Bailarinas
Desde hace tiempo quería saber cómo eran estos clubes por dentro.
Me moría de curiosidad por ver lo que allí pasaba, cómo eran las personas que frecuentan estos sitios, cómo se comportaban.
Todo ese tiempo planeaba en mi cabecita cómo hacer para poder vivir, lo que sabía, sería un experiencia inolvidable.
Convencer a Ana María de que me acompañara no fue ningún problema, lo difícil fue escaparnos.
Habíamos quedado en que iría a dormir a su casa pues sería más fácil engañar a sus papas que a la astuta de mi madre. Dos pastillas para dormir mezcladas con cocoa caliente y servidas por dos angelitos inocentes (ósea nosotras) resolvieron nuestro problema.
Una vez dormidos mis tíos, lo único que nos faltaba era arreglarnos para añadir un par de años a nuestras caras y así evitar que nos molestaran los gorilas que siempre cuidan la entrada en los clubes de striptease.
Un codazo de Ana me devolvió a la realidad. Mis pupilas trataban de acostumbrarse a la mala iluminación del local.
– Y ahora qué hacemos?? Me preguntó Ana.
Ya habíamos pasado el primer obstáculo: un negro enorme que intentó cerrarnos el paso en la entrada. Capaz de intimidar a cualquier mortal, menos a mi. Cinco minutos después, cruzábamos el portón de entrada.
De la silenciosa contienda apenas quedó rastros. Sólo mi pintalabios un poco corrido y varias gotitas de un liquido blanco adornaban mis mejillas y mi negro cabello.
Tranquilízate Ana. Ya estamos aquí… ahora vamos a disfrutar.
Las luces bajaron más la intensidad y la atención de todo el mundo allí presente se centró en el escenario. Una señora gorda y muy maquillada anunciaba a la próxima bailarina: Afrodita.
Arrastré a Ana María hasta una mesa que estaba al final del largo escenario y nos sentamos. Miré a nuestro alrededor y me sorprendí al ver que no éramos las únicas mujeres allí. Había un total de 30 personas aproximadamente y varios hombres estaban acompañados de sus novias.
La música comenzó. Un ritmo lento y sensual. Las cortinas se abrieron y salió una chica preciosa: rubia, de no más de 20 años y delgada. Traía puesto un traje sastre con falda cortísima y blusa de seda. Unos tacones altísimos completaban su vestuario.
Empezó a caminar de un lado a otro del escenario moviendo sus caderas con exageración, como queriendo decirles a los que la veíamos que era una hembra caliente en busca de acción. Los hombres empezaron a aullar y a gritar comentarios obscenos, detallando claramente lo que le harían si la tuvieran en una cama, pero la rubia no se inmutaba.
Su ropa desaparece rápidamente. Nada de preámbulos ni de insinuaciones.
Que magnifico par de tetas tiene, parecen dos globos duros y totalmente en su sitio.
Durante un rato baila sola hasta que se detiene y se quita las tangas, lo último que la cubría.
Se pasea por el escenario moviendo sus tetas en la cara de los que se acercan más y doblándose frente a ellos enseñándoles su coño completamente afeitado. Ofreciéndolo.
Todos se acobardan al último minuto y esto parece enojarla y se vuelve más atrevida. El interior de sus muslos comienza a brillar por su humedad. Mientras más baila, más caliente se pone y cada vez deja más en claro lo que quiere. Afrodita se acuesta en el suelo, abre las piernas y mueve sus caderas como imaginándose que la están cogiendo duro y fuerte.
Se levanta y se dirige a un chico guapísimo que está sentado en una esquina del escenario. Le planta las tetas y su coño casi en la boca, mientras baila para él mostrándole lo caliente que está. Rápidamente un bulto comienza a crecer en los pantalones del chico.
De pronto, Afrodita da un giro rápido en su baile y nos ve a Ana y a mí, dos chicas sentadas solas. Se dirige a nosotras y se sienta en le borde del escenario con las piernas abiertas, su conchita completamente descubierta.
Nos mira a Ana y a mí alternadamente y se pasa la lengua por los labios. Ana María no puede contenerse y le devuelve el gesto y le tira un beso al aire. La chica se sorprende y se excita a la misma vez. Con ambas manos se abre más su chochita retando a Ana a hacerlo.
Mi prima, como en trance, se levanta de la silla. Por todos lados se escuchan murmullos de sorpresa.
Su lengua se posa suavemente en la conchita húmeda y corre hasta el clítoris… Pero mejor dejo que Ana María les cuente como paso, ya que de todos modos está aquí a mi lado interrumpiéndome a cada momento.
Ana María: «Si. Mejor lo cuento yo, ya que fui yo quien viví esta divina experiencia… Siento como se estremece y me retiro un poco para meterle un dedo por su cuevita.
Mientras me retiro, saco el dedo empapado por su leche y me lo llevo a la boca sonriéndole provocativamente. Afrodita se levanta y todo el mundo la vio dar un traspié, parece que la saqué de concentración. Yo no podía quedarme así.
