El jefe de mi mujer me entra en su círculo y mientras se supera de Sonia, me subasta al mejor postor, iniciándome así en el mundo de la sumisión.
En el mes de junio del 86, todavía sin cumplir el primer año de matrimonio con Manuel, yo con 27 años, me encontraba trabajando en mi oficina, cuando mi secretaria me pasa una llamada personal, al parecer de alguien que no hablaba español, que pidió por mí en inglés.
Debo reconocer que mi físico no es para impresionar a nadie. Apenas llego al 1,70 y mi humildad económica no me permitió jamás lujos como el gimnasio o deportes que me tomaran mucho tiempo, pues desde los 12 años casi me sostengo solo, pues mi madre apenas puede con los gastos que generan mis hermanos menores y yo he tenido que trabajar de casi todo.