Soy Luisa y conocedora de que mi novio relata nuestras experiencias en este lugar, procedo a contar lo que me sucedió hace un tiempo, cuando todavía no salía con él.
Una noche, al salir del trabajo, mientras me dirigía a casa se me acercaron dos chicos y me propusieron irme con ellos a pasar un buen rato de sexo.
Nunca había sido una guarra, pero llevaba muchos tiempo sin tener relaciones y los chicos no estaban mal, así que tras un intercambio de palabras, accedí a su petición.
Me llevaron a la casa de uno de ellos, y allí, sin esperar a nada, empezaron a besarme y a tocarme todo el cuerpo, entreteniéndose en mis pechos y en el culo.
Ya no podía hacerme atrás, así que también empecé a responder a sus caricias y busqué el bulto de uno de ellos a través del pantalón.
Uno de ellos se desnudó completamente, y amarrándome por el hombro, me hizo agachar, poniendo su polla en mi boca.
Me la introduje totalmente, pues todavía estaba flácida, pero en pocos segundos comprobé cómo iba creciendo en el interior de mi boca, que la chupaba agitadamente.
El otro de los chicos también se desnudó.
Me levantaron y me ayudaron a desnudarme.
Luego me tumbaron en la cama cara arriba.
Uno de ellos se situó sobre mí ofreciendo su polla a mi boca, que la aceptó rápidamente. El otro, tras separarme las piernas, empezó a lamerme el coño suavemente.
Mi excitación iba creciendo, al tiempo que aceleraba la chupada de aquella polla, que cada vez me parecía mas grande.
Tras levantarme y situarme a cuatro patas, uno de ellos me penetró por delante, mientras yo chupaba la polla al otro.
Me decían guarradas, pero sin llegar a insultar ni a molestarme.
Cosas como «te follaremos hasta quedar secos», «En tu vida te follarán como te follaremos esta noche» o «Serás nuestra puta hasta que todos estemos agotados». Esta última frase tardé un poco en comprenderla, pero me gustó.
Te gusta tener dos pollas a la vez, verdad? Me preguntaba uno de ellos constantemente, a lo que yo respondía que sí. Una de las veces le contesté «y más pollas como estas que tuviera». – Perfecto -, me contestó – ¿Cuantas quieres? – Sin dudarlo le dije – ¿Cuántas tienes?.
Sin contestarme, se retiró y abrió una puerta, por la que aparecieron más chicos.
Creo que dos. No puedo asegurarlo porque cerraba los ojos forzada por el placer de las embestidas la lengua del otro chico.
Uno de ellos se tumbó en la cama y me colocó sobre él, penetrando mi coño totalmente. Otro me puso vaselina en el culo y me la clavó completamente.
Otro se situó delante de mí, así que le chupaba la polla, mientras mis manos masturbaban otra polla mas.
Las embestidas de los chicos se sucedían una tras otra.
Sus cuerpos golpeaban mi culo y mis caderas a cada movimiento. La polla del otro chocaba contra el fondo de mi boca.
Notaba como unas manos acariciaban mis pechos, otras mi cintura, otras manoseaban torpemente mi culo, otras simplemente sujetaban mi cabeza.
Noté como se acercaba mi primer orgasmo, así que se lo hice saber a los chicos, para que supieran de mi placer.
– Cabrones, vais a conseguir arrancarme un orgasmo- Al oír esto, los que me follaban aceleraron las embestidas.
No pude contenerme mas, un intenso orgasmo recorrió todo mi cuerpo.
Un intenso flujo salió de mi coño, mojando la polla y las piernas del chico que estaba bajo mi cuerpo.
Noté como el chico que penetraba mi culo se corría, acompañado de un enorme gemido.
Toma mi leche en tu culo, guarra – Tres o cuatro embestidas más y se retiró de su posición, dejando mi culo inundado de esperma caliente. Otro chico paso a ocupar su lugar, penetrándome directamente, sin tiempo a dejar escapar una sola gota de semen de mi interior.
El chico al que le estaba haciendo la mamada también empezó a gemir fuertemente.
Era claro que estaba a punto de eyacular, y lo haría en mi boca. Atrapé su polla con los labios y le masturbé con una mano.
Un grito precedió a su corrida. Gran cantidad de chorros de semen ocuparon toda mi boca, escapándose algún que otro chorro por la comisura de mis labios, resbalando por el cuello.
Cuando dejó de eyacular, le mostré su regalo dentro de mi boca y, tras esto, me lo tragué todo.
Seguí agitando mi cuerpo, pues tras estas dos eyaculaciones, necesitaba notar más cantidad de ese líquido caliente en el interior de mi cuerpo, pero esta vez lo quería dentro del coño.
Aceleré las cabalgadas sobre mi amante, hasta que empezó a apretar mi cintura con sus manos.
La corrida estaba cerca. – Si alguien para de moverse lo mato – les dije.
Tres embestidas más y mi coño quedó inundado de semen, hasta tal punto que empezó a salir de él, mojando nuevamente a mi amante.
Sin saber bien como, el chico se retiró de su posición, que ocupó uno de sus compañeros.
El otro seguía perforando mi culo.
Me corrí de nuevo al notar una nueva polla en mi interior. Ellos seguían follándome con todas sus fuerzas.
Aquella sesión duró cerca de tres horas. Los chicos fueron turnándose para ocupar todas las posiciones.
Cada uno de ellos se corrió en mi boca, inundó mi culo y complació mi coño como mínimo un par de veces.
Al finalizar, mi cuerpo chorreaba semen por todos lados y mi estómago estaba lleno de esperma caliente.
Yo, por mi parte, conseguí tener unos siete orgasmo, todos ellos enormes.
Desde ese día, ando más despacio por las calles por si vuelvo a encontrarlos, y mis relaciones sexuales nunca han sido iguales.