Mi nombre es Mariana, soy una chica de Argentina, tengo 22 años y un cuerpo muy bien formado, no soy una top model pero no paso desapercibida para hombres y mujeres, me encantan mis senos turgentes y la dureza de mis piernas y nalgas, realizo bastante ejercicio y me encanta vestirme muy sexy, por razones de mi trabajo viajo constantemente y esto me sucedió en mi último vuelo de regreso de New York a Buenos Aires, con escala en Ciudad de México.
Vestía ese día un traje adecuado para el calor del infernal verano de N. Y., un vestido corto de dos piezas y una blusa de botones, medias veladas de liguero y un diminuto panty, no acostumbro a usar bra dada la dureza de mis pechos, el calor era insoportable y recorría la sala de espera aguardando la salida de mi vuelo, entre a una cafetería a tomar una soda para refrescarme y de pronto la vi, sentada en una mesa se encontraba una morena ojeando una revista, tal vez de mi misma edad, me senté en una mesa vecina observándola, tenía delicadamente cruzada las piernas y su diminuta minifalda, mostraba un hermoso par de piernas muy bien contoneadas, su faldita blanca y su blusa roja contrastaban con el color de su piel, observaba embelesada aquella hermosa morena, deseaba abordarla, tal vez pudiera llegar a conocerla y quien sabe, estrecharla entre mis brazos, pensó mi mente morbosa, estaba concentrada observando sus piernas y tratando de adivinar como sería su panty, o a lo mejor, tal vez no llevara; estando en esas, torpemente derrame mi soda sobre mi falda, corrí al WC a lavarla para evitar que se manchara, en el lavabo me la quite y lave, al quedarme en panty no pude contenerme y mis dedos instintivamente buscaron mi concha imaginando que eran los dedos de aquella chica, el altavoz anunciando la proximidad de la salida de mi vuelo, me saco de mi transe, me acomode mi falda y corrí a la cafetería, la linda morena ya no estaba allí.
Con desgana aborde mi vuelo, pensando en lo que podría ser y no fue, aquel vuelo estaba prácticamente vació, al buscar mi puesto, quede encantada al comprobar que aquella chica se encontraba ya cómodamente sentada, compartiríamos el mismo vuelo, a pesar de la cantidad de sillas vacías, opte por sentarme a su lado, ella corrió sus piernas para darme paso y me sonrió de una linda manera, de reojo observe su blusita semiabierta y comprobé que al igual que yo no llevaba brasier, su lindo seno parecía querer salirse de su blusa y su pezón moreno se marcaba muy bien, ajustamos nuestros cinturones y entablamos una conversación informal, se llamaba Carolina, iba hacia ciudad de México, se encontraba de vacaciones en N.Y, y trabajaba como secretaria, pedimos un par de tragos y conversábamos como si nos conociéramos de toda la vida, mis ojos no apartaban mi vista de sus piernas y senos, ella tal vez no lo noto o no le importaba, en la primera oportunidad me fui al baño a terminar mi masturbada, la que había iniciado en el WC de la cafetería, ansiaba tener a aquella morena comiéndonos nuestras conchas y besando sus sensuales labios.
Cuando regrese ella me tomo de la mano y me dijo:-te masturbas muy seguido linda?-, quede sorprendida, no sabía qué decir, balbuceé algunas palabras negándolo por supuesto, ella primorosamente, me dijo:-no te preocupes, yo también lo hago-, no podría creer lo que oía, -disculpa, como lo sabes? dije yo, -linda hueles a sexo y me encanta tu aroma-, me respondió ella, tomo mis labios y me estampo un cálido beso, nuestras lenguas apenas se rozaron, su aliento en mi boca me embriagaba, mi mano se deslizo bajo su diminuta falda y complacida vi que no llevaba panty, su concha depilada era una tentación, quería cogermela allí mismo, ella retiro mi mano de su vulva y me dijo:-tranquila amor, vamos al baño-, se levanto y cogidas de la mano nos dirigimos al WC de aquel avión semi vació, tan pronto entramos cerramos con llave y las manos de Caro se apoyaron sobre mis hombros, suave, pero firmemente, presionando un poco y comenzando a acariciarlos en círculos.
De los hombros, las manos de Caro siguieron su camino por mi cuello y rodearon el borde de la camisa hasta llegar al primer botón que estaba prendido.
Mi respiración se había acelerado y que no era el único signo de la excitación que se estaba apoderando de mí.
Por encima de mi camisa, comenzaron a hacerse notar los pezones, endurecidos por el calor que esas manos le estaban dando y mis piernas estaban comenzando a separarse lentamente.
La boca de Caro se había acercado a mis oídos y se detenía en cada uno para que yo pudiera sentir allí su aliento caliente y sus palabras suaves: «relájate, esto es solo el principio, …».
Siempre ubicada a mi espalda, sus manos lograron desabrochar mi blusa y meterse entre mis pechos, lo que me ocasionó un gemido involuntario al sentir sus frías manos sobre ellos.
Los envolvió delicadamente con sus dedos, los presionó y se dedicó a pellizcar levemente los pezones para después pasarle sus largas uñas alrededor y dejarlos duros como rocas.
