. Llevaba el vestido camisero con el que fui la primera vez, iba como suelo andar por casa, tanga, medias negras a medio muslo, y sandalias de taco medio.
Le dije que no tenía toda la mañana, solo un rato para tomar un café.
No sabía que no estaba solo, había otro hombre, de unos cuarenta y tantos años, con pinta de profesor, que me ha dado la mano, muy educado, aunque ha devorado mis pezones que destacan bajo el algodón.
Fue mi vecino, grandón, poderoso, el que hizo el café. Me lo dio en una bandeja, donde también había un antifaz de avión, de esos que te tapan los ojos para que no veas y puedas dormir.
– Te tomas el café y te vas o te pones el antifaz y jugamos. Tú eliges.
Podía elegir, lo dudé, pero elegí. Tomé el antifaz y me lo puse. Me quedé en la oscuridad. Uno me acercó la taza a los labios y como si fuera una niña pequeña me lo dio en sorbos. El estar tan entregada me excitaba, me calentaba saber que estaba en manos de dos hombres, manos que me acariciaban por encima de la ropa.
Cuando acabé, uno me sujetó por las muñecas, poniéndolas a mis espaldas, el otro comenzó a desabrochar el vestido. Mis senos quedaban al aire, mis pezones estaban duros. Por la postura mis tetas estaban erguidas, desafiantes.
– Tiene una tetas apetitosas- dijo el invitado mientras las acariciaba con mimo. Se entretuvo en las tetinas de biberón que son mis pezones, jugó con ellos, mientras siguió desabrochando el vestido. Me lo sacó y quedé desnuda ante ellos, solo con la tanga y las medias.
– Está buena. No es alta, pero tiene buen cuerpo, y es guapita de cara. Una muñeca. Me encantan sus pezones. Ves que son como la falange de un dedo cuando está cachonda y se ponen duros.
Noté como puso su mano en mis senos para comparar el tamaño de mis pezones con la falange de su dedo.
– Tenés razón, esta piba tiene unas lolas de cine- y me las acariciaba mimoso, las palmas haciendo vibrar las cumbres. Yo estaba muy caliente. Deseaba que me cogieran. Me excitaba pensar en satisfacer sus deseos. Me tocaban cuatro manos, me sobaban todo el cuerpo, viciosos sus toques rozaban, apretaban, pellizcaban. Mi cuerpo se convertía en un fuego que ardía de lujuria.
– Me gusta el color de su piel, moreno, con las areolas oscuras, grises, casi negras, con esas puntas tiesas que piden que la muerda.
– Mezcla de blanca con sangre de india y de negra casi seguro. Una morocha apetitosa.
Seguían acariciando mi piel, yo empapada, deseando que siguieran, que me usaran.
– Tiene un culo de azote, de esos que apetece nalguear.
– ¿Prefieres que se quite la tanga, o quitársela tú?
– Prefiero usar unas tijeras o un cuchillo, cortar y ver como caen y aparece la concha.
Solo me magreaba uno, oí alejarse al otro. Estaba caliente, empapada. Noté el frío del metal contra la piel de mi cadera derecha y sentí como cortaban el hilo de la tanga, luego cortaron el lado izquierdo, abrí los muslos y cayó al suelo. Me acariciaron el culo, las nalgas, un dedo recorría la raja entre mis cachetes. Sabía lo que va a venir. Abrí las piernas y mi chocho quedó a la vista.
– Depilada, tiene una concha con un color precioso y parece de jovencita.
Me metieron los dedos y los sacaron mojados de mis flujos íntimos. Primero uno y luego el otro juegan con mi coño, sin dejar de tocarme las tetas.
– Por favor…- solo puedo decir eso.
Me tomaron de las manos y las esposaron. Me hicieron arrodillar en el suelo. Sentí la humedad de sus cipotes rozando mi rostro. Abrí la boca esperando que me metieran alguna verga, no lo hicieron, saqué la lengua y empezaron a pasar los ciruelos para que les diera un lametón. Un juego morboso, donde querían ponerme nerviosa, además de caliente. Besaba, lamía, me golpeaban con sus pijas. Quería mamar una buena polla, pero me lo tenía ganar.
