Es algo para vivir

El pasillo de la universidad esta lleno de nuevos estudiantes! que jóvenes me parecen! ya hace más de tres años que termine la carrera y hoy fui a saludar a Marisa, la chica (52) que trabaja en la biblioteca, ella me ayudo mucho en conseguirme ese libro de derecho constitucional, al encontrarme en su oficina, estaba ella, morocha delgada, su busto bien formado y el traje entallado, decían a voces de sus ejercicios fue Marisa quien me la presentó, su nombre Soledad, pensé enseguida que no le quedaba bien, pero al escucharla, su voz melosa, vestía su alma, su figura como única, realmente nació en mi el deseo de saber más, bueno de avanzarla, al despedirse, le di un beso en la mejilla tratando de que sintiera mis ganas, ella al tener sus labios (para mi perfectos) pintados, beso el aire, pero me alegre que su mirada me diera esperanzas.

Marisa se dio cuenta, ella todos sabemos que le gusta ser un poco de celestina, no hizo falta de preguntarle.

Es la esposa de Antonio Marengo, el profesor de Derecho Procesal, tiene 42 años, es amiga de tu madre ¿Nunca la viste?

En verdad si la había visto , no había reparado en ella, pero no hacia falta decir que no lo podría dejar así, rápidamente le deje mis datos a Marisa para que me inscriba en un curso de posgrado y me fui en su busca.

La encontré entrando a la estafeta postal, mi timidez desapareció, me acerque a ella y directamente le pregunte si quería que la alcanzara a algún lugar, me miro con una pausa que duro una eternidad, me dijo :

Si, por favor

Mandaba una carta, cosa que me extraño en estos momentos de correos electrónicos, teléfonos celulares, al mirarla mientras hacia la pequeña cola, me impacto su belleza nuevamente, sus piernas, su cintura, pasaban los segundos y me sangre bullía, ella me miro y se sonrío, no una sonrisa irónica, una sonrisa que me daban esperanzas en mi objetivo, que ya era salir, amarla, gozarla.

Al subir al auto, directamente me dijo, toma el camino a Guadalupe , tome el Bulevard hasta la tomar la costanera, la laguna setubal parecía el mediterráneo, pero en verdad mis ojos estaban sobre esas piernas y al mirarla no podía creer, lo que se estaba dando .

¿Qué quieres de mi?

Esas fueron sus palabras, lejos de amilanarme, tuve que decirle, lo que yo sentía, su belleza, eso que me atraía, todo mi repertorio lleno mis cuerdas vocales y salían con tono inseguro de mi boca.

Al llegar a la calle de la Iglesia ya en barrio , me dijo avanza tres cuadras más y dobla a la izquierda, eso hice, un portón se abrió al mirar sus manos un teléfono volvía a la cartera.

Baja no te hagas problema

Eso hice con recelo, el portón cerro automáticamente, las paredes eran de una altura aproximada a los tres metros con alambres arriba, la casa parecía deshabitada, unas teclas desde el teléfono y se abrió la puerta.

Se sentó en el sillón de cuatro cuerpos de la amplia sala y cual una vampiresa de las películas mudas me llamo con su dedo índice, fui hacia ella, me desabrocho el pantalón me bajo los slep , mi falo ya estaba erecto, con la misma naturalidad de siempre coloco mi miembro sobre su lengua, cerrando los labios, tomando con su mano, la parte que quedaba fuera de la boca, era un éxtasis, al avisarle que me venia, apretó sus dedos para que no la sacara y trago el semen , limpiando con su lengua recorriendo todo mi glande, otra vez me sonrío, se paro y me llevo al dormitorio, en la casa no había fotos, todos cuadros modernos, la cama era más bien dura, me desvistió y yo a ella, teniendo el cuidado de poner las cosas en un sillón, salto a la cama se abrió de piernas y me ordeno !Adentro mi niño! su cuerpo era espectacular, su vellos depilados, dejaban una raja pulposa que ella abría con sus dedos, el niño entro , el falo prácticamente fue absorbido totalmente, ella cerro las piernas, con las manos agacho mi cabeza y me beso, me corrí dentro casi enseguida, fue ella con sus movimientos, que se dio vuelta para que quedara cabalgándome en cuclillas, enseguida quedo mi falo erecto, entraba y lo sacaba hasta la punta mientras me miraba, entraba y casi salia, los flujos y el semen caían sobre mi vello, haciendo un charco que ella acompasaba con un ruido a la par con su boca, como el caminar sobre un charco, acabo dejando que entrara todo, tomando su garganta, parodiaba que hasta ahí le había llegado. se agacho hacia atrás y poco a poco se despego de mi barra, que pese a ser la tercera vez se mantenía erecto, se puso a mi lado y otra vez me lambió , ahora desde los testículos, pero esta vez hizo que mi leche cayera sobre mis piernas, limitándose a limpiar mi falo.

