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Nuevo negocio de travestis I

Nuevo negocio de travestis I

Al final del mes de octubre, Alexia y yo, determinamos, embarcarnos en una aventura comercial nueva.

Ella ya estaba cansada de trabajar en la Casa de Campo y yo por mi parte empezaba de nuevo las clases, por lo que con el dinero que yo tenia y con la plata que ella había reunido, decidimos, cambiar de aires.

Ella dejo el piso de Batan y su trabajo en la zona y después de buscar bastante encontramos un piso en el zona de la Castellana.

El departamento era grande, 5 habitaciones, mas un salón enorme, dos cuartos de baños y una grandiosa terraza, que después de unas reformas también se convirtió a su vez en otra habitación.

Decoramos con mucho esmero y delicadeza el nuevo lugar.

Basta decir que sus antiguas compañeras de piso no quisieron venirse con nosotros y que se quedaron en la zona de trabajo ya mencionado.

Nuestra intención era hacer de ese piso nuevo, nuestro lugar para vivir y el negocio para seguir con la profesión de Alexia, puesto que como ella dice: “yo soy prostituta de los pies a la cabeza y jamás dejare de serlo. Me gusta mucho mamar, que me la metan y meterla”.

Lo primero y mas importante era encontrar a quien se quisiera venir a trabajar con nosotros.

Y no fue tarea difícil. Una noche y en mi moto nueva, llegamos a la zona de Rubén Darío en busca de las nuevas inquilinas.

Había unas cuantas travestís pero dos de ellas nos llamaron la tensión por su espectacular cuerpo.

Nos acercamos a la mismas y les ofrecimos la posibilidad de trabajar con nosotros. Se llaman Yhadira y Dannielle.

Son brasileñas, y eran tanto activas como pasivas.

Altas, delgadas, con un buen par de senos cada una y culo respingon, capaz de hacer las delicias de cualquier hombre.

Quedamos con ellas en el piso al día siguiente.

Pero nos faltaba otra mas, puesto que la idea era que hubiera por lo menos tres travestís.

Nos paramos en un Vip’s para tomar un café y pensar como tenia que ser la tercera travestí.

Alexia dijo que sin duda mulata y bien dotada, por lo que yo ni corto ni perezoso, le dije que conocía a una, que sin duda le iba a gustar mucho.

Después de tomar las consumiciones nos dirigimos a la Casa de Campo en busca de Deborah.

La encontramos rápidamente y nos pusimos a hablar con ella.

Yo le hice un par de guiños con los ojos para que no me descubriera, cosa que entendió a la perfección y en un momento estábamos los tres intentando resolver, que ella fuera nuestra tercera “trabajadora”.

Déborah no se hizo mucho de rogar pero nos impuso una condición.

Acababa de llegar y estaba toda arrecha.

Nos pidió que necesitaba que alguien se la mamara, porque según ella así se iba a quedar mas relajada.

Yo, tal vez porque conocía de sobras el pollon de Deborah y porque tenia unas ganas locas de comer huevo, fui hacia ella, pero me dijo que no, que prefería que se la comiera mi amiga.

Alexia puso cara de extrañeza, pero enseguida pude observar en sus ojos que no iba a poner ninguna traba en la condición de su nueva amiga.

Nos metimos un poco entre los árboles, y Alexia desabrochándose la cazadora de cuero que llevaba y dejando al aire sus grandiosos pechos se agacho, y rebusco en la entrepierna de Deborah.

No le costo mucho sacar el enorme huevo de la mulata y menos aun empezar a darle una mamada espectacular. Y la llamo así, porque era una delicia ver como Alexia se tragaba la enorme polla de Déborah y como esta de inmediato se puso a gemir, como una loca.

En poco tiempo el mástil de Déborah ya estaba totalmente erecto y Alexia no paraba de chupar y lamérselo de arriba abajo. Yo me puse a tocarle las chichis a Déborah y a apretarle los pezones.

Con una mano le apretaba una de sus chichis y con la otra mojada en su saliva le buscaba su cola. Cuando la encontré le empecé a meter dos de mis dedos.

Enseguida note como entraban y salían sin problemas por lo que me dispuse a meterle otros dos mas. Déborah no paraba de gemir de placer mientras que insultaba a Alexia diciéndole: ¡sigue putica, sigue! ¡mama mi huevo! Alexia no decía nada.

Tampoco podía con esa monstruosa polla dentro de su boca.

Déborah hizo levantarse a Alexia y buscando su boca las dos empezaron a besarse como poseídas.

