Sexo en unos almacenes de Bogotá

Pues bien, aquí viene otra historia de Carolina contada por su esposo, yo, Eduardo.

La verdad hay personas que me preguntan al correo que si todo lo que cuento acerca de mi esposa es verdad, no sólo es 100% real, sino que cuento con la autorización de mi esposa para contarlo.

De cada cuento le doy a ella una copia antes, para ver si le disgusta lo que cuento, y la verdad es que antes al contrario, termina recordándome detalles que se me pasan por alto.

No hay mejor lugar para escandalizar a la gente que ir a hacer mercado.

Normalmente, cuando vamos a hacer mercado, le pido a Carolina que se vista de la manera más atrevida posible.

Lo hago para que desde el momento en que se baja de la camioneta sea el centro de atracción de todos los que estén por ahí. Siempre, la verdad, lo logramos.

Carolina tiene un vestido que particularmente me gusta mucho, es de un rosado hermoso (no como decimos los colombianos Rosado Soacha), sino un rosado suave, el conjunto es chaqueta y minifalda. Un día, descubrí que cerca de nuestro apartamento, al norte de Bogotá, habían puesto un taller de modistería, ante la mirada atónita de la costurera, le dije que quería que le redujera a la minifalda unos 7 centímetros, el efecto es el que yo de verdad deseaba, pues a mi esposa le que quedó lo que ella llama un culifalda.

Es tan alta, que ella a veces se achanta un poco por usarla, pero puedo confesar, que cuando la usa y veo la mirada de la gente, siento un cosquilleo en las pelotas que solamente mis cyber colegas que comparten nuestros gustos sexuales pueden entender, creo que nadie más.

Para quien lo haya olvidado, Carolina es una mujer de 1.70, delgada, con un culo que no es muy grande pero que es hermoso, redondo y paradito, unas tetas grandes proporcionadas a su cuerpo, usa el cabello ligeramente tinturado, una mujer hermosa.

Sus piernas no son gordas, son más bien delgadas, pero son torneadas y con las minifaldas que usa, son de infarto.

Bueno, un día ella me llamó a mi trabajo y me dijo que debíamos ir a hacer mercado.

Yo de inmediato le dije que quería que se pusiera el vestido rosado, que me encanta.

Ella aceptó y me dijo que pasara a recogerla para ir al mercado que hay en Unicentro.

Así quedamos, cuando bajo las escaleras del edificio yo me quedé estupefacto, pues siempre que Carolina se ponía alguna minifalda, arriba usaba alguna blusa o algo más discreto, pues decía que no debía estar destapada arriba y abajo.

Pues ese día se calzó sus botas negras a la rodilla, su culifalda rosada y se dejo la chaqueta abierta, lo que hacía que se viera que llevaba un pequeño top, que solamente cubre las tetas y dejaba al descubierto su barriguita, su piercing, etc.

Le sonreí y me besó. Fue un beso apasionado.

Le dije, quieres dar una vuelta antes de hacer mercado? me dijo que no, que la verdad es que quería que volviéramos rápidamente a la casa, pues durante todo el día estuvo pensando en mi.

Bueno, salimos hacia Unicentro subiendo por la calle 127, había un poco de trancón por la hora, y yo le dije, vamos a provocar a los que vienen en los buses, ella me dijo que quería que hiciéramos, yo le contesté que quería que me hiciera una buena mamada y que mientras tanto ella se levantara la falda y se metiera el dedo en un su chocha.

Pues no se negó. Se agachó y me desabrochó el pantalón y me sacó la verga y ella se levantó la falda, dejando al descubierto su chochita hermosa.

Se metía el dedo y lo sacaba, veía como las personas de los buses nos miraban con asombro, hasta que llegamos, no paró de masturbarse y de mamármela, le dije que parara en cuanto pasáramos por la tiquetera de Unicentro, pues eso si me daría un poco de vergüenza.

Como siempre, una vez que se bajó de la camioneta fue el centro de todas las miradas, lo que sabía que la excitaba muchísimo.

Le dije que se adelantara unos pasos para poder mirar con tranquilidad la reacción de la gente.

Pues así lo hizo, cuando iba entrando al almacén, salía una pareja de viejitos (hombre y mujer), de unos 70 años, el hombre se la quedó mirando, mientras la esposa decía en voz alta: Las mujeres de hoy en día ya no tienen recato ni pudor, a dónde irá a llegar el mundo.

Pues bien, me gustó la primera reacción.

No sé por qué, tanto a Carolina como a mi nos encantan las reacciones un poco contrarias, es decir, que la gente se moleste, tal vez por el carácter de trasgresión que todo ello encierra, y por saber que los demás de seguro se van a escandalizar.

Carolina entró como una reina al almacén, inmediatamente atrajo la vista de todo el mundo, todos la miraban, algunos criticaban, otros (especialmente los hombres) se sentían atraídos, lujuriosos… qué delicia, pensaba yo.

Carolina hizo algo previsible, se agachó con la excusa de mirar algo que había en un estante, yo iba con el carrito de hacer mercado un poco atrás, había dos muchachos que estaban poniéndole etiquetas de precios a los productos, y pude oír cuando uno le dijo al otro: Marica, mire como está esa vieja de buena, y vio cuando se agachó, se le vio la cuca, no tiene calzones….

Yo de solo oír el comentario me excité, se me paró mi verga, mi corazón se aceleró y sentí una deliciosa sensación de desespero y cosquilleo.

Carolina se volvió para mirarme, con algo de disimulo, y yo con nuestro código de señales secreto, le indiqué que quería que excitara a los muchachos… ella se volvió hacia ellos y se desabrochó la chaqueta.

La verdad es que se veía deliciosa.

