¿Nunca te calentó la esposa de tu mejor amigo?
Mi nombre es Marcos Borges, soy Argentino y lo que les voy a contar es algo que me sucedió hace unos años.
De alguna forma necesito contarlo para sacarme toda la carga que llevo.
Esto lo aclaro ya que no estoy del todo seguro de que mi amigo sepa o recuerde todo lo que esa noche pasó, ya que nunca volvimos a hablar del tema.
Bueno, Nacho, si lo llegas a leer algún día, acá va …
Jugaba la selección Argentina un amistoso contra Holanda, un partidazo, y Nacho me había invitado a comer un asado y ver el partido en su casa.
Bueno, la típica, compramos unos vinitos, la carne, la picada, todo para instalarnos y no movernos por nada hasta que terminara.
Nacho vivía en una casa chica pero bastante cómoda, tenía un patio grande con una pileta Pelopincho, un parrillerito y muchas plantas que su novia Carla cuidaba como si fuesen de oro.
Como hacía un calor de locos y la parrilla nos estaba haciendo transpirar como perros, Nacho me prestó un short y nos tiramos a la pileta.
No era muy grande, pero al menos se podía estar sentado con el agua hasta el cuello, y eso alcanzaba para refrescarse un poco.
El partido estaba medio aburrido, asi que nos quedamos dentro de la pileta tinto en mano, esperando que se haga el asado.
A todo esto, apareció Carla con su malla puesta y entendió que la mejor manera de soportar el calor era la pelopincho.
Esta bastante buena, es alta y grandota de todos lados.
Tiene unos pechos formidables, rubia, con cara de gringa.
Como la pileta no era muy grande, nos tuvimos que acomodar bien para entrar los tres.
Yo quede en un rincón, frente a ellos dos y de espaldas a la parrilla.
Esto de estar los tres era algo complicado, ya que por más que fuese la novia de mi amigo, no podía evitar mirar a Carla, tratando de hacerlo disimuladamente, siempre para intentar ver ese pedazo milimétrico de piel que la malla no tapa.
Los ojos se me iban solos…, dos pechos formidables.
Me tenían obsesionado.
La cabeza de uno empieza a maquinar cosas que no sabes si son reales o la excitación las magnifica.
Con cada roce de sus piernas con las mías, yo imaginaba que lo hacía deliberadamente , que me estaba provocando.
Nacho se levantó y salió de la pileta, miró que no le faltara fuego al asado y luego me hizo un gesto avisándome que iba a traer unas cervezas , » como para abrir el apetito » , comentó.
Yo me quede en la pileta con Carla, y como ahora había más lugar ella aprovechó para estirarse bien y zambullirse estera.
Cuando salió de debajo del agua, no pude evitar mirar hacia su corpiño, que hasta entonces había permanecido seco.
La tela se le había adherido a la piel y marcaban todo su contorno mucho más claramente.
Quede un segundo paralizado con esa vista, y cuando volví la mirada a su cara ella estaba observándome con una sonrisa leve , como diciéndome » no está bien lo que estás haciendo «.
Al instante se acomodo el corpiño que se había caído un poco y dejaba entre ver una hermosa franja de piel nunca alcanzada por el sol.
Esto hizo que yo volviera a mover la vista instintivamente hacia sus tetas, a lo que ella contestó con un pellizcon en mi pantorrilla, y ahora riendo pícaramente, se volvió a sumergir hasta el cuello.
– » Me voy a tener que quedar debajo para que no sigas mirando ? » , pregunto Carla.
Ella sabía que si salía la iba a volver a mirar, es más, creo que era lo que buscaba.
Se levantó lentamente, llevo sus manos hacia sus pechos para taparlos, suavemente, con sensualidad.
Los tapo, si, pero en todo momento se aseguró de que yo no me perdiera ni un detalle de esa salida, siempre con sus ojos clavados en los míos.
Más que tapar sus pechos, los estaba sosteniendo muy suavemente, sugestivamente.
» Me está calentando a propósito ….» pensé.
Quede unos segundos solo en la pileta pensando en si todo esto había pasado como yo lo estaba imaginando.
Yo estaba al palo, me tuve que esforzar por pensar en otra cosa para no pasar un papelón al salir de la pileta.
Bueno, la noche se pasó entre asado , cerveza y Champagne.
El asado pasó casi inadvertido, al menos para mi.
Toda la noche me la pase pensando en si Carla me tiraba onda o si yo estaba caliente y lo imaginaba…
A esa altura yo estaba un poco jugado, como el resto, y decidí ir al baño lavarme la cara a ver si me ponía un poco las pilas.
Todo este tramite, me tomo unos minutos, tiempo que Carla y Nacho no perdieron, ya que cuando volví al patio, mi amigo se había puesto cariñoso con su chica.
