Capítulo 6

VI

Al día siguiente, Eva esperaba encontrar, al abrir su computadora, la respuesta del Gurú sobre ese mail muy explicativo de todo lo que había sucedido esa tarde en el cine porno. Todavía sentía en su cuerpo las huellas de esa maratón sexual y una excitación continua en su mente.

Pero no, no hubo respuesta. Trabajó toda la mañana muy nerviosa y a cada rato miraba su ordenador para ver si había algún mensaje del Gurú. Nada. No podía concentrase en el trabajo: las imágenes del día anterior le venían una y otra vez, se reía sola, se excitaba de sólo pensar en cómo se había atrevido a semejante “tarea” a ser cumplida en ese cine. A las 2pm no aguantó más y fue al baño a masturbarse para ver si calmaba su calentura y nerviosismo. En parte lo logró, ya que pudo trabajar hasta terminar su horario de oficina.

Al llegar a su casa se distrajo con las rutinas diarias, los requerimientos de sus hijos, la cena, las planificaciones para el día siguiente y todo lo que una madre- esposa-profesional tiene que realizar diariamente. Agotada, a las 11pm, se relajó en el sillón del escritorio y abrió su ordenador.

Y ahora sí, vio que había un mail del Gurú. Sintió los latidos en su pecho y rápidamente lo abrió. Lo primero que leyó fueron felicitaciones y alabanzas no sólo por el cumplimiento de la tarea, sino también por el relato tan descriptivo y frondoso que había elaborado. Sintió que su braga comenzaba a humedecerse, y contrajo sus piernas de manera convulsiva: así la ponía este desconocido por la manera en que se dirigía a ella. Después de esos elogios hacia su persona, le comentaba una nueva propuesta de “tarea” a realizar.

Y a continuación venía la explicación. El día viernes a la mañana, a las 8.30 am en punto, debía estar en la estación del metro que ella solía abordar (y que el Gurú ya conocía por un relato de ella) totalmente vestida de rojo para poder fácilmente ser reconocida, subir al metro, y antes de bajarse seguir las indicaciones de quien se acercara a dárselas.

Esa noche fue a acostarse nerviosa, excitada, intrigada, y a pesar de la hora avanzada busco a su marido metiéndose debajo de las sábanas y luego de una felatio infernal logró que se despertara y saciara su voracidad sexual en que se encontraba esa noche. En otro momento, él, muy cansado como siempre por su trabajo, la hubiera rechazado y prometido hacerlo el fin de semana.

Pero desde que ella había comenzado con esa aventura propuesta por ese desconocido “gurú”, cada vez que ella se acostaba a la noche con esa calentura infernal, su marido nunca la había dejado con las ganas. Al contrario, respondía como en los buenos primeros tiempos de casados, donde el fuego era puras llamas. Como si estuviera en sintonía con esa nueva versión de perra caliente que ella mostraba ante él.

Al día siguiente, jueves, se despertó pensando que vestido rojo tenía en su vestidor. Sin siquiera lavarse los dientes, empezó a revisar sus prendas y no encontraba nada totalmente rojo. Hasta que se acordó de una remera muy playera que tenía guardada. Rápidamente pensó que debía comprarse unas calzas rojas para poder estar toda de rojo, y una tanga también roja, cosa que hizo de camino a la oficina.

Esa noche, en su casa estaba nerviosa, inquieta, y no hacía más que pensar en las posibles instrucciones que le darían, y se manejaba con una mezcla de miedo, pavor, excitación, curiosidad, morbo. Ya en la cama, buscó a su marido como enla noche anterior, y recibió un comentario de él, relamiéndose y alabando su promiscua actitud sexual de esos días, ya que era de tener relaciones más bien esporádicas y casi nunca con iniciativa de ella. Pero el desconocía, por supuesto, las causales de esa actitud, pensó ella.

Durmió mal, despertándose varias veces en la noche, tuvo algunos sueños excitantes, y otros de terror y a las 6am ya estaba en la ducha. Quería salir antes que nadie se despertara, porque su vestimenta iba a ser muy llamativa para su esposo o hijos. Cuando se miró al espejo soltó una carcajada: se vio bien, atractiva, insolente, pero así, toda de rojo hasta las zapatillas, parecía una diablita, muy putita, salida del infierno.

Y al infierno pensó que estaría entrando con lo que estaba por hacer. Pero simultáneamente sintió que comenzaba a sentir sus fluidos, por lo que tuvo que volver a lavarse y ponerse un apósito. A las 8.29.am bajaba por las escaleras del metro. 8.30 am llegaba el metro. En ese horario viene tan colmados que los pasajeros parecen sardinas enlatadas. Subió empujando, como pudo. Cuando se cerraron las puertas se quedó inmóvil porque no podía hacer ningún movimiento.

El traqueteo de la máquina la relajó y sintió que su cuerpo se distendía. Tanto a su izquierda como a su derecha, dos hombres corpulentos parecían como custodiarla. Al rato sintió que una mano acariciaba su cintura, se volvió para mirarlo y decir algo, pero él se agachó y le susurró al oído: “siga las instrucciones del Gurú”.

Quedó petrificada, inmóvil, y su mirada al frente, Ahora otras manos, del otro costado, comenzaron a acariciar, su panza y lentamente hacer un trayecto para detenerse en su pubis. Por atrás las manos ya estaban apretando las redondeces de su culo, marcando su raja desde arriba hacia abajo. Comenzó a excitarse muchísimo y a sentir como se mojaba su entrepierna de una manera descomunal.