Mientras la chica bailaba para un hombre gordo, subí al escenario por la escalera de atrás, ignorando por completo las señas de mi prima Sabrina. Afrodita me daba la espalda y estaba haciendo un ‘squad’ con las piernas abiertas poniéndole su chocha casi en la boca al hombrote.
Yo me acerco por detrás y le abarco sus tetas. Esos enormes globos que me tenían hipnotizada. La siento estremecer… Ya no son murmullos lo que salen de los espectadores, son gritos.
Animada por los hombres, tomo una mano de Afrodita y la llevo a mi blusa.
Rápidamente me la quita y deja al descubierto mis tetas, no tan grandes como las de ella, pero nada despreciables. Se pega a mí y nuestros pezones se rozan haciendo que los míos se endurezcan más, si es posible.
Siento que ya no tengo el control cuando me toma por la nuca y me da un beso presionando más su cuerpo contra el mío. Bajo mis manos hasta su culo y le abro bien las nalgas, mostrándole su hoyito a los hombres y luego ella hace lo mismo conmigo.
Bailamos juntas por un rato, de arriba a abajo del escenario, hasta llegar al centro donde me acuesta y se arrodilla encima de mí, bajando su chorreante chocha hasta mi boca. Doy el primer lengüetazo, probando. Su sabor me volvió loca y comencé a chupar con desesperación. Ella me apretaba las tetas y me pellizcaba los pezones.
De pronto siento una mano en mi chochita abierta y sé que pertenece a uno de los hombres del público que ante tal espectáculo, no pudo resistirse a probar.
Afrodita se hecha hacia adelante y me levanta las piernas y comienza a chuparme el coño como solo una mujer sabe, llevándome casi hasta un orgasmo.
Me siento caliente, salvaje y llena de pasión, quiero tragarme toda su leche que me vuelve loca. De pronto siento algo que presiona mis labios vaginales.
Es la verga de un hombre que ya empieza a penetrarme. Siiiii!!! Grito ahogada con la leche de Afrodita… Quiero que me coja, sea quien sea, duro y fuerte, delante de todo el mundo. El hombre me mete su verga de un solo empujón.
Siento como empieza a moverse dentro de mi húmedo coño.
Afrodita sigue chupando mi clítoris y creo que voy a explotar. Tengo toda mi cara cubierta por los jugos que salen de la chochita que tan rico estoy mamando. Veo que un hombre se detiene encima de mi cabeza, su verga en la mano, jalándosela rápidamente.
Se arrodilla y presiona la punta de su verga contra la entrada de Afrodita. Maravillada y sin dejar de chupar su clítoris, veo como se desliza hasta dentro sin ninguna dificultad.
La verga intrusa saca mas jugo que bebo con sed y al mismo tiempo le chupo los huevos al hombre cada vez que chocan contra la conchita de Afrodita.
Siento como el hombre que está dentro de mi comienza a moverse más rápido y a meterme su verga mas duro hasta que se viene dentro de mi y se levanta.
Afrodita aprovecha y comienza a lamer y chupar toda la leche que el hombre dejó dentro de mi. Estoy tan cerca, tan cerca, que muevo con furia mis caderas contra su boca hasta que me vengo con un fuerte estremecimiento. Ella responde también moviendo sus caderas, hasta que el hombre que la está cogiendo se viene y borbotones de leche escapan de su vagina abierta.
Sin perder un segundo, empiezo a tragarme las dos leches mezcladas.
Con esto le arranco a Afrodita su primer orgasmo. Otro hombre se arrodilla al lado de mi cabeza y esta ves le mete toda su verga a la bailarina por el culo, presionando más su chochita contra mi boca abierta.
Otros hombres se animan y empiezan a masturbarse vaciando sus huevos encima de nuestros cuerpos.
Siento un liquido caliente bajar por mi rajita y luego unas gotas espesas caen cerca de mi culito. La lengua de Afrodita no para de tragarse todo lo que puede y me chupa por todos lados.
Siento la mano de un hombre mientras me aprieta una teta y exploto en otro estremecedor orgasmo. Cuando me recupero, el hombre que esta sodomisando a Afrodita saca su ahora monga verga y se aleja.
La bailarina y yo, exhaustas y llenas de leche nos sentamos.
Miro a mi alrededor y la mayoría de los hombres tienen sus vergas en la mano.
Busco a Sabrina y la veo sentada con las piernas abiertas y su mano metida dentro de sus tanguitas. Afrodita empieza a chuparme todo el cuerpo para limpiarme la esperma.
Luego se pone de pie y me ayuda a levantar. Mis rodillas apenas me sostienen.
De la mano, me lleva hasta el camerino donde con una ultima chupada a mis tetas, me devuelve mi ropa, me da un beso y se despide. Esa fue la última vez que la vi.»
Sabrina: Cuando entré al camerino, vi a Ana sentada, abrazada a su ropa.
Parecía en trance. La ayudé a vestirse y salimos por la puerta trasera.
Tomamos un taxi y en 20 minutos ya estábamos en su habitación y nos acostamos a dormir.
No hablamos en ningún momento.
Las dos fuimos buscando vivir una experiencia inolvidable y la encontramos.
Nunca, ni en mis más locos sueños, pensé que Ana María se atreviera a algo así, pero lo hizo y me siento orgullosa de ella.