Iba a mandaros una nueva historia relatando una de mis muchas aventuras con mi profesora de criminología pero esto que me ocurrió hace pocas fechas creo que os gustará más aún.

Pues bien, desde que la libido tomó el mando en mi vida siempre me había fijado en una vecina mía que tenía un gran parecido con una actriz americana que sale en gran número de películas. 

Mi vecina se llamaba Laura, tenía pelo rizado castaño, debería tener unos 43 o 44 años y estaba bastante bien para su edad, tenía un trasero bien firme que solía mirar cuando la tenía delante mía en nuestra calle, sus senos botaban con una gracia que no se podía aguantar debido a que debía usar una talla 110 copa C, pero eso sí, muy bien puestos y aún en su sitio.

Total que esa mujer me excitaba muchísimo cuando la veía y estaba cerca de mí por motivos puramente vecinales, como ya os podéis imaginar.

Ella vive un piso por debajo de mí pero enfrente por lo que algún día que otro tenía la suerte de contemplar su belleza madura en camisón o con poca ropa en verano.

Un día que volvía de clase ella estaba en la calle intentando abrir la puerta de su portal con dos grandes bolsas de la compra, yo al ser muy caballeroso y al tener la oportunidad de estar más cerca de ella la dije:

-Hola Laura, la veo con problemas, ¿quiere usted que la ayude a subir las bolsas de la compra a su casa?

Ella contestó:

-No hace falta, no quiero hacer perderte el tiempo, un chico joven como tu seguro que debe de tener que hacer millones de cosas antes de ayudar a una mujer como yo.

Yo la dije que no se preocupara que no era ninguna molestia para mí, mientras miraba disimuladamente como al estar agachada sus pechos cedían a la fuerza de la gravedad y se rozaban contra sus piernas mientras su trasero en pompa era la mejor invitación que podía haber para ayudarla.

Así que la cogí las bolsas de la compra y ella pudo abrir ya sin dificultades la puerta.

Ella subía las escaleras delante de mí por lo que mejor que nunca como se marcaba un tanguita debajo de sus pantalones ajustados.

Al llegar al ascensor deje las bolsas en el suelo y empezamos a hablar una de esas conversaciones típicas de ascensor, pero tras haber disfrutado de la vista de su tanga a través de sus pantalones y de sus senos colgantes al coger las bolsas tenía una erección que me estaba destrozando ya que los pantalones vaqueros para eso son matadores.

Ella no sé cómo lo hizo pero mientras estábamos en el ascensor debió percatarse de mi abultado paquete y descubrí que miraba demasiado a mi cintura, mientras que seguíamos charlando de tonterías vecinales.

Al llegar a la puerta de su casa, la dije que si entraba las bolsas en su casa y ella me dijo:- ya que estas aquí si no es molestia llévamelas hasta la cocina, que yo ya no estoy para grandes pesos-, yo la conteste que no dijera tonterías que era todavía muy joven y bella para decir esas cosas (toma indirecta directa), ella se echó a reír con estruendo.

Llegamos a su cocina y debido al peso y al calentón yo estaba sudando, así que me ofreció una cerveza, la cual yo acepte encantado.

Como a pesar de la cerveza yo seguía sudando por tenerla allí tan cerca de mí ella saco un pañuelo y me empezó a secar el sudar de la frente con mucha tranquilidad, en ese momento se hizo el silencio, ya no había conversación vecinal estúpida ni nada de eso, ahora sólo había un silencio tenso y sensual. Vi que ella se enjugaba los labios y en ese momento supe que estaba deseando conocerme más íntimamente (por así decirlo), así que la cogí la mano con la que me secaba el sudar o la quite de mi frente pero me la quede cogida unos segundos mientras empezaba a acariciarla.

