La Despedida

Los lamidos del perro me despertaron, miro el reloj eran las siete de la mañana, Martín aún no había llegado, me preocupé pues el no suele llegar tan tarde.

La noche anterior había tenido la despedida de un amigo que se iba de viaje, pero me dijo que pensaba volver cerca de las cuatro de la madrugada.

Llamé a su celular y estaba apagado, me levanté preparé el desayuno y volví a acostarme.

Media hora más tarde llega, estaba muy cansado, pero a la vez sobreexcitado y no quería acostarse.

Se sentó a mi lado, bebió un jugo de naranja y comenzó a contarme…

Llegamos con Ignacio como a las 11 de la noche, aún no habían llegado todos los chicos, tomamos un aperitivo mientras los esperábamos a eso de la medianoche no faltaba nadie.

Estábamos comiendo el postre cuando sonó el timbre, Diego – el homenajeado- fue abrir la puerta.

Eran dos chicas espectaculares, una rubia y otra negra azabache.

La rubia tenía el cabello muy corto, ojos claros, medía como 1.80 m delgada, unas tetas maravillosas, un culo y unas piernas impresionantes.

La negra tenía ojos verdes, cabello largo por la cintura, alta, delgada y unos pechos que le saltaban por el escote.

La cara que puso Diego cuando las vio es indescriptible, ni se imaginaba que le teníamos preparado dicho regalito.

Pasaron al living, les ofrecimos una copa, la bebieron de un sorbo y tomaron de la mano a Diego, lo sentaron en un sofá que ubicaron en el medio de la sala y se pararon una delante y otra detrás.

Nosotros nos quedamos sentados en los demás sofás.

La que estaba adelante era la negra, se llamaba Cynthia y la rubia Valentina.

Cynthia muy pausadamente le fue quitando la ropa, primero la camisa, luego el cinturón, los zapatos, las medias y luego el pantalón dejándolo completamente en bolas.

Tomó su verga fláccida, se la metió en la boca y le hizo una mamada descomunal.

La verga de Dieguito tomó un extremado tamaño, envidia de muchos.

Valentina mientras le hacía una masajes intercalando besos en su cuello, nuestro amigo estaba en las nubes.

Luego cambiaron de lugar y la rubia siguió chupándole la verga hasta que se acabó en su boca, ellas se besaron y compartieron la leche.

A esa altura, imagínate como estabamos todos, al mango…

Para que descansara un poco, el enano (así le dicen los amigos a Diego) las chicas se subieron a una mesa y comenzaron su streptease, primero los zapatos, luego los tops y finalmente las polleritas, quedando con una minúscula tanga y sus tetas al aire.

El enano cuando las vio en bolas, se despabiló al toque y estaba a full, ellas le mostraban su trasero inmenso, cada vez que se les acercaba se alejaban, lo hacían desear cada vez más…

Finalmente dejaron que se lo besaran, Diego tomó las nalgas de cada una de ellas y empezó a devorarlas como lobo hambriento, iba pasando la lengua de una a otra sin saber con cual quedarse.

Cuando ya no podía más, la negra bajó al suelo, apoyó las tetas sobre la mesa y le ofreció el culo, el enano hizo a un lado la tirita de la tanga y metió su lengua en el hoyo, la otra chica se acostó sobre la mesa y le chupaba los pechos a su amiga.

Todos estábamos desesperados por compartir dichos manjares, pero la primacía la tenía nuestro amigo, así que hicimos molde.

Cuando el agujero de la negra ya estaba pronto, Diego le clavó su verga sin compasión, dejando los huevos fuera – porque no le entraban – y comenzó con un mete y saca sin parar, parecía que le habían dado cuerda, le acabó todo en el culo de Cynthia el cual quedó chorreando leche.

Era tal la calentura que le limpió el ojete con la lengua.

La rubia bajó y pidió su cuota de verga, para ello primero se la chupó a fin de parársela de nuevo.

Se acostó en el suelo, puso sus piernas sobre los hombros de Diego y esté se la clavo.

Nosotros le gritábamos alentándolo, pues la paliza que le estaban dando las dos minas era impresionante.

Cuando acabó, entre Cynthia y Valentina le limpiaron la verga con la lengua y le dieron un vaso de whisky para que recobrase el ánimo

Al rato ya estaba con las pilas cargadas nuevamente, le vendaron los ojos, ataron sus manos y le pidieron que se pusiera en cuatro que querían chupársela otra vez, él obedeció.

Valentina se arrodilló detrás de él, le abrió las nalgas y metió su lengua diestra en el culo del enano; la negra empezó a lamerle la pija como si fuese un helado.

Le pasaba la lengua desde la cabeza hasta encontrarse con su amiga en el hoyo.

Se quitaron las tanguitas, una cinta adhesiva y tremendos pedazos surgieron entre sus piernas.

La rubia se sobó bien la verga, le pasó vaselina y se la fue metiendo despacio al enano, el grito que pegó se escuchó en todo el barrio, fue impresionanteeeeee.

De todos modos, dejamos que la chica concluyera su tarea, sabíamos que le iba a gustar, al tiempo que Cynthia ya había colocado su mástil en la boca de nuestro amigo ahogando su grito de placer y dolor.

Lo tomó por la cabeza empujando su verga hasta la garganta vaciándose en ella.

Cuando terminaron su trabajito, el enano quedó haciendo arcadas y el culo ardiendo, pero con carita de felicidad.

Seguro que cuando esté en España se acordará de la despedida que le hicimos sus amigos.