Por fin pude meterme una en la boca, creo que era la de mi vecino. No la dejé salir, apreté los labios. Y moví la cabeza para chuparla. Unas manos comenzaron a sobar mis tetas, yo me dejaba hacer, me encantaba como jugaban con ellas, como pellizcaba los pezones, cada vez más duros, más sensibles. Me notaba empapada, estar con los dos, me ponía salvaje.
Pero algo no acaba de cuajar. Me doy cuenta.
– Chicos, quiero cogeros y que me cojáis.
El estar esposada con las manos delante me permite quitarme el antifaz. Y están ante mí, dos machos, hermosos, con sus pollas duras, que quiero sentir en mí.
– Ven, deja que te coma, bien comido- le digo al invitado. – Y tú, ocúpate de mis tetas que sé te vuelven loco.
Agarro la pija del invitado, la lamo, la beso y me la meto muy despacio hasta el fondo, hasta que voy soltando la mano y dejo que me entre hasta la garganta. Quiero que se de cuenta que sé mamar pollas, que no me dan arcadas, que soy una buena zorra.
Mi vecino se concentra en mis pezones, les pasa los dedos luego las uñas, los toma, comprueba su dureza, los aprieta, los retuerce, quiera que sienta el dolor. Me excito más, me siento una gata viciosa usada y me doy cuenta de que de pura cachonda estoy casi a punto y …
– Quiero que me vean. – les anuncio, tras sacar la polla de mi boca, y levantándome, quedarme ante ellos. – Voy a hacerme una paja en vuestro honor.
Sé que a los hombres les excita ver masturbarse a una mujer, además yo lo hago bien, porque me gusta, actúo como una profesional del porno, desde que era novia para ponerle mi chico. Y con unas esposas de cuero y una cadena de acero que las une todavía soy más peligrosa. Una mano al coño, otra a las tetas, la cadena que roza mi piel me excita, me hace sentir una esclava que debo satisfacer a mis amos. Me masturbo suave al principio, pero a medida que el son de la música que marca el ritmo de mi baile sensual se acelera, yo hago lo mismo con mis caricias.
– Puta…zorra…perra…ramera…gata…potra- sus voces me animan.
Yo empiezo a jadear, sé que me voy a venir. Y estalló en AAAAAAHHHHH.
– Gracias, estaba muy caliente y necesitaba un orgasmo. ¿Qué quiere que les haga o hacerme? A mí me apetece su leche. Sentir cómo se corren, cómo les vuelvo locos.
– Sos una gata … una puta … divertida y perversa. ¿Qué queréis hacernos o que te hagamos?
– Quiero que me coman la concha y yo comeros la verga. Lo que no sé es cuántas balas hay en el cargador. Yo puedo venir como una catarata, pero cuantas descargas pueden echar ese par de machos maravillosos.
– Nena …. sabes que sé aguantar.
– Tener el mástil duro y la cogida larga es algo que me encanta practicar. Así que qué quieres.
– Que uno me coma y al otro le como yo. ¿Quién quiere darme la pija y quien quiere ser el tigre que me devora?
– Creo que yo te voy a comer y te tragas la de él que solo la has chupado un poco.
Se tumba, yo pongo un pie a cada lado y me arrodillo para que mi concha quede comestible. Bajo hasta que siento su boca dispuesta a darme placer. Miro a mi vecino que ha renunciado a comerme el coño. Sé que le encanta y a mí me vuelve loca. Un detalle con su invitado, cederle mi coñito.
– La vas a mamar sin manos … gatita.
Yo abro la boca, él acerca su pollón, le beso el cipote, lo lamo y él me va metiendo su tranca en la boca. Me echo un poco para atrás y al hacerlo e intentar apoyarme con las manos me encuentro con el mástil del invitado, lo agarro, me da un subidón de lujuria. Una verga en la boca, hay que concentrarse en que no te den arcadas pues su dueño es el que controla el ritmo y hasta dónde la mete. Una boca que te devora el chochito bien comido, usando los labios y sobre todo la lengua que me ara y va camino del clítoris. Y otra pija a la que menear, algo que me encanta, hacer pajas me vuelve loca. Eso sí de rodillas, procurando no dejarme caer sobre la cara del lamedor de mi concha para no ahogarle. La situación tiene un morbo delicioso. Me acaricio las tetas, el cuero de las esposas roza mis pezones y me excito más.