Yo por mi parte ocupe el lugar que había dejado Alexia, mientras seguía con mis cuatro dedos en su cola, moviéndolos sin parar.

Con la mano que me quedaba libre me desabroche el pantalón y me lubrique mi ano.

Saque los dedos del ano de Déborah y me puse entre las dos, con mi culo en pompa para recibir la grandiosa polla de la mulata. Mientras Déborah y Alexia, no dejaban de meterse mano entre las chichis, de estrujarse los pezones y besarse.

Cuando mi pareja se dio cuenta de lo que pretendía, me hizo a un lado, ocupando ella mi lugar. Se quito los pantalones que llevaba, que cayeron al suelo, se aparto la tanga a un lado y con un poco de su saliva se lubrico su hoyo.

Le cogió el huevo a Déborah y sin contemplaciones se la metió, hasta el fondo, empezando a culear de una manera descomunal.

Bajo su cabeza hasta mi pene y se puso a lamerlo y succionarlo sin compasión. La escena era muy morbosa, mientras Déborah le llenaba la cola a mi pareja esta me hacia ver las estrellas con su boca glotona y juguetona.

Lo mas espectacular es los tres nos venimos al unísono, yo llenando la boca de Alexia con mi leche, Déborah haciendo lo mismo en la cola de mi amada y ella con una paja que a si misma se estaba haciendo.

Alexia me beso y jugamos con mi semen que la resbalaba por las comisuras de los labios, mientras que Déborah daba sus últimos envites.

Cuando por fin nos separamos, nos limpiamos como pudimos.

Yo me agache y empecé a lamer el semen de Déborah que corría por los muslos de Alexia. Ellas se dieron un morreo final.

Mas tranquilos, quedamos con Déborah al día siguiente en el piso para ultimar los detalles. Mi amor y yo nos montamos en la moto y nos fuimos para la nueva casa.

Cuando llegamos, preparamos algo de cena y Alexia como buena venezolana, se encelo, porque se había dado cuenta que yo y Déborah nos conocíamos muy bien.

Le explique un poco por encima, como la había llegado a conocer, sin decirle que tanto ella como una amiga suya me habían follado y la amiga me había hecho el fist-fucking. Se convenció y como eran cerca de las dos de la mañana nos fuimos a la cama.

En nuestra cama, de nuevo se desato el amor y estuvimos cogiéndonos ambos, por cerca de una hora mas hasta que por fin, nos quedamos profundamente dormidos, los dos desnudos y abrazados.

A las once de la mañana, nos despertamos. El timbre del portero automático nos despertó. Me levante y fui a ver quien llamaba.

Eran los del Corte Ingles que traían algunos muebles que faltaban aun en la casa. Les abrí y subieron. Antes me fui a la habitación a ponerme una camiseta y un pantalón y a decirle a mi amor, que se quedara un rato mas, que aun había tiempo.

Cuando por fin los operarios dejaron los muebles, cada uno en su lugar y los despedí, dándoles una propina, me dirigí a la cocina a preparar algo de desayuno.

En una bandeja le lleve a Alexia su desayuno, recibiéndolo con muy buena gana.

Yo me senté a su lado, viéndola como comía, pues no le gusta hacerlo sola. Le recordé que a las 6 habíamos quedado con las nuevas chicas y que quería hacer.

¡Nada, lo que tu quieras, mi vida! Pues yo estoy rendido, creo que me voy a echar un rato mas-le respondí.

Ella termino su desayuno y se llevo la bandeja, cerrando la puerta a su paso.

Al cabo de un rato la oí hablando por teléfono pero no le hice caso, estaba realmente cansado.

Yo estaba dormido desnudo, que es como me gusta hacerlo, cuando de repente empecé a notar unas caricias en mi pecho.

Pensé que era Alexia. Así le gusta despertarme y me deje hacer.

Gruñí un poquito y me quede boca arriba con las piernas separadas, pero haciéndome el dormido. Las caricias seguían en aumento y yo apenas podía reprimir mi excitación.

He de decir que acariciarme con suavidad, hace que rápidamente me ponga arrecho.

Las caricias seguían, pero en un momento sentí como alguien (yo suponía que Alexia) se metía en la cama y me empezaba a lamer y mosdisquear mis pechos.

Sintiéndolo mucho mi polla ya estaba en todo su esplendor.

Entreabrí un ojo y vi que estaba equivocado. Era Alexandra quien me estaba acariciando (ella es el esclavo/a de Ana, una travestí Ama, amiga de Alexia).

Con mi mano izquierda abordé su espalda y le busque su colita.

