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Yo soy Julieta VIII: Todo empieza

Yo soy Julieta VIII: Todo empieza

Al entrar los primeros rayos de luz por la ventana tenía la mano del Doc estrechando mi cintura y su cuerpo pegado al mío revelaba una erección matutina que debía ser apagada, solté su brazo y volteé a verlo él permaneció inmóvil de acuerdo a su costumbre, fui bajando lentamente hasta tener su pellejudo amigo frente a mí cara, cuando desperté por completo tenía su pene bien lubricado por mis labios y baje su cuero con mi legua disfrutando una vez mas de ese delicioso caramelo, era todo mío y no podía parar de probarlo.

Manuel despertó con el ruido y se acerco a la cama completamente desnudo, ofreciéndome su miembro, no rehusé la invitación y abrí la boca recibiéndolo con una humedad fuera de lo común, en particular ese día mi saliva escurría por mi boca como lo hacen los jugos de una mujer golosa.

El mástil de Manuel estaba aun flácido y solo despertó cuando toco el fondo de la garganta, creció tan lentamente a cada succión que no me di cuenta cuando ya no podía darle cabida, solo hasta que mis labios no sentían mas el roce de sus bellos ásperos y negros, y mí barbilla extrañaba el golpeteo de sus bolas.

Mientras tanto seguí subiendo y bajando la piel del Doc con mis manos y Manuel hurgaba en mi hoyito, ya listo y hambriento, me puso un poco de su saliva. Mis caderas se movían frenéticamente en círculos y ya ansiaba tener algo que me llenará completamente.

Manuel comprendió a la perfección mis necesidades jalando con fuerza mi muslo izquierdo me hizo montarme en el Doc que permanecía quieto y presto a ser tomado, tomo la verga del Doc y la coloco en la entrada de mi hambriento orificio, aunque yo me movía por mi misma Manuel me impuso su ley me empujo hasta que tuve dentro todo el trozo de carne.

Con una de sus manos en mi nuca guiaba mis movimientos a su placer y voluntad, y con la otra me hacía mover mi culito en círculos alrededor de aquel palo que saciaba mis deseos, me tuvo así por un buen rato hasta que acelero el paso y pude sentir los primeros impulsos que anunciaban su venida, fue cuando me tomo con mas fuerza y repegó mi cara contra su pecho, sentí su líquido inundar mi garganta y brotar por las comisuras de los labios, a su vez el Doc me lleno toda de su néctar quemando mis intestino.

Termine limpiado a Manuel y dándole una segunda ronda con mi culo insaciable, lo hacía muy bien, tomo mis caderas y bombeaba con tanta fuerza que yo pedía parara pero solo me daba más y más.

Mis amigas nos observaban sin perder ni un solo detalle y al vernos terminar, exclamaron casi al mismo tiempo:

¡Ya déjanos algo!,

-No sabía que eras tan putita, agrego Cariño.

Después tome una ducha y ellos se disculparon pues tenían trabajo pendiente, no sin antes dejar una bonificación que nos repartimos entre las tres.

Los días siguientes empezamos a trabajar en el restaurante y todo iba de maravilla, yo me sentía muy bien como Julieta y ya casi no recordaba mi vida anterior, simplemente disfrutaba siendo lo que siempre quise ser.

Como se imaginaran muchos de los extranjeros que venían al lugar andaban en busca de aventuras y regularmente se insinuaban e incluso nos manoseaban, pero el dueño no nos permitía tener ningún tipo de contacto personal con los clientes, al menos dentro de nuestras horas de trabajo.

El siguiente domingo vinieron el Doc y Manuel al Rinconcito, nosotras los recibimos con mucho agrado y me toco atender su mesa, ellos me pidieron que me sentará un momento, pero les explique la regla de la casa.

Comieron muy a gusto platicaron por un buen rato, al pedir la cuenta el Doc me pidió saliera solo un momento, pues quería proponerme algo que seguramente me interesaría.

Vanesa y cariño me cubrieron, así pude salir por la puerta de servicio y alcanzarlos en la carretera, que hacía las veces de estacionamiento.

El Doc me dijo que yo era realmente toda una mujer y que esa noche se los había demostrado, me recordó que el siempre había querido ser como yo pero que nunca tuvo el valor y por eso quería ayudarme.

Me advirtió que nunca había tratado a alguien que quisiera cambiar de sexo pero que él conocía bien el tema y además como era cirujano podía ayudarme.

En fin me dijo que lo primero era empezar con un tratamiento hormonal, pues necesitaba estar seguro que en realidad soportaría, me dio varias cajas de pastillas, de las que debía tomar un par tres veces al día. Se despidieron y el Doc prometió buscarme pronto, o al menos cuando acabará ese tratamiento.

Empecé a tomar las pastillas y no sentí nada al principio, solo un pequeño cosquilleo en la lengua y por las noches podía escuchar mi corazón latiendo fuertemente, en fin pasaron dos semanas y no note gran cambio, hasta que una mañana mis pezones estaban duros y sentí un pequeño bulto, eso me emociono mucho, como una niña que empieza a ser mujer, no fue hasta ese día que noté que la poca barba que me crecía había disminuido y era mas bien como un vello, así paso mas de un mes y seguí con mi vida normal, solo que ahora mis senos tenían unas pequeñas montañas que los coronaban y mis pezones crecían día a día.

En la siguiente parte relataré mi segunda consulta con el Doc y como el mismo se sorprendió de los avances logrados en tan poco tiempo.

Continúa la serie << Yo soy Julieta VII: El doc Yo soy Julieta IX: De chocolate >>

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