Se acercó a ellos, y preguntó por un producto que ya ella había visto estaba en la parte más arriba del estante, lo que la obligaba a empinarse para alcanzarlo.

El muchacho nerviosamente le indicó donde estaba el producto, y ella se empinó.

Claro, eso hizo que la pequeñísima faldita dejara al descubierto la parte de debajo de su culito, que se pudiera ver a las claras que no tenía bragas.

El muchacho que estaba agachado, estoy seguro, pudo verle su chochita, pues no le quitó los ojos de encima ni un segundo… ella miró el producto, y dijo, está a buen precio, voy a llevar dos…. y volvió a empinarse, con un efecto parecido.

En ese momento pasaban por ahí otros clientes, que pudieron ver prácticamente el culo de Carolina. Un hombre que iba junto con otro más joven, le dijo a este, mire a esa vieja como está vestida… uy se ve como una putica… se imagina metérsela en esa chocha…. el otro dijo, uy sí, que delicia, no?

Carolina debió oír, pues el comentario lo hicieron en voz perfectamente alta, audible… eso es algo que me encanta, cuando ven a Carolina vestida así, los hombres desconocido le pierden el respeto, pues se dan cuenta que es una mujer que puede definirse como fácil.

Lo cual lejos de preocuparme, me fascina.

Bueno, decía que Carolina debió oír el comentario, pues sin dársele nada, se agachó frente al muchacho que estaba agachado y le puso su chocha desnuda casi en la boca, con la disculpa que quería ver un producto que estaba en la parte más abajo del estante.

El muchacho se quedó con la boca abierta, ví que no podía creer lo que había visto. Todos los clientes pudieron verle la chocha a Carolina, de eso estoy seguro.

Bueno, seguimos caminando, y Carolina se empinaba y se agachaba sin ninguna necesidad.

Mostraba su chocha a diestra y siniestra.

Subimos al segundo piso del almacén por la escalera eléctrica, permitiendo que todo el mundo, todos los que estaban abajo, pudieran contemplar las delicias de esa mujer, que ya me imaginaba yo, querría tener alguna sesión salvaje de sexo.

Fue cuando nos acercamos a la ropa interior femenina cuando comenzó todo.

Pues normalmente en los almacenes la ropa interior femenina es atendida por mujeres, por esas cosas extrañas del machismo suramericano, y porque pensamos que un hombre con solo ver una tanga colgada de un gancho se va a masturbar hasta que se le caiga la verga, bueno, extrañamente estaba un muchacho joven atendiendo la sección, y era del tipo que le gustan a Carolina.

Sé que ella se excitó mucho… me dijo en voz alta, como diciendo que yo era un simple amigo…. oye, crees que a mi esposo le gustarán unas tanguitas para esta noche… yo le dije, me imagino que a ese guevón le gustará algo así, pero es tan tonto que ni se dará cuenta…. me parece que te va a tocar utilizarla con alguno de tus tinieblos, yo comprendí inmediatamente el juego de Carolina, quería culiar con ese muchacho y para ello necesitaba tranquilizarlo, diciendo algo que le hiciera pensar que no éramos pareja. Cuando yo sugerí que Carolina tenía muchos amantes, el muchacho sonrió con malicia.

Ella le preguntó que cuál era la ropa interior más pequeña que tuviera.

El muchacho, desde que nos acercamos no podía apartar los ojos de Carolina y le miraba las piernas y la faldita, el topsito… en fin se la estaba devorando mentalmente, como después lo haría físicamente.

Carolina de pronto me dijo que estaba con mucho calor, y se quitó la chaqueta… quedó como dije en un topsito pequeño, que solamente le cubre sus tetas.

Ella con mucha coquetería le dijo al muchacho… mejor dicho, estoy buscando unas tanguitas bien chiquitas, cuales crees que se me verán bien a mi? Imagínate que soy tu novia y vamos a tirar esta noche…. como te gustaría verme… el muchacho sonrió tímidamente y le mostró unas tanguitas en encaje adelante, un poco grande adelante y atrás un hilito que se unía a la pretina, también muy delgada.

Ella le pidió el brasier compañero, y el se lo entregó…. me gusta… me puedo medir la ropa interior… él le contestó que si, que tenía que ponerse un protector femenino… no hay problema, dijo ella.

Le dijo que lo único que no le gustaba de ese conjunto era que adelante era muy grande, que quería algo más pequeño… el muchacho se quedó pensando un poco y dijo… tengo otro modelito que le puede gustar.

Le mostró un conjunto, de brasier en media copa y una tanguita minúscula, mucho más pequeña que la anterior, ella le dijo que esa estaba mejor, que si tenía en ese mismo modelo, un conjunto rojo y uno negro… adelante era transparente, atrás casi no era nada.

Bueno, ella tomó un conjunto y lo dejó caer al suelo, se agachó y le mostró su poderoso culo y su chochita al muchacho… le preguntó, si yo fuera tu novia con cual te gustaría verme entre estos dos… el señaló el más pequeño. Y con que color… el dijo, con el rojo.

Ella dijo… no sé… estoy un poco bronceada, y será que si me corta bien el color… tu que dices… se subió la falda, dejando al descubierto su chochita depilada a la vista del muchacho y colocó encima la tanguita, de manera que se pudiera ver la diferencia de color. Qué te parece? Creo que está fabuloso!!! Dijo el muchacho… sí, te gustaría tener algo con esto? Dijo señalando su chochita… el dijo que le encantaría.

Le dijo, puedes entrar conmigo al probador de mujeres… él le dijo que no, que era imposible…. bueno, solamente si entro por una puerta trasera, no por la de los clientes….

Bueno, en la segunda entrega les contaré el final.