Tuvimos que bañarnos, ella se puso un gorro para su pelo, me enjabono totalmente, haciendo caricias en mis partes intimas, otra vez se puso erecto, esta vez se dio vuelta apoyando los brazos en la pared, cuando la quise penetrar por el coño, dijo !Hoy no! su cola amortiguaba un poco mi penetración vaginal desde atrás, no pude ni quise contenerme de acabar besándole el cuello.

Al cambiarnos, me extraño sobremanera de que no me pidiera nada, dirección, manera de comunicarnos , yo si lo hice, pero me contesto con un gesto de negación moviendo la cabeza para los lados.

La deje en el mismo lugar, era una diosa que con su fuego me quemaba, fui esos dos días a la facultad para ver si aparecía, conseguí su teléfono particular , pero en el siempre me atendía un contestador, no me anime a dejar mensaje.

El sábado, mi madre hizo una fiesta por su cumpleaños, cuando la vi entrar con su marido, en verdad que me debo haber sonrojado, fue ella, la que presentándome , como hijo de la agasajada corto el hielo que me aplastaba.

La naturalidad de su trato, fue haciendo mi andar más tranquilo, pero no pude dejar de recordar, lo bien que me sentí con ella, no paso más de una hora, que al pasar por el pasillo que une la sala con las habitaciones y el baño, me dijo al oído mañana te espero a las 10 en la puerta de la estafeta.

Acompañando a ella y a su marido , no pude de dejar ver la placa SYC 777 del Mercedez Benz que si bien era de la década del setenta, estaba precioso.

A la hora indicada, una mujer se acerco, me costo reconocerla, era ella, peluca rubia , de pantalones, entro al auto, me indico que nos estacionáramos del otro lado del Bulevar, eso hice, una sonrisa en su rostro me indicaba que algo pasaría.

Mi madre caminando frente a la Universidad, abre un auto y sube , su chapa SYC 777, me miro y me dijo.

Síguelo

Al doblar en la costanera rumbo a Guadalupe , me di cuenta donde iba, los deje ir, ver el auto entrar al mismo lugar donde estuve con ella, me consterno.

Fue ella la que me consoló.

– Yo también tengo un hijo , ahora tiene 20 años, pero nosotros no somos de madera.

Sabiendo que no tenia ganas de nada, la deje en la Universidad ella muy tranquila, me dijo te espero mañana.

No entendía o no quería entender, fui a la oficina de mi madre y encontré una carpeta de una propiedad, la dirección era la de la quinta, al leer un poco , pude por fin dilucidar el misterio.

Ella venia caminando con su andar cadencioso y sensual, no le pregunte a donde íbamos, enfile a la quinta, ella la abrió esta vez se sentó en living al plantearle que me cuente, me dio un beso.

Esta quinta la usamos un grupo de mujeres, para nuestras cosas, tu madre integra el grupo.

Sin más pese a mi tensión inicial, nos entregamos al sexo y les puedo asegurar que ese cuerpo es algo divinamente sensual y provocativo.

Cuando salimos con cara de satisfacción mutua, con una sonrisa, me pregunto.

¿Sabes que hace tu novia, en este momento?