Imágenes de placer

En una época de mi vida tuve un pequeño estudio fotográfico.

Tenía un socio que no era tan buena persona como profesional, un brillante fotógrafo.

Terminó desapareciendo, llevándose algunos equipos y a mi mujer, que fue lo que menos lamenté porque era realmente insoportable y de una u otra manera hubiéramos terminado separándonos.

Hacíamos fotos sociales, casamientos, bautismos, retratos o cualquier evento que las personas deseaban que perdurara.

Una noche fuimos a hacer un aniversario de casamiento que había contratado él.

Cuando llegamos al departamento, en un lujoso edificio de Recoleta, empezaron las sorpresas, nos abrió un mayordomo negro, muy formal en el que se destacaban dos detalles, el impecable cuello duro blanco con una perfecta corbata del tipo moñito y un tremendo pedazo de verga parada, en su cuerpo completamente desnudo.

Ni bien entramos volvió a poner la pija en la boca de una señora que aplicadamente se la estaba mamando.

Yo no entendía nada y me quedé un poco cortado.

­¿Qué es esto? ­le pregunté a mi socio.

­Una orgía, no te diste cuenta.

­¿Pero por que no me avisaste?

­Porque sos tan boludo que si te hubiera dicho algo, no habrías agarrado el trabajo, y aquí hay muy buena guita.

Hablamos con los dueños de casa, en rigurosos trajes de Adán y Eva, arreglamos los últimos detalles y comenzamos a trabajar, es un decir.

­Pónganse cómodos ­nos dijo la dueña de casa incitándonos a quitarnos la ropa para no desentonar.

­Gracias, yo estoy bien así ­me apresuré a decir ya que no pensaba sacarme ni el saco.

Mi socio, en cambio, enseguida se puso en bolas y lo que es peor, se prendió en la joda dejándome todo el trabajo a mí solo.

Fue una noche terrible porque tuve que hacer más de quinientas tomas de un tema totalmente nuevo y que escapaba a la rutina de los cumpleaños o casamientos, más porque estos últimos nunca incluían la documentación de la noche de bodas.

Como dijo mi socio, yo era boludo pero además era buen comerciante y esa noche contraté cinco eventos similares mientras él repartía leche a diestra y siniestra.

Así comenzó nuestra etapa de fotógrafos íntimos, por llamarlo de alguna manera.

Como ganábamos muy buena plata y no hacíamos nada ilegal, al menos yo, mis prejuicios se fueron diluyendo y al poco tiempo me acomodé perfectamente a la nueva situación.

Igualmente seguimos con el trabajo habitual, ya que guardábamos una celosa discreción sobre lo que hacíamos, pero ahora contratábamos a colegas que cobraban un porcentaje de la ganancia. Llegamos a tener 12 fotógrafos trabajando para nosotros.

Cuando mi socio y yo no podíamos ir juntos porque teníamos más de un compromiso el mismo día, llevábamos con nosotros un ayudante de la más absoluta confianza.

Ese día la persona que habitualmente me acompañaba se enfermó y me mandó un amigo.

Era un contratiempo, pero como el muchacho me cayó bien y no tenía otra alternativa salvo hacerme cargo yo solo de todo el equipo, lo llevé conmigo.

Tenía que fotografiar a un matrimonio que habitualmente se sacaban fotos mientras cogían, pero como entendían poco de técnica fotográfica, el resultado no era muy bueno, la mayor parte de las fotos que me mostraron estaban fuera de foco o movidas, y querían tener material de nivel más profesional.

Era un matrimonio muy agradable que estaban entusiasmadísimos por ver el resultado ya que habíamos sido, casi desmesuradamente, ponderados por quienes nos recomendaron.

Preparamos el equipo en el dormitorio y comenzamos a trabajar.

Habitualmente yo hacía una pequeña introducción recomendando a los clientes que se mantuvieran relajados, que hicieran caso omiso a nuestra presencia y que actuaran naturalmente.