Ale, no dejaba de lamer mis pechos y mi torso. Con la mano derecha la cogí de la cara y le di un húmedo beso. ¡Ya estas despierto! ¡Despierto y cachondo! –le dije.

Ella me cogió la polla y la llevo a su boca, donde se la trago con extremada rapidez. Con Ale ya había tenido algún encuentro y sabia lo que le gustaba.

Ella estaba vestida con solo unos tacos de aguja, que la hacían moldear aun mas sus femeninas piernas.

Aun siendo esclava, su sueño era transformarse en una bella travestí. Y desde la ultima vez que la vi, ya lo estaba consiguiendo.

Siguió con el francés hasta que me corrí en su boca. Se había puesto un piercing en la lengua y era una gozada sentir el frío metal en mi pene.

Cuando dio por terminada la mamada, se sentó en la cama y de nuevo me empezó a acariciar mientras hablábamos de mil cosas.

Note como le habían crecido los pechos, ahora eran muy parecidos a los de una niña de corta edad.

Su pelo también le había crecido y se lo recogía por debajo de los hombros. Su cara también se había transformado y pude observar en ella a una futura mujer que seria la envidia de muchas travestís.

Le pregunte por su Ama y por Alexia, a lo que ella me respondió que hacia rato se habían bajado a compara cojines, sabanas y demás.

Y que tardarían en venir. Entonces me dijo que estaba sola en el salón y que no pudo resistir la tentación de venir a verme.

Le pregunte por sus ultimas experiencias y me dijo que ya había probado el fist-fucking con su Ama y con un cliente de esta y que después de una buena preparación por fin consiguieron meterle toda una mano hasta cerca del codo.

La mire extrañado y le pedí que se acercara hasta la cómoda que había enfrente de la cama y que del primer cajón cogiera un bote de aceite lubricante y un par de guantes, que quería ver si eso era verdad. ¿No te lo crees? ¡Pues ahora veras como es verdad!- me espeto.

La pregunte si se había lavado y que si se había puesto un enema, a lo que me respondió que si. Le recordé que no tenia que decirle nada a su Ama de lo que íbamos a hacer, y que tampoco podía decirle nada a Alexia de que me había hecho un francés. ¡Tranquilo, ya me lo se de memoria! Me levante de la cama, me puse el pantalón y la cogí de la mano. Pasamos por el salón y vi su ropita de putita encima del sofá.

La mire y se rió. Llegamos a una habitación que estaba cerrada con llave, busque en mis bolsillos y saque una llave. Abrí la puerta y encendí la luz.

Ella se quedo extasiada y rápidamente entro.

La habitación la habíamos decorado como un cuarto de sado. El suelo esta cubierto por una moqueta negra, la pintura de la paredes es roja y además la estancia estaba insonorizada.

En el frente había una rueda con una gran equis en el medio, en la pared de la derecha una cruz, enfrente de esta un mueble negro con dos puertas y en medio del habitación, un potro.

Del techo colgaban cadenas y cuerdas. Incluso había una polea para tener mas a mano a las futuros esclavo/as que nos visitaran.

Como no podía dejarle marcas (las podía ver su Ama, y esta es muy estricta) la hice sentarse en un especie de silla de cuero que colgaba del techo. La amarre, y le puse unos pesos en los aretes de sus pechos.

Me miraba con lujuria. Le separe hasta el máximo sus piernas y gracias a la polea empecé a tirar de la cadena.

Ya estaba donde yo quería.

Su culo quedaba a la altura de mi cintura. Fui al armario y saque unos plásticos que puse encima de la moqueta.

Y sin perder mas tiempo empecé a regarle su cola con el aceite.

Me puse los guantes (he de decir que son de los que utilizan los veterinarios en los partos de los animales de gran volumen y te llegan hasta los codos) y sin avisar le metí cuatro dedos de una vez, a lo que ella empezó a gemir como una perra en celo y decirme que quería mas.

Seguí con los cuatro dedos un buen rato hasta que se los saque.

Le puse mas aceite y me puse el otro guante.

Mire su ano completamente dilatado y era hermoso ver como estaba.

Saque del armario un dildo de gran tamaño y se lo metí. El consolador mide 25 cm. de largo por 10 ancho. Fui de nuevo al armario y cogí otros dos mas, aunque ya un poco mas pequeños (los dos son iguales de 21 por 5).

Con mi mano derecha movía el enorme dildo en su culo y con la izquierda le empecé a penetrar con uno de los gemelos.