Los dos estaban en la pileta, y pude ver como él le pedía algo que ella no quería hacer, porque «Marcos puede vernos «.
Nacho insistió dándole un par de besos en el cuello y ella pareció aflojarse.
No podía creer lo que estaba pasando.
La cabeza de Carla subía y bajaba acompasadamente, y Nacho emitía ruidos de placer. Bueno, se la estaba mamando.
En menos de un minuto, ella lo miró y le dijo, » Terminá afuera de la pileta …» . Nacho se paró, y ella lo hizo terminar con una pajita.
Todo esto lo pude ver desde la ventana de la cocina.
Vi como los ojos de Carla trataban de ver que yo no estuviese por aparecer en ese instante, así que me demore unos segundos y los deje que se acomodaran como si nada hubiese pasado.
Para disimular, destapé otra botella de Champagne, haciendo bastante ruido para anunciar mi llegada.
Carla se tapó como pudo, safo bien, Nacho ya estaba fuera de la pileta, con un Marlboro en la boca y rumbo a la hamaca paraguaya.
Ambos aceptaron otra copa.
Yo no dudé ni un segundo y me la fui a tomar a la pileta junto a Carla.
» Esta bien fresca, excelente…», dije después de dar unos tragos.
Ella asintió sin decir una palabra.
Los dos nos refrescamos, el agua estaba tibia.
Seguimos hablando de boludeces.
Por sobre el hombro de Carla, pude ver como Nacho se estaba durmiendo en la hamaca, hasta se le había caído el cigarrillo al piso.
» Esta re palmado …», le comenté a Carla, refiriéndome a Nacho.
» Si, tomó demasiado «, contestó.
Ella quiso salir de la pileta porque » hacía un poco de frío…» dijo, y antes de que se levantara la agarre del brazo suavemente. » Espera, no te cortes, terminemos la botella y salimos…»
Creo que se empezó a dar cuenta de cuál era mi intención.
Lo noté en su mirada, temerosa pero picara.
Le hice un gesto dándole a entender que viniera más cerca, que quería decirle algo.
Ella lo miró a Nacho que dormía como un tronco y me dijo
» Te voy a confesar algo , desde la ventana de la cocina, hay una vista espectacular…» le susurre al oído.
Quedó paralizada, no lo podía creer. » Qué viste «, preguntó con miedo.
» Algo, pero no lo que yo quería » dije.
Su cara estaba roja como un tomate, hermosa, de una inmensa timidez.
Estire mi mano lentamente, y tomando con los dedos el bretel de su malla, lo empecé a bajar con mucho cuidado, no hacer un movimiento torpe de mi parte.
Antes de poder ver algo, ella paró mi mano con la suya y sin soltarla, giró la cabeza para ver a Nacho, que estaba más dormido que nunca.
Cuando volvió a mirarme, soltó mi mano y deje caer su bretel por completo.
Sus pechos eran tan firmes, que la malla quedó en su lugar, por lo que tuve que tirar un poco más para dejar sus pechos a fuera.
Con el último tirón, su pecho saltó fuera, totalmente blanco, y como yo lo imaginé, un pezón rosado y espumoso.
Carla se lo miró para luego mirarme a mí y ver mi expresión.
Sin dejarla pensar, tomé su mano y la lleve hacia mi short.
Ella dudo un segundo pero fue inútil, a esa altura resistirse era despertar a Nacho, y además, creo que quería hacerlo.
Le ayude a sacarla fuera del short de baño, y mientras me masturbaba para que estuviese totalmente dura, me arrodille y se la puse en la boca.
Traté de no hacer ninguna exclamación que despertara a Nacho.
Mientras con una mano tomaba su cabeza por la nuca, con la otra le apretujaba la teta y el pezón, que a esta altura estaba preciosamente duro y tibio.
No aguanté mas, saque la verga de su boca y se la llevé a los pechos.
Carla se bajó el corpiño por completo y me masturbó hasta llenárselos de semen.
Luego todo fue muy rápido, nos limpiamos, salimos de la pileta y me fui a mi casa sin despertar a Nacho.
Cuando ella me despido en la puerta le dije que al día siguiente la esperaba en mi departamento a las 8:00 para terminar lo que habíamos empezado.
Ella me contestó que me fuera, que no sabia como hacer para mirarme a la cara.
Al día siguiente, a las 8:15, sonó el portero. Era Carla. Bajé a abrirle a los pedos.
Nos saludamos con un beso en las mejillas. Dentro del ascensor el silencio era tenso. Fue ella quien lo rompió preguntándome: » Tenes algo para fumar…? »
» Si, » dije
» Estoy algo nerviosa, me tiembla todo el cuerpo….»
Bueno, el resto solo hay que imaginarlo. Los nombres que figuran son irreales, pero creo que si «Nacho» lee este relato, se podrá imaginar que es muy parecido a algo que ocurrió en su casa allá por el verano del 99.