Cosas que Piru y Euge, así se llamaban, cumplieron de maravillas.

Comenzaron a besarse suavemente y poco a poco fueron intensificando las acciones. Se fueron desnudando sin interrumpir las caricias y tuve oportunidad de hacer unas buenas tomas de ese proceso.

Yo a esa altura de mi carrera ya tenía un gran dominio de la situación y pocas veces había algo que rompiera la distancia que profesionalmente establecía con mis clientes.

En este caso los atributos del matrimonio llamaron mi atención.

El miembro de Euge, que sin ser grande, era muy derecho, de un grosor considerable que se destacaba en un cuerpo armónico pero común y el físico de Piru, con un gran par de tetas redondas y un culo inmenso pero en total equilibrio, que la hacían una mujer con tanta carga sexual que enseguida se esparcía por el ambiente contaminandolo con un fuerte clima erótico.

Al rato de estar trabajando noté que Javier, mi ayudante, no sabía como disimular la erección y lo mande al baño para que se pajeara, método que yo usaba en mis comienzos. Cuando la calentura interfería en mi trabajo, descargaba con una buena paja y seguía cumpliendo mis obligaciones.

También me di cuenta que yo a veces tardaba en apretar el disparador abstraído por lo que veía a través del visor.

Estaban entrelazados en un 69 y realmente eran dos maestros de la mamada, la lengua de Euge no dejaba milímetro de vulva sin explorar con una pasión que estremecía constantemente el cuerpo de Piru como consecuencia de la estimulación que recibía y a su vez devolvía devorarlo la pija y las bolas de Euge de manera insaciable, haciendo bailar rítmicamente la lengua sobre el glande hinchado y latente. Yo a esta altura, y aunque no lo crean, estaba tremendamente eufórico por la calidad que intuía iban a tener las fotos (los aficionados al arte fotográfico entienden de lo que estoy hablando).

Cuando consideraron estar a punto, Euge acomodo la verga y la introdujo despaciosamente en la concha empapada de flujo y saliva.

Piru estaba de rodillas y con el culo totalmente parado para facilitarle las cosas.

Cuando la tuvo totalmente insertada, comenzó un acompasado bamboleo, que acompañado por los placenteros gemidos de Piru daban a la escena un tono musical, parecía el fragmento de un ballet.

A todo esto, mi ayudante que ya había vuelto de pajearse, otra vez estaba al palo.

Se notaba que tenía una falta de sexo considerable, porque no era posible, a pesar de su juventud, que a los diez minutos estuviera de nuevo en esas condiciones.

En ese momento, y a pesar de lo abstraída que estaba, disfrutando, ahora por el culo, de la verga de Euge, Piru se dio cuenta de la situación.

­¡Huy que palo tiene ese chico! Prestamelo para jugar un poquito ­dijo en un tono de voz tan sensual que, como si hubiese escuchado el canto de una sirena, Javier se acercó a la cama llevando su mano a la bragueta del pantalón.

­Javier ­grite y por un momento una fría sensación cortó el clima de densa excitación que había en el ambiente ­volvé a tu trabajo.

­Eh!! que carácter ­dijo graciosamente Euge lo que ayudo a calmar la situación.

­Euge, sabes lo que pasa, mi filosofía es que donde se come no se caga, y no me gusta mezclar el trabajo con cuestiones personales ­dije

­Pero yo no trabajo de fotógrafo ­se apresuró a decir Javier que estaba desesperado por coger y temía perder la oportunidad.

Ese comentario nos causó tanta gracia por la forma y el tono en que lo dijo que no pudimos dejar de reírnos.

­Pedro, no seas tan rígido, déjalo al chico participar, no es mala idea incluir a un tercero ­dijo Euge­ ¿No te parece Piru?

­Por mi encantada, intuyo que detrás del pantalón hay una buena verga ­dijo entusiasmadísima Piru dándole una entonación y una cadencia tan provocativa a sus palabras que, mágicamente se reestableció el clima erótico que había antes de mi intempestiva reacción.