Me quede de piedra, pero casi sin esfuerzo los dos consoladores le entraron hasta la empuñadura.

Cogiendo con mi mano izquierda la empuñadura de los que ya tenia dentro, recogí de una mesita el otro gemelo, dirigiéndoselo al ano.

La punta entro sin problemas pero cuando ya iba por la mitad, Ale empezó a decirme que la dolía un poco, yo le dije que aguantara un poco, que ya no quedaba nada.

Cogió aire y de un golpe se lo metí.

El alarido que dio fue monstruoso, pero le duro poco porque siguió de nuevo con sus jadeos de placer.

Me moví a su lado izquierdo y con mi mano zurda no dejaba que le saliera ninguno. Mientras con la derecha la empecé a pajear.

Si pollita, se comenzó a poner dura, lo suficiente como para que me dijera que si seguía así se iba a correr de un momento a otro.

Deje su pene, y le tire de los aretes de sus pechitos, a la vez que le apretaba los pezones con verdaderas ansias.

Ale, parecía que estaba como en otro mundo, no paraba de jadear y de pedir mas.

En ese momento pare todo, y le fui sacando con cuidado los consoladores de su cola.

La dilatación de la misma era enorme, por lo que me regué las manos con aceite y empecé a meterselas.

Las dos a la vez. Primero estiradas, haciéndole un rápido mete saca. Luego saque la izquierda y le introduje la derecha completamente cerrada.

¡Tenia razón la muy puta! ¡Le metí mi mano derecha hasta el codo sin ningún impedimento!

Ale, estaba como ida, pero le pregunte que si aun quería mas.

Me pregunto que cuanto tenia dentro, le dije que toda la mano hasta el codo. Y ella sin vacilar, me dijo que le metiera las dos, pero que si le dolía mucho la sacara. Ok! Como tu digas. Es tu culo. Preciosa.

Le saque la derecha y uniendo amabas manos por los dedos empecé metersela en su dilatado orto.

No se quejo en ningún momento y mis manos le entraron hasta un poquito mas debajo de los codos.

Y sin tocarse comenzó a eyacular y a chillar como una yegua en celo.

Le saque mis manos y poco a poco la fui descendiendo hasta el suelo.

La desabroche de las cadenas y de la silla de cuero y la puse de pie. La hice voltear y agacharse.

Vi su ano súper dilatado. Le dije que esperara un momento.

Fui a la habitación y cogí la cámara de fotos.

Volví al cuarto y le dije que ella misma se metiera la mano o los dildos ¡Lo que quieras preciosa!

Y empecé a disparar, una y otra vez.

Cuando acabe el carrete se lo dije, se dio la vuelta y nos besamos uniendo nuestras lenguas en un profundo morreo. La dije que se fuera a duchar, que yo recogía todo.

Cuando la estaba esperando en el salón, salió enfundada en una toalla y me dijo ¡Cuando quieras lo repetimos! ¡Mi culo ya no es solo de mi Ama, ahora también es tuyo! Me levante y nos abrazamos.

Estábamos besándonos cuando sonó mi móvil. Lo cogí y respondí. Era Alexia, me pregunto si ya me había despertado.

Le dije que si. Me contesto que me diera una ducha y que en el salón estaba Alexandra, la esclava de Ana.

Y que nos esperaban a los dos dentro de media hora, en un restaurante que hay en la calle Orense.

Yo mire el reloj, eran cerca de las dos de la tarde y le dije, que no se preocupara, que en media hora estábamos allí, los dos. Colgué se lo dije a Ale y me fui a duchar.

Cuando salí de la ducha, Ale ya estaba cambiada y estaba exquisita.

Vestía un conjunto de cuero rojo, con una mini que apenas le llegaba por debajo de sus nalgas.

Bajamos a la calle y buscamos un taxi.

Nos encontramos con mi amor y con Ana, y no pusimos a comer.

En la comida Alexia me dio una grata sorpresa, tanto Ana como su esclava, se quedaban en la casa para trabajar con nosotros (yo me alegre bastante porque así podía tener a Ale a mi disposición todo el día).

Terminamos como a las cinco de la tarde. Nos despedimos y nos fuimos Alexia y yo hacia la casa, de la mano y por la calle, porque a las seis habíamos quedado con los travestís Yhadira, Dannielle y Déborah.

Pero este nuevo encuentro os lo relatare otro día.

Tan solo os puedo decir que desde que llegaron nuestras invitadas estuvimos follando sin parar hasta las dos de la mañana, eso si con una invitada nueva, que Yhadira trajo a la reunión…

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