Sorpresas te da la vida

Eran las cinco de la tarde cuando en la clase sonó el timbre que daba por finalizado el día.

Arturo era un chico de veinticuatro años que se encontraba en el último curso de arquitectura. De complexión atlética, tenía unos ojos grises que contrastaban con su pelo castaño claro casi rubio y su piel morena.

«¡Lucía!» Exclamó al ver salir a su compañera por la escalera de la facultad, «¿te vienes a casa?. Estudiamos un poco y tomamos algo fresco. ¿Te apetece?»

«Estupendo. Además con el calor que hace casi lo necesito»

Lucía era una chica morena de ojos verdes con unas piernas altas y esbeltas y unos pechos duros y tersos que parecían mirar hacia arriba.

Por otra parte hacía tiempo que estaba detrás de quedar con Arturo, le atraía mucho y esta ocasión le venía al pelo.

Se fueron en el coche de Él, un jaguar de lujo que su madre le compró a semejanza del suyo.

Cuando llegaron Lucía apenas podía dar crédito a lo que estaba viendo. La casa era un piso enorme de unos doscientos metros cuadrados decorado con todo lujo de detalles.

«¿Hay alguien en casa?» siempre tenía la costumbre de avisar cuando entraba.

Arturo vivía solo con su madre, de nombre Elena y profesión decoradora con muy buena reputación, y no quería dar ninguna sorpresa.

«Estoy en mi cuarto, ahora voy» respondió su madre.

Cuando llegó al salón saludó a su hijo y su amiga con un beso.

«Hola soy Elena la madre de Arturo»

Elena era una mujer rubia natural de cuarenta y dos años que dejaba ver algo de su estupendo cuerpo a través de su bata de seda natural con que salió a recibirlos.

«Encantada, soy Lucía compañera de facultad de su hijo»

«Tenía ganas de conocerte, me ha hablado muy bien de ti»

«Bueno mamá estamos en mi cuarto, vamos a tomar algo y a estudiar un poco»

«Si necesitáis algo estaré en mi despacho»

Cuando entraron en su cuarto Lucía seguía asombrándose mas aún si era posible.

Era una habitación enorme con una gran cama en el centro forrada con una delgada colcha en estampados claros, una estantería que hacía esquina y de la que salían el tablero de dibujo y la mesa del potente ordenador que tanto le ayudaba en su carrera.

«¿Que te apetece?, tengo con y sin alcohol» dijo a Lucía abriendo el minibar que tenía detrás de la puerta.

«Una coca cola, gracias.»

«Ponte cómoda, como si estuvieras en tu casa»

Lucía le cogió la lata que le ofrecía Arturo y se quitó la torera que llevaba. Se quedó solo con una camiseta de tirantes finos y un gran escote y una malla ajustada que marcaba sus firmes nalgas.

Arturo no disimuló la mirada y ya la tenía fija en sus pechos.

«¿Te gustan? A que son bonitos»

» Son preciosos» Arturo contesto sin dudar.

«Míralos mejor ahora» y dicho esto se quitó la camiseta dejándole ver aquellos espléndidos senos.

Arturo avanzó y con las manos al frente se acercó a Lucía para cogerle sus pechos y sopesarlos suavemente.

Lucía emitió un suave gemido de aprobación y echándole mano al paquete le fue empujando hasta que logró tirarlo encima de la cama. Acto seguido se subió encima de Él y le dijo:

«¿Por qué no nos dejamos de tonterías y vamos al grano?. Después de todo los dos sabíamos que no íbamos a estudiar»

«No creía que iba a ser tan fácil, pero quiero que sepas que me encanta, no me gusta perder el tiempo»

Y dicho esto se quitó la camisa y se levanto tumbando a Lucía boca arriba y se unieron en un profundo beso de pasión.

Lucía ya tenía la verga de Arturo fuera y dejó de besarle para metérsela en la boca.

«La tienes muy grande, y eso me excita aún mas»

«No me has dado tiempo a nada» y comenzó a gemir de placer al sentir los lengüetazos en su capullo. «Espera, quiero darme la vuelta» y se giró para dejar a la altura de su boca la entrepierna de Lucía.

Tiró del pantalón hacia abajo y acto seguido siguió con las braguitas cuando de repente algo impacto en sus labios. Era una polla, una enorme y morena polla.

«Cómetela por favor» oyó como le decía Lucía y, casi sin creerse lo que estaba pasando se vio con el enorme falo en su boca.

Era la primera vez que le sucedía algo de esto y jamás pensó que tendría esta reacción. Según iba lamiendo y metiéndosela en la boca encontraba mas placer en ello, hasta que acabó succionando con verdadero énfasis notando a su vez como su amiga hacía otro tanto con su verga.

Siguieron chupando y lamiendo un rato hasta que ella le sentó en la cama apoyado en la cabecera y, de frente a el, se sentó encima de su enorme polla sintiendo como le entraba poco a poco en su dilatado culo.

Arturo la veía de frente con esas tetas enormes apuntándole y el falo tieso mirando al techo como queriendo despegar y, ni corto ni perezoso notando como su miembro entraba y salía, se agachó para volver a chupar y succionarle la verga a su amiga.

Los jadeos y gritos de placer iban en aumento y pronto se notaron mas allá del salón hasta llegar al cuarto de Elena.