Ella dijo:-¿oye que estás haciendo? Y yo la respondí:-Calla Laura, tú sólo calla y déjate hacer-. Al instante la cogí el rostro con las dos manos y sosteniéndolo con dulzura pero firmeza, la empecé a besar, primero sólo los labios pero luego intentado introducir lo más profundamente mi lengua dentro de su boca. Su pasión se empezó a desatar y ella introducía su lengua también muy profundamente en mi boca, notaba como sus pechos se endurecían debajo de su jersey así que baje lentamente mis manos a su cintura para pasarle las manos por debajo del jersey. La acariciaba el ombligo y subí lentamente hasta llegar a esos pechos que siempre había deseado tocar y saborear, la quite el sujetador pasando mis manos por debajo y empecé a acariciar sus pezones que estaban ya duros como aceitunas, ella ya gemía de placer a cada caricia que la daba, la quite el jersey y rápidamente mis manos empezaron a desabrochar su pantalón. Ella sola se lo quito pisándolo quedando sólo con el tanguita puesto yo acariciaba y besaba sus pechos ,no me cansaba de hacerlo ya que me agradecía cada caricia con un gemido de placer mientras sus manos acompañaban mis caricias y lametones con un masaje en mi miembro que estaba volviendo loco.

Pero ella quería más así que me puse de rodillas y separe hacia un lado la tira de su tanga y empecé a hacerle una buena comidita de su jugoso clítoris y de sus labios rebosantes de flujo, ella tras recibir largas lamidas, mordiscos, caricias y lengüeteos llego a un orgasmo con mi boca en su coñito arreglado con lo que pude saborear aún mejor su esencia de mujer.

Yo estaba feliz haciéndola disfrutar pero tenía ya el miembro que me iba a estallar así que subí otra vez lentamente a su lengua para con los brazos hacerla una sutil invitación a una buena mamada, ella lo captó enseguida y en un santiamén estaba con mi verga totalmente dentro de su boca, subía y bajaba con una maestría que sólo los años otorga sabía dónde apretar con la lengua y sus labios para que mi pene no parara de crecer dentro de su boca, así que tras cinco minutos de una mamada de padre y muy señor mío no tuve más que correrme profusamente en su boca mientras ella tragaba hasta no dejarme gota.

Yo estaba exhausto pero tras unos nuevos besos y caricias en sus pechos y sexo volví a estar a punto para una gran embestida, la tumbe en la mesa de la cocina y muy lentamente le introduje mi polla hasta dentro y empecé a jugar con mi cadera haciendo círculos que estimulaban de una forma total su clítoris y vagina, ella por su parte movía sus caderas también al unísono lo que me daba gran placer en mis testículos.

Se la estuve metiendo como unos 15 minutos entre caricias a sus pechos y a su trasero y ano por debajo de la metida. Ella se debió correr como tres veces y yo unas dos más.

Pero aún no había acabado el tour por el placer que empecé esa mañana así que tras recuperarme polvo tras polvo la puse apoyada nuevamente en la mesa mirando hacia delante y la hice que me lamiera los dedos, la dije:-escúpeme en la mano- y ella que ya sabía para qué me escupió saliva con la cual yo muy lentamente unté su ano, me dijo:-lentamente por favor- y yo con mucho cuidado y recreándome en cada momento la introduje mi pene por su culo haciéndola gemir de placer una vez y otra más a cada empellón que daba ,como ya estaba en reserva de esperma ese fue el polvo que más duró de todos así que la estuve penetrando veinte largos minutos haciéndola disfrutar otras tres veces seguidas, yo acabe la mañana corriéndome en su ardiente y apretado culo mientras ella me daba gracias por tanto placer en ese día.

Otro día os contaré como siguió mi relación con Laura, pero eso ya es otra historia.

Si eres una mujer madura y atractiva y mi aventura te ha excitado y te gustaría vivir algo así conmigo, escríbeme un email a mi dirección y yo prometo contestarte y si se puede, quedar juntos para hacerte un relato personalizado en vivo. Se agradecería que adjuntarais foto lo más sensual posible. Hasta pronto.