­Desnudate y vení, que te la quiero chupar. ­le pidió Piru a Javier que rápidamente quedo como vino al mundo.

Se notaba que Piru era muy experimentada en pronosticar tamaños porque realmente Javier tenía una considerable verga, calculo que no bajaba de los 25 cm.

Tan caliente estaba el chico que no le dió tiempo a Piru para que se la meta en la boca.

Al primer roce de los labios en la punta del choto comenzó a largar borbotones de leche que fueron a parar sobre la cara de Piru, que rápidamente repuesta de la sorpresa, comenzó la limpiarse con la lengua hasta donde esta le llegaba.

Euge estaba excitadísimo con el cuadro e imprimió mayor ritmo al bombeo que ejercía en el culo de Piru.

Yo también estaba eufórico por que había conseguido captar la acabada en toda su plenitud y ya saboreaba la calidad de las fotos que en las acabadas faciales es tan difícil conseguir.

Luego de limpiarse la leche de sus labios Piru comenzó a pasar su lengua por la pija de Javier, metiéndosela en la boca.

Esta seguía dura como si nada, luego de mamársela un rato y ante el aviso de Euge que estaba a punto de llenarle el culo de leche, Piru le pidió a Javier que se la metiera en la concha porque quería ser llenada por ambos al mismo tiempo.

Busqué el mejor ángulo y pude hacer unas cuantas tomas realmente impactantes porque usando un gran angular conseguía exacerbar el tamaño de las pijas.

Piru, sabiamente los llevó a una sincronizada culminación. La última foto que tome es una de las mejores que hice, y modestia aparte, una de las mejores que ví en mi vida.

La pija de Javier, todavía dura y adentro, estaba cubierta por la cantidad de semen que salía de la vagina de Piru, mientras de la pija de Euge, que recién había sacado del ojete, caían las últimas gotas que se iban a juntar con las que, saliendo del recto, cubrían el dilatado agujero del orto de Piru.

Quedaron exhaustos tirados en la cama, no era para menos hasta yo estaba rendido, y sólo había sacado fotos.

Recuperada, Piru trajo café y unos vasos de whisky.

­Que te pareció la cogida? ­me preguntó Euge­ Pudiste hacer buenas fotos?

­Sensacionales ­contesté eufórico­ creo que son las mejores que hice hasta ahora.

­ Espero que sea cierto, ya conocemos el trabajo de ustedes, pero si quedamos conformes seguramente por nuestro intermedio podrán conseguir muchos nuevos clientes ­dijo Piru.

Charlamos un rato de cogidas memorables y enseguida dijo Euge ­Bueno es hora de seguir la diversión ­ mientras palmeaba el culo a Piru.

Javier, totalmente desinhibido, empezó a acariciarse la pija que fue tomando tamaño de inmediato.

­Vení Pedro, súmate ­me dijo provocativamente Piru.

Yo no soy proclive a intimar con los clientes porque se mezclan los tantos, mi socio era especialista ya que se prendía asiduamente y generalmente, nos hacía perder plata. Pero en este caso, porque debo reconocer que Piru me calentaba mucho viéndola coger e imaginando como sería cogérsela, decidí hacer una excepción.

Ni Euge, ni Piru especularon para conseguir que les rebajara el precio de las fotos, al contrario Euge quedó tan entusiasmado cuando las vió que insistió en pagarme más de lo convenido y como yo no acepté, en su próximo viaje me trajo de regalo una Leica, máquina por la que yo perdía el sueño.

­Pero quién saca las fotos si yo me dedico a la joda? ­pregunté

­Creo que ya hiciste bastantes por hoy, no la vas a privar a Piru de tener todos sus agujeros rellenos, no? ­dijo Euge.

­Si, si, divirtamonos ­reclamó Javier que a esta altura, y masajeo mediante, ya tenía la verga dura y lista para insertarla.