Sentir los dedos tratando de penetrar por su ano y su también su vulva y en ese contexto rodeada de tanta gente que ignoraba lo que a ella le sucedía, la colocó de tal forma que pensó que se iba a desmayar, a caer, ya que sus piernas tambaleaban y su cuerpo había comenzado a temblar…

No pudo saber cuántos orgasmos simultáneos tuvo. Estaba como en una nube de placer. Al llegar a su destino, uno de ellos le dijo: “síganos al bajarse”. Salió a la plataforma ese torbellino de personas, como si fuera un río humano. Ella los siguió como si estuviera en un estado de hipnosis, como si su mente se hubiera detenido para poder  pensar, se movía automáticamente. Al salir a la calle le señalaron que entrara a una camioneta negra, muy grande, que estaba estacionada. En otra oportunidad jamás se hubiera atrevido a subir, pero era tal el estado de obnubilación que tenía en toda esa secuencia que arrastraba desde el día anterior, que sin pestañar entró. Uno entró de acompañante del conductor y el otro con ella atrás. Pero al subir se dio cuenta que la parte trasera era como una gran cama, sin asiento, lo cual hizo que se sentaran en cuclillas ambos. Le dijeron que se tranquilizara si estaba dudando, porque nada malo ni peligroso le iba a pasar, simplemente iban a pasear por la ciudad y completar mientras viajaban, la tarea dispuesta por el Gurú.

Y así fue. Lentamente el que había subido con ella comenzó a desvestirla y le ofreció una gaseosa que ella bebió ya que sentía mucha sed por el estado nervioso en que estaba. Él también se desnudó y una andanada de deliciosos besos y caricias envolvieron su cuerpo. Empezó a sentir una rara sensación, entre el movimiento de la camioneta, una música suave, los fornidos brazos que la manejaban como si fuera una pluma, todo se convirtió como en un clima irreal. Fueron muchas horas que transcurrieron en esa camioneta dando vueltas por la ciudad. Fue poseída de diferentes maneras por los tres, que se turnaron y también lo hicieron simultáneamente. Ella estaba como en una nube (En realidad le habían puesto yoimbina en la bebida, sustancia que lo pone a uno en un estado de terrible excitación, y de alejamiento de las barreras que uno tiene normalmente, hecho que ella supo mucho después de esa experiencia). Eso provocó que no sintiera el cansancio ante ese terrible ajetreo sexual que le impusieron los tres. Sintió penes que penetraban en su cuerpo simultáneamente por adelante, por atrás; chupó, sobó a estos hombres a discreción; y recibió la tibieza de innumerables eyaculaciones a lo largo de sus cavidades, su boca, sus pechos….

Cuando descendió en su casa todavía estaba como en una nube. Era temprano, nadie de su familia había regresado todavía. Fue directo a la ducha. Mientras corría el agua tibia por su cuerpo, repasaba todo eso vivido, y no podía creer como ella, una mujer formal, madre, esposa, universitaria, se había atrevido a semejante promiscua maratón sexual. Rió, gritó y pensó que esto era “un antes y después”, que marcaría su vida.

Después del baño, rendida, se acostó y se quedó dormida.

Cuando despertó era de noche, había dormido más de 5 horas y escuchó el sonido del trajín hogareño. Su marido había preparado la cena y la llamaba para sentarse a la mesa. Cenaron en un clima de algarabía que mostraban sus hijos al festejar los juegos del padre. Se sintió muy confortable en ese clima y luego se ocupó de acostar a los niños.

Esa noche fue su marido que le mostró una excitación fuera de lo acostumbrado, a lo cual ella retribuyó sin miramientos, porque su calentura parecía que le había llegado para quedarse.

Cuando a la mañana siguiente abrió el mail que el gurú le enviaba, vio que había dos archivos de videos. Con mezcla de curiosidad, ansiedad, temblor los abrió. Se quedó tiesa, petrificada, espantada…Eran tomas de las escenas vividas en la camioneta la tarde anterior. Se la veía a ella como poseída revolcándose con los tres hombres en tantísimas posturas, situaciones, felaciones, como el porno más febril que nunca se hubiera imaginado, teniéndola a ella de protagonista

Si bien los videos le produjeron cierto nivel de excitación, rápidamente pasó de la calentura al enfriamiento, al pensar que todo eso podría ser usado en su contra, como chantaje, pidiéndole luego vaya a saber qué. No había ningún texto. Sólo los videos. Quedó muy preocupada y pensativa

Ese día casi no pudo concentrarse en el trabajo. Regresó a su casa con un fuerte dolor de cabeza.

Terminada la rutina del día, su esposo le propuso que se acostaran temprano, ya que la veía a ella cansada, como agotada. Ya acostados él encendió el televisor, y ella, que no quería saber nada de series, películas o noticiosos, lanzó un grito al ver las imágenes que se proyectaban: era ella, desnuda en la camioneta, rodeada por tres hombres también desnudos….

Tapó su rostro y comenzó un agitado sollozo que cortaba su respiración. Él la abrazó contra su pecho y le susurró al oído:

-Gracias, mi guarra, mi guachita, mi calentona putita, como me hiciste gozar!! Cómo me excitaste todos estos días desde que comencé este juego con vos!! Nunca pensé que podrías hacerlo, pero veo que sos una toda una hembra! Como decía Freud, una dama en la sala y una puta en la cama! Te hice aparecer toda esa veta putona, calentona tuya!!

– Eras vos el gurú! Hijo de puta, ¡¡como me gozaste!! Aunque yo también logré lo mío!! Pero, ¡¿Quiénes eran esos tipos?!

-Otro día te cuento todo. Y vos también tenés mucho para contarme

Y ella pasó del llanto a las risas, saltando y gritando que no lo podía creer….

Esa noche, el dormitorio fue un horno donde los dos se cocinaron hasta el amanecer.

FINAL

Coméntale al Gurú que te ha parecido la serie y si atreverías, en tu fantasía, a realizar alguna. Te espero en guruayudador@gmail.com

Continúa la serie