Sin poder soportar más esas caricias teniéndola lejos, la tome de las muñecas y la coloque frente a mí, nos miramos a los ojos, y comenzó una fiesta de besos. nuestras lenguas se encontraron duras, calientes, movedizas;
La de Caro recorrió cada parte de mi boca, paladar, dientes, las paredes internas de las mejillas y la mía se dedicó a sus labios, a mojárselos incesantemente, a lamerle los lóbulos de las orejas, a buscar la suya nuevamente para establecer esa batalla tan deliciosa que tenían.
Las manos de Caro nunca dejaron mis pechos, siguieron pellizcando y estirando los pezones hasta que ubicó su boca en ellos. Caro lamió mis senos con esa lengua maravillosa, los dejó mojadisimos con su saliva y se dedicó a mordisquear mis pezones, que no podían más, que no albergaban más dureza que la ya acumulada.
Tomó cada pezón entre sus labios estirándolo, succionándolo, mordiéndolo, haciéndome sentir esa extraña mezcla de placer y dolor infinito que no termina, prácticamente se los mamó como si fuera una criatura de pocos meses, tratando de obtener su alimento diario.
Al mismo tiempo que su boca descendía por mi cuerpo, sus manos iban quitándome la ropa en forma precisa, sacando la camisa fuera de mi falda e intentando desabrocharla con premura.
-No, por favor-, le pedí con la voz entrecortada -Acaríciame por sobre la tela, quiero sentir como tus manos me acarician la vulva, como me calientas a través de la ropa, como me voy mojando despacio-.
Así lo hizo, abrí mis piernas para que trabajara con más comodidad y Caro comenzó a acariciarme sobre la entrepierna de mi panty.
Su palma abierta subía y bajaba por toda la extensión de mi vulva, presionaba despacito justo en la unión de los labios de mi vagina y simulaba meterme un dedo, rozando así el centro de mi concha, dejándome casi desmayada, mientras seguíamos besándonos.
Caro subió su mano y la metió entre la braguita y la vagina. -Hummmmm, me encanta , se siente deliciosa… –¿Quieres más caricias o me dejas meterte los deditos?- dijo ella.
Esas palabras bastaron para que me sacara la falda, bajara las bragas y me quedara desnuda frente a ella. Una de mis piernas se apoyó en el lavabo.
Caro se arrodilló frente a mis piernas abiertas y sus manos se dedicaron a mi conchita, transportándome a otro mundo. -Estas tan mojada!!!-, repetía sin poder creerlo -Nunca vi una concha tan mojada, tan brillante y tan cremosa. – Quiero que me metas los dedos, los mojes y desparrames mi flujo entre los labios de mi concha, replicaba yo. -Así te gusta, preciosa?- me preguntó Caro mientras me metía dos dedos a fondo, les daba media vuelta dentro de ella y los sacaba empapados, para después lubricarme los labios mayores y menores de mi anegada vagina.
-Más, dame más, dame tu lengua, chúpame, chúpame despacito-. dije y la lengua de Caro se dedicó a lamerme, a recoger mi flujo desde el interior para repartirlo, de adelante hacia atrás, hasta llegar al agujero de mi culo, que a esa hora ardía como mi cuerpo completo.
-Quiero comerte entera… Estás tan rica!!! Me encanta tu flujo, hummmm, de pronto sentí que un dedo de Caro se metía en mi vagina, pero al mismo tiempo otro en el agujerito de mi caliente culo y presionaban en el medio, como queriendo juntar las paredes de ambos lados en el centro, haciéndome dar un respingo de placer. Estaba sintiendo como lenguas de fuego que me atravesaban y era consciente de mis gemidos. – Chupame el clítoris… Pásame la lengua ahiiiiiiiiiii, si mami, sigueeeeee, no paresssssssssss.
La lengua de Caro comenzó a lamerme primero en círculos, llenándolo de flujo, para después subir y bajar endureciendo mi clítoris; Cuando estaba duro y salido, lo tomó entre sus dedos y lo estiró, lo pellizcó para después morderlo delicadamente.
Me dio vuelta, y comenzó a lamerle el culo sin descanso, yo sentía que estaba llena de mi propio flujo por todos lados, y Caro seguía metiendo un dedo en el agujero caliente de mi culo mientras que la otra mano no dejaba de arrastrarse a lo largo de mi húmeda concha.- Méteme los dedos en la concha, métemelos -, le pedí ansiosa de poder llegar al orgasmo con sus dedos dentro de mí.
Caro sin control, metió y sacó sus dedos de mi concha hasta que mis caderas se elevaron sobre su cara, quedando apoyada en las puntas de mis pies y estallando en un orgasmo pocas veces sentido, que mi linda Caro devoro con ansias, arreglamos nuestras ropas y a los pocos minutos aterrizábamos en Ciudad de México, mi linda amante ocasional se bajaría allí, yo continuaría hacia Buenos Aires, nos despedimos con un tierno beso y desde entonces nos escribimos y hablamos seguido……, esperamos encontrarnos pronto.