Queridos primitos

Siempre me lleve muy bien con mis queridos primitos, Antonio y chico.

De más pequeños, me tocaba cuidarlos cuando mis tíos así me lo pedían, pues yo soy un poco más mayor que ellos, con gran sentido por el orden, la disciplina y la responsabilidad y siempre se ganaron mi cariño, mis mimos y mis azotes cuando era necesario, pues no en vano, sus tersos traseros probaron mis manitas y mis zapatillas cuando lo consideraba necesario.

Mis tíos incluso me felicitaban por muy actuación, pues me decían que solo yo les hacía entrar en vereda cuando se ponían demasiado pesados.

A la mínima, sus pantalones y calzoncillos les caían por sus piernas y les daba una tunda pero a base de bien, hasta que más calmados y con el culo rojo, se levantaban de mis rodillas y me daban un besito de buenos primos, entre lagrimones.

Esos tiempos ya pasaron. Nos hicimos mayores y cada uno de nosotros siguió su camino.

Unas nos casamos y divorciamos, otros siguieron solteros o se echaron novias, cambiamos de ciudad y claro está, nos dejamos de ver, salvo que por cuestiones luctuosas o alegres, nos volvíamos a reencontrar.

En una de esas ocasiones, más alegre, tienen lugar la parte central de mi historia.

Durante la boda de una de nuestras primas en común por parte de padre, volvieron a nuestras mentes los recuerdos de nuestras infancia. En el reencuentro todo fue alegría, besos , abrazos y lagrimas de emoción.

De nuevo los tres primos juntos.

Estábamos algo más cambiados, pero nos seguíamos queriendo como el primer día.

Quedamos que para dormir, pasaran la noche en mi casa. Las niñas se encontraban de campamento y la mayor de viaje con el novio, a pesar de mi disgusto.

Antes de irnos tuvimos una bronca bien gorda, porque no me parece del todo correcto que con su mayoría de edad recién cumplida, se tenga que ir con un maromo, que vete a saber lo que durarán y lo que no harán, ya me entendéis, como madres o padres que sois.

La amenace con quedarla sin propina, pero el amor de madre me pudo y la deje ir, pero con una condición, que como al mes este nuevo chico con el que sale, «un pintas» por la primera vez que le vi así me pareció, la deje o ella le deje, la pienso calentar el trasero a base de bien y en eso, ya me conoce como me las gasto.

Pero a lo que iba. Mis primos Antonio y chico vinieron a la boda sin pareja.

Había camas de soba en casa por tanto para que quedaran a dormir, a parte de que para la familia mas querida, me daba «no se que» que se tuvieran que pagar un hotel por una sola noche y que no suelen ser económicos precisamente. Pero todo salió mal.

El día antes de la boda de la Pili, nuestra prima, tuvimos una fuerte discusión , mis primos y yo.

Sinceramente pensé que tendrían algo más de educación con el paso del tiempo, pero me equivocaba.

Todo empezó por una bromita que ellos quisieron gastarme y no me gusto en absoluto. Les deje tranquilitos en el salón, viendo la tele.

Debían de estar echando no se que partido de fútbol de no se que final, pues el balompié es un tema que me hastía.

Pues bien, les dije que me iba a dar una ducha rapidita antes de hacerles la cena y le deje allí, embobados frente al televisor.

Pero para disgusto mío, me decepcionaron, pues ni cortos ni perezosos, cual pillines, les pille infraganti espiándome, mientras comenzaba a desvestirme. Fueron tan tontitos, que se les oía reír detrás de la puerta , a la vez que hacían comentarios jocosos que no vienen a cuento.

No lo soporte, mi dignidad de mujer estaba por los suelos y me entró tal disgusto que salí del baño llorando. Ellos se quedaron petrificados. Creían que les iba a seguir el juego y se equivocaron.

Me fui a la habitación llorando del disgusto y rabiando, clamando venganza. Ellos reconocieron su equivocación, pero lo iban a pagar. Llamaron a la puerta de mi cuarto , tímidamente, sabedores de cómo me las gasto cuando me enfado.

Prima, prima, venga, no seas tonta… que era broma- se excusaban Antonio y Chico.

Al otro lado de la habitación , silencio. Ellos insistieron , pero no me iban a ablandar con sus falsas disculpas.

Así que ni corta ni perezosa, cogí uno de los cintos de mi cajón de la ropa, el más duro y flexible que encontrare y salí de mi cuarto, con él de la mano, abriendo violentamente la puerta y hablándoles con dureza extrema, decidida a darles un buen escarmiento:

¿ os acordáis de cómo me las gastaba cuando erais pequeños, no?- dije dándome pequeños azotitos en la mano con el cinto, de manera amenazante.

Si, si, -contestaron los dos tímidamente.

Como si hubiésemos recuperado la infancia perdida, se dejaron llevar por mis ordenes sin rechistar, como si estuvieran acostumbrados y no hubieran pasado los años:

Bien, id al salón pues, bajaros los pantalones y los calzoncillos, recostaros sobre la mesa del salón con el culo en pompa, que ahora mismo voy yo.

Obedecieron ipso facto. Al minuto me quite la bata, pues no era plan de enseñar mis vergüenzas- aunque ya me las habían visto por desgracia y para mi vergüenza- en el fragor de la azotaina, por cada rendija de mi bata rosa.

Cuando llegue al salón, vi dos culitos preciosos ofreciéndose para el castigo, completamente desnudos y esperando su ración de cinto, uno junto al otro.

Nos les hice esperar y creo que no les defraude. Subí el volumen del televisor, aunque les cambie de canal y les quedé sin fútbol, pues no era de recibo que los vecinos oyesen lo que en mi casa sucedía.

Ni siquiera doble el cinto, le extendí cual largo que era, cerca del metro, tome impulso y procedí el castigo, no sin antes abroncarles de nuevo:

Serán 45 azotes, uno por cada año que tengo, me oís?-dije con dureza.

Si, si, prima,- balbucearon. Y empecé el castigo. Antes les ordene que contaran cada azote que recibían.

UNO

AYYYY

UNO

AYY

DOS

AYYY

(ZAS ZAS)

CUATRO, CINCO

(ZAS, ZAS)

(ZAS)

(ZAS)

…..AYYYYYYYYYYY gritaba chico con el culo escocido

Sus culos fueron enrojeciéndose, llenándose de rallas del mismo calor. Vosotros queridos primitos, rogaban que parara a eso del azote quince, pero no os perdonaría tan fácil sino que todo lo contrario, reanude aun con más vigor la tunda.

-(ZAS, ZAS)

-QUINCE, VEINTE…

(ZAS,ZAS)

Al veinte ya llorabais. Tenias el pene bien duro, apunto de explotar. Grite:

Como os corráis y me manchéis el mobiliario, el castigo será el doble.

Y os contuvieseis,

(ZAS..ZAS…ZAS…ZAS)

Aguantasteis como pudisteis, sin correos, pero con unos lagrimones…menudos lagrimones, sobre todo Antonito.

(ZAS, ZAS)

Para cuando acabe, vuestros calientes traseros resplandecían en el salón y vuestro penes , izados como mástiles, me hicieron reír. No os importo que os viera así, había confianza.

Os subisteis vuestros calzoncillos y pantalones con cuidado, pues el culo os escocía pero mucho, me disteis un beso y a mis ordenes, os fuisteis a la cama sin cenar y sin tele, como cuando erais chicos, llorando, pero con una sonrisa interior de oreja a oreja por la tunda recibida.