Mi vecino saca la minga de la boca y me golpea la cara, las tetas, quiere controlar su calentura y evitar correrse, le gusta ser el que domina, su semen es su tesoro y lo hace valorar. El placer que me llega de mi coño, donde además el visitante ha metido los dedos sabios en mi vagina buscando ese punto que me dispara. Y es lo que ocurre, me van viniendo una mezcla de temblores, flujos y deseos que me inundan y hacen que me suelte un OOOOOOHHH de hembra que estalla.
Se dan cuenta y dejan que me recupere. Me pongo de pie, con el coño empapado. Dos lobos me miran con fuego en los ojos, quiero más. Y se lo pido.
– Os quiero dentro…necesito una polla en mi concha.
– Una en el coño y otra en el culo.
– Sí…teneros dentro a los dos…que me cojan como lo que soy una putita… un hotwife… una potra… vuestra gata caliente y viciosa.
– Te vamos a volver a tapar los ojos para que no sepas quien te la mete por cada agujerito.
Me vuelven a poner el antifaz, no veo y eso me excita más. Me tocan, me soban, cuatro manos recorren mi piel. Todo mi cuerpo arde. Juegan con mis tetas, asaltan mis pezones. No tienen prisa. Quieren gozarme, usarme, disfrutar de tener una zorra a su disposición… y a mí me vuelve loca.
Se concentran en mis pezones y en mi concha, sus dedos pellizcan, retuercen las puntas y mis senos al tiempo que acarician mi chochito, y lo penetran y se empapan de mí, y usan mis propios jugos para embadurnar mi esfínter, lo untan, me dilatan el ano al tiempo que lo preparan para tomarme por ahí.
Y me llevan de la mano, uno se ha sentado, me arriman a él, me colocan, una pierna a cada lado de las suyas, toman la polla y la sitúan en la puerta de mi coño y me obligan a bajar. Siento como se abre camino en mi vagina, es una verga gorda, grande que me llena. Me empiezo a mover, quiero sentirla.
Me empujan hacia adelante al tiempo que el macho que me posee va tirando de mí. Quieren que quede mi culo en alto, libre, dispuesto. Sé lo que viene, tiemblo, gimo, se mezcla el placer y una cierta angustia. Lo que voy a sentir es fuerte. Me acarician el ano, estoy quieta, con la pija dentro, noto como están humedeciendo mi oscura puerta, meten un dedo con crema, después dos. Estoy dispuesta.
Y apoyan el cipote en mi ojete, y empujan y siento cómo me van metiendo la polla por el culo.
– ¡Qué fuerte…uuhhhh …. así…así…! Va entrando.
Y entra, y quedó con las dos pijas dentro. Sé que, en una penetración doble, apenas te puedes mover, son los machos que te poseen los que deciden el ritmo, yo solo puedo hacer pequeños acoples, y los hago.
Ellos me toman, van metiendo, sacando, yo cada vez estoy más loca, más entregada.
– Así …así…qué lindo…dame …dame…mas …mas …. Ooohhh….mas … mas… qué gusto…más fuerte …. más duro…más…
Estoy salvaje, me siento una perra que usan dos viciosos y me encanta. No sé lo que durarán, llevan mucho rato sin soltar la leche. Y yo lo deseo, quiero que se derramen en mí. Uno me está tocando las tetas, juega con ellas, a pesar de estar muy pegadas a su cuerpo, me aprieta los pezones.
– ¡Cabrones… cerdos… viciosos…aaahhhh…uh … uuhh …uaaaaa..!
Les insulto, quiero que pierdan el sentido, como me está pasando a mí. Cada vez van más rápido, más fuerte.
– Puta… perra
– Yegua… gata
Soy un terremoto de carne poseída. Tiemblo de pasión, sé que me voy a venir en una ola salvaje, pero quiero que estallen al tiempo de que yo. Y me nalguean, pezones estrujados, y azotes en el culo, las dos vergas llenándome, un traqueteo salvaje y
– ¡YAAAAAAAAAAA! … ¡ME VOOOOYYYYY!
– Puta…
– Puta…
– Gata …
– Gatita
Y descargan su semen en mí.