Que me pasara un condón y ella me dijo no, que lo quería sentir natural, le dije abre bien las piernas y ella las abrió, me comencé a meter mi verga y sentía como ella me clavaba las unas en mi espalda y quería massssss así fue
Eh, dije al darme cuenta mientras giraba la cabeza para ver quien era. Calla, me dijo, mientras con una mano me tiraba de los pantalones y slip, hacia los tobillos.
El era casado... nos conocíamos desde la adolescencia... habían pasado mas de 25 años... El placer de ese encuentro con Antonio hizo reveer su vida... Lo mismo que Ernesto... lo mismo que Fernando... no podía creer que el sexo entre dos hombres fuera esto.
Antes que nada déjenme presentarme mi nombre es Lorenza soy una mujer de 40 años de buen cuerpo de 1.59 cms. de estatura, pues trato de cuidarme mucho me case a los 20 años a los 21 años nació un hijo el único, porque mi esposo tuvo problemas y no pudimos tener más hijos.
Porque en mi contrato de cornudo sumiso tengo prohibido que le bese o toque sus tetas sin pedirle permiso, porque dice que son el signo de omnipotencia sobre mí, por lo que siempre que aparece ante mi con sus tetas desnuda, me he de hincar de rodillas para rendirles pleitesía y devoción.
Los dos comenzaron a moverse más rápido y yo ya estaba empalmado por la excitación, mi hermana era una chica de 20 años bastante guapa, se parece a mamá aunque estaba un poco rellenita para su edad, pero tenia dos tetas que quitan el hipo y un precioso trasero, además era muy simpática con todo el mundo y yo ya me habia pajeado alguna vez pensando en ella.
Desde hacía varios meses había estado espiando a mi vecino por las ventanas de mi cuarto, cada que lavaba su coche se le escurrían las gotas de sudor por la frente, sus brazos atléticos me mojaban las bragas sólo de pensar en tenerlo en mi propia cama, siempre salía arreglada con ganas de encontrármelo en cualquier lugar.
Yo estaba que me salía. Notaba mi polla dentro de la boca de un hombre. Era el máximo deseo, el morbo más grande, el momento más soñado de mi vida sexual. El chupaba y chupaba y yo me moría de gusto y entonces me acordé de cómo me acababa de contar las sensaciones tan maravillosas que vivió cuando tocó y chupó su primera polla.
Me detuve allí y sabiéndola desesperada por que continúe mi faena, lentamente me desvestí, quedando frente a ella, ofreciéndole mi cuerpo y sobre todo mi lanza en ristre, que ya la apuntaba con toda su magnificencia, erecta, roja, lista para el asalto final.
Debo confesar que recibí de esta mujer, el mejor sexo oral que mi persona haya experimentado jamás, con la experiencia de una profesional, Luciana recorrió con su lengua los más oscuros rincones de mi cuerpo sacando de mí, los placeres más intensos que un hombre puede recibir.