Ésta, sin comprender muy bien lo que pasaba, se levantó y se dirigió al cuarto de Arturo para ver si ocurría algo.

Cuando llegó la puerta estaba entreabierta y no pudo evitar ver el espectáculo. No se lo podía creer, su hijo follando con una mujer con polla.

Al principio su reacción fue de enojo pero, cuando quiso darse cuenta, se encontraba apoyada en el quicio de la puerta con la bata en el suelo, las piernas abiertas, dos dedos de su mano izquierda dentro de su coño, frotándose el clítoris con el dedo corazón de la otra.

El orgasmo no se hizo esperar y casi se cae por la flojera producida por las convulsiones, pero una vez recuperadas las fuerzas dio un paso adelante y se plantó al borde de la cama ante el asombro de los jóvenes amantes.

«Me habéis puesto en un estado que no he podido soportar, así es que os toca a vosotros ahora» y dicho esto se arrodilló al borde de la cama y se metió el rabo de Lucía en la boca comenzando a succionar a la vez que con sus manos le masajeaba los pechos.

«Tu madre si sabe como comerse un buen rabo» dijo Lucia a Arturo, que no daba crédito a lo que estaba viendo, mientras no dejaba de subir y bajar sobre su polla como si fuera en un tiovivo.

Elena hizo que Lucía se levantara y se sentara al lado de su hijo. Fue cuando ella se arrodillo en la cama de frente a los dos y comenzó a comerse alternativamente los miembros de ambos a la vez que los masajeaba con la mano arriba y abajo.

Cuando ya los tenía bien duros tumbó a su hijo en la cama y se tumbó encima de Él metiéndose toda la polla hasta el fondo de su coño. Luego cogió a Lucia y le dijo que se arrodillara justo detrás de ella y se la metiera por el culo muy despacio hasta que notó como ya no podía mas.

Los huevos de Arturo chocaban con los de Lucia y así, sin moverse, permanecieron por orden de Elena.

Creía que se iba a morir de placer sintiendo en el fondo de ella aquellas dos pollas enormes, como queriendo romper la fina tela de carne que las separaba, y así se corrió de nuevo mientras los dos jóvenes comenzaron a moverse rítmicamente dentro y fuera, sintiendo como rozaba su polla con la del otro.

Lucia la sacó entonces y sin mediar palabra comenzó a rozar con su capullo los huevos de Arturo para ir subiendo poco a poco hasta meterla también en el coño de su madre.

Esto le hizo explotar en un orgasmo continuo notando las dos vergas tocando el fondo de su cueva.

Mientras Arturo y Lucía disfrutaban al máximo notando sus pollas juntas y rozándose apretadas dentro de Elena y cuando se iban a correr la sacaron al unísono y haciendo un sesenta y nueve se llenaron mutuamente la boca de semen sin desperdiciar ni gota.

Elena tampoco desaprovechó la ocasión y los besó en la boca recogiendo las últimas gotas.

«Quiero comerme todo lo que podáis darme. Quiero mas semen en mi boca» dijo Elena.

Arturo y Lucia se arrodillaron frente a frente con el rabo todavía tieso rozándose primero con los capullos y luego con los huevos. Luego pasaron a masturbarse haciendo que volvieran a estar duras como piedras hasta conseguir que descargaran en la boca de Elena.

Casi se atraganta con tanto semen pero le gustaba tanto que siguió metiéndose los dedos en su coño hasta que le pareció que no tenía bastante y se metió la mano entera hasta la muñeca, volviendo a correrse como una posesa mientras los dos jóvenes la besaban en la boca recogiendo el poco semen que quedaba.

Cayeron extenuados en la cama y Elena los cogió a los dos de la mano y desnudos como estaban todos se fueron al dormitorio de ella. Se tumbaron en la cama grande y entraron en un profundo y placentero sueño.

Lucia fue la primera en despertar, de una forma suave y lenta, como queriendo recordar lo que había pasado y donde se encontraba.

No tardó en darse cuenta de la situación cuando vio a su amigo y su madre tumbados en la cama medio abrazados y desnudos.

Sin perder un momento se inclinó sobre el coño de Elena y comenzó a besarlo suavemente, humedeciéndolo con suaves toques de su lengua, abriéndole bien los labios para poder succionar su clítoris.

A todo esto su mano derecha ya estaba masajeando los huevos y la poya de Arturo que, cuando quiso darse cuenta, estaba despierto y trempado excitándose con la visión de lo que estaba sucediendo.

Elena se despertó entre jadeos y cuando abrió los ojos ya era su hijo el que le estaba metiendo la lengua dentro de su profundo coño mientras Lucia cambiaba de postura para metérsela en el coño.

Arturo pasó a comerle el botón de placer y el despertar total de Elena fue el orgasmo que le sacudió todo el cuerpo desde las uñas de sus pies a los pelos de su cabeza.

Lucia se iba a correr al notar las contracciones del coño de Elena y le sugirió a Arturo que besara a su madre. Justo en ese momento cuando el beso era profundo la sacó y se corrió en las bocas de madre e hijo mientras seguían besándose y lamiéndose el semen de Lucía.

«¿Que os parece si paramos un rato al menos y comemos algo?» , comentó Elena.

«Creo que es una estupenda idea» respondió Lucía mientras Arturo asentía con la cabeza.

Se dirigieron todos a la cocina charlando como si fueran jóvenes amigos charlando de la última movida en la disco.