Euge también estaba a mitad de camino y yo enseguida me puse a tono, sobre todo después de que Piru me abriera la bragueta y sacándome la pija afuera me la empezó a chupar. De una manera muy sutil fue haciéndose cargo de la situación, y nos puso a los tres a disposición de sus deseos.

Primero nos fue chupando la pija sucesivamente a cada uno. Luego hizo acostar a Javier y montandosé sobre el se enterró la poronga casi hasta los huevos.

Mientras tanto seguía mamándonos las vergas a Euge y a mi. En un momento se metió las dos cabezas en la boca, y yo entre el roce con Euge y la lengua de Piru, casi acabo, me costó aguantar.

Piru se dió cuenta y me dió un respiro.

Le pidió a Euge que se la diera por el orto y así, doblemente ensartada se dedicó a chuparmela a mi solo. Yo la veía gozar de una tal manera que por momentos se le cortaba la respiración.

En medio de un orgasmo me pidió ­¡¡quiero tomarme tu leche!!­ cosa que consiguió casi de inmediato cuando descargué una abundante cantidad de semen en su boca.

Me limpió la pija con la lengua y me dijo que me repusiera pronto, que quería más, me tomé un whisky mientras miraba como gozaban los tres y me pajeaba suavemente.

Euge y Javier habían logrado sincronizar los movimientos y no le daban descanso a Piru que empalmaba el fin de un orgasmo con el comienzo de otro. Esta escena hizo que me recuperara en tiempo record para mi y nuevamente estaba duro como un garrote.

Javier no aguantó más y llenó la vagina de Piru con una descarga infernal que bañó mi pija cuando ocupe su lugar.

Sentí una agradable sensación en mi miembro cuando Piru contrajo sus músculos vaginales diciéndome que era bien recibido.

Comencé a cogérmela suavemente porque note que Euge, luego de bombear por más de media hora estaba a punto de explotar, y explotó de tal manera que toda la leche que rebalsó del orto de Piru fue a parar a mis huevos.

Ya solos me dedique a disfrutar de Piru y a hacerla disfrutar. Como la note media exhausta, baje el ritmo al mínimo para darle tiempo a recuperarse y me dediqué a mamarle ese par de tetas de pezones duros.

Llené mi boca con ellas alternadamente y sentí que Piru entraba en un estado tan placentero que la hacía producir un ronroneo inconciente y sensual que hacía palpitar mi pija.

Al rato volvieron Euge y Javier que habían ido a la cocina a tomar café y Piru ya estaba totalmente repuesta y ansiosa por seguir garchando.

Euge me reemplazó en la concha, Javier le metió la pija en la boca y yo me ocupé de llenarle el culo.

Todo el bocho que me había hecho con el ojete de Piru se quedo corto ante la realidad.

Además de sentir la presión que hacía en mi pija tenía la visión de tales redondeces que me pusieron a tope y me costó dominarme y no acabar enseguida.

Hasta ese momento de mi vida nunca me había hecho un orto tan hermoso y creo que hasta el momento nadie la ha superado.

Por esas cosas que tiene la vida acabamos los tres uno a continuación del otro.

Eso sumió a Piru en un orgasmo tan prolongado que luego de retirar nuestros miembros cayó en un estado de letargo placentero que le duró un largo rato.

Los tres hombres fuimos al living a tomar una copa mientras la dejábamos descansar.

Comenzamos a charlar. Euge y yo teníamos casi la misma edad y sin querer excluimos a Javier, mucho más joven, de la conversación, cosa que no le molestó en lo más mínimo porque no era muy afecto a hablar y prefirió ver televisión.

Pronto nos dimos cuenta que, además del gusto por cogernos a Piru, compartíamos un montón de cosas, por ejemplo, a ambos nos gustaban los mismos escritores, el jazz, y las películas italianas.

Nos hicimos realmente buenos amigos y los tres compartimos muy lindos momentos, periódicamente nos reunimos con otros amigos comunes y no precisamente para sacar fotos.

Hace años que cerré el estudio.